Partida Rol por web

Unos minutos desgranaron un silencio inerte en el interior del coche. Realmente a aquellas horas, era más que probable que el profesor Pedrera estuviera en clase y, por lo tanto, que no tuviese intención ni oportunidad de contactar con quienquiera que pudiese ser su contacto, cómplice o lo que fuese. Tal vez la opción de visitar a Nic fuese plausible aunque, por otro lado, ese tipo de "visitas" solían hacerse de noche. Más que nada por la posibilidad de ser grabados por un viandante o de aparecer en unas cámaras de seguridad de un centro comercial.

- ¿Quieres detenerlo...? A Nic. ¿Nos los llevamos a la comisaría? Ya sabes que allí dispondríamos de 48 h. - comentó como colofón a un speech que se había producido sólo en su mente.

Seguía pensando que Nic iba a ser una puerta falsa y, aún así, respetaba demasiado la veteranía de Castelo como para ignorarlo y no concederle la oportunidad.

- Igualmente deberíamos emitir una orden de búsqueda para David Cores así que habrá que pasarse por la comisaría sí o sí para darle un poco a la tecla.

Pardo se encogió de hombros realmente sin más opciones.

Mientras esperaban, en algún momento el profesor debería moverse, la conversación giraba entre planes, deseos y expectativas

- Detenerlo? - Castello se sorprendió ante la propuesta de su compañero - Bueno... si, es una opción, pero yo pensaba más bien en una nueva conversación, quizás sin tanta consideración. Aunque quizás tienes razón y debamos detenerlo. No parece ser el tipo de personas que se amilane por estar en la comisaría, aunque con la presión que nos está poniendo el comisario probablemente hará la vista gorda si lo amenazamos un poquito - completó.

- En cuanto a la orden de captura tienes razón. Quizás puedas hace el pedido con tu aparato maquiavélico - completó mientras señalaba el smartphone de su compañero - con el mío solo puedo hablar y, por lo que me dijeron hacer una cosa de texto que nunca pude entender para que sirve, pero no creo que sirva para pedir una orden de búsqueda -

Los dos policías siguieron apostados en la entrada de la facultad esperando. En la televisión la vida policial era todo acción e investigación pero, en realidad, la mayor parte del tiempo era esperar. Esperar y vigilar.

En este caso tuvieron que esperar hasta las 14:10 para que el profesor Pedrera abandonase el edificio. Y la cosa no parecía ser especialmente emocionante ya que lo que hizo fue cruzar la calle hasta el restaurante que había unos metros más allá donde, al parecer, comían varios de los profesores y algunos alumnos.

Por un momento el viejo inspector estuvo tentado de descender del auto y seguirle los pasos a Pedrera dentro del Restaurante... hasta que se dio cuenta que esa sería la mejor manera de que los descubriesen

- Crees que volverá a la universidad? - le preguntó a su compañero - O quizás tenemos suerte y luego de comer se va a... donde quiera que vaya -

Castello observó su emparelado y encogiéndose de hombros le dio un buen bocado - Aunque seguro que no comerá mejor que nosotros. Observa esto - levantó el sandwich y se lo enseño a Óscar - Jamón crudo, queso y tomate en pan negro con manteca. Si por mi fuera almorzaría así todos los días -

Pardo se frotó los ojos con fuerza. Estaba realmente cansado. La inacción era probablemente lo más agotador del trabajo de policía. Y eso, era mucho decir. La cabeza le pesaba como si llevase semanas sin dormir y el estómago se le había cerrado como un puño. Su sandwich, debido a esto, aún se encontraba en su envoltorio encima del salpicadero del automóvil.

- Tiene buena pinta... - concedió a su compañero con una sonrisa cansada. Lo cierto es que le sorprendía aquella costumbre alimentaria de su compañero. Cualquiera que lo conociese a primera vista podría pensar que aquel viejo perro policía sería un asíduo a los restaurantes de pote gallego y menú del día. Pero no... a él le iba comer más o menos bien. Sano pero sin locuras. Lo justo. Otros en el cuerpo hacían gala por contra de enormes panzas que revelaban sus propensiones culinarias.

- Pues me da que el "profe" va a estar todo el día así. Pero... no sé por que pero tengo un presentimiento. Quizá al acabar el día se reúna con... con quien quiera que está detrás de esta mierda. El cabecilla.

De nuevo aquella sonrisa triste apareció mirando directamente a Castelo.

- ¿Crees que desvarío...? Admito sugerencias pero me parece que todo lo que se salga del Deán y el profesor Pedrera es dar palos de ciego. Aunque, hablando de dar palos... igual sigues teniendo fijación por "tu amigo Nic".

- Si, sigo pensando en ese Nic - reconoció Castelo - Pero tienes razón en que las pistas deberían estar, ante todo entre el Deán y este profesor. Y creo que el Deán tiene más... eh... exposición. Por lo que es bueno que primero veamos si el profesor nos hace de guía y luego... luego veremos - completó mientras se encogía de hombros

Tras pensarlo un momento preguntó - Puedes ocuparte de la orden de captura del loco que parece que no está más loco con tu aparato? Sino deberemos pasar por la comisaría y no estoy seguro si quiera hablar, ahora, con el jefe. No creo que nos de su consentimiento para citar a Lustres. No contra la iglesia. En fin, si puedes hacerlo a distancia mejor, sino habrá que anotarlo para hacerlo más adelante -

 - Claro... - añadió Pardo mientras cabeceaba afirmativamente. - Cualquiera de los culos gordos de comisaría estarán encantados de solicitar una orden de búsqueda y así poder convencerse de lo mucho que merecen el sueldo mientras calientan una silla en comisaría.

Los dedos del joven detective volaron por la pantalla táctil del smartphone y en apenas unos minutos de conversación la solicitud estaba hecha. Sin embargo algo había en todo aquello que hacía sospechar que David Lustres no iba a aparecer. Al menos no pronto. O, en el peor de los casos, no vivo. Igualmente el protocolo era el protocolo.

Y así, sin venir a cuento, aquel pequeño gesto... aquella llamada sin importancia hizo que el cansancio del inspector menguase y el estómago llamase su atención. Desempaquetó el sandwich y comenzó a comerlo con apetito. Al fin y al cabo las guardias eran así... gajes del oficio.

- Me pregunto si Nic sabrá algo del paradero de David Lustres. Es un tema que no comprobamos con él porque aún no estaba en el tapete cuando lo interrogamos. ¿Le hacemos una visita? Solo una pregunta más... de "cortesía". Al menos haremos tiempo hasta que el final de la jornada académica acabe y Pedrera mueva ficha. ¿Qué me dices...?

Óscar mandó la petición de localización de David Lustres. Aunque no tenían ninguna prueba para poder solicitar una 'orden' oficial el comisario Martín había dejado muy claro que todos los recursos de la policía estaban a la disposición de los detectives para resolver aquello cuanto antes. Así que cualquier policía que encontrase a Cores* como mínimo avisaría a la central e intentaría retenerlo con cualquier disculpa. Eso debería bastar.

Mientras esperaban vieron con el profesor Pedrera salía del local para encender un cigarro y hacer una llamada en su móvil. Probablemente ahora estaría esperando el postre.

- Si, me gusta la idea. No se si lo conocerá o no, pero es una pregunta que podríamos hacerle - reconoció Castello antes de observar como el profesor salía del restaurant, encendía un pitillo y hablaba por teléfono - Pero antes de irnos asegurémonos que nuestro objetivo no se retira -

- Tu aparato súper-tecnológico no sirve para escuchar conversaciones ajenas, no? - preguntó, parte en broma, parte en serio - quizás justo en este momento está hablando con alguien a quien quisiéramos interrogar - agregó sin perder la seriedad - Aunque quizás solo está hablando con su madre - completó encogiéndose de hombros

Óscar sonrió ante el comentario de su compañero. Era como si de alguna manera a Castelo le gustase mostrarse cada día más reacio y desconectado a la tecnología. Algo así como un peculiar y privado sentido del humor.

- Bien... pues si te parece vamos a aguantar veinte minutos más o media hora hasta que Pedrera se vuelva a meter en clase y nos vamos a buscar a Nic. 

Un nuevo mordisco dejó el sandwich del detective casi listo para sentencia. Poca cosa había que hacer ya allí y, sin embargo, una punzada detrás de la nuca advertía de que en cualquier momento el profesor estaba a punto de cometer una estupidez delatora.

- ¿Te has parado a pensar una cosa...? - comentó más para hacer tiempo que intentando crear una verdadera linea de investigación nueva. - Seguimos sin saber nada del tipo aquel... el vagabundo... Leviatán.

La voz engolada del detective resonó como si en verdad estuviese hablando del monstruo marino mitológico y no de un simple sin techo que había capitaneado una secta.

- ¿Y si fuera Cores...? Sabemos que dejó su piso antes de que lo ingresaran en Conxo y cuando le dieron el alta se esfumó sin dejar rastro. Sin un hogar... sin un hogar conocido, al menos... podría haberse convertido en un sin techo. Es más...

De nuevo, con una idea sobrevolando la cabeza, Óscar echó mano al móvil y comenzó a teclear. Muchas veces las redes sociales eran una fuente interesante de información. La gente publicaba de todo... más incluso de lo que debían. Si David Cores tenía perfil en las redes sociales probablemente estaría desatendido los últimos meses pero con algo de suerte habría colgado alguna foto suya y con ella y las imágenes de la cámara de seguridad que había captado al tal Leviatán quizá podrían acercar dos puntos aparentemente separados.

... o también podría llamar a la Comisaría aunque era poco probable que el pobre Cores hubiese sido fichado. Por lo pronto encontrar una imagen suya parecía de gran utilidad.

Óscar buscó por las redes sociales a David Cores. Lo encontró sin demasiada dificultad. Tenía que ser él: en Santiago, trabajando como guardia de seguridad, vio una foto del paisano: un chico rubio, joven, bien parecido, sonriendo a la cámara mientras se hacía un selfie en alguna playa, con el mar de fondo. Que típico de las redes sociales: aspecto de triunfador.

Tenía pocas entradas públicas y la mayoría eran de eventos musicales. Al parecer al muchacho le iba el heavy. Fotos de él posando en conciertos de AC/DC, Iron Maiden y algún que otro festival cañero. Las entradas visibles eran escasas y antiguas, de hacía bastante meses, muy anteriores al suceso. Buscó relaciones: no había ninguna novia ni novio ni pista sentimental. Al menos no la había puesto de forma pública.

Mientras indagaba en internet Castelo no quitaba ojo del profesor, que charlaba por teléfono mientras daba paseos cortos alrededor de la puerta del restaurante. Parecía relajado, en ocasiones sonreía. Probablemente fuera una conversación intrascendente. Finalmente guardó el teléfono, tiró el cigarro al suelo y entró nuevamente en el restaurante.

- Cores? Leviatán? - mientras Castello seguía observando al Profesor Pedrera, en su cabeza trataba de interpretar la idea de su compañero y relacionarla con lo que sabían

- Puede ser, pero suena algo forzado - terminó dando su opinión - Los tiempos parecen coincidir, pero no suena muy razonable que, si fue el mismo el que robó la cruz que luego se la haya olvidado en el teatro -

- Pero si tuvieras razón... - el veterano policía no pensaba descartar ninguna posibilidad - ... entonces, si el periodista que entrevistó al Deán fue Crespo, que no lo podemos asegurar, Leviatán y el se podrían haber reconocido durante la obra y por ello haber abandonado el teatro... si ambos supieran del robo por lo que ambos habrían estado relacionados con el. No se, suena un poco traído por los pelos -

Tras menear la cabeza agregó - Lastima que apareció la cruz en vez del libro ese que también robaron, si es que Exiquio no nos mintió -

Un poco después el profesor salió del restaurante encaminado hacia la facultad. Nuevamente iba charlando por su móvil. Antes de entrar se fumó otro pitillo en actitud distendida. Finalmente entró en el recinto. Eran casi las 16:00, hora de comenzar las clases.

- Supongo que tiene para un rato, pero mejor no correr el riesgo - comentó Castello, tan aburrido como su compañero, pero sin ánimo de correr el riesgo de que el profesor se les escapar si iban a buscar a Nic

El viejo policía se reclinó en el asiento del conductor y entrecerró los ojos, dispuesto a dejar pasar el tiempo que hiciera falta - Media hora cada uno? - le propuso a Óscar - Así por lo menos si el día se hace largo estaremos menos cansados - agrego antes de cruzar los brazos sobre el pecho, dispuesto descansar aunque sea la media hora que había propuesto

Después de una buena comida, una siesta reparadora. Al fin y al cabo Castelo era un amante de las buenas y sanas costumbres y probablemente no haya nada comparable a una buena siesta. Nada tan "español". Una sonrisa rubricó la aprobación del joven investigador.

- Yo voy a estirar las piernas... - comentó mientras abría la puerta del automóvil y salía casi al mismo tiempo que se desperezaba con escaso pudor. - Y a... al baño... - concluyó señalando el restaurante del que el profesor había salido minutos antes.

Algo le rondaba la mente a Pardo. Algo sencillo pero que sería imposible llevar a cabo si se presentaban en el establecimiento en plan "pareja de polis". Quizá hubiese suerte y el burro acabase haciendo sonar la flauta... por casualidad. Cerró la puerta del coche y comenzó a cruzar la calle.

Cuando entró en el establecimiento se dirigió rápidamente a la barra. Se sentó en un taburete alto y esperó a que le atendieran.

- Por favor... un café con hielo. Gracias.

Unos segundos se desgranaron en el reloj acompasando una estrategia barnizada de prudencia.

- Perdone... - inquirió al camarero. - Acaba de salir un tipo... con gafas... un poco calvo... ¿puede ser que fuera el profesor Pedrera? Estaba aparcando cuando lo vi salir. Fue profesor mío hace unos años y me ha hecho gracia volver a verlo. Madre mía... como pasa el tiempo. 

La red estaba tendida. Quizá algo pudiera sacarse.

El camarero era un tipo entrado en edad, de aspecto bonachón. Su forma de hablar denotaba que probablemente fuera el dueño del local.

- Ramiro, sí, el profesor Pedrera. ¿Fue alumno suyo? Es un buen tipo ¿eh? No es un estirao de esos que se creen mucha cosa por ser catedráticos ni cosas así.