Partida Rol por web

La actuación del Pirata era magistral, e Isabel estaba embobada con él.

El cambio de registro que hizo de un hombre asustado por los agentes de la ley a un hombre calculador, diciéndoles el siguiente paso fue algo que Isabel no olvidaría nunca.

-Exacto. No estamos para perder el tiempo, Pirata- añadió a las palabras de Fernando, actuando también, aunque se vio reaccionando demasiado poco convincente al agitar el dedo delante de la cara del Pirata, como si fuera una madre regañando a su hijo.

Aquel panorama cambiaba para ponerse aún más interesante, y aquella cita a que estaba dispuesto ir el Pirata para contarles más cosas era algo que no pensaba desaprovechar.

-Allí nos vemos, Pirata. No nos falles- advirtió, alzando una ceja escéptica.

Miró a Fernando, y sonrió.

-No lleguemos tarde al parque ese, compañero- dijo Isabel, sintiendo que estaban avanzando por el camino correcto.

Ir solos. Era lo mejor. Si el Pirata veía que había más policías, podía entrarle miedo, y no abrir la boca.

-Venga, vamos.

Ambos detectives se alejaron caminando por la zona vieja. El parque de Bonaval estaba allí mismo y se dirigieron de forma inmediata hacia allí. En toda reunión que pudiera entrañar algún riesgo era mejor llegar primero para prevenir cualquier eventualidad. Así que subieron por el parquecillo hasta la zona de las lápidas. 

A esas horas de la tarde había alguna gente paseando por el lugar, sobre todo estudiantes sin demasiado que hacer en aquel martes seminublado, dando un paseo quizás tras salir de clase.

No tuvieron que esperar demasiado. A los pocos minutos el Pirata apareció subiendo por el camino. Los agentes se movieron hacia la zona del fondo, alejándose un poco de la puerta, y allí tuvo lugar una curiosa conversación.

El hombre parecía más tranquilo ahora, más sereno. Desde luego no tenía aspecto de loco desquiciado como podían haber imaginado al principio. Aunque era un 'tirado' y vivía en las calles ahora parecía haber recuperado parte de su aplomo. No costaba demasiado pensar en como habría sido cuando impartía clases en la facultad, más joven, lleno de vida y con una curiosidad insaciable. Sin embargo todo esto no podía reparar el ligero temblor en su voz ni el ocultaba el tembleque de sus manos al sacar un cigarro y encenderlo. ¿Miedo? ¿Nervios? 

- Escuchen... lo que les dije en Cervantes es cierto: no encontrarán a los asesinos de Crespo. Es imposible. Esa gente no lo permitirá. Y si quieren resolver esto tendrán que escoger a un cabeza de turco. En estos momentos me avergüenza decir que lo único que quiero es evitar que sea yo... se lo suplico: no me usen a mí. Les ayudaré en todo lo que pueda pero déjenme luego ir. Desapareceré, me marcharé de Santiago... ya tendría que haberlo hecho mucho antes... hace tanto tiempo... 

El hombre parecía realmente desesperado.

La detective inspeccionó aquel parque con ojo crítico. No temía una emboscada ni nada de eso, pero desconfiaba de los lugares nuevos. Era por ello que tras mudarse a Santiago le costó bastante tiempo acostumbrarse a sus calles, gentes y costumbres.

Compartió una mirada cómplice con Fernando cuando el Pirata hizo aparición, y sonrió, algo aliviada al ver que había cumplido su palabra, y estaba allí como dijo.

Escuchó con atención lo que dijo, y enarcó una ceja, algo suspicaz ante aquello de la cabeza de turco.

-Podríamos usar a Nic- dijo con una sonrisa pícara, mirando a Fernando-. Es broma- mintió.

Miró de nuevo al Pirata, y preguntó:

-Pirata, usted conoce bien a esta gente. ¿Por qué matan de esa manera? ¿Qué es lo que intentan proteger cuando consideran que alguien mete las narices donde no debe? ¿Es una cosa mística, mágica o algo así?- dijo, realmente curiosa.

Allí estaban. Y una vez más se abrian más preguntas en vez de encontrar respuestas.

- No le usaremos, Pirata. Pero necesitamos que nos cuente todo lo que sepa sobre esta secta. - Fernando estaba serio. La pregunta de su compañera era muy abierta y no sabia como de certera podia ser su respuesta. Quizás sería mejor preguntar poco a poco - ¿Qué quiere decir que necesitaremos a alguien? ¿Que tenemos que sacrificarlo? - preguntó con cierto temor a la respuesta. Aunque tenia cierta esperanza de que no fuera asi - ¿O más bien dice como señuelo?

- No saben nada.- dijo el Pirata con un cierto tono de consternación - De lo contrario no hablarían tan claro. Tengan cuidado. Los que han matado son los mismos que han ordenado su investigación. Existen poderes en la sombra que manejan los hilos de una Realidad que no comprenden. Cuidado con las preguntas... porque puedes obtener respuestas. Por eso necesitarán encontrar alguien a quien cargarle el asesinato de Crespo. Alguien lo suficientemente creíble pero, a la vez, prescindible. ¿Nic? - reaccionó al nombre soltado por Isabel - Nic sabe demasiado. A veces creo que lo sabe todo... ha estado en sitios donde otros ni se atreven a pisar. Él no será su cabeza de turco. Él es demasiado peligroso para ellos, con él no se atreverían.

El hombre miró a ambos detectives como nivelando hasta donde podía llegar:

- No están preparados para la verdad. Pero si puedo decirles que quienes mueven los hilos están muy por encima de ustedes. Controlan el gobierno, la policía, los medios... es todo una farsa de realidad donde no somos más que monigotes que se mueven según su guión. Ustedes mismo lo siguen con su investigación, dando palos de ciego. Pero Crespo encontró una puerta y se decidió a abrirla pese a las amenazas. Si atendió a mis advertencias debería haber ocultado parte de su trabajo. No sé donde, no quise saberlo. Ya les he dicho que quien se acerca demasiado es destruido. A mí me destruyeron. Pueden convertirlos en parias, sacarlos de la sociedad, matarlos... lo que consideren más adecuado en cada momento. ¿Acaso no soy yo otra señal de lo que puede pasarle a quien busca una respuesta?

El asunto era más turbio de lo que la detective se imaginaba, y trató de recordar la metodología de investigación que le enseñaron e la academia, pero aquello superaba la ficción. Había recibido adiestramiento para violencia de género y doméstica, robos y hurtos, y algo de terrorismo, que se estaba poniendo de moda. Pero, ¿investigación acerca de sectas? ¿Conspiraciones mundiales? Aquello era algo que, o bien la superaba, o bien podía aprender muchísimo.

Escuchó las preguntas de su compañero y después las respuestas del Pirata, y ladeó la cabeza, pensando durante un segundo que habían dado con un chalado conspiranoico, un enamorado de las teorías de la conspiración, ésos que creen que un grupo reducido de personas tienen un diario, y lo programan todo. Hoy toca ataque suicida. Mañana bajada en bolsa bestias. Y pasado un accidente aéreo mortal.

Y, ¿por qué no?

-Fernando, ¿quién nos dio el caso? Yo acabo de salir del huevo como quien dice, pero tú llevas tiempo con esto. ¿Quiénes son los que dan los casos? ¿Por qué a nosotros? ¿No se lo deberían de haber dado a alguien más ducho en estos temas?

Por alguna razón, cada vez le convencía más la teoría del Pirata.

-¿Qué puerta es esa de la que habla?- preguntó al mendigo-. ¿Y dónde guardaría Pedro el resto de su trabajo?- preguntó más para sí misma.

- Supongo que se referirá al Comisario Martín. Pero todo eso aun está por demostrar. - No acababa de cuadrarle todo aquello, el hombre que tenían delante podia ser perfectamente un esquizofrénico, o tener cualquier cosa en su cabeza por efecto de tanto consumo de tantas drogas. El hecho de que culpara a una supuesta organizacion de sus males no era una cosa demasiado rara, Fernando habia visto muchos como aquel en sus tiempos de narcoticos.

Sin embargo, habia que seguirle el rollo, al menos para obtener mas informacion.

- ¿Cúando habló con Crespo? No le dió importancia a lo que usted le dijo, por lo que entiendo ¿Y por qué Crespo, que se sabia perseguido, estaba en su casa con un sistema de seguridad tan bajo? No tenia alarma, la cerradura se podia abrir con muchisima facilidad. Si Crespo se sabia perseguido y le habiais avisado tantos, entonces ¿no deberia haber tomado ciertas precauciones?

Le enseño el dibujo que tenian sobre las tres marcas que tenia Crespo en el cuello.

¿Qué es esto? - tenia la sensación de que aquel hombre sabría algo más acerca de aquello. Pero tenia que hacerle ver que habia entendido sus advertencias - Si tengo que buscas... ehmm... una cabeza de turco, tiene que cuadrar todo. ¿Qué podria hacer algo asi?

- Crespo no se protegía porque pensó que ellos todavía no lo considerarían peligros. Pensó que habría un primer aviso. Pero esa gente no avisa a quien se acerca a robar el fuego. Hablé con él después de estar en el Club de la Mentira. Pensó que todo aquello había sido parte de las drogas. Las drogas abren puertas de percepción. ¿Por qué si no prohibirlas? Todo es parte del juego... pero hay que saber usarlas. Ellos nos las dan adulteradas, cortadas para evitar la parte pura que rompe la barrera...- la verdad es que cada vez parecía más delirante y escupía sus palabras en una verborrea con tono alucinado - Pero Leviatán consiguió pasar sus sellos y mostrarnos una parte de la Verdad. ¿Cómo no me creyó Crespo? Ni yo mismo lo sé. Cuando te asomas al abismo a veces sientes tanto miedo que decides cerrar los ojos.

Echó un vistazo al dibujo de Fernando. Entonces palideció mortalmente y retrocedió dos pasos levantando una mano como si el detective le estuviera apuntando con una pistola en lugar de mostrarle un simple papel. Entonces empezó a gritar:

- ¡La marca del Arcángel! ¡La marca del Arcángel!

Y antes de que los sorprendidos detectives pudieran atinar a calmarlo empezó a correr como si realmente Fernando fuera a pegarle un tiro allí mismo.

- Pirata... ¡Pirata! - dijo Fernando al ver que se alejaba. No podía dejarle irse, aunque quedaba claro que el hombre tenia mucho miedo de lo que estaba pasando - Ven aqui. Necesitamos tu ayuda.

Fernando intentó darle caza. No tenian una edad muy diferente, pero el policia esperaba que con la vida zarrapastrosa que llevaba el mendigo no pudiera escaparse tan fácilmente. Le perseguia mientras intentaba calmarle.

- Necesito que te tranquilices. Dijiste que nos ayudarias y despues te marcharias. ¿Por qué huyes de mi? Es solo un dibujo.

Fernando salió rápidamente en persecución del individuo. Su forma física no era excelente pero llegaba para interceptar al aterrado Pirata. Lo pudo agarrar antes de que se fuera del cementerio y lo apartó contra las lápidas de la pared. Isabel se puso rápidamente a su lado para evitar una nueva espantada.

- ¡La marca del Arcángel! - repitió el hombre desesperado - ¡No lo ha matado mano humana! ¡No! ¡No! ¡Esto es peor de lo que pensaba! 

Luego rompió a llorar desconsolado, aferrándose a los brazos de Gálvez, pero no para liberarse, sino para buscar apoyo.

- No puedo ayudaros... No puedo... yo no soy tan fuerte... si el Arcángel lo ha marcado entonces esto es mucho peor de lo que pensaba... Leviatán no sabe lo que hace... ha despertado a los Durmientes... Ia... Ia... asnightah... No soy digno, perdonadme por mi pecados... nia... nia... satharah... Hablad con Nic... yo no puedo ayudaros... no creo que ni el pueda...

El hombre comenzó a balbucear cosas incomprensibles.

-¡Eh! Pero, ¡EH! ¡Hombre, no re vayas!— gritó Isabel cando vio que el Pirata tomaba pies en polvorosa.

Alcanzado a Fernando, y corriendo todo lo que le permitían los músculos agarrotados y fríos, dio con el vagabundo, y se puso delante, cortándole el paso, aunque fuera más alto que ella.

—Eh, Pirata, hombre, pero no se vaya así— dijo Isabel, mirando de soslayo a Fernando, por si acaso pasaba algo más que les requiriera ya no sólo correr, sino echar mano de otro instrumental. Uno con plomo.

Escuchó con atención las palabras del viejo, y arrugó el entrecejo cuando no entendió del todo lo que decía. En un principio creyó que había escuchado mal, pero, después, se dio cuenta de que el hombre balbuceaba en un idioma que ella no entendía.

Miró a Fernando cuando dijo sus nuevas preguntas, y después a el Pirata, mientras le escudriñaba el rostro lleno de arrugas.

—Conque Nic, ¿eh…?— dijo, alzando una ceja, y sacó su teléfono móvil para marcar el número de Nic.

Se llevó el aparato a la oreja, y apoyó su peso sobre una pierna mientras esperaba que diera tono. Mientras tanto, seguía mirando tanto a Fernando como a el Pirata, fascinada por todo lo que estaban descubriendo. 

El 'Pirata' seguía balbuceando aquella jerga sin sentido cuando la línea dio paso a la voz de Nic, lamentablemente grabada en un contestador:

- Si eres de Vodafone o Movistar o cualquier mierda de compañía púdrete en el infierno. Si quieres de verdad hablar conmigo deja tu mensaje y luego ya veré si te contesto. 

Tras eso una señal para dejar el mensaje.

-Nic, en cuanto oigas esto, coge el puto móvil, llámame, y quedamos para vernos- lanzó el mensaje sin pensar-. Soy Isabel, la detective, y Fernando, que está aquí conmigo- le hizo partícipe también-. No tardes. 

Acabó la llamada dando un resoplido por la nariz, casi bufando, y miró a Fernando.

-Cuando se le necesita, no está- indicó, poniendo los ojos en blanco.

Fernando seguía empeñado en presionar al hombre... Podía romperse, pero tenia demasiada información que dar.

- ¿Quién es el arcángel? ¿o mejor dicho, qué es? ¿Como ha podido Leviatan despertar a los durmientes? ¿Quienes son los durmientes?

Le agarró por las solapas, no con aire amenazante, sino para que no se fuera corriendo.

- Te lo ruego, Pirata, cuéntanos lo que sepas. ¿Qué era la obra de Teatro? ¿Puede estar relacionada con todo esto?

- ¡La obra! ¡Fue la obra! ¡Abrieron la Puerta! ¡El Arcángel debió sentirlo! Oh... oh... Ia ia najhsa inbha jasaa... ¡no estamos preparados!

La cosa se estaba saliendo de control. Y justo en ese momento sonó el teléfono de Isabel. Era Nic:

- ¿Qué sucede? - preguntó directamente - Nunca cojo el teléfono, siempre salta el contestador y luego llamo. Es para que no me den la brasa.

Abrió y cerró la boca varias veces, pues no sabía qué hacer cuando el Pirata se estaba poniendo tan nervioso.

En el momento en que creía que debía de decir algo, añadiendo un por favor para instar a el Pirata a que hablara, fue cuando el teléfono comenzó a sonar.

Lo cogió de inmediato, y escuchó la voz de Nic.

—A mí no me cuentes tu vida, Nic— saltó Isabel con el ceño fruncido—. Hemos dado con el Pirata. Estamos hablando con él, y dice cosas un tanto, bueno, raras. Si puedes venir cagando leches al parque de Bonaval sería genial— indicó, sonriendo de manera agria.

Tras una pausa, preguntó:

—Por cierto, ¿sabes qué o quién es el Arcángel?

Algo en el interior de Fernando sabía que tenia que ver con la dichosa obra. Seguramente alguno de los asistentes hubiera usado el tirón de la obra para crearse una tapadera. Asi que no le extrañaba la relación.

- Asi que Leviatán es el que ha invocado al Arcangel en la Obra, pero entiendo que la finalidad principal no era esa. Tengo entendido que van a realizar la Obra de nuevo. ¿Quiere eso decir que lo invocarán de nuevo? ¿Quién puede ser su víctima ahora? ¿Por qué querria el tal Leviatán acabar con Pedro? - Estaba empezando a lanzar preguntas al aire a ver si el Pirata recogía alguna y sacaba algo más de información. Tenian un par de clavos más, pero no habian aclarado demasiado.

- Estaré ahí enseguida.- dijo Nic colgando sin contestar la pregunta de Isabel. 

Mientras tanto el Pirata seguía balbuceando palabras inconexas. Fernando lo sentó en el suelo en un intento de calmarlo mientras Isabel paseaba delante de ellos intentando digerir toda esa información, sin saber realmente que hacer.