Partida Rol por web

Natalie agachó la cabeza, más tranquila pero todavía con la piel de gallina del susto.

-Pues quien te lo dijo mintió -apuntó mientras sacaba el portátil sin atreverse a mirarla. Lo encendió y tecleó unas cuantas cosas. Después levantó la cabeza-. No soy netrunner, sólo sé un par de cosas básicas así que lo que voy a hacer es contactar con la banda de mi tío para que te averigüen dónde está y me dejes en paz... ¿te parece bien?

No tocó ningún botón ni hizo nada hasta escuchar su respuesta.

-Quiero ver lo que escribes. No te molestes, pero no quiero que me la juegues -contestó Izzy cambiándose de lado para sentarse junto a ella y mirar el ordenador.

-Espera un momento... tengo que configurarlo porque imagino que no tendrás modem implantado.

Por la cara de Izzy adivinó que no, así que tecleó en el ordenador hasta que los dígitos que había en la pantalla se transformaron en letra legible para la nómada. Lo que había escrito era lo siguiente.

Mal, soy Nat: 

Ha venido la chica del clan Steven preguntando por Quinn, Laurie. Rhys le dijo que
los chicos que habías mandado a por Queen han muerto, pero no se fia. Justo después 
vinieron sicarios a por ella y volaron el piso de Rhys. Tuvimos que dejarlo. Por favor
id a por él. Si sigue vivo le habrá cogido la policía.
Yo estoy con la chica. Estoy bien pero quiere información.

PD: Te adjunto el código que registré de esos tipos. A ver si averiguas algo.

-¿Te parece bien?

-Hazlo -dijo con un gesto de la mano.

Natalie pulsó una tecla y el mensaje desapareció de la pantalla. La chica juntó las manos y las puso debajo del muslo, incómoda y más por la cercanía de la nómada armada. Le dio un trago a la cerbeza y la miró de reojo.

-Um... Oye, ¿qué te hizo esa... Quinn para que desees tanto matarla y luego no querer... vivir?

La nómada se la quedó mirando con hosquedad, como calibrando si debía hablar o no. Tomó un sorbo de cerveza y se quedo mirando la etiqueta como ensimismada. En realidad lo que no quería era mirarla a los ojos.

-Quinn mató a mi chica y después me destrozó un brazo -Dejó la botella en la mesa y se dio un toquecito que sonó a hueco en la muñeca-. Lo hizo por celos. Ahora la busco para meterle en el cuerpo la bala que le debo.

Natalie se quedó en silencio, con la mano asida a la botella y un dedo acariciando el contorno de esta. Tampoco la miró, sólo mantuvo la boca cerrada como si estuviese guardando silencio por respeto a la fallecida. Aunque, por mucho que lo hiciera, Izzy sabía que no podía ni siquiera imaginarse lo que ella había sufrido, lo que había sido ver los labios de Laurie teñidos de rojo mientras la vida se le escapaba por ellos sin poder hacer nada. Sus ojos volviéndose de un negro más oscuro y vacío que el fondo de un precipicio. La rabia y la impotencia de que, en el último segundo, en el instante de gloria perpétua que guardaría en su mente haciendo justicia, se te encasquillase la pistola. Y encima perder una parte de ti cuando ya lo has perdido todo.

Eso y el vacío que ahora tenía donde antes había estado su corazón, su alma y Laurie.

-Lo siento -murmuró tras casi un minuto-. ¿No tienes a nadie más?

-Una vez la he perdido a ella, lo he perdido todo -dijo Izzy ladeando la cabeza-. Pero ya es suficiente de hablar de mí. Vamos a lo que nos interesa. ¿Te han contestado?

La chica giró el ordenador hacia ella para que viese la pantalla, que estaba igual que la había dejado tras mandar el mensaje. Se rascó la nuca y le dio un trago a la cerveza.

-Si vemos que tardan mucho puedo llevarte a las inmediaciones donde sospechamos que tienen su... refugio. No sé si está allí, pero igual con una descripción alguien la recuerda. -propuso, no muy segura de sus palabras.

-Tengo algo mejor que eso. Tengo una foto suya.

Izzy buscó en su mochila y sacó un pedazo de papel fotográfico con una impresión ya antigua donde aparecían Quinn con uno de sus primos. La había conservado por el mero hecho de que podía ser útil, aunque odiaba tener que mirarla. Pero, si lo pensaba bien, cada vez que se acostaba en un ataud barato y cerraba los ojos, la veía una vez más con su sonrisa de zorra y la pistola humeante en la mano, después de haberle reventado el brazo.

-Vamos. Yo pago -dijo, apurando la cerveza de un trago y pagando en la barra.

Natalie miró como si le rogase al ordenador por la súbiata aparición de un correo. Pero no lo hizo así que tras unos segundos tecleó un par de cosas y desenchufó el cable que tenía enganchado a la muñeca, el cual se recogió solo quedando oculto de nuevo. Guardó el portátil y siguió a Izzy afuera.

Pusieron las motos en marcha, rumbo a la zona sur por la carretera en la que Izzy había llegado. Atravesar la ciudad a las cuatro de la tarde era tarea ardua, y aunque Natalie se conocía las calles tardaron media hora larga en llegar hasta el lugar adecuado. Unos nubarrones negros habían ocultado el sol, y olía a algo agrio, como si fuera a llover ácido en cualquier momento. Cuando Natalie aparcó la moto sacó deuna de las alforjas una mascarilla y un chubasquero azul marino que guardó en la mochila que llevaba. También se aseguró de que la pistola estaba cargada y se la enfundó en el cinto.

-¿Te importa que pillemos unos bocadillos o algo? -preguntó, todavía con cierto temor al dirigirse a Izzy.

Izzy contempló el cielo sin esperanzas. No llevaba chubasquero. No solía necesitarlo. La chupa de cuero era impermeable, y del resto no se preocupaba. Todo solía secarse con un poco de tiempo. No obstante, lo de la mascarilla sí que le molestó, aunque tampoco le importó mucho. Dudaba que un poco de contaminación fuese a frenarla en su venganza. Pero sí lamentaba que el mundo se hubiese ido al carajo, que las ciudades fuesen tan grises y tan asquerosas.

Después de ver el campo, de beber agua del río (no, ríos no, no debía pensar en ríos, no debía pensar en momentos felices o perdería la noción del tiempo de nuevo), costaba acostumbrarse a lo que ahora era la vida en la Calle. Una vez había soñado con perderse en el monte con una tienda de campaña y vivir de la tierra, como se hacía antes. Ahora... ahora sólo le quedaba una bala.

La chica enturbió sus pensamientos. Izzy entornó los ojos.

-No, claro que no.

Ella, ¿tenía hambre? A veces le costaba darse cuenta de su propio estado fisiológico. De pronto le asaltaba un hambre o una sed tremendas, o necesitaba orinar en cualquier lado, o se caía de sueño. A veces incluso se daba cuenta sin querer de que estaba borracha. Era extraño cómo se había desplazado de su propio cuerpo. Era como si su mente se hubiese quedado un poco por detrás, ensimismada en sus propios asuntos, pensando en Laurie... y a veces un poco por delante, pensando en Quinn.

No obstante, comer solía ser bueno.

-Yo también comeré uno. Y oye, no me tengas tanto miedo. No te haré daño si te portas bien.

-Ya -musitó con una sonrisa forzada. Sus ojos se encombreciron, así que se dio la vuelta rápidamente para evitar mirarla. -Voy a por los bocadillos.

Se acercó a un bar que estaba abierto y salió cinco minutos después llevando dos bocadillos de tamaño aceptable y un par de refrescos. Dijo que invitaba ella, en compensación por las cervezas. Le tendió uno y le señaló una calle cercana por la que echó a andar mientras comía. Después de darle cuatro bocados tiró el bocata a un cubo de basura poniendo cara de asco.

-Puag... Creo que vomitaré si sigo comiendo esa mierda -dijo vaciando la botella de su refresco-. Joder, o vendes un riñón o no hay forma de conseguir algo de sabor aceptable. Bueno, dos manzanas mas allá hay un edificio bastante viejo en el que creemos que están los tipos estos. No creo que sea muy conveniente acercarse, pero si quieres podemos echar un vistazo rápido. O podemos empezar a preguntar por aquí.

Aunque lo cierto es que no se veía demasiada gente por la calle.

Izzy sólo tuvo que comer dos bocados hasta sentirse ahíta. Dio un trago largo al refresco y lo tiró todo a la basura. Luego comprobó que su pistola estaba en perfectas condiciones, con todas las balas cargadas, y que tenía otro cargador de repuesto. Crujió el cuello e hizo un gesto para que echasen a andar.

-Quiero verlo con mis propios ojos.

Tenía preparados sus ojos biónicos para hacer una barrida térmica al lugar y comprobar cuántos y con qué armas podrían encontrarse.

Natalie asintió y la llevó en silencio por las calles con las manos metidas en los bolsillos. Tardaron unos tres minutos en llegar al lugar, y desde la esquina le señaló el sitio al que se refería. Edificio viejo no eran las palabras adecuadas para describir los cuatro muros que seguían en pie, Dios sabe por qué. Había un par de coches aparcados en la calle y una furgoneta de color azul metálico, y también varias motos. Era el lugar perfecto para que las ratas se escondiesen, de eso no había duda, pero no parecía un lugar muy habitable.

Cuando Izzy activó sus ojos biónicos la visión dejó de ser tan decadente. La nómada recordaba lo raro que había sido ver la temperatura de las cosas, al principio no había forma humana de saber por dónde pisaba o qué era qué, pero gracias a un primo suyo fue aprendiendo a discernir diferentes materiales, llegando a encontrar aquello realmente útil. Aquella vez distinguió no menos de cinco personas en el edificio y, curiosamente, otra más dentro de la furgoneta. Además detectó la razón por la que el edificio se mantenía en pie: sólidas estructuras de hierro. Y también algo más, un pequeño apartado subterráneo en el que había tanto cableado que no supo identificarlo bien.

-¿Y bien? -preguntó la rubia tras unos instantes.

-¿Tienes artillería pesada? -Izzy sonrió torciendo los labios-. Me lo imaginaba. Pues lo voy a tener complicado para entrar. ¿Tus amigos siguen sin dar señal?

No sabía si ocurriría algo si se acercaba. A ella Quinn la conocía, y a juzgar por el último tiroteo en el que se vieron inmersas, no le guardaría mucho cariño. Pero Natalie... Se le acababa de encender la bombilla.

-Natalie, voy a pedirte un último favor. Toma -Le tendió la foto de Quinn-. Ve allí y pregunta por esta chica. Di que estás buscándola porque eres la novia de uno de sus primos lejanos, que tu Clan se ha desintegrado y que es la única a la que puedes recurrir. Enviame un mensaje al móvil y dime lo que te digan. Luego puedes marcharte si quieres, tras devolverme la foto.

Se dio cuenta de que si la dejaba marchar así como así era posible que nunca volviese a verla.

-O si lo prefieres, puedes utilizarme para tus luchas de bandas. Puedo protegerte o cargarme a quien tú digas. Ahora estarás sola, ¿no?

Natalie meditó lo que había dicho, insegura y dubitativa. Lo que le pedía era muy arriesgado.

La nómada, que tenía los ojos biónicos activados, vio que a la chica le faltaba medio costado derecho. No es que le faltase, es que había sido reemplazado por un implante, y lo mismo pasaba con la nuca y el brazo derecho del que se había sacado el cable extensible para el ordenador.

-Yo no… necesito que me protejas de la banda y eso. –Ladeó la cabeza y se frotó el cuello, azorada-. No soy un integrante en sí, estoy en contacto con ellos por mi tío y eso. Rhys. Pero, ¿de verdad matarías a alguien si te ayudo a pillar a esa?

Izzy asintió.

-Si puedo matar a Quinn, lo que pase después no me importa. ¿A quién quieres matar?

-Pero tienes que prometerme que si salimos de esta y, por lo que sea coincidimos con mi tío o el resto de su banda, no dirás nada. -Esperó a que Izzy asintiera para continuar-. Quiero matar a un tal Stephen, Lu Stephen. Ese hijoputa me destrozó la vida, y quiero que desaparedca de la faz de la tierra. Pero... por suerte para él me dejó idiota e inútil para los restos, y mi tío me hizo jurarle que no iría tras él. Una vez contraté sicarios, porque si algo me dejaron mis padres aquel día fue dinero -se rió por no hacer otra cosa-. Pero Rhys se enteró por sus amigos y lo anularon todo. Y quiero que ese tío muera con toda mi alma. Te pagaré lo que haga falta. 

-¿Él te hizo lo de...? -dijo, señalándole el costado-. Bien, es justo. Yo por mi brazo y tu por todo lo demás. Lo mataré. Ahora ve.