Partida Rol por web

La nómada activó la visión térmica y miró al piso de arriba. Aún no se atrevía a llegar a las escaleras, así que con un poco de suerte, alguien bajará a por ellas. Y para entonces, recibirían una ráfaga de balas.

Los de arriba no parecían tan despreocupados como el que les había salido al paso. Tuvo que mirar justo encima de su cabeza para darse cuenta de que uno les estaba esperando parapetado detrás de algo delante de las escaleras. En ese mismo piso, a la derecha, dos figuras arrastraban a una tercera hacia el fondo,la cual pataleaba y trataba de soltarse como una lagartija, pero son lograrlo. Los de abajo se movían por la habitación de un lado a otro, pero no parecían tener intenciones de salir.

-Mal dice que uno de ellos tiene modem y puede entretenerlo un rato, pero el resto son nuestros -murmuró Zhuo a su lado-. ¿Qué hay?

Izzy frunció el ceño ante lo que veía. Se estaban llevando a Natalie. Decidió que, dado que salvarla era una prioridad, iría a la derecha.

-En la izquierda hay unos cuantos armados. Ocúpate de ellos, que no salgan. Fuego de contención. Yo iré a la derecha y me cargaré a los otros dos.

Zhuo asintió y se encaminó hacia arriba con la pistola por delante. A media escalera se paró y se tocó el pinganillo de la oreja. Puso cara de no gustarle en absoluto lo que escuchaba.

-Tenemos entre tres y cinco minutos para salir de aquí. Han pedido refuerzos -dijo, y se volvió hacia arriba, pegada a la pared.

Un disparo sonó, pero la cobertura que le proporcionaba la pared evitó que le acertase. Ella contestó, pero al estar parapetado tras la columna fue un tiro completamente fallido.

Izzy salió de detrás de la columna y disparó una ráfaga de balas al tipo que había intentado dar a Zhuo. Las balas le impactaron en la cabeza y le hicieron un par de boquetes considerables. El hombre se desplomó en el suelo y la nómada sonrió. No había perdido la habilidad.

Zhuo abrió los ojos de par en par al ver al tío caer redondo al suelo. Terminó de subir las escaleras y miró a Izzy con una sonrisa de aprobación.

-Eres buena -comentó, y después volvió a la seriedad de antes-. Vale, ¿por dónde?

A la vista no quedaba nadie más. Sólo dos puertas a izquierda y derecha, las dos cerradas y un silencio sepulcral.

-Tú por ahí -dijo señalando la izquierda y echando a correr hacia la derecha. Activó de nuevo la vista térmica y se pegó a la pared junto a la puerta para echar un vistazo a través.

La asiática se perdió por donde ella le había indicado. Izzy quedó pues frente a la puerta tras la cual esperaban dos personas, y a juzgar por lo que llevaban en las manos apuntaban a hacia ella.
Entonces alguien abrió fuego al otro lado. Las balas atravesaron la puerta, pero le dio tiempo a apartarse. Parecía que no era la única que podía ver através de la pared.

Izzy no tenía ganas de plantarse frente a dos tiradores, así que asomó el Arasaka por la puerta y disparó todo lo que le quedaba en el cargador.

La ráfaga no surtió efecto, o al menos no se escucharon quejidos o similares. Es más, fue contestada con otra ráfaga que agujereó la puerta sin darle, pero sólo llegaron a ser tres porque el arma se le encasquilló y, quien fuera, soltó una sonora maldición cagándose en los muertos de Militec.
Era ahora o nunca.

Dejando de lado el subfusil descargado, Izzy sacó la pistola y, tras darle una patada a la puerta, disparó dos balas al tipo de la derecha.

El balazo en la pierna hizo que el tipo contuviese con un gruñido el dolor, apretando los dientes. Sin embargo, la herida del brazo no pareció afectarle demasiado. Entonces su vista fue a parar en su compañera, la cual estaba usando de escudo humano a Natalie mientras le apuntaba con la pistola a la cabeza.

-Dispara otra vez y veremos quién se lleva la peor parte -se mofó.

El compañero alzó el arma y contestó con dos disparos. Uno le pasó cerca, pero el otro le impactó en el brazo izquierdo, que era el sano. Aun así no sintió mas que un leve golpe, pues la chaqueta blindada frenó el golpe.

-¡Gilipollas! -exclamó Izzy, volviendo su arma a Natalie y disparándola.

Desde la muerte de Laurie, ya no era la misma. Desde que le pusieron aquel brazo, algo en su mente se había roto. Ya no lamentaba matar o herir a otras personas, ni siquiera cuando eran sus aliados. En este caso, le pareció más práctico dejar fuera de combate al rehén que someterse. Además, odiaba que la disparasen.

Natalie profirió un grito que desgarró el aire. Su pierna empezó a sangrar igual que si le hubieran dado una cuchillada. Se dejó caer al suelo al tiempo que la segunda bala de Izzy iba al vientre de la tía. De milagro no le dio a la rehén en la cabeza.

Entonces Zhuo apareció por detrás y la remató con un tiro en el hombro izquierdo. Sonrió con satisfacción por última vez porque segundo después una bala le atravesó el cráneo haciendo que se desplomase en el suelo como un muñeco de trapo. O acabab con él ya, o él acabaría con Izzy. Morir era demasiado fácil...

Izzy sintió que una mano invisible acababa de salvarla de la muerte. El color le desapareció de las mejillas, ya de por sí demacradas. Dio al hombre en el pecho y el siguiente tiro se perdió en la distancia. Ya sólo le quedaban dos balas en el cargador y la sensación urgente de matarlo antes de morirse ella. Aún tenía cosas que hacer y no quería acabar como Zhuo.

El tío cayó hacia atrás entre convulsiones y espasmos de dolor. No estaba muerto, y si no le remtaban sufriría un infierno de dolor y agonía hasta expirar. La pregunta era, ¿se merecía piedad? ¿Alguien en aquella ciudad se la merecía, acaso?

Natalie se agarraba la pierna con lágrimas en los ojos mientras el suelo se llenaba de sangre a su alrededor. Ni se había dado cuenta de que su amiga (si es que era su amiga) había muerto a pocos metros de ella, aunque quizás con una interveción inmediata del T.T. pudiera salvarse. O tal vez no.

Quedaban aproximadamente un par de minutos antes de que los refuerzos llegasen. O eso había dicho Mal.

Izzy se guardó la pistola en la sobaquera y recargó el subfusil. Le quitó el pinganillo a Zhuo de la oreja y se la puso en la suya.

-Eh, tú, tu amiga está muerta. Ven a por ella si quieres salvarla. Yo saco a Natalie.

Se cargó a la muchacha al hombro tras musitarle unas palabras de contricción. Ya se lo agradecería luego. Con ella a cuestas salió de la habitación y procedió a bajar las escaleras a todo correr.

No le dio tiempo a escuchar los quejidos de Mal al otro lado del pinganillo, pero cuando llegó al pie de la escalera le vio cruzar como un rayo hacia la parte de arriba. Por fin demostraba tener algo de sangre en el cuerpo, aparte de implantes y cables.

Natalie murmuraba algo, y la sangre goteaba manchándole la chaqueta a Izzy. Hablaba sobre que no tenía la culpa de lo que había pasado, o algo así. Parecía estar en un estado entre consciencia y locura. Afuera estaba un coche en marcha, vacío, así que supuso que ese era el de ellos. Abrió la puerta y dejó caer con algo de cuidado a Natalie al tiempo que escuchaba el motor de un coche acelerando en la calle contigua. Mierda.

Entonces la rubia le cogió el brazo, apretando fuerte, y la miró muy seria con una chispa de lucidez en los ojos:

-Era una chivata. Merecía morir. Merece morir...

Tuvo que dar un tirón para librarse de su mano, y cuando lo hizo el otro vehículo ya había girado la esquina de la calle. Paró en mitad y empezaron a bajar personas. Sus ojos se cruzaron con los del conductor, que seguía al volante, y todo se volvió confuso por momentos.

Izzy esperaba que aquella imagen fuera lo último que viese de Quinn, pero se equivocaba. La vio montar en la moto y partir en dirección contraria a la puesta de sol con sus rizos rubios sobresaliendo del casco, sola y sabiendo que estaría resentida con ella hasta el fin de sus días. Lo que no sabía era cuánto…

Su tía miró ceñuda la carretera y antes de que la silueta desapareciera le puso una mano en el hombro, como diciéndole “Bien, hecho, Izzy”. Después se dio la vuelta para volver a la fiesta. Había sido un leve altercado sin mayor importancia, y la mayoría ya ni se acordaban. Izzy se había besado con otra tía y Quinn la había liado. Y qué. A nadie le había importado excepto a Quinn, y Laurie era mil veces mejor.

Cuando volvió junto a ella todavía tenía las mejillas sonrojadas por el sofoco que se había dado ante los gritos de histeria de Quinn. Maldita loca, la había hecho llorar y ahora tenía los ojos azul grisáceo, igual que el cielo tormentoso. Estaba sentada en una silla con un vaso de algo entre las manos. Varios amigos de su clan estaban a su alrededor y a su lado había un chico de unos veinte y pico pasándole un brazo por los hombros con aire paternal. Se lo había señalado desde lejos; era su hermano, Paul. Al verla acercarse la miró ceñudo, como si tuviera la culpa de lo que le había pasado a su hermana, pero tras unos segundos pareció pasársele el cabreo.

-Gracias por defenderla. ¿Quién era? –preguntó, refiriéndose a Quinn. Al parecer no había estado muy presente en la discusión.

-Mi novia -respondió-. Mi ex novia, mejor dicho.

Izzy encogió un hombro y sonrió. Quinn nunca le había interesado de verdad. Era una cara bonita, un pasatiempo, una muesca más en su cinturón. Todo el mundo lo sabía y a nadie le importaba. Izzy no solía tener relaciones muy estables, pero por algún motivo siempre había alguna revoloteando a su alrededor.

No obstante, Laurie sería distinta. Estaba completamente segura. La fascinaba. Ahora lo único que deseaba era atraerla hasta ella y volver a besarla. Pero delante de su hermano, no. Se limitó a acercarse a ella sin dejar de sonreir.

-No llores, es una idiota.