Partida Rol por web

Más camarotes y, además, en las mismas condiciones que el anterior. Todo parecía revuelto y destrozado, como si alguien hubiese entrado para buscando algo.
 

Ariadne salió de la habitación para entrar en la del fondo a la izquierda, con las manos vacías.

Inari no le preguntó nada, seguiría esperando a que sus dos compañeros saliesen de las habitaciones y les dijesen lo que había averiguado.

Siguió atento.

Dos camarotes revisados, faltaban dos estancias más y lo que fuera la estancia con las cadenas. Con un suspiro de frustración, Ariadne se dirigió a una de las dos puertas que faltaban...

Pyros se asustó al ver aquella escena. Estaba acostumbrado a luchar y a enfrentarse a enemigos corporales pero observar cómo sucedían extrañas visiones era algo a lo que jamás se acostumbraría. Tras ver aquello miró a su alrededor en busca de Ariadne, pero se dio cuenta de que ella no estaba allí a su lado como lo había estado desde el momento en que había entrado a La Dama. Por alguna razón se sentía extrañamente vinculado a esa muchacha de pelo rosa y sentia muchas ganas de contarle lo que acababa de ver.

Pero antes necesitó ahondar un poco más en la poca confianza que le quedaba a Catherine con él. ¿Has visto eso? Le dijo a la muchacha. Lo que no sabía es si la niña y Catherine, eran la misma persona. Pero lo que sí que tenía claro es que lo de "las ruinas" debía significar algo.

Un dormitorio lujoso, que sin duda perteneció a algún noble. En la pared hay un cuadro antiguo de noble porte, que lleva un medallón con una cruz de forma inusual. Sin lugar a duda, era la habitación del Capitán, totalmente diferente a las demás.

Catherine empezó a hiperventilar. La energía que manaba de ella se estaba evaporando, y hasta tú podías notarlo.

Sí, he visto a la niña... Salgamos, salgamos... no podía moverse, te pedía ayuda tendiendo su mano hacia ti.

Al encontrar el camarote que buscaba, Ariadne se puso rápidamente manos a la obra. Sabía qué buscaba, unos tablones sueltos en el suelo...

Pyros y Catherine salieron de aquella habitación en busca de sus compañeros. Tranquílizate, mujer. Le dijo con la intención de relajarse. Debemos encontrar al resto y contarles lo que ha sucedido. Le dijo. Tú respira, te vendrá bien.

¿Conocías de algo a la niña que hemos visto? Le preguntó directamente en lo que salía a la zona principal y trataba de averiguar donde se encontraban sus compañeros.

Inari alzó la vista.

Algo ha ocurrido, Catherine no parece encontrarse bien.

¿Y bien?, ¿sucede algo Pyros?, ella parece bastante nerviosa.

Rebuscando en la habitación, bajo unos tablones sueltos, Ariadne encontró unos apuntes.

En ellos, se habla de "El Flauros", un milenario artefacto de descomunal poder. Originalmente, el artefacto tiene la forma de una plancha de metal cobrizo hermosamente tallada y decorada. Aunque a primera vista parece un bloque sólido, un examen más concienzudo permite darse cuenta de que está repleto de pequeños engranajes, similares a los de un reloj de bolsillo. Muchos de ellos son móviles, y activándolos permiten cambiar la posición en la que se encuentra. Cada vez que ocurre esto, altera completamente su forma como si se tratase de una compleja maquinaria. Además, hace un breve resumen de qué piezas tocar para cambiar de forma el artefacto.

En estos apuntes, habla de tres posiciones para "El Flauro": Primera posición o Chronos; Segunda posición o Andrael; y Tercera posición o Bhelphegor. Aunque sólo cuenta que en la posición Chronos el Flauros toma la forma de un cubo de metal decorado con runas y símbolos extraños. En esta posición, obtiene la capacidad de robar energía oscura de las criaturas cuya sangre se hubiera vertido sobre él, o que se encuentren muy cerca físicamente.

Según puso el pie fuera de esa habitación, el aura de tranquilidad volvió a rodear a Catherine, y su respiración se acompasó a gran velocidad. Cuando llegó con los demás, estaba perfectamente, aunque preocupada por lo que había pasado en el interior de esa sala.

No, no la conozco ¿y tu? se giró a los chicos que estaban allí Hemos visto algo. Todo se ha vuelto oscuro y se nos ha presentado una niña, una niña que nos está esperando en las ruinas.

Tras leer los apuntes (y tratar de memorizar las partes fundamentales) Ariadne salió del camarote con aire triunfal y esos mismos papeles en la mano. - ¡Chicos, creo que tengo algo! - exclamo con una alegre sonrisa. Aunque quería ser precavida por si los secuaces del marqués estaban al acecho, su voz era lo suficientemente alta como para ser oída en buena parte del barco.

Nosotros también tenemos algo, así que cuéntanos lo que has averiguado y ahora te contamos nosotros. Dijo mientras miraba a Catherine para expresarle lo que habían visto.

La joven asintió. - Aquí están los papeles que decía el padre Scott. - dijo sosteniéndolos. - Hablan de un objeto de extrañas capacidades, entre ellas la de cambiar de forma... y si se usaba para contener a algo es posible que se usase para...- hizo una pausa, sin estar segura de si no sonaría un poco tonto lo que había leído -absorber su "energía oscura".

Tras un instante para dejar que la idea se aposentase, miró a sus compañeros y a la puerta con cadenas. - ¿Y vosotros? que tenéis?

A nosotros el barco nos ha mostrado una visión. Dijo mirando a Catherine. Una niña se nos ha aparecido, nos ha preguntado que por qué tardábamos tanto y nos dijo que nos habíamos equivocado de lugar, pues ella nos estaba esperando en las ruinas. Luego miró a Ariadne. Seguro que tiene algo que ver todo esto.

Paseando la vista por los diferentes compañeros, Ariadne sopesó la visión que le acababan de explicar. - ¿Creéis que pueda ser un engaño del marqués? - preguntó posando su mirada en Catherine, pues parecía que la joven estaba más al corriente de los trucos del amo de la isla.

Si no fuera un truco del marqués, tendrían claro cual podía ser su siguiente destino...

El rostro de Inari parecía querer decir "¿en dónde nos han metido?". 

Parecía mentira que poco tiempo atrás estuviesen en aquel globo aerostático, tratando de evitar la caía desde lo alto. El tiempo se hacía eterno, todo cuanto había vivido resultaba tan lejano que ya ni se acordaba de que su razón de seguir allí era buscar la respuesta de quién le había hecho todo aquello.

Agitó su rostro como queriendo despertar de ese sueño, de esa pesadilla. Pero nada, seguí allí, quieto, con gente que nunca había conocido, en la misma situación que él.

Esperó a ver si alguien daba con alguna solución.

Pyros miró directamente a los ojos a Ariadne y alzó una ceja sorprendido. ¿Crees que el marqués tiene tanto poder como para poder mostrarnos una visión desde tan lejos? Después negó repetidamente, no, yo creo que no...
 

Ariadne se encogió de hombros - Parece que tiene el poder para evitar que nadie deje la isla. No se que creer. ¿Cual será el límite a su poder? - admitió.

Sin dejarse vencer por el desánimo, añadió desafiante - Pero desde luego, vamos a averiguarlo...