Partida Rol por web

Zahariel se aproximo a la Alcaldía mientras saluda a la gente que se cruzaba de forma cortes. No había perdido los buenos modales. Aunque las expresiones de la gente le distrajeron un poco cuando alcanzo al Alcalde Raymon.

- Perdone Alcalde Raymon, acabamos de regresar de una visita cortes con el Conde. – Comento el joven mientras segundos después pregunta. – Perdone si es una indiscreción. Al despertar en la isla oímos unas campanas, supongo que serian de una iglesia. ¿En que dirección queda?

Me encuentro apoyado en la pared de un callejón finjiendo estar distraido, aunque en verdad estoy observando divertido como diversas mujeres pasan, de vez en cuando dirijo alguna mirada picara y traviesa hacia alguna de ellas o un guiño arrancando suspiros, la verdad podria ligarme a alguna para esta noche, ¿pero cual?

El hilo de mis pensamientos es interrumpido cuando un hombre se acerca a saludarme, no le habia visto en la vida asi que deberia ser un extrangero.

---Ya lo creo, señor,es divertivo ver como suspiran por ti- digo dandole la mano para estrecharsela y guiño un ojo a la mujer que pasa en ese momento- Creo que deberia presentarme, soy Hotsuma, uno de los habitantes de esta isla.

- ¿La iglesia? Está a las afueras del poblado. Tomando el camino que va en dirección al este, te llevará de pleno. - ¿Para qué querrá ir allí este? Él sabrá, yo ni muerto voy- Dijo y luego tosió para aclararse la garganta.

- Yo soy Heimer Magmeld, un viajero de La Dama, el zeppelin que tubo el accidente. Veo que la gente está trabajando siempre, ¿usted no trabaja? ¿Siempre mirando las chicas de arriba a bajo? - Dije acercándome un poco a él y cruzando los brazos.

Le miro sin comprender muy bien.

---¿ La Dama? ¡Oh, si, ahora me acuerdo! había escuchado los rumores, una verdadera tragedia, la verdad- digo con cierta pena.

---Bueno, hago un poco de todo, un dia hago de pescador otro dia de labrador, pero vamos, soy lo que la gente necesite en ese momento; por suerte hoy no tengo nada que hacer, aunque a saber si en cualquier momento me llaman, por eso estoy disfrutando del momento- digo con una sonrisa.

- Claro, puedo darte una habitación. - Dije con una sonrisa. Me giré un momento para coger la llave y se la dí. - Qué descanses! Ah.. si quieres comer por aquí, dímelo y te hago algo ¿vale? - Terminé con una exclamación.

Con un amplia sonrisa respondí a la amabilidad de Miriam y me dirigí escaleras arriba hacia la habitación. Abrí la puerta, entré y cerré tras de mí avanzando luego hacia la cama. Muchos habían sido los acontecimientos desde que había salido de mi hogar en Phaion y mi mente estaba tan ajetreada que necesitaba descanso. Me tiré pesadamente en el colchón boca arriba y me quedé mirando al techo hasta que el sueño me pudo. 

Mis sueños estuvieron cubiertos por una capa de sangre y piel putrefacta, las imágenes de aquellos hombres quemados volvió a mi mente y comencé a gritar en sueños. El sudor comenzó a empapar mi ropa y no podía despertar.

Me encontraba en el pueblo, Miriam me había saludado cordialmente y me había preguntado cómo me encontraba pero antes de poder responder una oscura figura apareció tras ella tocándole con una mano tan pálida como la nieve provocando que el cuerpo de la mujer embarazada se envolviera en llamas rojas como la sangre.
Su cadáver descompuesto calló al suelo dejando al descubierto a su asesino, una figura no muy alta completamente de negro estaba parada frente a mi levantando la mano hacia mí. Sin pensarlo dos veces comencé a correr hotel adentro pero mis pasos eran cada vez más pesados y lentos, aquel asesino iba a alcanzarme y no podría escapar. 
Entré en mi habitación y tranqué la puerta desesperadamente, no tardé en escuchar los fuertes golpes en la madera que me separaba de aquel ser. La respiración agitada me robaba el aire de los pulmones y el corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, intenté hacer uso de mis poderes pero estaba tan aterrada que no pude crear ni una mísera daga para defenderme.

Los golpes pararon de pronto. Me había tirado al suelo con la espalda pegada a la puerta para evitar que aquella cosa entrara así que me separé un poco, sin levantarme, para mirar hacia la puerta. Entonces vi como una sombra se alargaba desde debajo de la puerta. Retrocedí asustada al ver como un enjambre de arañas negras entraban por allí. Comencé a gritar mientras me subía a la cama a toda velocidad. Desde que era niña había tenido una fobia muy grave a las arañas y solo su visión me aterraba. ¡Yreth! grité automáticamente, tan fuerte como mis cuerdas vocales me lo permitieron.

Apenas unas vueltas bastan para demostrar lo poco interesante que era el pueblo. Incluso unos niños se acercan al joven muchacho, sin duda alguna él era lo interesante en aquel momento. Sin embargo aquellos chiquillos buscaban dulces y aunque los tuviese Yreth no los daría. Su carácter solía volverse más frio cuando Daelire andaba lejos y no solía impórtale demostrarlo.

Al fin, la taberna esta ante sus ojos y decide cruzar la puerta. Y una vez dentro, los olores de licores y alguna que otra mezcla indefinible le llegan. Pero no estaba allí para beber o disfrutar de otros placeres, sino para otros asuntos de más importancia. Unas palabras de bienvenida apartan sus ojos del recorrido que hacia con la mirada sobre el lar.

Observa a la mujer mayor y asiente con la cabeza respondiendo al saludo, e incluso está apunto de iniciarse en la conversación cuando su mente se ve inundada con imágenes y temores.

En todo momento había seguido conectado a la mente de la muchacha, si requería algún esfuerzo lo intentaba de nuevo, pero el hábito había hecho que no fuese así. El silencio había estado presente durante un buen rato, algo realmente impropio de aquella muchacha que si bien parecía poco habladora en su mente era todo lo contrario. Pero a pesar de la irregularidad de aquel silencio, aquello cambio.

Paralizado observando aquella escena, no sabia que hacer. Incluso una voz en su mente le maldecía mientras otra le instaba a moverse. Solo podía observar como un mero espectador hasta que siente su nombre como un grito desgarrador.

Aquello fue el aliciente que necesitaba.

El joven muchacho dio media vuelta e inicio una carrera, si había algún obstáculo lo evitaba, si alguien se interponía lo apartaba. Solo tenia un objetivo, una promesa y estaba apunto de incumplirla y sin embargo no era lo único que temía...

Su concentración era tal que las palabras se ahogaban antes de formarse y siendo o no su intención solo pudo mandar una mera sensación. Un impulso que solo traducía las palabras o cualquier impresión a una intención de protegerla.

En mi mente pude oírle, más bien sentirle, venía a por mí y yo le esperaba asustada en mi cama mientras veía como aquellos bichos se acercaban a mí. Estaban subiendo por la manta, a pocos centímetros de mi pierna cuando un golpe llamó mi atención...

Yreth había abierto la puerta de mi habitación de un golpe y me había despertado. <¿La pesadilla ha sido tan intensa que me ha escuchado?> pensé mientras me incorporaba en la cama y me quedaba mirándole con los ojos como platos y bañada en sudor. Tenía la ropa completamente arrugada y la falda muy por encima de las rodillas por lo que me avergoncé y me apresuré a colocarla -Eh... era u-una pesadilla...- dije con la cara colorada -... me... ¿me has oído?- pregunté mirándole de reojo. Esperaba que no se hubiera enfadado pues lo que había echo había sido inconsciente...

Zahariel le agradece al Alcalde Raymon su guía. Antes de marcharse en dirección a la misma se gira al Alcalde y le pregunta.

- ¿Hace cuanto que la Familia Calvacanti gobierna la Isla? ¿Que tal se porta con ustedes? – Pregunta movido por la curiosidad, tal vez la sensación que le había dado el Alcalde fuera en referencia a la visita que habían tenido con este. Tal vez las acciones de este mismo no agradaban al pueblo. El por su tierra había visto cosas similares y esa había sido una de las razones por las cuales había salido de su hogar.

- Pues desde hace dos generaciones ya. ¿Porqué preguntas eso muchacho? - Preguntó el alcalde con curiosidad.

- Oh ya veo... bueno nosotros, el grupo de La Dama, necesitamos a gente para que nos ayude en el barco. ¿Querías venir con nosotros? Aun tardará unos días pero.. puedo asegurar que habrá chicas. - Dijo mientras sacaba una bolsa.

---Así que estáis construyendo un barco ¿eh? Bueno, esta bien, os ayudaré- digo sonriendo y dejando de apoyarme por la pared- Como ya dije no tengo gran cosa que hacer ¿ Donde lo tenéis construyendo?

Me pongo cerca de él esperando a que me guie

El muchacho había corrido con todas sus fuerza, sin mas objetivo que ese. Incluso cuando llego a La dueña de la posada pareció que le saludaba pero Yreth hizo caso omiso, pues no tenía tiempo para tonterías sociales. Subió las escaleras saltándose algún escalón y prácticamente aterrizó frente la puerta.

Agarro el pomo y lo hizo girar, preparado para golpear la puerta en caso de que estuviera bloqueada. Pero tuvo suerte, apenas hizo el gesto y esta se abrió sin problemas deslizándose velozmente sobre las bisagras tan rápido que sin remedio alguno golpeó contra la pared.

Y allí se detuvo buscando aquello que amenazaba su vida, aquel miedo que le apremiaba a correr junto a ella. Pero no encontraba nada, es mas no había nada que temer o con lo que luchar.

Al fin volvió a respirar, pero ¿de alivio?... Observo el estado de la muchacha. Acalorada con la ropa revuelta y con su falda mas subida de lo normal. Aquello le distrajo un momento hasta que sus palabras le hicieron acercarse a la realidad.

Era evidente que la había oído, por qué sino había acudido allí. Cada momento que pasaba se sentía más estúpido, pero estaba paralizado y su mente parecía no querer liberarle, dejándole solo con su torpe lengua queriendo soltar alguna explicación o cosa.

-Y-yo…- Un acto que solo le hizo enrojecer y en parte por enfado.

Zahariel mira a los ojos al alcalde y le responde.

- El otro día, cuando apareció el Capitán de la guardia del Señor Calvacanti, se podía sentir que no era del agrado de la gente con la que se cruzo y ustedes la verdad es que no lo nombran tanto como para que sea también de su agrado. ¿Hay alguna razón en particular? – Pregunta.

Mientras espera respuesta observa atentamente la reacción del Alcalde Raymon. Esperando que este paréntesis de las tribulaciones de alguien de su peso puedan darle la confianza necesaria para hablar con el.

Me apresuré a levantarme y me acerqué a él.

-Lo siento, lo siento de verdad...- dije mientras le cogía de una de las mangas de su camisa -...era una pesadilla, no la controlaba, no era mi intención...- No quería que Yreth se enfadara conmigo, estaba intentando justificarme y pedir disculpas pero realmente no me sentía mal, en parte me sentía bien<...has venido a salvarme...> pensé mientras mis mejillas se sonrojaban ligeramente y una pequeña sonrisa intentó dibujarse en mi cara. Mi intención no era burlarme de él <...nunca se me ocurriría burlarme de ti...> pero me hacía un poco de gracia el que su poder le hubiera traicionado <...pero has venido a salvarme de un sueño...>

Miré a Yreth a los ojos con las mejillas sonrojadas mientras en mi mente se dibujaba una imagen que borré al instante, tal vez demasiado lento como para que hubiera pasado inadvertida para él, una imagen de los dos durmiendo juntos. Le di la espalda mientra carraspeaba -N-No volverá a pasar... eso espero...-

Daelire no tarda en acercarse al muchacho como si temiese algo y sus palabras dejaron clara constancia de su preocupación. Sin parar de disculparse mientras aferraba la manga de la camisa de Yreth.

El muchacho no sabía como reaccionar y a pesar de que la muchacha se auto inculpaba la verdad era bien distinta. Al fin y al cabo quien se metía en su mente era él y no al revés, pero su orgullo no le permitiría expresar tal cosa y menos ante ella en aquella situación.

Una fugaz imagen se ilumino en su mente, demasiado rápida para captar toda su esencia pero lo suficiente para entrever dos cuerpos sobre una cama. Por un instante el muchacho dio rienda suelta a su imaginación. Pero por mucho que ciertos sucesos se acontecieran en su mente, Yreth sabía que la muchacha tenía una mente más inocente o por lo menos más que la suya propia y sin embargo no llegaba a creerlo del todo, quizás por alguna rara esperanza que lo alimentara o puede que por todo aquello que había permanecido oculto hasta hace poco.

De una forma u otra tras un breve silencio tras las últimas palabras de Daelire, Yreth por fin vuelve a abrir su boca para dejar escapar una pregunta.

-¿Quieres que me quede contigo?-