Partida Rol por web

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escuchas procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrán ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eres son desconocedor aún.

El magnífico zepelín se encuentra delante tuyo.

Ves que el zepelín se encuentra en un inmenso patio interno del edificio, las paredes del patio están llenas de ventanales donde mucha gente observará el despegue. Por una puerta cercana ves a varias personas con trajes rojos y dorados llevando carritos con equipaje hacia el zepelín.

La alfombra roja ahora se divide en dos y cada una se dirije a uno de las alas del zepelín. Justo donde se bifurcan los caminos hay un hombre que va indicando a la gente a cuál dirigirse tras un breve vistazo a los billetes de embarque.

Me dirijo siguiendo las indicaciones, guardando el billete en mi bolsillo.

Te aproximas hacia al ala izquierda del zepelín, con cada paso con el que te acercas parece aún más impresionante la máquina voladora.

Se trata de un descomunal zepelín de tres cuerpos unidos entre sí por cuatro largas pasarelas de metal. Toda la escturtura está bellamente tallada de un modo tan aerodinámico como ostentoso, que trata de imitar el estilo de los regios navíos del principado. Las dos barcazas laterales están destinadas a los viajeros y sus camarotes, mientras que en el cuerpo centrl se encuentra la bodega de carga y el puente de mando.

Te pones a la cola para subir.

He avanzado algunos pasos cuando escucho lo que el revisor le dice a otros viajeros que se encuentran por detrás y poco falta para que suelte una carcajada al darme cuenta del gran error que he cometido hace unos segundos, debería haberme dado cuenta antes de la clara distinción que están haciendo, que aunque no me importe en absoluto, me resulta bastante curioso.

Tras un par de segundos, los cuales necesito para recomponerme completamente, sigo el camino hacia la cola que se ha formado para subir a el ala del zepelín que me corresponde. Mientras avanzo lentamente dedico mi tiempo a disfrutar de cada detalle tan bien cuidado de la gloriosa estructura.

Tras un rato de permanecer en la cola, al fin es tu turno para entrar.

Un hombre con un gran bigote marrón te observa y te sonrie cuando te tiene delante suyo. Lleva un traje de colores rojos y dorados, como todos los trajes que has visto de los que trabajan en el zepelín.

-Es un día soleado, perfecto para volar.

Vuelve a sonreir.

-Billete de embarque por favor.

Permanece a la espera de que hagas entrega del billete de embarque.

A ambos lados de la entrada del zepelín dos guardias llevan consigo unos portaestandartes con el escudo de Gabriel dibujado. Además, llevan enfundadas unas espadas largas en sus cinturones.

Por supuesto

Contesto al revisor con una agradable sonrisa mientras que por tercera vez en lo que llevamos de mañana, me saco el billete del bolsillo y se lo entrego al empleado.

Si que hace un bonito día para volar.

Comento y observo a los guardias que se encuentran a ambos lados. No han escatimado en seguridad, pero no creo que nadie sin permiso haya sido capaz de llegar hasta donde me encuentro en estos momentos, por lo que me parece bastante innecesaria la presencia de guardias, aunque por otra parte si están aquí con el portaestandarte de forma meramente simbólica ya es otro cantar. Tranquilamente y con las manos a la espalda espero a que el encargado compruebe mi billete y me indique el lugar donde se encuentra mi camarote.

Tras darle un breve vistazo al billete de embarque lo parte en dos pedazos de diferentes tamaños. El de mayor tamaño lo mete por la abertura de una ranura de la caja dorada que tiene a su lado en una mesita, el pedazo pequeño te lo devuelve; en el viene indicado el número de camarote que te ha sido asignado.

-Por favor guardelo hasta final de trayecto, es posible que se lo puedan volver a pedir una vez a bordo y también para si necesita reclamar algún objeto que pierda y no se percate de ello hasta encontrarse fuera del zepelín una vez estemos en Arkángel.

-Bueno ya puede pasar a bordo del zepelín.

Con una mano extendida hacia atrás te invita a subir a bordo.

Subes la pequeña escalerita de madera que han puesto para que los pasajeros puedan subir con facilidad a la altura del zepelín.

Al entrar al zepelín entras en un pasillo en forma de "L" por donde otra alfombra roja te va indicando la dirección que debes seguir. A ambos lados en las paredes de madera hay varios cuadros con paisajes exóticos. En la pared de la derecha una puerta de hierro gruesa donde supones que se encuentra la maquinaría que hace que el zepelín pueda surcar los cielos.

Un poco más adelante antes del cruce hacia la izquierda siguiendo la alfombra roja, dos guardias están en otra puerta, la cuál tiene una pequeña ventanita circular por donde ves que se va al cuerpo central del zepelín tras recorrer un breve y peligroso paseo por un puente que une el cuerpo central con el ala izquierda.

Tras cruzar y seguir la ruta en la pared de la izquierda hay una puerta en la que se puede leer claramente en Latín, Ogashima y Jashú las palabras Baños y justo delante tuyo unas puertas dobles abiertas de par en par con de nuevo otros dos guardías a cada lado te dan paso a una sala muy amplia, llena de asientos en los cuales sentarse y disfrutar de las increibles vistas; ya que en las paredes de los lados de la sala se encuentran ventanas. En la izquierda puede verse perfectamente las paredes del edificio por el que habéis entrado y a muchisima gente observando el zepelín desde el mismo edificio por balcones y ventanas abiertas. A la derecha podéis ver el ala central y parte del suelo si te acercacas lo suficiente.

Al fondo de la sala hay dos puertas y en cada una se encuentra apostado un guardia.

Lo se porque soy un faggott que no le salen las tiradas xD

Hago la cola y espero mi turno, con las manos en los bolsillos de la campera, tranquilo.

Me dirijo a la puerta trasera donde se encuentran los guardias y muy amablemente pregunto – disculpen mis estimados señores, me encuentro algo extraviado y quisiera saber dónde puedo encontrar mis pertenecías- digo sonriente

-O si debo esperar aquí para el transcurso del viaje- miro tímidamente a los hombres, aun no me acostumbro a las ideas de estos mercaderes son tan diferentes a las costumbres de mi pueblo.

Tras un rato de permanecer en la cola, al fin es tu turno para entrar.

Un hombre con un gran bigote marrón te observa y te sonrie cuando te tiene delante suyo. Lleva un traje de colores rojos y dorados, como todos los trajes que has visto de los que trabajan en el zepelín.

-Es un día soleado, perfecto para volar.

Vuelve a sonreir.

-Billete de embarque por favor.

Permanece a la espera de que hagas entrega del billete de embarque.

A ambos lados de la entrada del zepelín dos guardias llevan consigo unos portaestandartes con el escudo de Gabriel dibujado. Además, llevan enfundadas unas espadas largas en sus cinturones

Te encuentras en la inmensa sala central del ala izquierda del zepelín.

Es una gran estancia de unos cincuenta metros de longitud por treinta de anchura, está decorada de un modo muy lujoso y llamativo. Varias estatuas adornan el lugar junto a una carísima moqueta y hay además, una gran lámpara de araña en el techo. Hay tres filas de cómodos sillones que dejan paso a dos amplios pasillos laterales.

Las puertas del fondo del pasillo son recias construcciones de roble tallado donde hay dos guardias, uno en cada puerta, luego en la puerta por donde has venido se encuentran otros dos guardias custodiando la entrada al Gran Salón.

Te aproximas a uno de los guardias.

-Lo siento señor, sus pertenencias están en su respectivo camarote, pero no puedo permitirle pasar a los camarotes aún. Sientese en uno de los sofas libres y espere a que despeguemos.

Gracias – le digo al guardia para dirigirme a la fila de la izquierda, y tomo el asiento libre , así que paso parte de ese tiempo sentado observando, todo lo que hay en su interior, de mis bolsillo extraigo una pequeña barra de grafito  y un pedazo de papel y me pongo a escribir lo que he visto, no quiero que se me olvide nada de este día tan importante, luego habrá tiempo de pasarlo a mi diario.

Bueno, el momento que tanto había esperado por fin era ya una realidad, era la hora de subir abordo de esa novedosa máquina voladora y presenciar en directo un acontecimiento dificilmente igualable en muchos años.

Ahora el paso de Lilith empezaba a ser más ligero cuanto más se acercaba a la puerta. Tenía el billete de embarque y este le aseguraba su plaza dentro del zeppelin. Llegó a la altura del guardia al que debía entregar su billete, su último impedimento a superar. Alargó la mano mostando su pasaje. En su rostro una tímida sonrisa se empezaba a dibujar. A pesar de que debería seguir lidiando con más guardias  todo el trayecto, la emoción del momento superaba con creces la repulsión que esos seres sin entrañas, ni escrúpulos le profesaban. Si pudiera los hubiese matado a todos, del mismo modo que ellos asesinaron a su amado y a la familia de este. Sería lo justo, todo acto tiene su consecuencia, lástima que el mundo no lo fuese. Algún día ella se tomaría la justicia por su mano, algún día. Ahora sólo pensaba en que ese guardia cogiera su billete y poder llegar a su camarote donde desgargarse tanto material, como emocionalmente.

Alcanzas la bifurcación de la alfombra roja y delante tuyo se encuentra el encargado de ir indicando a los pasajeros a cuál de las dos alas del zepelín han de dirigirse, si al de la derecha o el de la izquierda.

Entregas tu billete de embarque y tras revisarlo susurras unas breves palabras:

-Billete de embarque de clase alta.

Te lo entrega de nuevo y te indica que has de seguir por la izquierda e ir hacia el ala izquierda.

Te aproximas hacia al ala izquierda del zepelín, con cada paso con el que te acercas parece aún más impresionante la máquina voladora.

Se trata de un descomunal zepelín de tres cuerpos unidos entre sí por cuatro largas pasarelas de metal. Toda la escturtura está bellamente tallada de un modo tan aerodinámico como ostentoso, que trata de imitar el estilo de los regios navíos del principado. Las dos barcazas laterales están destinadas a los viajeros y sus camarotes, mientras que en el cuerpo centrl se encuentra la bodega de carga y el puente de mando.

Te pones a la cola para subir.

Con esa tirada escuchas perfectamente lo que dice ese mismo hombre que acaba de revisar tu billete de embarque sobre otros billetes de otra gente que iba por detrás tuyo.

-Billete de embarque de clase nobleza.

-Por favor dirijanse al ala de la derecha, donde se encuentra el resto de la nobleza.

Basicamente te has dado cuenta de que tu billete de embarque y el ala izquierda es para la burguesía.

Tras un rato de permanecer en la cola, al fin es tu turno para entrar.

Un hombre con un gran bigote marrón te observa y te sonrie cuando te tiene delante suyo. Lleva un traje de colores rojos y dorados, como todos los trajes que has visto de los que trabajan en el zepelín.

-Es un día soleado, perfecto para volar.

Vuelve a sonreir.

-Billete de embarque por favor.

Permanece a la espera de que hagas entrega del billete de embarque.

A ambos lados de la entrada del zepelín dos guardias llevan consigo unos portaestandartes con el escudo de Gabriel dibujado. Además, llevan enfundadas unas espadas largas en sus cinturones.

Entro en la gran sala y me paseo por ella observando todos los detalles. El lugar aunque muy bonito y bien decorado no es exactamente como esperaba, no pensaba que fueran a colocar a la burguesía en sillas alineadas unas con otras, sino más bien un lugar de recreo donde sociabilizar cuando no estuvieran en sus camarotes.

Lo primero es situarme y ver donde voy a pasar los próximos tres días, por lo que deseo encontrar mi camarote. Más tarde ya buscaré un asiento con buenas vistas desde el cual disfrutar del despegue.

Como no he visto nada que me haya hecho sospechar que los camarotes se encontraran en algún punto del trayecto por el que he venido, pienso que están tras alguna de las dos puertas que custodian los guardias del final. Me aproximo a ellos con caminar tranquilo, la mano izquierda en el bolsillo y porte lo más elegante posible. Cuando estoy ante el guardia de la izquierda le pregunto.

Perdone, ¿Sería tan amable de indicarme dónde puedo encontrar mi camarote? es el número veinte.