Partida Rol por web

Aparecéis aquí los cuatro.

Rapunzel sigue a lomos de Pegaso que esta vez está sobre el suelo con las alas plegadas. Agarrada como una lapa, manchando la crin azul del caballo con tu sangre.

Gastón la espalda desgarrada por la zarpa del león.

Blancanieves y Ruby siguen heridas, evidentemente.

El canto de la sirena amansó un poco vuestros nervios pero el dolor empieza a despertar de nuevo.

Todo fue demasiado rápido, demasiado, ni tiempo tuvo de agradecerle a Meg su llegada, de hecho, estuvo apunto de desmayarse sobre la chica por el dolor y la impresión, pero el canto de Ariel le ayudó a calmarse lo suficiente como para no desfallecer mientras el resto de los jóvenes le hacían frente a Simba convertido en un incontrolable león de 180 kilos. La idea de que todo fuese falso, de que las "bestias" sólo estuvieren mintiendo o fuesen locos de psiquiátrico, se había caído, aunque eso no era necesariamente algo reconfortante. 

Cuando el efecto de la magia terminó, Blancanieves sintió el dolor en su mano lacerada, sus huesos rotos y la carne viva, si la servilleta que había tomado ahora era unas sensación terrible que abría cada uno de sus terminaciones nerviosas con puntadas de dolor. La chica debe sacar la tela y observar horrorizada cómo había quedado su mano, nuevamente sintiendo los embates de un desmayo. Pálida, se giró, Ruby estaba a su lado, y fue con ella, para sujetar su mano, la joven le había pedido de que huyera, pero no lo haría y no lo había hecho.

— ya... ya pasó, estamos... estamos a salvo, nos curaran y... y todo saldrá bien — le dijo a su amiga, con lágrimas en los ojos, pues contenía el deseo de gritar por lo que sentía contra su mano la que sujetaba contra su pecho, llenando de más sangre su vestido. La princesa buscó la mirada de Rapunzel que estaba junto a ellas, pero aun en el caballo.

— ayúdame a subirla a una de las camas... — le dice, su voz se entre cortaba y ahí se mueve hacia donde estaba Gastón, herido también por las garras, ella había tratado heridas así, era muy difícil de curar, de hecho, todas, muchos no sobrevivían a la infección y morían al poco por la fiebre, los que sobrevivían quedaban con terribles marcas. Ahí cayó en cuenta, nunca podría volver a usar su mano, no sanaría... Movió la cabeza de lado a lado.

— ¿te... te puedes poner de pie?... no puedo cargar contigo hasta una de las camas... Gastón —  le habla en tono bajo, ya apenas podía con ella misma y su carita de asustada lo demostraba, pero ahí estaba intentando ayudar al chico, de alguna forma, esperando que los ayudaran, de alguna forma.

La intervención “divina” había llegado demasiado tarde. No tenía que llegar a esos límites cuando luego con un mero chasquido de dedos los hiciera desaparecer como lo habían hecho. Gastón iba a quejarse a la dirección en cuanto curaran su herida, lo tenía claro. De haber tenido tiempo de coger el cuchillo que le ofreció Robin, ya se lo hubiese clavado en la yugular de aquel maldito león y todo habría acabado, convirtiéndose él en un auténtico héroe. Pero no. Ahora tenía la espalda desgarrada de lado a lado, pero la herida más grave era la que tenía su orgullo.

Se negó a tumbarse en la cama de la enfermería, permaneció allí controlando el dolor. Era un hombre fuerte, lo podía soportar, pero cada movimiento que hacía le daba una punzada que le hacía estremecerse aunque no lo quisiera reconocer.

— Voy — respondió secamente a causa de su condición actual. Fue a por la “rubita” para bajarla de ese extraño caballo alado. Por suerte sus manos y brazos seguían siendo útiles, funcionales. Otras no habían tenido la misma suerte que él. Si nadie lo evitaba, ni la propia Rapunzel, Gastón la acostaría en una de las camas. Y también se aseguró que Blancanieves y Ruby estuviesen también estiradas sobre las camas. Él se volvió a sentar, arqueando la espalda y sujetando con sus manos el borde de la cama, eso le ayudaba a soportar el dolor. Trataba de concentrarse en otra cosa, como imaginarse desmembrando a aquél león. — Esto no va a quedar así… — murmuró claramente, aquellas palabras estaban inundadas de deseo de venganza.

Definitivamente poner tu confianza en una capa no es nada sabio, al final no te protege como creíste que lo haría. Mejor protección habían sido mis compañeras de la hermandad, dándome sobre todo apoyo moral. Y aquella mujer rara que hacia desaparecer gente, tenía que darle las gracias por haberme traído aquí.

 Miré alrededor parecía que estaba entre las que se había llevado la peor parte. Gastón y Blancanieves por otro lado no se veían mejor pero al menos podían caminar o eso creía. "Quizás si lo intento yo también..." intenté caminar sola pero el agudo dolor en mis costillas me detuvo " no, definitivamente yo no puedo". Sujeté la mano sana de Blanca asintiendo ante sus dulces palabras. Me sentía muy afortunada de tenerla a mi lado.

- Vaya fiasco de cazadora resulté ser, quizás mi madre tenía razón me habría ido mejor en un taller de pasteles.- me hubiera reído de no ser porque ya había perdido mucha sangre y mi piel empezaba a verse más blanca que la de Blancanieves.- todo estará bien...

Bendita fuera la canción de Ariel, de no ser por ella no sé si hubieramos podido salir de allí, ya le agradecería apropiadamente cuando la viera, ella si era una heroína. Gastón también me parecía impresionante al igual que Hercules, ambos usando solo sus manos para pelear con semejante bestia. Y Rapunzel con su cabello mágico si que me había sorprendido, con chicas así seguía sin entender como es que yo podía ser una heroína.

- ¿Qué fue lo que pasó Rapunzel? porqué te lastimó esa bestia...- a medida que el efecto de la canción de ariel se disipaba también lo hacían mis ganas de hablar. Apoyándome en Blancanieves logré llegar a una cama en donde recostarme.- espero que la curandera de este lugar venga pronto.

Para estas alturas mi voz era un susurro, sentía como mi conciencia se desvanecía lentamente. Las palabras de Gastón resonaron en mi mente.

- se lo que sientes grandote - musité sin fuerzas para acotar nada más.

- ¿Pegaso te llamas? Qué bonito animal, mucha gracias por dejarme volar contigo.

Abrazo al caballo con todo mi amor, feliz y sonriente a pesar de todo. ¡He volado! Sentir a este animal mitológico bajo mi cuerpo, el aspaviento de sus alas, su relinchar... Mi corazón late con fuerza entusiasmado donde antes palpitaba de terror. ¡Ha sido increíble!

¿Cómo bajo de aquí? Me agarro bien al pelo azul del caballito, mirando al suelo, está muy alto, quizás sí… ¡Y ahí está de nuevo Gastón! Aún no me he recuperado de que de repente Hércules me cogiera en volandas cuando llega Gastón y me baja de la misma manera. Dioses ¿qué me pasa? Vale, solo he tenido un contacto con una sola persona en toda mi vida, no llevo bien el tacto con otras personas, me pone nerviosa y me altera ¡Pero ésto! Mis mejillas se encienden cuando rodeo su cuello para sujetarme y siento sus músculos duras entre mis brazos. Me siento sofocada, roja de vergüenza intento recomponerme cuando me deja en la cama. Murmuraría gracias pero no me salen las palabras ahora.

Tanta gente cuidando de mí, me parece tan increíble que ni en mis mejores sueños podía imaginar que las personas podían ser tan buenas. Me levanto.

- De eso nada, Rojita, seguro que eres una gran cazadora, acabaste con el lobo.

Murmuro mientras me acerco a Gastón de nuevo y lo coloco en la cama de al lado de Ruby, le voy empujando con una sonrisa.

- Ven, tú aquí, túmbate boca abajo, hazme casito. Verás que yo voy a cuidar de ti ahora. – Cogerlo del fornido brazo y llevarlo hasta la cama me hace palpitar muy fuerte el corazón. Ains. Que vergüenza.

Le sonrío tranquilamente esperando que me haga caso y se tumbe. Como si no pasara nada. Luego siento a Blanca en una silla frente a mí, entre las dos camas.

- Tú aquí sentada. Ya verás. No necesitamos a nadie.

Sonrío y finalmente miro a Ruby con cariño.

- Tranquila, no sé lo que pasó pero ahora yo os mimaré - le acaricio la capucha con amor y me quedo de pie en medio de todos ellos.

Enrollo la mano sangrante de Blancanieves en un mechón de pelo como si fuera una venda, cubro toda la herida.

- Lo siento, sé que te duele, confía un poquito en mí.

Luego pongo otro mechón de pelo sobre el torso de Ruby y cubro toda su herida.

- Sujétate de aquí, cúbrelo todo.

Le doy un besito en la frente. Y por último pongo el resto del pelo sobre la herida de Gastón. Sujetando yo todo el cabello para que la zarpa del león quede completamentye tapada.

Abro los labios para cantar y los miro.

- Procurad no… salir corriendo.

Suspiro, me pongo seria por un momento, me temerán cuando termine de cantar pero estarán bien. Cierro los ojos y le canto a mi flor.  

Mi pelo se vuelve brillante como el sol, seguramente sientan una cálida y agradable sensación en la herida y cuando la canción termina, todo ha vuelto a estar perfectamente, como antes estaba. Espero sus reacciones con inseguridad, mi mano aún sangra, pero primero estaban ellos.

Gastón en vez de ir a la cama y ser ayudado por la princesa, él fue quien colocó a las chica en ellas para que estuvieran más cómodas mientras esperaban atención. Nieves apoyo la cabeza en la almohada, y sus ojos se fueron cerrando, realmente parecía controlar bien lo del dolor, pero internamente solo quería llorar como una niña pequeña mientras los chicos intentaban averiguar qué había pasado  con  Simba y cómo se había torcido todo de esta forma. Blancanieves ahora dudaba sobre su apreciación sobre el León, quizás no era “bueno”, pero Ella les había dicho que nadie era del todo bueno ni del todo malo, y eso la incluía a ella y a todos los presentes. Suspiró, con los ojos entrecerrados, pensando en Simba y en lo que iba a pasarle, pero prefiero quedarse callada, Gastón y Ruby parecían tenérselas jurada, por lo menos el hombre y no era para menos, casi los mata... ¿y si lo hubiera hecho?.

tembló del dolor, sus huesos rotos eran lo de menos frente a la carne viva que le había dejado el león al destrozar su mano, quizás tendrían que amputar. ¡Sería una manca!, pensó, cuando Rapunzel comenzó a moverse y a enrollar su cabello en su mano, Nieves se quejó, por petición de la rubia había bajado de la cama donde Gastón la había puesto, y ahora intentó sacar su mano cuando Rapunzel la envolvió. Ardía como si la pusiera en agua hirviendo, pero le obedeció, había visto una persona transformarse en un león, un caballo alado y había visto la magia del Genio, que una chica rubia comenzara e envolverles las heridas con su cabello parecía lo menos extraño de ese día.

— Rapunzel... ¿estás segur...— quedó con la pregunta en los  labios, de pronto el cabello comenzó a brillar más y más y más y el ardor comenzó a cesar y el dolor también comenzó a menguar hasta que desapareció y antes de que casi la canción terminara, el cabello cayó liberando la mano de Nieves completamente sana, como si nada hubiera pasado. Las heridas de los demás estarían sanadas y solo la sangre sería la única muestra de algo terrible había pasado. Un silencio sepulcral vino después, Nieves miraba su mano y la tocó con la otra para saber si no era una ilusión, pero no, no lo era. Ahora, esos ojos verdes fueron hacia la princesa rubia y le sonrió, agitada aún, pero le sonrió, poniéndose de pie y yendo había ella para abrazarla con fuerza.

— eres maravillosa...— le murmuro y luego se dio cuenta de la propia mano de Rapunzel — tú.. tú mano — la tomó entre las de ella — ¿puedes curarte a ti misma? ¿Estás bien?— ahora caía en cuenta que quizás estaba cansada luego de lo que hizo por ellos, esa hermosa magia — tu... tu magia... es... es... — reconfortante, amable, cálida, bondadosa, ella solo había conocido de magias oscuras y de corrupción pero la calidez de Rapunzel debía ser signo que no era así, que no era como su madrastra — es... cálida... gracias — agrega, sosteniendo la mano herida de la princesa, queriendo ayudarla de algún modo. 

_{- En realidad no he vencido a ningún lobo.-} murmuré

Sujeté contra mi cuerpo el suave cabello de Rapunzel, olía delicioso, un aroma floral tan rico que incluso cubría el desagradable olor de la sangre que hace rato  era lo único que podía sentir. Lo sujeté como ella me dijo aunque no sabía porque lo hacía, tampoco tenía fuerzas para preguntar, el beso fue lo que necesitaba para amansar mi espíritu. Salir corriendo fue lo último en lo que pensé cuando el cabello rubio de nuestra compañera comenzó a brillar con la fuerza de miles de estrellas. El dolor se disipó y las heridas se cerraron, aún quedaba la sangre sobre mi piel y mi vestido arruinado pero eso no importaba. 

Poco a poco fui sacando el cabello de Rapunzel de mi cuerpo y con mi capa cubrí mi torso avergonzada, ya no sentía la falta de sangre, ni el dolor a mi costado, no tenía cicatrices, eso era magia.

- ¡NO PUEDO CREERLO! eres un Hada, es increíble, tienes magia, o DIOS MIO- Me incorporé en la cama mientras blancanieves se fijaba en la herida de nuestra amiga, herida que yo no había notado.- Rapunzel eres la persona más increíble que he conocido.

Caí en la cuenta de que ella había hablado como si me conociera, dijo que yo vencí al lobo. Eso quería decir que no tenía que seguir al lobo si no atacarlo, pero se veía tan manso, yo quería cazarlo pero solo si mostraba signos de querer defenderse de lo contrario sería un asesinato no una cacería.

- ¿Espera Rapunzel tu conoces mi cuento? ¿tu sabes que pasa entre el lobo y yo? ¿Sabes si le pasa algo a mi abuela luego de que me pierda en el bosque?

Megara, entras, encuentras a Ruby y a Blancanieves abrazando a Rapunzel, Gastón sigue aún tumbado, también curado.

Pegaso está también allí, olisqueando el pelo de Rapunzel con curiosidad. El caballo alado te mira, frunce el ceño y te saca la lengua enfadado.

Están todos curados, menos la rubia, de no ser por los girones de sus ropas (Ruby se cubre sus pechos con la capa) y porque les has visto sangrar pensarías que no ha pasado nada aquí.

Cuando entro en la enfermería, me detengo unos instantes a observar la habitación. Mis ojos viajan rápidamente hacia el cuadrúpedo que siempre acompaña a Hércules, quien deja de prestarle atención al rubio cabello de... espera, ¿cómo se llamaba (Rapunzel)?, para mirarme con mal gesto y hacerme una burla. ¿Se puede saber eso a qué viene exactamente?  Bueno, da igual, nunca le caí bien a ese jamelgo. Haciendo caso omiso al alado animal, sigo buscando a mis compañeras, y mis ojos se posan durante un pequeño lapso temporal en mi queridísimo amigo, χοίρου* (Gastón) antes de encontrarlas. 

Aligero el paso mientras me acerco a ellas, y una sonrisa de alivio se dibuja en mi cara al notar que todas sus heridas han sido curadas. Siento como la tensión provocada por todo ese asunto con el melenudo sexy, que por lo visto puede convertirse en león, se desvanece poco a poco. 

- Oh, por Asclepio, estáis bien. - Poso mi mano suavemente sobre el hombro de Nieves. Su precioso vestido azul, ahora por desgracia cubierto de sangre, resalta su piel de alabastro, y sus preciosos ojos verdes brillan de manera hipnótica. Pestañeo ligeramente, sacando cualquier apreciación de su belleza, y le dedico una sonrisa sincera. Miro intensamente a Ruby, quien tapa su pecho, evitando que cualquier mirada pueda caer en él, incluyendo la mía. Meg, para, este no es el momento, calma tu torrente hormonal, recuerda dónde estás, y lo que ha pasado. - Pensaba que... no lo contabas, Ruby. Sin duda, no tienes nada que envidiarle a Pectorales Relucientes (Herc). - Suspiro pesadamente. - Me alegra ver que estáis bien, más allá del gran susto y la ropa destrozada.

Robin, entras, encuentras a Ruby y a Blancanieves abrazando a Rapunzel, Gastón sigue aún tumbado, también curado.

Pegaso está también allí, olisqueando el pelo de Rapunzel con curiosidad.

Están todos curados, menos la rubia que aún tiene la mano sangrando, de no ser por los girones de sus ropas (Ruby se cubre sus pechos con la capa) y porque les has visto sangrar pensarías que no ha pasado nada aquí.

Megara está junto a Blancanieves.

Ruby, Nieves ¿Cómo se encuentran? Casi muero de la preocupación por ustedes, esa bestia casi las mata, si hubiera tenido mi arco, ustedes no estarían heridas.

De verdad lo siento y mucho. - digo mientras me acerco a la cama de las chicas y al ver a Ruby, me despojo de mi camisa y se la ofrezco a Ruby, 

Toma de momento la necesitas más que yo, yo puedo abrigarme con la capa. Por favor no vuelvan a hacer algo así, son las únicas compañeras que tengo en medio de esta locura. - agrego con preocupación mientras me acerco a Nieves.

- Oh, s-sí… tranquila, puedo curarme pero no importa, en mi torre siempre me quemaba o me hacía daño yo sola mientras cocinaba. Estoy acostumbrada al dolor. Lo importante eran las heridas más feas.

Sonrío, nunca me han abrazado así que de buenas a primeras me pongo un poco tensa al verme invadida. Luego me tranquilizo y suspiro correspondiendo el abrazo de Blancanieves con todo mi cariño. Incluso me pongo roja con todas las cosas bonitas que me dice. Madre siempre me dijo que las personas eran malas y aquí hay mucha gente preciosa por fuera y por dentro también.

Llega Megara, parece que el caballito la reconoce, de hecho río divertida y la saludo con la mano buena. Todos estaban preocupados por Blancanieves y Caperucita, como es normal.

- ¿Yo? ¡Yo no soy increíble! – estoy roja como un tomate maduro casi pocho ya - Caperucita, leí tu cuento en mi torre, sí – sonrío – si quieres luego te lo cuento todo. Necesito comprobar que Ariel está bien, quiero saber cómo está… Voy a ver si la encuentro.

Luego llega otro chico que me ignora completamente, preocupado por sus amigas. Sonrío y al menos yo sí le saludo un momento antes de salir corriendo en busca de La Sirenita. Me voy liando un pechoncito de pelo sobre la herida d emi mano, me curaré por el camino.

Gastón no se sentía para nada consolado con el comentario de Ruby, porque dudara de veras que alguien pudiera comprender cómo se sentía. Aquella frustración no era normal en él, pues habitualmente conseguía sus propósitos, nada ni nadie en su aldea le podían y allí se acababa de dar de cara contra la realidad. No le pasó desapercibido que la de la capa roja era una cazadora, ¿en serio? ¿Una mujer? Difícil de creer para él.

Se dejó manejar por Rapunzel cuando le insistió que se tumbara boca abajo, estaba cansado y dolorido pero mucho más confundido. — ¿Y por qué no te tumbas también en una cama y esperas a los curanderos? — preguntó, tal vez ya cansado incluso de la aparente hiperactividad de Rapunzel poniendo a cada uno de ellos bien colocados en sus camillas. — ¿Qué haces? Quita eso de ahí. — resultaba raro tener un buen mechón de su pelo sobre su espalda herida, pero dejó de quejarse en el momento que la escuchó cantar y una luz brillante envolvió su cabello. Entonces todo el dolor desapareció.

— ¿Qué acaba de pasar?...  — Cuando terminó, Gastón se incorporó  y se trató de mirar la herida pero no le fue imposible, pero sí que rozó con uno de sus dedos donde aún le habría llegado la garra del león de seguir ahí. Mientras Blancanieves y Ruby ya lo habían asimilado y estaban felicitando a Rapunzel, a Gastón le estaba costando mucho asumirlo. La existencia de magia le trastornaba bastante porque siempre lo había relacionado con brujería o con los tontos libros de Bella.

Se levantó de la camilla mirando a Rapunzel con el rostro desencajado. Para qué mentir, la magia era lo único que le podía resultar estremecedor y verla tan de cerca le había impresionado demasiado (por no decir asustado un poco). Era lo que tenía enfrentarse a lo desconocido por primera vez. Ante ese desconcierto ni si quiera se percató de la presencia de Megara. Pero cada vez llegaba más gente, pues también se adentró Robin, ¿aquello qué era? ¿Una enfermería o un baile que estaba a punto de comenzar? Daba igual pues no iba a quedarse allí por más tiempo. Rapunzel se había marchado, y él también lo haría pero no para seguirla, prefirió refugiarse en su habitación.

Rapunzel había salido corriendo y dejado en con la duda a Ruby y el hecho que había leído su libro, un libro en donde estaba el Lobo y el hecho que dijera “acabaste con el lobo”, eso había inquietado a Blancanieves pero no por su amiga, sino por el Lobo, que después de lo ocurrido con Simba, no sabía si en verdad podrían ser peligrosos o no, se encogió de hombros, pero Meg la saca de sus pensamientos, colocando su mano, la que no había sido lastimada, sobre la mano de la joven.

Robin también llega, asustado, ella sonríe, sin darse cuenta, parecía haber hecho amigos, así que recibió al joven con una gran sonrisa, ya estaba más calmada, aunque aún temblaba, y sus manos lo mostraban, incluso su rostro, pero intentó contenerse en presencia de sus compañeros. 

— si... si estamos bien, gracias a Rapunzel, hemos sanado — ahí se da cuenta del rostro de Gastón, ahora parecía más  asustado que cuando lo atacó el León, Nieves la miró de reojo, pero quería responderle a Robin antes.

— Robin, todo fue muy rápido... no hubieras podido evitar lo qué pasó con nosotras, Simba se convirtió de un momento a otro en un León y nadie pudo preverlo, menos saber que no nos escuchaba cuando intentábamos calmarlo — se tomó la mano lastimada, la misma con la que había acariciado la mejilla del León dos veces, ahora sí que temía de hacerlo otra vez o acercarse a Simba, tragó saliva, porque a pesar de ese miedo, igual quería saber cómo estaba, las cosas se pondrían difíciles de aquí en adelante para el León.

— ¿Gastón estás bien?... — le pregunta al musculoso chico, dejando a sus amigos para ir con el joven, su cara era un poema, y no sabía porqué, quizás era una reacción tardía al enfrentamiento con el León — chicos, mejor vamos a nuestros cuartos, hay que limpiarse y cambiarse de ropa, ¿alcanzaron a comer? Para pasar luego al comedor o a la cocina, un agua de Melissa nos puede ayudar para los nerviosos, yo tengo en mi canasta— pregunta, ella había comido poco, pero no tenía hambre — Robin... ¿podrías acompañar a Gastón? Nosotras nos vamos con Megara, estoy muy asustada aún, pero lo que más quiero es sacarme la sangre de encima y Ruby creo que querrá dejar de mostrar su delantera — Robin le había dado su camisa para cubrirse mejor.

— Robin,  creo que Rapunzel ha leído varios cuentos, ella podría ayudarte con tus dudas — no era el mejor momento para hablar de eso, pero se había acordado justo en ese segundo.

dicho todo lo anterior, saldría de la enfermería rumbo al cuarto para poder limpiarse y cambiarse de ropa. 

Lo bueno de ser muy bajita es que cuando estás en medio de un abrazo grupal te sientes muy protegida.  Entre mujeres siempre se está segura, tal como mi madre me enseñó. Megara entró con su sensual figura propia de una mujer hecha y derecha preocupada por nuestro bienestar, su comentario sobre mi torso me obligó a cubrirme aún más si era posible y pronto mis mejillas se pusieron tan rojas como el resto de mi atuendo.

- ¡Meg!  qué cosas dices, que hay hombres aquí. - dije señalando con la mirada a Gastón quien por cierto aún no se creía lo que acababa de pasar.- Es magia grandote, Rapunzel es un Hada y nos curó a todos. 

Por supuesto la Rubia de cabellera interminable, no tuvo tiempo de responder las dudas de Gastón puesto que salió disparada para ver como estaba la pelirroja, dejándome sin mi respuesta sobre mi cuento. No podía recriminarle nada, si Nieves hubiera estado en la misma situación yo habría hecho lo mismo. Ya tendriamos tiempo de Charlar luego. Mientras ella salía, Robin entraba regañandonos a Nieves y a mi por habernos acercado al León.

- Estamos más que bien- dije dando un saltito mostrandole a Green Hood la zona donde antes estaban mis heridas, ahora solo quedaba mi vestido desgarrado y el color rojo de la sangre que había perdido.-¡No espera! ¡no mires!

Me volví a cubrir recordando el pudor que me habían enseñado, yo y mi cabecita despistada. Veo como se quita la camisa y me la extiende, asiento como agradecimiento sin decir ni una palabra. Blancanieves fue mucho mejor de lo que yo hubiera sido explicando la situación. Fui al baño de la enfermería a Asearme mientras seguían hablando, necesitaba limpiar la sangre de mi cuerpo antes de que el olor tan desagradable para mi siguiera inundando mis fosas nasales, salí con la camisa de Robin y mi falda roja puesta, mi capa roja colgaba de mi brazo. En el bote quedó la hermosa y ahora destrozada blusa blanca que me había puesto esa mañana, así como el corset de cuero que había sufrido el mismo destino de mi blusa.

- Nieves tiene razón, nadie pudo preveerlo o evitarlo.- Di un salto sobre una de las camas que estaba cerca de ellos- ¡Ah! pero la próxima vez que esa bestia y yo nos veamos, saltaré sobre su espalda - le di un golpe a una de las almohadas como si fuera la cabeza del León.- y lo golpearé tan fuerte que olvidará hasta como se llama. Luego me haré un abrigo con su piel y ya no pasaré frío en el invierno. 

Lancé la almohada por los aires dejando la cama con otro salto, mi pequeña y ágil figura me permitía moverme con bastante gracia. Apoyé mi mano en el hombro de Robin, observandolo de la misma forma en que miraba a mi madre cuando me decía que no me comiera todas las galletas del bote.

- Puedes pedirme que no me arriesgue de nuevo si veo a alguien en peligro, puedo prometerte que no lo haré, pero al final ambos sabremos que estoy mintiendo. Es preferible morir con honor, que vivir como un cobarde... debería agregar eso a mi codigo de cazadora.

Seguí a blancanieves a la salida, asearme en el baño estaba bien, pero necesitaba urgente un baño con agua caliente y ponerme ropa limpia, así como lavar mi capa.

- Gracias por venir a vernos Green Hood, es bueno saber que tengo un amigo que cubra mis espaldas, pero Nieves tiene razón, lo mejor que podemos hacer es ir a nuestra habitación por ahora. Ve con cuidado, no vaya a ser que encuentres otra bestia por ahí.

Y tal como Blancanieves había hecho luego de escuchar cualquier cosa que quisieran decirme me fui a nuestra Hermandad.

Al ver que mis amigas estaban mejor, decidí que no tenía razones para llevarles la contraria, así que opté por acompañar a Gastón mientras pensaba de donde iba a sacarvuna camisa nueva para mi, no sin antes despedirme de las chicas.

Muy bien iré con él, pero ustedes dos no hagaís ninguna locura en mi ausencia y la próxima vez esperen por mi, son las únicas amigas que tengo en este lugar y no quiero perderlas.

Y Nieves, gracias por el consejo, cuando todo se calme iré a ver a Rapunzel. - anuncio regalándoles una sonrisa a Nieves y Ruby.