Aladin fue repartiendo manzanas, que a saber de dónde salían, aunque a Gastón, o según la rata callejera, Garpón, le entregó una cebolla, que a no ser que le diera por cocinar algún guiso, no le servía de nada. — Creo que tenéis un grave problema de oído, soy Gastón. ¡GAS-TÓN!— alzó la voz para que la duda provocada por la sordera se resolviera. Y al cazador le llegó un mensaje bastante equivocado sobre eso de llevarse bien cuando al contrario que el resto, le entregó aquella verdura que no servía para nada en crudo. Igualmente, era Gastón, no había venido a hacer amigos. Pero lo cierto era que le inquietaba un poco el comportamiento de aquel joven, como si estuviera ligeramente… demente.

No hizo demasiado caso al resto de presentaciones, quería ir a su habitación y luego salir a inspeccionar la universidad. Pero el fuerte saludo de Simba le hizo girarse con fastidio,” ¿Por qué tocas?" Quiso preguntarle, porque la fuerza no le afectó demasiado teniendo en cuenta que Gastón también era más bruto que un arado. — No me interesa confraternizar — por si no se habían dado cuenta ya — Vengo con el objetivo de superar las pruebas y es lo que voy hacer — y si llegaba el día en que lo hiciera, muy posiblemente sería por mero interés.

No se sintió intimidado por la amenaza que surgió de la garganta del león, al cual solo le devolvió su gesto amenazador con una sonrisa de superioridad. Aunque amara cazar, no iba a permitir que ese deseo le distrajera de sus verdaderos intereses. Tenía que tomarse muy en serio la universidad para pasarla, o eso creía, pues tenía la impresión de que  para él especialmente iba a ser muy duro.

Escuchó al loco de la capucha, al paranoico, al conspiratorio como si fuese eso… un loco, y rápidamente volvió a lo que iba hacer, irse a ver cómo era la habitación. Si se quería bien, perfecto, eso significaba uno menos con el que tratar. Después de inspeccionar su habitación, trató de dormir, o al menos lo intentó. Y luego de haber explorado un poco algunas instancias de la universidad para tratar de coger sueño, regresó, y esa vez sí que se durmió. 

Se despertó un poco más tarde, por lo que no fue a desayunar. Tenía un sueño horroroso, que se debía a haber estado trasnochando. No le gustaba tener que esperar a la comida pero tendría que aguantarse, o quizás se podía acercar a la cocina a pedir con encanto algo de comer.

Despertó para su sorpresa bastante descansado. Durante las primeras horas de sueño le costó dormirse, dio vueltas y vueltas sobre el colchón. Se tiró al suelo junto a Mowgli pero el dolor que al cabo de un rato sentía en el cuerpo le obligó a volver a la cama mullida donde sentía que se mareaba y su cuerpo se hundía. Finalmente la magia hizo su efecto y Simba cayó rendido. Al despertar y echar un ojo a su armario ropero tenía cubrepieles de distintos colores y medidas. La mayoría era ropa holgada, del tipo que el león habría comprado y se adaptase a sus necesidades.

*RuRuRuRu* le rugieron las tripas y supo que tenía que ir a llenar el estómago. -Ey Mowgli voy a salir a por comida. Despierta si quieres venir. - le acarició la cabeza al lobo revolviendole un poco los cabellos y se dirigió a la ducha sin coger ninguna toalla. No entendía que eso fuese necesario. Él siempre se había bañado a pelo.

Plantado bajo la ducha se la vio negra para regular la temperatura del agua sin abrasarse la piel como si el agua fuese fuego líquido, o por el contrario helarse tiritando de frío por culpa de esa piel fina y sin pelo que tenían los humanos. ¿Y ahora qué? - miró la pastilla de jabón que tenía cerca y la olió primero identificando un aroma fresco y suave. No sabía si aquello de podía comer así que mordisqueó un poco la pastilla y se puso azul del asco.

- ¡PUAJ! - escupió parte del jabón tosiendo y abrió la boca para enjuagarsela con el agua. Idiota... Es lo que usan los humanos para lavarse, por eso no se come. - ya lo había recordado. Los masais se bañaban en el río untandose barro hasta que los blancos llegaron a su aldea y les proporcionaron aquellas pastillas ahuevadas para asearse.

Simba frotó las manos alrededor del jabón y luego la espuma blanca por todo su cuerpo desnudo*, imitando los movimientos que había visto hacer a los masais.

Al terminar volvió a la habitación y no se secó el pelo ni el cuerpo, si Mowgli estaba despierto le habría visto como "Ella" le había traído a ese universo, porque seguro que era la Reina blanca la que había embutido a Simba en ese disfraz. Se vistió con una camiseta blanca y pantalones cortos. Perfecto por si luego salía a correr.

Aladdin se despertó temprano, como siempre.

Si uno se vivía de los objetos perdidos que pudiese encontrar por la calle ( o en el bolsillo de sus dueños, o en los tenderetes del mercado...) no podía  permitirse el lujo de quedarse durmiendo hasta tarde, muy al contrario, las últimas horas de la madrugada siempre eran interesantes para darse un paseo por el zoco, puesto que los mercaderes empezaban a montar y preparar sus tenderetes y era más fácil que se "perdiesen" algunas cosas interesantes y esa era una costumbre que le iba a costar cambiar.

Pese a que aquel mullido lecho digno e un sultán le invitaba a quedarse durmiendo, la curiosidad por aquel nuevo lugar era sin duda mucho más fuerte. De un salto abandonó la cama y se dirigió hasta el armario, que se encontraba repleto de ropa que en nada se parecía a la que estaba acostumbrado a llevar, si bien parecía hecha a su medida. Tras unos segundos contemplando todas aquellas opciones, un escalofrío le erizó el vello de la nuca. Sin duda aquel lugar era más frío que Agrabah, por lo que no parecía aconsejable ir con tanta piel al descubierto como estaba acostumbrado.Sin demasiados miramientos agarró lo que le recordaba a una túnica de lino si bien se cerraba con botones, y la acompañó de un chaleco. Toda su vida había llevado chaleco y no estaba dispuesto a cambiar eso. No señor.

Al no encontrar ningun pantalón tan ancho como estaba acostumbrado, se decantó por ponerse unos mucho más estrechos de una tela que parecía fuerte de color azul.

No tardó ni un suspiro en ponerse aquellas prendas y abandonó la habitación a la carrera dejando un susurro de -"Genio,  me voy al comedor"sin tan siquiera saber si había sido escuchado, si bien suponía que  su compañero tarde o temprano se dirigiría hacia el mismo lugar.

Al día siguiente me despierto al alba y me visto rápidamente en el más absoluto silencio y me dirijo.al comedor a desayunar, procyurando no importunar a nadie.

- cinco minutos más Pegaso - Rode sobre mi mismo mientras hundía mi cabeza en la almohada y sacudía la mano por encima de la cara para apartarlo y que dejara de lamerme. Cuando me di cuenta de que Pegaso no estaba y que tampoco me encontraba en Tebas. Me había quedado dormido, abrí los ojos de golpe. Me levante de un salto, ya iba tarde, abrí el armario y agarre la ropa y de un tirón arranque la puerta de la habitación sin querer.

Me había quedado dormido casi al instante entrando en el reino de Morfeo en el mismo instante en que había cerrado los ojos. Y sin Pegaso para despertarme me había quedado dormido, y ahora ya iba tarde. Me duche tan rápido como pude y salí corriendo por el portal, para volver al patio en busca del comedor. Dejando la puerta de la habitación que había arrancado a un lado, ya lo arreglaría después.

Gastón, entras, todo está igual que como lo dejaste, las camas por hacer, cualquier cosa que dejarais queda por ahí. Mowgly sigue dormido.

Estás solo de momento, con tus funetos pensamientos, recordando la magia de la rubita.

Will despertó con las sábanas pegadas y cuando fue a levantarse vió a Gastón allí, lo que le hizo enarcar la ceja no sin cierta confusión.

—Eh, grandullón. ¿Qué te pasa, se te ha despeinado el flequillo o...? Joder, mira qué horas son. ¿Crees que si me paso para que me hagan unos huevos revueltos con bacon me los harán a secas o me pondrán también un zumo de naranja?—

Robin, Gastón se ha metido en el cuarto, Blue parece que se ha despertado, estás solo en la zona común.

Al llegar a la sala común me pongo a reflexionar sobre este extraño lugar e intento buscarle un sentido a todo, pero por más que lo intento, lo único que me queda claro es que no somos más que personajes ficticios extraídos de diversos mundos por un poder mágico superior.

Al parecer, todo lo que creí a lo largo de mi vida, mis recuerdos, todo no eran más que las elucubraciones de un simple escritor y ahora que, para que esforzarse si nuestros destinos ya están determinados.

Mierda, esto no puede ser todo, debe haber algo más, acaso nuestras historias tienen siempre el mismo final y después qué. - rezongo entre dientes mientras pienso que sentido tiene todo esto.

Tras algunos minutos sentado en soledad, decidí dirigirme a mi habitación en busca de algo que pudiera reemplazar mi camisa, tal vez si cortaba y cosía las sábanas, luego recordé que los salvajes que llegaron en taparrabos, el día de hoy iban ya vestidos, por lo que decidí mirar en el armario por si había algo para mi.

Ese mundo empezaba a causarle escalofríos. Esa magia que él no lograba comprender y que lo consideraba como una brujería que había que erradicar, alzando las antorchas y quemando a las portadoras de tales poderes. Pero ya eran demasiadas; la canosa del dragón, la asiática de pelo rosa, Rapunzel… ¿Y qué decimos de Ariel? Fue capaz de controlar las emociones de los presentes solo con su voz. Gastón no se había preparado para algo así, aunque tampoco para ponerse a estudiar… ¿Qué sería más fácil de superar?

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no vio al desconocido que se había quedado dormido. Pero a ver, ¿no habíamos dicho que Gastón NO compartía habitación? ¿Quién diablos era ese tipo? ¡Encima vacilándole! Pero estaba tan impactado que no tenía humor de enfrentarse al chico nuevo. — Allí te sirven todo lo que quieras. Seguro que llegas a tiempo. — No supo si lo que le dijo era verdad o no, no se conocía los horarios con exactitud aún pero no le importaba darle indicaciones falsas.

Escuchó a alguien entrar, así que se apresuró a averiguar de quién se trataba, y era Robin, aquel que rechazaba la universidad pensando que era una trampa. Parecía que le había cogido el gusto. — ¿Ahora estas aquí como pez en el agua? Pensaba que te querías largar. Aunque con tanta brujería empiezo a comprender tu angustia inicial…

Tras ponerme una camisa, regreso al área común y me siento frente a la chimenea sopeando mis opciones, cuando de pronto, la voz de Gastón me saca de mis cavilaciones.

Ah eres tu, ¿En serio te crees que estoy como pez en el agua?  Pues debo ser muy bueno.aparentando, porque en realidad lo que sientones cualquier otra cosa, menos sosiego. - respondo con una evidente incomodidad.

¿Viste lo que yo vi? Simba se convirtió en una bestia y casi mata a cuatro de nosotros y ahora resulta que no podemos defendernos, ¿Qué se supone que hagamos? ¿Sazonarnos para no causarle indigestión? - pregunto con sarcasmo.

En serio Gastón, esto no se ve bien para nada.

La puerta de la fraternidad se abre, la veis a Ella, a Simba de nuevo en su forma humana mucho más tranquilo, desnudo porque evidentemente rompió su ropa.

- Cheshi, espero que estés por aquí cerca, quizás te necesiten.

Al fondo el despacho de la directora de la Universidad, Ariel sigue allí, Simba entra, Ella os sonríe a todos.

La puerta se cierra.

Antes de que Ella desapareciese, Simba hincó la rodilla y besó su mano. ¿Quien le enseñó a hacer eso? ¿Cómo lo aprendió? Quizás era un recuerdo o conocimiento residual del curso pasado. Como fuere así mostró el león el respeto que sentía por la Reina blanca y el compromiso que había adquirido con ella.

-No quiero más problemas. - dijo pacíficamente a sus compañeros. Se podía ver qué su semblante era calmado. Él movió los labios pero los demás no podian escucharle. La voz no salía de su garganta. La intención estaba ahi pero no le iban a entender. Estaba mudo.

No guardaba rencor por Gastón ni Robin, aunque entendía que el cazador tuviese más motivos para despreciarle. Simba había hecho daño a su hembra "Rapunzel".

-Perdi el control de mi mismo pero... - siguió moviendo los labios hasta que se dio cuenta de que no le escuchaban.

Se dispuso a avanzar y vestirse en su habitación pero por el camino detectó un nuevo olor familiar. ¿Quién era ese humano* que estaba con ellos? Juraría que lo conocía.

Al ver a Simba, mi cuerpo se tensa y opto por apartar ligeramente la mirada.

La señorita Cheshire dijo que eras un héroe y que actuaste debido a un arrebato, también dijo que ella siempre estaba atenta a todo lo que ocurría en el castillo y podría intervenir si se repite. - digo con seriedad.

Por mi parte, sólo quiero que sepas, que dos de las mujeres que atacaste son mis amigas y si te debes disculpar con alguien, es con ellas.

Ahora, si me disculpas debo dar un paseo para despejar mi mente y no puedo hacerlo en este lugar. - sentencio mientras me pongo de pie y me dispongo a salir de allí.

Uhhh... Hasta luego. -Se despidió el joven vikingo con aquel acento peculiar que tenía, confundido no solo por tal escena, si no por aquel comentario que había dicho aquel sujeto con capucha antes de retirarse de la habitación. Ahora solamente quedaba algo más que llamaba mi atención, y era el hombre de barba y cabello largo que estaba desnudo frente a todos. Sin decir nada volví hasta mi habitación.-

-Nuevamente regresé, lanzando al hombre un *pantalón, que de no atraparlo directamente le caería sobre el rostro.- Hazle el favor a todos y vístete compañero, que nadie quiere ver tus desgracias, y menos las damas del lugar. Ahora quiero saber, ¿Donde está la comida? Que si acaso también hay que cazar por aquí no quiero perder el tiempo en este lugar. -Mientras hablaba comenzaba a inspeccionar la sala en la que estábamos y no podía causarme más incomodidad, al ser esto una especie de castillo esperaba lo típico... Habitaciones rusticas pero cálidas, con pieles como alfombra, algún animal como un Oso o Lobo diseccionado, como una especie de trofeo de caza o algún tipos de tapiz hecho a mano como los de mi madre. Pero bueno, supongo que tocaba acostumbrarme, o tal vez podría darle un pequeño toque MacGuffin.-

¿Qué? ¿Se quedaron sin lengua? Necesito comer ahora, ¿Que nadie tiene hambre también?

Gastón no se molestó en fingir. Asintió con la cabeza a la pregunta de Robin; le había estado observando con las chicas en la enfermería. Aunque se hubiese quedado un poco traumático con lo que acababa de pasar, ni estaba ciego, ni sordo. — Seguro que sí, aparentas genial. — le sonrió con fingida inocencia pero no se lo creía demasiado.

— La canosa tendrá que hacer algo, como por ejemplo, cambiarlo de fraternidad o imponerle un castigo. Si no lo hace, tendrás razón en lo que dices, y lo que busca no es más que caos, convirtiéndola en la maldad personificada. Así que solo en ese caso me uniré a ti. — dijo con sinceridad, y vaya por donde, apareció Ella. Hablando de la reina de Roma…

— ¿¡Y viene así tan pancho y sin recibir una pena por sus actos!? ¡Entonces tenéis a otro enemigo! — Gritó a la canosa, por si llegaba a escucharle antes de desaparecer. Porque al final desaparecía para no enfrentarse a los problemas, parecía ser.

Gastón ignoró por completo al león, era muy sencillo decir “no quiero más problemas” y aquí no ha pasado nada. ¡Encima se victimizaba con ese tonillo de voz de cachorro en apuros! — Me largo de aquí… — y con más razón después de sentir que a Robin le había dado un cortocircuito neuronal para que se pusiera a defender al león y a la dueña de aquel circo. — Al comedor — fue lo único que le dijo a Ludovic como saludo antes de marcharse y salir de la Fraternidad de Héroes.

El león asintió a las palabras de Robin. Lo siguiente era pedir disculpas a las víctimas pero Ella le había impuesto un encantamiento mágico que no le permitía hablar. Simba tendría que disculparse usando gestos o escribiendo notas de disculpa a los afectados.

Frunció el ceño cuando escuchó a Gastón. Él no era enemigo de nadie, no estaba ahí para hacer daño, pero claro, le había metido un zarpazo en la espalda y seguro que eso aún le escocia bastante. Independientemente de que fuese un cazador y presumiese de matar a otros animales, la realidad era que lo hubiese podido matar aunque el león no era un asesino de humanos.

Alzó las manos y cogió al vuelo los pantalones que le lanzó otro héroe al que no había visto antes. Gracias - se podia entender mínimamente al leer sus labios. Pero Simba se los devolvio. No estaba acostumbrado a aceptar objetos de otras personas. En su mundo nadie llevaba encima prendas o regalos.

Se señaló a si mismo con la mano y luego a la habitación donde compartía espacio con Mowgli. Yo voy ahí - lo que quería decir que iba vestirse. Sus tripas tambien rugieron porque no comió nada en el desayuno pero ahora no podía pensar en comida.