Partida Rol por web

- Uy, se cae, pero queda mucho mejor…

Murmuro apurada levantando la corona que no se ajusta del todo al brazo de Ariel (º) ¿Dónde se colocará esta cosa? ¿En el cuello? ¿Cómo, si no se abre? Me encojo de hombros y me pongo a comer todas las frutas que he cogido.

- ¿Qué se come debajo del mar? Mira esto es pera, esto son cerecitas que están muy ricas, y esto plátano.

Lo abro y lo estoy pelando cuando me pregunta creo que sobre lo que murmuraba antes en el cuarto sin darme cuenta. Abro los labios y muerdo un buen bocado pensando en por dónde empezar y como contarlo, cuando aparece el Chico Guapo de cuyo nombre no me acuerdo, puñetas. Casi me atraganto con el putito plátano de las narices, pero consigo salvar la compostura.  

- ¡Hola, bonito! – Río divertida al mirarlo – estamos hablando sobre mi en… enoooorme cabellera, qué… es muy práctica. - Le doy dos codazos a Ariel. - ¿Qué comes? - ¿Hola? ¡Come tostadas! ¿Eres tonta o qué? – Bueno y también comentábamos que no sabemos muy bien cómo se pone ésto en el cuello – añado mirando la corona.

Anotó mentalmente el nuevo nombre que le dio Bella y asintió. Simba no conocía el título de aquel libro, pero la palabra orgullo era una que le calzaba bien al león, así que supuso que el contenido de dicha obra podría interesarle, dependiendo de que clase de orgullo mostrasen los protagonistas de la historia.  

¿El Rey Lear? ¿Del reino de Shakespeare? – no, ese Rey no era él ni tampoco su padre ni antepasados, no obstante no tuvo la ocasión de corregirle, la joven parecía sentirse agobiada entre tantos humanos y Simba prefirió no entretenerla contándole la historia de su vida y enemistad con Scar. – Que tengas buen día Bella.– le dijo con amabilidad mientras la chica desaparecía.

Tras ello, la otra humana se quitó un cubrepieles de sus hombros y se acercó al león para secarle la piel con la prenda. Simba lo permitió, al igual que se dejó ayudar por Blancanieves, pero las palabras de aquella humana eran confusas y el león no quiso o no supo captar su doble sentido. Por las dudas, sentía que debía tener cuidado con ella. Anastasia intentó alimentarle pero antes de que lo hiciese atrapó su muñeca molesto, negando con la cabeza. – La única hembra que me ha alimentado ha sido mi madre. Yo elegiré que como y cuando lo como. Gracias. – retiró su mano con delicadeza, tampoco es que quisiese hacerle daño a pesar de la ofensa que la humana le había hecho, desconocía que patrones sociales de conducta seguía un león.

Después se levantó de la mesa y dejó privacidad a Aladdin con Jasmín. – Que os aproveche la comida. – sonrió a todos. - Y suerte con la princesa. – le dijo por lo bajo a Aladdín. Simba tenía otro asunto pendiente que resolver.

Decidido a devolverle el trozo de cubrepieles hecho de estrellas, se acercó a la mesa de Ariel y Rapunzel. Miró al pequeño Sol dorado añorando el brillo y la calidez del astro Rey, su pelo dorado era parecido a la luz solar, el cabello de Ariel al fuego anaranjado, ambos elementos eran sinónimos de luz y calor, por eso quizás estaban juntas. Hasta ese momento no se había percatado del cielo abierto en el techo, la visión periférica de humano era distinta a la de los felinos y Simba se estaba adaptando.

-Buenos días. – inclinó la cabeza como lo haría en un día normal en la sabana, saludando al sol con los primeros rayos de luz. Sin mucho preámbulo, sacó del bolsillo de su pantalón el presente que la sirena le había regalado. En la tranquilidad de su habitación, pensó que no tenía mucho sentido que alguien regalase algo de su familia a un desconocido. Pese a todo el león seguía creyendo que las piedras brillantes eran estrellas, puesto que Ariel no le había sacado de su error. Enarcó las cejas sorprendido cuando vió la corona brillante en su brazo, aceptando que era normal ponerla en cualquier parte del cuerpo y no solo sobre la cabeza. – Toma, esto te pertenece. Es de tu familia, no puedo aceptarlo. Fue un error que me lo dieras. – le dejó el retal sobre la mesa, al lado de su plato y cubiertos y se dispuso a marchar a una mesa donde tomar su desayuno. - Que paséis buen día. – les deseó con buenas energías a las humanas.

Las palabras de Nieves el día anterior eran lo que necesitaba para llenarme de ánimos. Dormir en un lugar tan cálido y suavecito hizo que madrugar fuera algo imposible. Cuando me levanté descubrí con emoción que mi ropa estaba allí, algunas prendas eran nuevas pero completamente apegadas a mi estilo, así que elegí mi vestido favorito. Entré al gran comedor alucinando con su tamaño.
-Dios esto es enorme- me era imposible prestar atención al resto con tantos pasteles, dulces, tostadas, etc. Lo primero que hice fue sostener el tazón más grande de leche que había en la mesa y me lo bebí casi de un jalón quedando en mi rostro un bigote de leche.

-Buenos Días Nieves, ¿Dormiste bien?- tomé un platito y empecé a llenarlo de todo tipo de cosas deliciosas para comer. 

El chico que se me hacía conocido estaba allí, recordé entones que durante la noche le había prestado mi bufanda  @greywolf, con la comida aún en mis manos le di alcance, no parecía tener cara de querer socializar así que solo me dirigí a él para recordarle que me devolviera mi prenda.

- Hey! disculpa aún no se tu nombre, ¿Ya estás mejor de tus heridas?- los bollos en mis manos corrían el riesgo de caerse así que los sujeté contra mi pecho.- No se si me recuerdas, soy Ruby, ayer te presté mi bufanda, sería genial si me la devolvieras cuando puedas.

Despacio como quien se escapa de un oso retrocedí pasando por el lado de Nieves para ir a la mesa con más gente, de ella reconocí a Bella que se estaba levantando para irse y  Jazmín, el resto me eran completos desconocidos, lo que era una gran razón para sentarme allí. Quería conocer a toda esa gente exotica. Llamó mi atención la chica de piernas cruzadas, no estaba en nuestra fraternidad por lo que seguro era una villana o un hombre con apariencia muy femenina (Anastasia).

- Nieves ven aquí de dejé un espacio- señalé con mi cabeza el lugar ya que mis manos estaban llenas de pasteles- no puedo creer que tengan tanta comida.

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar.

Djin entra y encuentra a Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos. Anastasia está con ellos.

En otra mesa Blancanieves algo pensativa.

Ruby aún no ha decidido donde sentarse.

En otra mesa están Rapunzel y Ariel, que lleva la corona de princesa en el brazo colgada como un enorme brazalete. Se les ha unido Gastón y Simba de pie frente a ellos, con la ropa empapada aún.

Aladdin balbucea algo mientras estoy roncando como un auténtico búfalo. Dice algo de despertarse pero no le entiendo muy bien.

Luego me pone unas pinzas en los párpados, y me doy cuenta que no es de noche, sino que no soy capaz de abrir los ojos. - Tranquilo, colega. Si estoy despierto desde hace horas... - le digo para tranquilizarle.

Parpadeo un segundo y me duermo de nuevo para esta vez roncar como un caballeresco hipopótamo.
Suena el despertador, pero sigo tan sopa como si un microbio estuviese chillándome porque estoy encima de él.

Se activa mi despertador de emergencia.

Me levanto lentamente con los ojos mediocerrados y el despertador de emergencia se esfuma con un chasquido de dedos. Pasan unos segundos hasta que proceso que Aladdin no está ni nadie más de la Hermandad.

Me visto con un traje con corbata (hay que ir elegante en la uni, chavales). Y comienzo a caminar haciendo mi baile por los pasillos mientras busco a mi amo y a su mono. Me detengo en seco y olisqueo el ambiente. Comida. - Por todas las lámparas de Arabia... me muero de hambre. Hacía siglos que no tenía esta sensación.

Continúo caminando olisqueando el ambiente y moviendo el culete al ritmo de una canción pegadiza que voy tarareando.

Abro las puertas del comedor de golpe. Miro de nuevo el letrero para ver que no me equivoco de sala.

- ¡Tengo hambre!

Miro la sala y mis ojos casi se salen de las órbitas al ver la gran cantidad de comida. - Por Alá y sus 12 apóstoles, es casi como un deseo.

Entro en la sala y me acerco a la mesa donde está mi amo. Me inclino ante Jasmin en profundo respeto y luego miro con cara de complicidad (*esta cara) a mi amo al ver que ha conseguido acercarse a la princesa para hablar con ella.

Comienzo a engullir comida metiéndome la mano hasta el paladar con cosas sin mirar ni lo que son. Luego dirijo una mirada a la señorita a mi lado, que viste con cuero prieto sacado de una peli de adultos y con turgentes cualidades físicas.

- Engantado... gronch, slurp...ceñorita... - digo hacia la encantadora mujer encuerada (@Anstasia) - mi nomgre es... glups...weno, puedes llamarñe - degluto un trozo de tostada entero - puedes llamarme Genio.

¿De donde venís? ¿en que maravilloso reino las princesas van vestidas de cuero tan sugerente y ajustado? Debe ser un reino maravilloso... - digo llevándome tres trozos de bacon ensartados en un tenedor a la boca.

Blancanieves se había sentado y ya le estaban sirviendo algo de comida, ella sólo tomaría algunas cosas, no solía comer mucho a pesar del gran esfuerzo físico que hacía todos los días, pero las frutas era lo que más le agradaba de todo, sin embargo el llamado de Ruby la hace sonreír dado que con su alegría le dice que vaya donde ella, la princesa toma su taza de leche con té, y se acerca donde la joven con los pastelillos para sentarse con ella. 

El león era como un cachorro, como un niño y evocó el mismo deseo de protección que sintió por Mowgle, debía ser mucho más difícil para las bestias que ahora eran humanos, el cambio que habían sufrido, así que la princesa negó con la cabeza y colocó sus dos manos en las manos del león que sostenía el pañuelo.

— no... no se preocupe, luego, si quiere, puede lavarlo y me lo devuelve — la mayoría de las cosas importantes las había perdido hace mucho tiempo, sólo le quedaban sus recuerdos y la espada que su padre le había regalado y con la que había huido de los soldados. 

— y claro, yo lo ayudaré, luego del desayuno puede buscarme y empezaremos a ver... que hacer con todo esto — se encogió de hombros, ni ella sabía qué harían y estaba intentando ayudar, eso era gracioso. Dicho eso, ambos se separaron y siguieron con sus conversaciones. 

Se sienta junto a Ruby con su taza de leche con té, olía a canela, era algo que le fascinaba a la princesa. 

— pues si... hay mucha... mucha comida — señala la joven, observando al genio que hacía su aparición — hay algunos con muchas energías, eso está bien — dijo la chica, suspirando y bebiendo un poco — ¿dormiste bien, Kleiner Ruby? — le pregunta, ella le había respondido que muy bien había descansado cuando le preguntó apenas al entrar en el salón. Parecía tranquila a pesar de que el lobo la había tomado por la cintura y hablado algo al oído, a lo que ella había respondido apartándose y mirándolo serio, por lo menos eso se había visto, pero ahora parecía estar normal, como si no se hubiera perturbado de ninguna forma tras ese extraño suceso. 

Busco una mesa apartada, cerca a la puerta y me siento a comer una hogaza de pan junto con algo de té, las dichosas mesas tenían una serie de comidas y manjares que no veía hace mucho tiempo.

Mientras desayunaba en silencio observaba a cada uno de los presentes evaluándolos con detenimiento como buscando aliados y posibles amenazas.

La joven se había levantado sorprendentemente temprano para sus costumbres. Quizás porque había escuchado ruidos cerca o quizás los nervios de no saber muy bien que se iba a encontrar aquel dia fueron los causantes. Se puso su vestido verde, cómodo y familiar. Lo cierto es que si tuviera que ponerse otra cosa no sabría si podria desenvolverse con rapidez y naturalidad.

Buscó el comedor mientras comenzaba a desgranar en su cabeza toda la información recibida el dia anterior. Cuando entró buscó uno de los asientos más alejados de los mayores y que quedaban cerca de las puertas y se dejó caer con energia y una luminosa sonrisa.

- ¡Buenos dias! - Sin esperar respuesta se sirvió algo de beber y de comer sintiendose libre de no seguir el maldito protocolo que siempre le ponia la pesada de su madre. Incluso se limpió la boca con el dorso de la zurda cuando se manchó de zumo.

Él va dejando bollería, fruta, hay café, agua, zumos, tostadas sin haceros caso alguno.

En la mesa todo lo que una persona podría querer desayunar.

Mérida y Robin entran y encuentran a Aladdin (con Abú) y Jasmin hablando alegremente con sus desayunos. Anastasia y Djin también están con ellos, el genio preguntando un montón de cosas a Anastasia.

En otra mesa Blancanieves y Ruby.

En otra mesa están Rapunzel y Ariel, que lleva la corona de princesa en el brazo colgada como un enorme brazalete. Se les ha unido Gastón y Simba de pie frente a ellos, con la ropa empapada aún.

Me quedo con las ganas de saber quien es el enamorado de Rapunzel por el momento. ¿Cómo se ha podido enamorar tan pronto si solo llevamos un día aquí? Pero entonces llega otro chico, este debe llevar tiempo aquí porque camina como si ya se lo supiera todo. 

Veo como le pone ojitos a la rubia ¿a lo mejor es él?

¿Y usted quien es? pregunto mientras le echo sal a un líquido blanco que todos se están sirviendo, doy un sorbo, bah, no está mal y mojo unas tostadas mientras se acerca el león mojado de la otra mesa también mira extrañamente a pelo XXXL ¿será él?¿Quién es? No creo en lo que veo, ¿estoy soñando? ¡No lo sé! ¡Qué injusto es! ¿Quién es?

Me deja el retal al lado y decirme otra vez no se qué de mis antepasados. ¿De qué habla? No entiendo estas culturas extrañas de los hombres casi desnudos. Esperaré a ir a clase a ver que me explican. Si pudiera ver las cuevas subterráneas llenas de piedras preciosas bajo el océano... así que parpadeo dos veces Gracias. 

Disculpe caballero, ¿me podría traer más sal? le pregunto al camarero Louis. 

- ¡Buenos dias! - Sin esperar respuesta y sin fijarse si ponian mala cara o no por sentarse allí sin ser invitada, se sirvió algo de beber y de comer. Por primera vez en mucho tiempo se sentia libre de no seguir el maldito protocolo que siempre le ponia la pesada de su madre. Incluso se limpió la boca con el dorso de la zurda cuando se manchó de zumo.

- ¿Que tal habeis dormido? Yo, como si no lo hubiera hecho en años - gesticuló con un bollo en las manos antes de darle un buen bocado

Me acerco a la mesa donde se encuentran ubicadas las señoritas con las que hablé el día de ayer.

Buen día señoritas me alegra que se encuentren bien y que la bruja del dragón no las haya lastimado, ya empecé a planificar mi escape y con gusto las llevaré conmigo. - digo en voz baja para que nadie además de las chicas me escuché.

De verdad no me creo ni media palabra sobre eso que somos personajes ficticios, yo sé que nosotros somos personas reales y nada de lo que diga esa bruja me va a convencer de lo contrario.  - sentencio con firmeza.

Gastón arqueó una ceja cuando Rapunzel se explicaba. Eran mujeres, no le extrañó en absoluto que hablaran de sus cabellos. Dio dos y tres bocados seguidos a la tostada hasta que se la terminó, estaba hambriento. - Pues tostadas... De momento. ¿No hay huevos? Un desayuno sin huevos no es desayuno. - se quejó un poco, el hombre acostumbrada a comerlos cada día.

- Y eso se pone en la cabeza, es una corona - qué bien le sentaba explicar y aclarar dudas a otros cuando era él el que siempre las tenía aunque nunca lo reconociera. - Ya veo que no nos llegamos a presentar. Yo soy Gastón - porque no había otra razón para que no supiese su nombre, obviamente. Luego apareció el león al que miró con una sonrisa. Él era un cazador y el cachorro su presa, ya con eso su relación estaba condenada. - Alguien debería decirle que tiene que vestirse en condiciones - murmuró con una sutil sonrisa en los labios.

- ¿Y tú qué haces? ¿Sal a la leche? ¿De dónde has salido? - preguntó arrugando la nariz.

La princesa rió divertida al ver como el monito la imitaba, siempre le habían encantado los animales, desde que, cuando era niña y baba le regaló aquel cachorrito tigre tan adorable Jasmin comenzó a crear una conexión especial con los animales y a descubrir el amor que eran capaces de transmitir aquellas criaturas, a pesar de parecer, algunas de ellas, amenazantes y peligrosas como el intimidante Rajah, el enorme tigre que siempre había hecho temblar a todos aquellos pomposos príncipes que la pretendían, su Rajah, que tanto la quería y protegía, como su mejor amigo que era.

Aladdín reprendió al pequeño mono que no tardó en bajar de la mesa y a formar un poco de alboroto indignado, lo que hizo que la muchacha riera aún más. Entonces escuchó la voz de Aladdin a su lado, parecía nervioso aunque la miraba fijamente a los ojos. Jasmin giró un poco la cabeza sonriendo al muchacho.

-Podemos hablar tras el desayuno si quieres, solo con una condición, que no vuelvas a dirigirte a mi llamándome de usted ¿de acuerdo? Llámame Jasmin o Jas si lo deseas. – le dijo con tranquilidad.

Blancanieves explicaba al chico de la camiseta mojada para qué servía el pañuelo quien afirmaba no ser humano y que aquel estado solo era algo temporal, ¿qué sería entonces? Jasmin pensó un rato sobre aquello, si venía de Kenia y era un rey… ya creía que lo tenía claro, ahora se preguntaba si se llevaría bien con Rajah, no pudo reprimir una sonrisa mientras se llevaba una cucharada de copos de avena a la boca, sin embargo no dijo nada pues el joven parecía bastante solicitado por el resto de chicas, y la verdad era que las entendía a la perfección.

Jasmin casi se atraganta cuando vio que la chica que dejó de realizar lo que quisiera que estuviese haciendo (Anastasia), tuvo la intención de dar de comer al león que se negó en rotundo y se fue. A ella jamás se le habría ocurrido hacer aquello con un desconocido, ¿todas las chicas eran así fuera de palacio? Era algo que llevaba preguntándose desde el día anterior tras las descaradas miradas que había recibido por parte de la griega. Si que le quedaban cosas por descubrir y aprender…

Fue saludando con la mano a las chicas con forme fueron entrando, Ariel, Rapunzel, Ruby, y dijo adiós a Bella cuando se despidió para verse en clase, ¿clase? Pero ¿hoy no tenían el día libre? ¿pensaría esconderse por ahí con aquel libro sin salir?

Instantes después el Genio como dijo que le llamasen se unió a su mesa, lanzando una mirada a Aladdín que para ella no pasó desapercibida pero que para nada comprendió.

Merida también se unió a ellos, comenzando a comer y hablar con toda la naturalidad del mundo.

-¡Buenos días Mérida! Yo he dormido de maravilla, estaba taaan cansada que apenas me dio tiempo a ver bien mi habitación, no se si… si habré… roncado o molestado a mi compañera porque aún ni siquiera ha aparecido por aquí… - dijo riendo y sonrojándose levemente. - y ¿en qué hermandad habéis entrado vosotros? Mérida y yo estamos en la Hermandad de Heroínas.

Ahora era imposible hablarle de las cosas a Ariel. Aún no había podido contarle nada en absoluto. Me moría de ganas por preguntarle cosas, Madre nunca me dejaba hablar, siempre tenía que estar callada y ahora tenía muchas dudas sobre lo que había pasado anoche; ella no había dejado de hablar de Eric, se enamoró de él cuando le salvaba de ahogarse y le cantó aquella canción, ¿cuando me enamore, tendré que cantar? ¿Cómo funciona todo eso? Yo no tengo ni idea, no sé lo que es el amor pero no me parece tan simple como en los cuentos, me resulta tan complejo como interesante. Las guerras de Troya empezaron por amor y vanidad, Zeus no amaba a las mujeres que violaba, Cenicienta se enamoró en un baile. ¿Estaban todos locos? ¿Por qué tan diferente todo?

Cuando le habla de usted a Gastón sacándome de mis pensamientos, sonrío. Luego lo miro a él y se me olvida todo lo que estaba pensando.

- Claro… ¡Gastón! – UPS ¡Ahora ya no se me olvida! – Yo creo que si se los pedimos al cocinero seguro que te hace huevos, qué amable colocando todo para que comamos. – Abro los ojos cuando aclara el tema de la corona, ¡¿Con que es eso?! - ¡Ariel! ¿Eres una reina? – la cojo de la mano y la miro ilusionada.

El chico que antes iba casi desnudo nos interrumpe. Ahora va todo mojado. Lo miro sin ningún tipo de pudor, parece algo natural la desnudez aquí, así que si ellos no tienen vergüenza yo tampoco la tengo en observarlo detenidamente. También era muy guapo ¿qué pasa con la gente aquí? ¿Por qué todo el mundo tiene una belleza digna de una escultura griega?

Le entrega un retal del vestido que llevaba puesto, que tiene gemas cosidas. Madre las llevaba siempre, nunca entendí para qué sirven a parte de para brillar. Recojo el retal con las manos y lo examino.

-¿Son diamantes? – los toqueteo curiosa - te lo puedo volver a coser, soy muy hábil cosiendo, seguro que queda como nuevo. – Luego miro al león, por la cara de desconcierto de Ariel… – No familia, ves-ti-do, ge-mas – intento explicarle a… ¡¿Pero cuántos nombres dijeron anoche?! – el ves-ti-do es la tela que se pone una, normalmente seca, para salir, el suyo era extraordinariamente bonito pero como es una reina supongo que es lo normal- a lo mejor no sabe cómo funciona, yo tampoco sé cómo funcionan muchas cosas.

Gastón pregunta por la sal, siento deseos de responderle, pero no seré una ansiosa y dejaré que Ariel aclare eso.