Partida Rol por web

Isla de Eliza in Maze (La Realidad). Lunes, 18 de enero de 2021. 20:30

La isla estaba situada a una hora de vuelo en helicóptero desde Manhattan. Era un atolón de unos veinte kilómetros cuadrados que difícilmente podría parecerle atractivo a alguien salvo para construir un nuevo Alcatraz. Rocas, escasa vegetación, alejado de las rutas comerciales. Una ganga para comprar pero aunque probablemente se gastase una fortuna en la construcción de aquellos edificios en aquel sitio perdido de la mano de los dioses.

El helicóptero descendía para aterrizar en la azotea del mayor de los edificios: una enorme construcción de doce plantas de hormigón, con tal esasez de ventanas que uno podría pensar que no tenía ninguna, que era un bloque tallado en la propia piedra de la isla. En el helipuerto esperaban dos guardias de seguridad armados con subfusiles y vestidos con trajes de kevlar. Todo un despliegue militar para lo que se suponía unos edificions no gubernamentales que albergaban un departamento de investigación. Claro que lo que allí se investigaba podría dar un vuelco al futuro de la humanidad.

Porque Eliza in Maze representaba la fusión de los dos gigantes tecnológicos más importantes del momento. Superada ya la fiebre de internet, que era considerado un avance tan común como el agua corriente, los intereses mundiales se volcaron en dos temas candentes: la realidad virtual y, sobre todo, la Inteligencia Artifical. Y las dos empresas más importantes de cada sector (Maze y Eliza, respectivamente) se habían fusionado para crear 'Eliza in Maze'. Su proyecto era tan ambicioso como increíble: crear entornos de realidad virtual poblados de inteligencias artificiales totalmente autosuficiente.

De aquel helicóptero descendían tres hombres que fueron escoltados por los guardias de seguridad. Entre dos de ellos se notaba una tensión evidente. Jacob Szorowski no quitaba ojo a los movimientos de Todd Brotzman. Ninguno había intercambiado ni una sola palabra entre ellos y cuando el tercer viajero, Chris Knight, había intentado romper el tenso ambiente había recibido por respuesta simples evasivas de Szowrowski y una inquietante mirada silenciosa por parte de Brotzman. Knight no lo comprendía: estaba allí para hacer de beta-tester en uno de los proyectos más importantes de la historia actual. Sería parte del futuro inmediato. Y todo porque había conseguido los contactos adecuados gracias a su impresionante curriculum. ¿Quienes eran aquellos dos tipos? ¿Qué habían hecho para lograr estar allí?

Cuando los guardias los escoltaron al interior se encontraron en un pasillo blanco iluminado por neones. El sitio tenía un aspecto futurista, vivamente contrastado contra lo que se habían esperado al ver el edificio desde fuera. En el pasillo los esperaban dos personas: una de ellas era el doctor en arte Edgar Feelgood. El otro el técnico de sistemas Lucius Davilla.

- Hola. Soy el doctor Davila y éste es el doctor Feelgood. Imagino que ustedes son los señores Knight, Szorowsky y Brotzman ¿no? - consultaba un modelo de holotablet de primera generación, un dipositivo que hasta el momento todo el mundo consideraba un concepto más que una realidad. Moviendo su dedo las letras que flotaban en el aire mostraron un complejo plano del edificio que se amplió ante los visitantes - Bienvenidos a Eliza in Maze. No se dejen impresionar por el despliegue tecnológico. Estamos unos cuantos años por delante de lo que se sabe en el exterior. Al principio es flipante pero pronto te acostumbras. Y nada es comparable a lo que van a probar ustedes. Victoriana es nuestra joya de la corona.

Hizo una señal a los dos guardias que todavía estaban tras los visitantes:

- Es una simple cuestión de rutina pero tienen que cachearles para asegurarse de que no tienen dispositivos de grabación o cualquier dispositivo que almacene datos. Por supuesto deberán dejar aquí sus móviles y cualquier otro gadget tecnológico. No se preocupen: cuando se vayan considerarán todo lo que tienen meros juguetes, pero se los devolveremos igualmente.

El tipo sonreía en todo momento intentando ser amable.

Chris venía comiendo un yogur de limón de medio litro, de modo que se metió la cucharilla en la boca para darle un apretón de manos al tal Davila. -No shabe cuanto me alegro de hablar con alguien, aquí mish colegash she han pashado todo el rato calladosh ¿shabe? Reshpecto a equiposh de grabación, lo único de lo que traigo que podría usharse para esho sherían mi móvil o mi ordenador. 

Con la mano libre se descolgó la mochila y la abrió. De ella sacó una especie de maletín de seguridad que a su vez también abrió. Estaba vacío -Esh un maletín de sheguridad de disheño propio, que no shon losh únicosh con shecretosh ¿shabe? Shi le da el vishto bueno meteré mi ordenador y mi móvil dentro y she lo dejaré en cushtodia. El reshto son efectosh pershonalesh. Mi madre me decía que no viajara nunca shin un cambio de muda y una toalla, por shi acasho...

Efectivamente, en la mochila solo había un ordenador portátil de diseño algo extravagante con una especie de caja acoplada a la tapa y un neceser con ropa y productos de aseo personal, un botiquín y una toalla. El resto eran cargadores para el ordenador y el móvil, unas cuantas chucherías y chocolatinas, un cuaderno una pluma, unos lápices un sacapuntas y una caja de preservativos.

Al ver la cara del tal Davila cuando se encontró con los preservativos sonrió de oreja a oreja y se encogió de hombros. -Nunca she shabe...

Edgar tardó unos segundos en contestar, tras la presentación de su compañero. Estaba demasiado ocupado repasando los perfiles de cada uno de los recién llegados.

—Por lo que veo, señor Knight —comentó recolocándose las gafas mientras miraba con interés el maletín —, su expediente es impresionante. Será gratificante trabajar con alguien tan cualificado como usted. Bienvenido.

Sus ojos se pasearon brevemente por los otros dos participantes, estudiándolos de arriba a abajo mientras revisaba constantemente su holotablet. La tensión entre ambos podía cortarse con un cuchillo, y eso era algo que no se le había escapado al doctor.

—Y usted es el señor Szorowski, ¿no? Shalom. Veo que ambos estamos asignados como supervisores del proyecto, estupendo. He recibido buenas referencias de su superior —dijo, intentando componer una sonrisa cordial —. Y saludos a usted también, señor Brotzman. Espero que se encuentre cómodo en nuestras instalaciones.

Resultaba evidente que el doctor Feelgood tenía experiencia dando conferencias. No porque fuese especialmente elocuente, sino porque parecía enamorado del sonido de su propia voz. No obstante, había logrado ser bastante agradable hasta que subrayó sus palabras con su ronquido habitual —algo asó como un "¡GNARF!"—. Era algo que hacía de vez en cuando, aunque no tuviese ningún tipo de enfermedad respiratoria. Era un gruñido que soltaba sorbiendo por la nariz de manera exagerada, llegando a sonar como un jabalí congestionado.

—Como ha dicho mi compañero, el señor Davila, yo soy el doctor Edgar Feelgood, encantado. 

Lo que Knight había interpretado como una silenciosa mirada inquietante eran en realidad los restos del leve calmante que le habían inyectado en el Instituto Reinhard, la institución mental en la que llevaba ingresado las últimas semanas y donde los médicos le estaban valorando positivamente.

Una vez descendieron, se dedicó a pasear la mirada por todo cuanto le rodeaba, como si la más mínima cosa le maravillase como un niño recién llegado a Disney World.

- Encantado. - respondió cuando Davila les presentó, sonriendo afablemente.

Pero se tensó al escuchar que les iban a cachear y, de forma rutinaria, se levantó los brazos y colocó las palmas contra la pared, separando ligeramente las piernas. Solo esperaba que esta vez no le hicieran colocarse de cuclillas y toser...

El agente Szorowski no estaba para nada cómodo con todo aquello. Ya había dejado más que clara su postura ante sus superior pero, aún a pesar de que finalmente había decidido acceder a participar en aquel experimento, no por ello estaba más convencido de su utilidad o conveniencia. Y todo ello se notaba en su rostro, enjuto y preocupado. Al bajar del helicóptero respiró el aroma salino que envolvía aquel islote y ni con esas logró sentirse algo menos agobiado. Tenía a menos de un metro a Todd Brotzman, nada menos. El alfa y el omega de todos sus quebraderos de cabeza. Una persona cuya muerte haría de este mundo un lugar mejor. Sólo era de esperar que aquel chisme que fuesen a probar le lobotomizase el cerebro y acabase babeando en una celda acolchada. Una pequeña... muy pequeña...

- Señor Dávila... señor Feelgood... - Jacob saludó amablemente a los otros estrechándoles sus manos con firmeza. - Shalom... - respondió al saludo yiddish con una sonrisa que escapó traidora de su boca armada de un rictus de incomodidad. - No se preocupe por el señor Brotzman. No repare en si está bien o no... si está cómodo o no... si está nervioso o no... La alternativa es la cárcel así que tanto da su opinión.

Jacob abrió su pequeña mochila de la que extrajo los aparatos electrónicos que había preparado sin reparar en que, efectivamente, lo más probable sería que vetasen su uso: teléfono móvil, tablet e incluso un pequeño notebook. En un gesto automático extrajo también de debajo de su brazo izquierdo, cubierta por la americana de su traje negro, su arma reglamentaria. Comprobó que el seguro estuviese puesto y luego la ofreció también a Dávila.

- ¿Qué hay de esto...? ¿También debo dejarla aquí?

- Sí, por supuesto.- dijo Davila dejando que los guardias se hicieran cargo del arma - En las instalaciones no la necesitará.

Una vez todos los dispositivos fueron entregados y los visitantes debidamente cacheados la comitiva avanzó por el pasillo sin la compañía de los guardias, que parecían haber cumplido su cometido.

- Lo que están a punto de experimentar es el culmen de la tecnología actual. Eliza in Maze es algo más que la unión de dos empresas, cada una de las cuales va a décadas de distancia de sus competidoras. Significa la unión de dos genios como lo son el doctor Zimmer y la doctora Mizarelli. Es como si Nicholas Tesla y Albert Einsten hubieran trabajado juntos en un proyecto común.

Se detuvo un momento ante una puerta cerrada, exactamente igual que todas las que había en aquel pasillo. Con un gesto exageradamente dramático mantuvo el pomo de la misma en la mano mientras anunciaba:

- Esta puerta abre las puertas al futuro. Un futuro en el cual la gente no necesitará viajar para ver las maravillas del mundo, donde dará igual donde esté ubicada nuestra vivienda porque tendremos una puerta a otros mundos, imaginados o reales, donde podremos satisfacer todas nuestras necesidades. Donde las simulaciones podrán ayudar a empresas a replicar entornos y entrenamientos que de otra manera serían imposibles o tan costosos que se harían inviables. Donde se podrán aplicar terapias de revisión y buscar curas para males que hasta ahora pensábamos que eran imposibles de cuantificar.- al decir esto miró direcamente a Brotzman - Están a punto de entrar al futuro.

Y tras decir esto abrió la puerta hacia la sala contigua.

La sala contigua resultó ser un lugar enorme repleto de pantallas transparentes sobre las que se reflejaban hileras de datos e información, con terminales futuristas que parecían salidos de una película de ciencia ficción. Del techo, ubicado a casi cuatro metros de altura, pendían diversos dispositivos con formas ovoidales enganchados por cables y estructuras de metal, como una enorme telaraña alrededor de un colosal nucleo central de forma circular que recordaba a una cápsula espacial. Sobre la superficie de dicha cápsula había media docena de sillones a los que llegaba todo el cableado del lugar.

Trabajaban en aquella quimera futurista al menos una docenta de técnicos, todos ataviados con sus batas blancas al igual que Felgood y Davila. Algunos portaban unas lentes que parecían similares a las que usaría un soldador en una fundición, sólo que proyectaban datos y luces frente su rostro.

Había tres personas que no llevaban batas. Uno era un hombre de unos sesenta años, entrado en carnes, vestido con unos pantalones de pinzas negros y una camisa del mismo color. Observaba una de las pantallas con mirada inquisitiva, pero al ver a los recién llegados se giró sonriente para darles la bienvenida. Tras él iba un hombre joven, de unos treinta años, vestido con un impecable traje, también negro, de corte de sastre. Una mujer vestida con un traje azul, elegante, completaba el trío de bienvenida.

- Bienvenidos. Mi nombre es Basil Zimmer.- dijo el hombre de negro estrechando las manos de los recién llegados - Soy el co-director de toda esta locura.

Aunque el hombre se comportaba con una familiaridad campechana estaban frente a uno de los mayores genios del planeta. Basil Zimmer había realizado los avances mundiales más importantes en el campo de las IAs. Era el hombre que había diseñado 'Leviatán', el sistema informático que gestionaba la urbe de Tokyo sin necesidad de intervención humana, cuya tecnología era capaz de aprender nuevos sistemas y autorepararse sin necesidad de la intervención humana.

- Seguramente les sonarámi socia y también co-directora la doctora Emilly Mizarelli.

La mujer asintió con una sonrisa amable. También ella tenía un curriculum impresionante, basado en el desarrollo de tecnología para la creación de Realidades Alternativas, como le gustaba a ella llamarlas. Sus desarrollos se habían usado en tareas tan diversas como el entrenamiento de cuerpos de seguridad de élite, astronautas o desarrollo de ciudades virtuales completas para el estudio de la estructura y el crecimiento sostenible. Uno de sus logros más importantes había sido el desarrollo de un sistema llamado Alma, capaz de trasladar la consciencia de su usuario a un entorno digital donde se podía relacionar con los cinco sentidos: tacto, olfato, oído, vista e incluso gusto.

- Y aunque no sea socio nuestro no podemos negar que la labor del señor Lockart es imprescindible para nuestros objetivos ya que él se encarga de dirigir el consejo financiero que nos aporta el dinero necesario para convertir los sueños en realidad.

La verdad es que el hecho de que sus colegas hubieran recuperado el habla tras bajarse del helicóptero le perturbaba. Una cosa era hablar poco y otra no abrir el pico en todo el viaje. ¿Tendrían miedo a volar? ¿Serían unos tipos estirados? La alegría de la huerta no eran, la verdad. ​Además, el tal Brotzman, o como se llamara, parecía tener experiencia en eso de que le cachearan y el tal Szorowski insinuaba que era o probar aquello o el talego... ¿Pero quién no querría probar este trasto por voluntad propia? Y ¿Como se divertirían? ¿Qué pintaban allí? ¿La rubia del rincón estaría soltera? ¿Eso que se le acababa de ocurrir era una solución a las ecuaciones de Alcubierre que reducía en un orden de magnitud el requerimiento de energía para crear el campo negativo? Y los más importante de todo: ¿Habría una máquina de chucherías a mano? Le apetecía una chocolatina... ¡Oh! ¡La mochila!... Comenzó a revolver en la mochila hasta que sacó una tableta de chocolate. 

Mientras pensaba en todo eso, les hicieron pasar a una especie de sala de control y Zimmer se giró muy teatralmente para hacer su presentación.

Chris le echó un ojo al despliegue de tecnología tras saludar con un cabeceo a los jefazos de aquello. -Muy interesante el garito que tienen aquí montado, mis felicitaciones. Seguro que no tienen ninguna respuesta al montón de preguntas que tengo, así que... ¿Cuando empezamos? Yo me muero de ganas de probar el videojuego este y mis colegas seguro que también.- se giro a sus compañeros de viaje -¿Eh? ¿A que se mueren de ganas de probarlo?- Luego se giró a la rubia del rincón -Señorita, no me diga que no se muere por probarlo, ¿eh?- le tendió la tableta -¿Chocolate? Por cierto soy Chris, Chris Knight...

Las pantallas estaban llenas de chequeos y controles, lo cual no sorprendió demasiado a Chris. Ninguno de los datos mostrados eran fragmentos reales de código fuente sino volcados de pilas de datos. Por muy alta que fuera su capacidad como programador era complicado hacerse una idea de todo lo que se mostraba allí sin haber estudiado antes las especificaciones del proyecto. Aún así por el número de indicadores que se estaban poniendo en 'ready' estaba claro que el sistema se estaba inicializando.

La mujer a la que ofreció su chocolatina lo sacó del ensimismamiento:

- ¿Encuentra interesante la información que ve, señor Knigth? El código fuente está escrito en Kimera. Estoy seguro de que conoce el lenguaje que mi empresa diseñó específicamente para la creación de entornos virtuales. Por supuesto el señor Zimmer lo ha enriquecido y mejorado para incluir las IAs dentro del proyecto final. En este momento estamos realizando los últimos chequeos antes de conectarle a... nuestro videojuego.- concluyó con una sonrisa.

Todd siguió a su guía tranquilamente por el pasillo hasta el momento del gesto teatral frente a la puerta, momento en el que el apacible hombre abrió los ojos enormemente.

¿Y si detrás de la puerta está la verdad?

Pero no, solo era el futuro...

Todd dejó caer los hombros y el ritmo de sus pasos dejaba claro que aquello era una decepción para él.

Seguía mirando todo, por supuesto. Cables, luces, palabras raras... todo era algo llamativo para él, más acostumbrado a entornos rurales.

- Encantado. - respondió al mandamás cuando les dio la bienvenida.

Iba a decir algo más cuando aquel rubiales tragaldabas comenzó a hablar de gente muriéndose y Todd miró a Szorowski, conteniendo el impulso de levantar las manos y decir que él no había sido.

El agente no se separó de Brotzman ni un segundo. En cualquier momento se le podía pasar por esa cabeza suya tan llena de mierda la tontería de pasarse de la raya, salir corriendo o atacar a cualquiera. Al menos así lo pensaba Szorowski quien tenía motivos más que suficientes para prever una respuesta de ese tipo. Sin embargo él, Brotzman parecía tranquilo. Parecía como un turista en un museo no demasiado interesante. ¿Acaso no estaba de acuerdo en formar parte de aquel supuesto experimento? Era una opción que el agente no se había parado a pensar. Ya no tanto el hecho de que aquello le llegase al reo como un castigo por su comportamiento en prisión ya que sabía que, más bien al contrario, evolucionaba favorablemente a tenor de lo que los terapeutas que le trataban dejaban reflejado en sus informes... pero sí a algo mucho más simple y sutil. Que no fuese de su agrado aquel juego mental. Que Brotzman no creyese en aquella posible terapia... ¡incuso que no quisiese de ningún modo "recuperarse"! 

- Discúlpeme... - intervino Jacob a la perorata técnica que sucedía a su alrededor. - Verá... es que a pesar de que he leído la poca documentación que han reportado al FBI, a estas alturas sigo sin entender las posibles aplicaciones terapéuticas de este... dispositivo. Hablaban antes de alzheimer y otras patologías de corte psicológico. Bien, la pregunta es ¿cómo?

Un ojo se posó brevemente en Brotzman. ¿Era posible rehabilitar a alguien así? ¿Aún sin la colaboración del sujeto?

Fue la doctora Mizarelli quien contestó:

- Una vez se conecten a Victoriana su consciencia se mezclará con el sistema. A veces se utiliza el término 'traslado' pero eso no es del todo correcto. La consciencia no es algo que se pueda mover de un sitio para otro como un líquido cambiando de contenedor. Pero sí que se puede replicar y dicha réplica puede ser 'controlada' por la consciencia original. En el momento en que se conecta al sistema podemos establecer patrones y registros. Piensen en una radiografía de la mente si quieren simplificar el asunto. En este caso al interactuar el sujeto con una realidad totalmente tangible podemos procesar las reacciones y almacenar dichos patrones para comparativas posteriores. Podríamos estudiar por qué una persona con alzheimer sufre pérdidas de memoria o el motivo por el que un paciente que ha tenido brotes psicóticos sufre alteraciones en su conducta. Es más: podríamos incluso trasladar ciertos patrones a una IA local para realizar pruebas clínicas dentro de la Realidad Virtual ¡sin dañar al paciente original en el proceso! Es un...

El hombre del traje interrumpió el emocionado discurso de la doctora:

- Quisiera dejar claro que nuestros contratos garantizan la total confidencialidad de lo tratado dentro de Victoriana. En ningún caso Eliza in Maze puede tomar decisiones que afecten a la conciencia copiada sin el pleno consentimiento del portador original o, en este caso, - dijo mirando a Brotzman - del Estado de Nueva York, que es quien ejerce la tutela, previo consentimiento del señor Brotzman. Es tarea de los doctores Zimmer y Mizarelli desvelar para nosotros un mundo futuro mejor pero yo debo ser más prosaico y asegurarme de que comprenden las connotaciones legales de todo lo que sucede en esta sala y, por extensión, en el interior de Victoriana.
 

Edgar tecleaba a toda prisa sobre su holotablet, tomando apuntes de todo cuanto se decía en la sala. Evidentemente, ya había sido informado de todo aquello, pero le interesaba ver cómo interactuaban los recién llegados.
Él estaba menos interesado en las aplicaciones en el campo de la medicina. El proyecto Victoriana supondría un avance para la pedagogía como nunca antes de había visto. Podía imaginarse a cientos de estudiantes, visitantes en museos y aficionados al turismo cultural. Ni siquiera se molestaba en disimular el orgullo que le provocaba el poder formar parte de aquel experimento.

—Ah, pero imagínense, caballeros —comenzó a decir, visiblemente emocionado —. Somos unos pioneros. Véanse a ustedes mismos como los nuevos Neil Armstrong, pues van a experimentar lo más parecido a la máquina del tiempo que se haya inventado nunca. A excepción de aquellas creadas en la ciencia ficción, por supuesto. ¡Gnarf!

Chris puso los ojos en blanco -Blablablabla, traducción: te escanean el cerebro, copian tu mente y meten la copia en la máquina,- señaló a las pantallas -luego te envían los estímulos que tu copia percibe dentro de la simulación. Para ti es como si lo vivieras en primera persona pero en realidad es un juego en tercera persona.- señaló al "realista" -Aquí el picapleitos dice que ellos no dirán nada a nadie si decides hacértelo con un caballo dentro de la simulación y que tú controlas en todo momento lo que respecta a la copia. Apunte ahí: no quiero interacciones con mi mente más allá de las experiencias que viva en la simulación, nada de echarle un ojo a escondidas a lo que pienso o a como funciona mi lóbulo frontal. Y en cuanto salga quiero que borren mi copia.- miró a los dos científicos -No se lo tomen a mal pero mi mente es demasiado guay como para ir dejando copias por ahí olvidadas...- se centró en la doctora -¿Seguro que no quiere chocolate doctora?- y finalmente se giró a todos los presentes -Bueno, ¿cuando empezamos? No sé ustedes pero yo tengo una fiesta pendiente en el departamento de física aplicada de Columbia...- se giró a la doctora -y si le apetece está invitada, viene una que conozco que hace helado de vodka con nitrógeno líquido... Pero no se traiga al abogado, ¿Vale?

Zimmer no pudo reprimir una carcajada ante el comentario de Knight:

- ¡Que ocurrencia! ¡Poder hurgar en su mente! Me temo que pese a que nuestra tecnología está a décadas de ventaja de lo que conoce - y recalcó esas dos últimas palabras - no llegamos tan lejos. Es como pensar que por el mero hecho de diseccionar un ratón podemos comprender como funcionan todo su organismo. Y no, tampoco podemos 'tomar control' del visitante. De hecho... ahí es donde todo se complica si no se siguen las reglas. Siempre he dicho que la informática no dista tanto de la magia y que todo conjuro tiene sus reglas.

El hombre se aproximó a uno de los sillones, acariciando el futurista respaldo:

- Al sentarse aquí les conectaremos una serie de dispositivos y les induciremos un sueño controlado. Cuando se despierten estarán dentro. Es la manera de poder 'cambiar de realidad'. Intentar hacerlo de otra forma provoca perturbaciones incómodas. Cuando necesiten salir de Victoriana deberán hacer lo mismo: dormirse. Y podrán salir igual que entraron, de forma que su cerebro tenga una manera 'lógica' de procesar lo que ocurre. Pero como le digo no podemos tomar control de las funciones de un visitante. Por ello hemos dispuesto que en su lugar de 'despertar' cuenten con unos frascos de cloroformo entre sus posesiones. Si en algún momento se ven desbordados por la situación simplemente deben llevarse el cloroformo en un pañuelo a la cara y nosotros los extraeremos sin problema. De cualquier forma pueden estar tranquilos. La peor situación que se puede dar en Victoriana es que mueran a causa de algún accidente. Y aunque la sensación es algo más traumática no revierte tampoco peligro para el visitante. La muerte induce a un estado de incosnciencia desde el cual podemos restaurarlos. Por desgracia hemos comprobado que ese tipo de salida es bastante más dolorosa para el cerebro y provoca secuelas temporales de pánico, desorientación... en tres palabras: no es recomendable.

- Aunque Victoriana es totalmente segura no está exenta de riesgos y complicaciones. - intervino Mizarelli - Toda recreación virtual juega con nuestra mente y por lo tanto debemos tener un cuidado extremo. Es por eso que se debe guardar la coherencia completa en la física y lógica del lugar. Nuestros intentos de recrear escenarios fantásticos han sido problemáticos. La mente humana no está acostumbrada a volar, o a teleportarse... los sujetos con los que hemos experimentado han sufrido casos de desorientación temporal al salir de la simulación. Por eso Victoriana respeta todos los protocolos de una realidad conocida. Deben tener en cuenta que aunque nosotros podremos monitorizar en todo momento su posición e incluso estado, como si tuviéramos una cámara global de un gran show televisivo, no podemos interactuar directamente con ustedes. Existen unos puntos seguros donde podrán comunicarse con nosotros, pero son escasos pues la comunicación bidireccional implica alterar el entorno. Desde aquí podemos modificar la realidad en la que se encuentran pero hacerlo es infinitamente costoso en términos de computación, y nunca exento de fallos. Ya sabe - dice mirando a Knight - no toque el código el caliente. Así que recuerden: nosotros podemos verles y oirles en todo momento, pero en principio para poder escucharnos a nosotros deben acudir a esos puntos seguros.

- Entonces... - volvió a interrumpir Jacob. - Podemos decir que a pesar de que la experiencia es, como ha dicho el señor Knight, "en tercera persona" la información... la experiencia funciona en las dos direcciones. ¿Es así? Quiero decir... lo que el sujeto experimenta, vive, aprende dentro de Victoriana... se traslada de vuelta a su consciencia "real" cuando se hace el volcado en sentido inverso; esto es, de la máquina a la persona. ¿Sí...?

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del agente. Quizá resultaba evidente para los demás la conclusión a la que él mismo acababa de llegar pero de pronto vio un mundo de posibilidades a su alcance.

- Claro... si alguien experimenta una muerte en Victoriana por ahogamiento esto podría devenir en una patología de hidrofobia en la realidad. De igual modo... un torturador podría encontrar empatía con las víctimas si a él se le sometiese a ese mismo trato dentro de la simulación. Sin daño físico pero... ¿qué hay del daño emocional... psicológico? Ese es bien "real" dentro de la máquina, ¿no es así?