Partida Rol por web

Julia asiente ante la oferta de Cordelia sin que su sonrisa se vea perturbada lo más mínimo. Sin embargo, la rapidez con la que acepta el lugar de reunión parece indicar que se siente aliviada de que sea allí. O tal vez de no haber tenido que ofrecer su refugio. 

Su mirada se dirige a los neonatos. - Tal vez deberíais intercambiar números de teléfono todos para estar en contacto. Podríais hacer un grupo de whatsapp por si alguien se pierde. - Finalmente mira a Óscar y le dedica una sonrisa cálida. - Y así te podrían mandar la localización del sitio. No es que no te hayas enterado, es que no lo hemos dicho todavía. - Bromea, con una risita que sacude sus bucles rubios. 

Luego mira a Ricardo y a Fernando y parece vacilar durante un instante, como si estuviese a punto de decir algo para finalmente arrepentirse. Sus ojos se detienen en Cordelia y asiente levemente con la cabeza. - Perfecto. Pues nos vemos allí mañana entonces. - Afirma tras un par de segundos, dejando claro que ella piensa asistir.

- Es en la calle Padre Llanos. - Interviene Cordelia entonces, mirando a Óscar, pero incluyendo a todos en sus palabras. - El número doscientos sesenta. Y mi teléfono es seis, cinco, dos, dos, cero, siete, ocho, siete, nueve. - Lo dice despacio, por si alguno quiere apuntarlo. 

Después mira a Julia y asiente animosamente. - Claro. Nos vemos allí mañana. Aunque nosotros nos quedaremos un rato más, ¿no? - Pregunta, echando un vistazo a Luis y Elisa, abriendo los ojos con expresión esperanzada y esperando su opinión. 

Sonia hace una mueca con la boca y niega con la cabeza, con expresión un tanto desolada. - Yo no tengo teléfono móvil ahora mismo. Pero estaré allí. - Asegura mientras se encoge de hombros. - Y ya trataré de conseguir uno de alguna manera... 

Cuando los ojos de Julia se posan sobre Ricardo él le dedica una mirada seria a la rubia, que parece estar cargada de significado.

Y en cuanto ella y Cordelia terminan de hablar se gira un poco para dirigirse a Nuria. - Terminemos con esta tortura de una maldita vez. Dales tu número o lo que te dé la gana y vámonos. No puedo aguantar toda esta mierda de hipocresía ni un instante más. - Como para remarcar sus palabras sus ojos recorren el lugar hasta detenerse sobre Fernando y sus labios dibujan una media sonrisa que en lugar de resultar amistosa le da un aire peligroso.

Al escuchar la respuesta de Francisco a sus palabras, Laura mueve un tanto la cabeza, como si lo estuviese mirando de otra forma, y un pequeño brillo -¿de orgullo tal vez?- pasa por sus ojos. La mujer asiente levemente y en sus labios se dibuja una sonrisa, pequeña y breve, pero que suaviza su expresión durante un instante. 

- De acuerdo. - Es lo único que dice hacia su chiquillo antes de recuperar la neutralidad y seriedad de su rostro.

Tengo que contener una sonrisa al escuchara a Ricardo. Aunque me joda admitirlo, esta vez tiene razón. Saco mi móvil, y apunto el número de Cordelia- Voy a hacer una llamada perdida. Así tendrá guardado mi número, y si mañana tengo que llamar sabrá quien soy- digo, encontrando necesaria la explicación. No quiero que se piense que soy una novata desesperada por engrosar mi agenda.

Tampoco quiero decir mi número en alto. La emo petarda fijo que se lo apunta y luego me da el coñazo. Así que doy por concluida mi intervención, y miro a Ricardo, haciendo rodar las pupilas como él lo haría, completamente a propósito- ¿Nos vamos?

Escucho atento a las conclusiones que se sacan sobre la manera de quedar. Asiento y voy sacando el móvil tranquilamente. Con él en la mano miro a los presentes. Parece que Nuria se me ha adelantado y que no va a cantar su número. Bueno, si hace falta se lo podría pedir a Cordelia. No voy a meter en un grupo a alguien que no lo quiere. Eso molesta a cualquier ser.

- Si os parece lo voy haciendo y tal... - Digo mientras tecleo y creo un grupo. Se llamará... Joder, debe ser algo discreto. Puede verse cómo dudo unos segundos hasta que finalmente tecleo. Venga, "Trabajo", y a tomar por culo. Ya se cambiará. Con la cabeza aún fija en el teléfono empiezo a anotar el número de Cordelia. - Lo tengo. - Anuncio y le sonrío. Aclaro mi voz antes de continuar. - El mío es seis, seis, seis, cinco, cero, cero, dos, uno, ocho. - No sé si alguien lo va a anotar o no, pero que no sea por transparencia. - A medida que digáis os meto y ya está.

Tomar algo de iniciativa en esto me gusta más de lo que esperaba. Quizás me recuerde a otra época, en la que andaba con un grupo de gente amplio y con gustos similares. De todos modos, no olvido que lo que nos une es nuestro escaso tiempo como vástagos y la orden del Príncipe. Dejo mis pensamientos de lado y me dirijo a Sonia. - Seguro que mañana tienes uno. No creo que pase nada en un día. - Le digo para animarla. La verdad es que es raro no contar con un móvil. 

Con la intervención de Ricardo no puedo evitar fruncir un poco el ceño, aunque sin mirarle a él, sino al teléfono. Compadezco un poco a Nuria, ya que antes la noté algo preocupada por su sire y los rumores. No sé si serán ciertos, pero es un borde. 

Fuerzo una sonrisa cuando Cordelia me mira insistentemente después de dar su número de teléfono.

—Yo no tengo actualmente teléfono, pero me podéis localizar a través de Cordelia por el momento —digo. Eso me hace recordar la vida que he dejado atrás. Con mi teléfono de móvil se ha ido el fijo, la casa y... todo lo demás. Se me hace un extraño nudo en la garganta y bajo la mirada. Me llevo una mano sutilmente al escote de mi vestido, intentando no dejar muy claro mi nerviosismo con probablemente muy poco éxito.

Padre Llanos doscientos setenta, Padre Llanos doscientos setenta, Padre Llanos doscientos setenta... Se repitió Óscar tres veces para asegurarse de no olvidarlo. Acto seguido, cuando todos empezaron a dar sus números él se metió las manos en los bolsillos y miró hacia otro lado. Aquello no iba con él, eso estaba claro. Por un momento se planteó inventarse un número cualquiera sólo para no parecer menos que los demás. De todas formas nadie iba a llamarle. Sin embargo, cuando la chica de piel oscura y la señora dijeron que ellas tampoco tenían teléfono abandonó ese plan, un poco más satisfecho.

A Óscar le sorprendió la facilidad con la que Eric pensaba que se conseguían teléfonos. Quizá conocía algún modo del que él no sabía. En cualquier caso el Gangrel simplemente esperó un poco nervioso a que todos terminaran para poder marcharse de allí. No quería ser el primero en abandonar la sala, pero se moría de ganas por volver a su taller y estar a solas.

Francisco no mostraba ninguna expresión en su rostro, solo mantenía la postura tal y como hacían el resto de sus compañeros. Inmóviles, fríos y callados. Pensó que quizá era la mejor manera de sobrellevar la carga que lo distanciaba del resto, que de esa forma sufriría menos. Pero a diferencia de las personas que lo acompañaban el se aislaba por necesidad, en cambio a Francisco le parecía que los otros lo hacían con gusto. ¿Me volveré tan desgraciado como ellos?, se repetía a si mismo una y otra vez desde que lo abrazaron.

No prestó demasiada atención a Laura, y continuó escuchando al resto de cainitas desde la seguridad de su posición, junto a su clan. Casi sin despegar la mirada de estos deslizó su mano hasta el bolsillo y sacó un teléfono en el que anotar los números que iban diciendo uno a uno. Ver la agenda de su nuevo teléfono sin apenas ningún teléfono le hizo reaccionar y recordar las muchas libertades de las que se le había privado. Le hubiera gustado reclamar lo que un día fue suyo, pero... Laura, al final todo era culpa de Laura.

Nadie ha mencionado nada, pensó Fran recordando los instantes posteriores a la presentación frente al príncipe.

Pese a todo aquello la reunión había cumplido su función, Francisco se había presentado y sabía que lo hizo muy bien. Quizá no fuera nadie en la jerarquía vampírica pero es posible que otros pudieran verlo con mejores ojos en un futuro. Ahora solo le faltaba poder hablar con Laura acerca de la voz que resonó en su mente.

Le jodía no saber como formular las preguntas adecuadas, tenía que escogerlas bien si quería obtener respuestas de Laura.

Desde luego no me esperaba que nadie fuera a decir su número. La situación me deja algo cortado ante la negativa del grupo. Una buena idea cae en saco roto. Me encojo de hombros y guardo el móvil, porque la única que queda por pronunciarse es Silvia, y si tiene algún interés ya habrá cogido ella mi número. Quien no decía no tener teléfono desde luego se mostraba más apático que antes. Debería ponerme en su situación, a lo mejor yo también me mostraría más desconfiado.

Una vez tengo las manos libres las guardo en los bolsillos miro a mi sire de lado con una sonrisa algo forzada durante algunos segundos. 

Ricardo asiente a las palabras de Nuria y tras intercambiar una mirada con Julia que parece cargada de significado se gira y empieza a caminar hacia la salida sin molestarse en despedirse y dando por hecho que su chiquilla lo seguirá. 

Elisa se queda mirando un instante la espalda de Ricardo cuando se empieza a alejar y después se gira hacia el grupo. 

- Nosotros también nos vamos. Espero que disfruten de la noche. - Con un pequeño gesto roza el ala de su sombrero con la punta de los dedos a modo de despedida y dedica una mirada a Óscar.

- Vámonos, anda. - Le dice al muchacho antes de darse la vuelta para marcharse también. El gato, que había permanecido junto a sus piernas sentado, con las orejas en punta y los ojillos mirando a su alrededor alerta, se pone en marcha también junto a ella, caminando al mismo paso que la mujer y entrelazándose entre sus piernas.

Sonia se balancea nerviosa sobre sus pies y finalmente deja su copa en la bandeja de uno de los ghouls que pasan por allí sin apenas haber probado más de un pequeño sorbo. 

- Yo... Yo también me voy. T-trataré de conseguir un teléfono. - Explica, mirando a Eric brevemente. - Nos vemos mañana entonces, no faltaré. 

Su mirada se dirige a su sire y la muchacha parece dudar durante un par de segundos antes de terminar por darse la vuelta y marcharse también. 

La pequeña reunión que habéis mantenido parece disolverse. Nuria y Ricardo se alejan primero y Óscar y su sire no tardan en seguirlos. Sonia es la siguiente. 

Fernando dedica una sonrisa radiante a los que todavía estáis allí y finalmente sus ojos se detienen en Julia. - Silvia no faltará a esa reunión, pero me temo que yo no podré asistir. Tengo asuntos que resolver mañana. Buscaré alguien que la acompañe en mi lugar. - Entonces hace un pequeño gesto cortés con la mano hacia sus acompañantes. 

- Ha sido un placer, pero he estado un tiempo ausente del país y me gustaría saludar a otras personas y presentarles a mi chiquilla. Si nos disculpáis... - Hace una señal a Silvia y ambos se alejan en dirección al lugar donde el Senescal parece mantener una tranquila conversación con una de las mujeres de la Primogenitura. 

- Claro. - Responde Julia a Fernando sin que el aparente fracaso de su sugerencia de crear una comunicación permanente entre los recién presentados parezca haber disminuido su sonrisa lo más mínimo. - Pasad una buena noche. 

Mira a su chiquillo y su sonrisa se amplía. - No te preocupes, Eric. Ya tendréis tiempo para congeniar. - Dice, tratando de animarlo y rozando su mano con la punta de sus dedos. - A mí también me gustaría presentarte a algunas personas. 

Sus ojos se dirigen a Cordelia y se dirige a ella con familiaridad. - ¿Hablamos después?

Cordelia asiente, sin perder su expresión animada y entonces mira hacia Elisa y Luis. - ¿Y qué queréis hacer ahora? ¿Vamos a presentarle a Elisa a más gente? ¡Podríamos presentarle al Sheriff! - Exclama con una expresión completamente optimista y sin esperar respuesta sus ojos empiezan a recorrer la sala, como buscando gente a la que presentarle a su chiquilla.

Sin embargo, Luis se vuelve hacia Elisa, mientras Cordelia escruta el lugar con ojos brillantes. Su mirada tranquila se posa sobre la de la mujer transmitiéndole calma y su voz es suave cuando habla. - Si estás cansada no es necesario que nos quedemos más. Ya has cumplido todo lo que debías hacer esta noche. Podemos marcharnos en cuanto quieras. 

Sigues a Ricardo hacia la salida y tienes que apresurarte para seguir su paso. No sabes qué ha sucedido en el despacho del Príncipe, pero por lo que has aprendido a conocer a tu sire tienes claro que no está para nada satisfecho con ello. Te resulta reveladora su forma de crispar las manos y la manera que tiene de mirar hacia los lados con los ojos entrecerrados, como si estuviese esperando que alguien haga algo que le de una excusa para descargar su frustración. Desde luego no sientes ninguna gana de interponerte en su camino ahora mismo. No hasta que se apacigüe un poco al menos.

Sin embargo, antes de que lleguéis a abandonar la sala vuelves a sentirlo. Una presencia en tu mente y la misma voz femenina y divertida. [color=#7d1935]- ¿Ya te vas? ¿Por qué no me sorprende? [/color]- Una risita resuena en tu cabeza. [color=#7d1935]- Oh, ha sido breve, pero... Revelador. [/color]

Una pausa y después la voz parece ponerse un poco más seria. [color=#7d1935]- ¿No te preguntas por qué estás aquí? ¿O de dónde viene él? Puede que todavía confíes ciegamente, pero... Si no ha llegado el momento en que dudes, llegará pronto. Yo puedo ayudarte a encontrar respuestas. Esas respuestas que nadie te daría. Podrías saber lo que él no está dispuesto a contarte. Lo que pasó entonces... Y tal vez estar preparada para lo que pasará ahora. ¿Quieres?[/color]

Una nueva pausa en la que te preguntas si la voz ha desaparecido, pero tras varios segundos reaparece. [color=#7d1935]- Oh, si no quieres, querrás, te lo aseguro. Aunque para entonces puede que sea tarde. Debemos aprovechar la Luna de Sangre. Tenemos poco tiempo para que te decidas. Si quieres saber más, búscame. Estaré en las celdas de la Catedral, en la parte inacabada. Pero recuerda: sólo quedan dos noches.[/color]

La voz se desvanece, esperas un poco por si vuelve a sonar, pero no sientes la presencia en tu mente, parece haberse disuelto por completo.

Y antes de que te des cuenta el aire frío de la calle golpea tu rostro. La luna sigue bañando la ciudad con ese extraño color rojizo del eclipse y Ricardo camina decidido hacia el deportivo que está aparcado junto al edificio.