Partida Rol por web

- Anda, Rocky... - Empezó Mel, y en ella podía notarse cierto nerviosismo. - Cálmate un poco, por favor. Ni siquiera sabemos de qué se trata, o si es algo importante, o si sólo es una broma de alguien. A lo mejor es una novatada frecuente, así que no vamos a darle mayor importancia hasta que no sepamos más, ¿vale? - Propuso ella. - Verás cómo Elisa nos lo explica y es una tontería.

- ¡Mi churri motera no tiene que explicar nada, Carapez, jojo! - Respondió Rocky casi de inmediato. - ¡Que tú no te empanes es una cosa, pero yo me he enterado de todo, jo! ¿Quieres saber lo que es la Luna de Sangre? Jojojo, jojo, jo. ¡Parece mentira que no te hayas dado cuenta siendo tía, Carapez. ¡Luna de Saaaangre! ¡De Saaaaaaaaaangre, jo! ¿Ni así te enteras, eh? ¡Jojojo! ¡Soy la puta mejor ardilla de la puta historia! ¡Verás cuando se lo explique a la churri motera, jo! ¡Va a morirse de ganas de chuparme otra vez la polla, jo! - Exclamó emocionado. Y es que que aquello no hubiera sucedido nunca no era motivo suficiente para no hablar de ello. - ¡La Luna de Sangre es vuestra puta regla, joder, jojo! - Explicó emocionado, como si hubiera encontrado la clave de un acertijo milenario. - ¡Esa es la puta gracia, jo! ¡Llenarle la puta cara al puto alcalde de vuestra puta Luna de Saaaangre, jo! ¡Ya me lo estoy imaginando, jojojojo! ¡Alcalde, Luna de Sangre para ti, jo! ¡Luna de Saaaaaaaaangre, jo! ¡De Saaaangre! ¡Eh, Carapez, ¿tú cuánto hace que no tienes la puta regla? ¡Jojojo! ¡Porque estás más seca que un higo pasado, jo! ¡Jojojojo!

Sentado en aquella butaca los ojos de Óscar la mirada de Óscar estaba posada en el suelo de delante, abstraída. Aún así se movían de vez en cuando a izquierda y derecha, tal y como lo hacía también su cabeza levemente. Sus labios permanecían apretados, como si estuviera haciendo un gran esfuerzo en ese momento.

- Chicos... - Murmuró antes de callarse de golpe. Sin llegar a decir nada más levantó la mirada, esperando que nadie le hubiera oído.

Tanto Rocky como Mel se tomaron las dos sílabas de Óscar como una petición de silencio que sólo ella respetó. La ardilla, en cambió, se quedó en el intento. Las continuas carcajadas al imaginar al alcalde lleno de sangre proveniente de menstruación de mujer primero y de distintos animales después iba provocando en la ardilla una sucesión de risas mal contenidas que sólo al principio se molestaba en disimular.

- Sí, te comprendo perfectamente- respondo a su primera pregunta, mirando alrededor con cierta desconfianza- Uno no sabe muy bien por dónde van los tiros-me hago también con una copa y le doy un sorbo, haciendo esfuerzos por controlarme y beber despacio.

- Supongo que no es fácil... Para nadie. Cambian muchas cosas y... dejas asuntos importantes atrás. - digo, acordándome de nuevo del día que es, y de lo vacía que debe estar mi casa. Mi sonrisa se vuelve algo amarga, antes de que pueda disimular lo que me apesadumbra pensar en esas cosas- Y te sientes... Muy cerca de perder el control sobre ti mismo. Constantemente...

Quizá esperaba que hubiera más como ella. - pensé cuando me explicó que nadie era como imaginaba. No dije nada más, cuando Sonia agradeció que me hubiera pasado por allí simplemente asentí sin dejar de mirarla a los ojos. Unos ojos azules y enormes. Seguramente fue una mujer muy guapa antes de ser abrazada por un Nosferatu. 

Eché un vistazo al grupo y vi como Eric nos hacía gestos para que fuéramos hacia allí. - Sonia me gustaría presentarte al resto de neonatos. - Hice un gesto con la cabeza hacia ellos y luego me encogí de hombros. - Los acabo de conocer. Con un gesto de mano la invité a seguirme de vuelta al grupo. - Apenas hemos intercambiado algunas palabras pero parecen simpáticos. Al menos la mayoría. 

Silvia y Oscar resultaron ser más "especialitos" que el resto.

Vi como Oscar se acercaba al grupo de nuevo y no pude evitar preguntarme si volvería a escabullirse si me aproximaba. - ¿Vienes? - Fue lo último que le dije a Sonia con un tono que parecía querer retarla a seguirme hasta el resto.

El hombre frunce el ceño preocupado y mira a su alrededor antes de posar su mirada en la de Elisa y volver a hablar, con tono tranquilizador. 

- Tranquila. Todo mejorará. Cordelia va a hablar con el Príncipe y podrás presentarte después. - Acerca una mano a su brazo lentamente, como quien intenta acariciar un pajarito sin asustarlo, y se lo frota con un gesto de ánimo. - No te preocupes, me quedaré contigo hasta que vuelva Cordelia. - Termina, asintiendo despacio con la cabeza antes de volver a mirar alrededor. 

Cuando Luis te mira a los ojos puedes notar cómo sus pupilas se dilatan y contraen al mismo tiempo que tus emociones se atenúan, apaciguándose. Te resulta sencillo perderte en ese mar en calma que son sus ojos azules, del mismo azul que los de Cordelia. La histeria en la que estabas a punto de caer, balanceándote en el borde se diluye un poco y te sientes algo más tranquila a pesar de sentir esa Bestia todavía rebullendo en tu interior de forma cada vez más lejana.

Te das cuenta de que Luis está haciéndote algo para calmarte. Y sabes de sobra que eso está prohibido en el lugar en el que os encontráis. Sin embargo, a simple vista nadie parece haberse percatado de ello, aunque te das cuenta de que el joven con el que Luis estaba hablando enarca suavemente una ceja mirándoos.

El extraño baile que hacen las pupilas de Luis, no sé muy bien cómo ni por qué, logra acallar a esa Bestia que bulle dentro de mí, aterrorizada, histérica con los acontecimientos que me rodean, infinitamente más grandes que yo. Mi cuerpo deja de tensarse y vuelvo a ser la mujer que soy... un triste cuerpo muerto. Es infinitamente más cómodo dejarme llevar. Es más adecuado, puesto que hacer cualquier cosa por mi parte solo acabará en una desgracia. No me queda nada que perder, y sin embargo, aún prefiero aferrarme a los restos que quedan de mí. Y el conformismo me protege.

—Gracias, Luis —le contesto, más relajada. Aún estoy preocupada por lo que puede pasar dada mi falta de respeto involuntaria, pero parece que puedo pensar con algo más de claridad. Me recoloco sutilmente el pelo y cruzo mis brazos, como si quisiera conservar un calor que me falta—. P- perdón por lo de antes. Me he bloqueado. No sé qué me ha pasado. No quiero meteros en problemas, no quiero meterme en más problemas... ¿Estás seguro de que es buena idea que Cordelia vaya sola a hablar con el Príncipe?

La joven sigue la mirada de Francisco hacia Eric y comienza de nuevo un suspiro, que deja a medias por su futilidad. Finalmente asiente con la cabeza. - Claro, vamos. - Dice forzando un tono más alegre de lo que realmente parece sentirse, mientras empieza a caminar junto al tremere hacia Eric, Silvia y Nuria.

Al llegar allí se mantiene un poco apartada, como si temiese que su presencia resultase molesta y hace un pequeño gesto con la mano, saludando con timidez. - Buenas noches. Soy Sonia. - Después se calla, como intentando captar sobre qué hablan Eric y Nuria antes de decir nada más. El desagradable olor a carne quemada la acompaña hasta allí.

Uno de los hombres con aspecto más influyente y de un atractivo extraordinario se acerca a Óscar en cuanto se queda solo y se dirige a él con tono cordial. - Anthony Hill. - Dice, para presentarse. Su voz tiene un levísimo acento, tal vez británico, aunque habla el castellano perfectamente. - Aunque puedes llamarme Tony. - Añade, con una sonrisa radiante.

- Así que eres nuevo en esto, ¿eh? - Continúa, sin que su sonrisa se resienta ni un segundo. - Ya te irás acostumbrando, pero quería darte personalmente la bienvenida a nuestra sociedad. - Su mirada se dirige por un instante hacia alguno de los grupos en los que la gente se está reuniendo y su sonrisa se amplía un poco más, pero enseguida su atención vuelve a posarse en el gangrel. - Y cuéntame... ¿Cómo es que han decidido abrazarte? - Pregunta, sin disimular demasiado que su intención es hacer hablar a Óscar.

El hombre hace una pequeña mueca como respuesta a la pregunta de Elisa. - No estoy seguro de que sea buena idea, pero no puedo impedirlo, sólo les ha convocado a ellos. Aunque como tu mentor me aseguraré de asistir a la entrevista que tengas después para presentarte. - Después sacude la cabeza levemente. - Y no te preocupes, has tenido un lapsus por la tensión, pero lo arreglaremos.

Su mirada recorre el salón y se detiene en el pequeño grupo de neonatos, en Óscar y después en el joven con el que estaba hablando él antes. Finalmente, vuelve a mirar a Elisa. - ¿Quieres conocer a alguien en particular? Tenemos que matar el rato hasta que salga Cordelia y puedo presentarte a quien desees.

- Encantada Sonia, yo soy Nuria-digo, sin estar muy segura de que quiera que le de dos besos. Quizá es reticente a que nos acerquemos a ella estando como está. Reparo entonces en la chica que está al lado de Eric. Me doy cuenta de que he descartado sin querer su saludo, y no puedo evitar que mi cara parezca un poema. Menuda cagada he hecho de entrada- ¡Ay Dios!- me llevo una mano a la frente- Silvia, ¿verdad? Lo siento, de verdad, estoy un poco...Bueno, ya sabes, nerviosa. Como todos hoy. -digo, tendiéndole yo ahora la mano, no porque no quiera darle dos besos, sino porque quizá la otra chica se siente ofendida porque me abstengo de saludarla así a ella también. Y no quiero que se piense que me da asco, aunque tampoco es agradable de ver. 

Puede notarse a Nuria más triste a medida que continuamos la conversación. - Tienes razón. Hay aún cosas por resolver, con la familia y antiguos conocidos. - Continúo con voz cercana. La entiendo. - Poco a poco. Es mejor pensar que las cosas tienden a mejorar, ¿no? Nos acostumbraremos a la sed y nos controlaremos más... - Supongo. Trato de de animarla, sin incluir mis dudas.

Durante unos instantes parezco distraído, buscando con la mirada a mi sire en su camino hacia el Príncipe. También recorro en una rápida visual la sala, depositando durante un instante mis sentidos en los asistentes.

Antes de darme cuenta Francisco apareció con Sonia. Hacen una pareja curiosa. Pienso sin maldad, centrándome en lo pintoresco que podemos resultar el elenco de los neonatos. El aspecto de la Nosferatu es algo perturbador, pero sus ojos y su expresión de miedo o vergüenza son de lo más humanos. - Hola, Sonia. - Saludo tratando de aparentar la mayor normalidad posible, sin saber qué es lo que más le puede doler: forzada normalidad o natural intranquilidad. - Eric, encantado. - Qué cojones, éramos humanos. Me acerco a ella, olvido cualquier información que tenga de su aspecto y le doy dos besos. - Parece que poco a poco nos juntaremos los siete. - Digo en broma señalando con la cabeza a Óscar, que parece haber llamado la atención de un guaperas, y a Elisa, que habla con un tipo que debe ser amigo de Damián. Me quedo mirando durante un instante a estos últimos con curiosidad.

Durante unos instantes mi mirada baila entre los asistentes a la reunión. Sólo es curiosidad por ver dónde anda Cristina. ¿Habrá sido ella la que me habló a la cabeza? No me extrañaría, pero tampoco tiene por qué. Recuerdo que Julia rajó un poco de ella, así que a lo mejor ahora es distinta. Me siento extraño compartiendo sala con ella, a la que creí durante tanto tiempo desaparecida. La curiosidad me mueve aún así a localizarla.

Asiento. Las palabras de Luis se han demostrado ya mil veces más tranquilizadoras que las de Cordelia. Y ahora que ha conseguido apaciguar mi terror, siento cómo algo en mí quiere confiar en él y contarle mis preocupaciones. En mitad de todo esto, en el Elíseo, donde se supone que estoy segura, me siento entre bestias peores que yo, más en peligro casi que fuera; y ahora al mirar a Luis lo miro desde una perspectiva distinta. Es la única persona en la que puedo confiar, al menos desde un punto de vista práctico. Sabe lo que debo hacer y cómo, y es alguien mil veces más asentado de cabeza que mi sire.

Cuando me pregunta si quiero conocer a alguien miro alrededor por reflejo, pero no sabría decir si realmente quiero conocer a nadie. Temo que cuanto más me sumerja en todo esto, más monstruosa pueda volverme.

—N- no sé... A quien a ti te parezca más conveniente —me hago consciente de que he empezado a tutear a Luis, y no sé realmente cuándo ha ocurrido, si ahora o en estas semanas. Me parece recordar que ya lo he hecho antes... ¿Significa esto que estoy acostumbrándome a todo esto? ¿Por qué me da tanto miedo?

—Lo cierto es que todo esto me viene... grande. Nunca he estado en reuniones tan importantes con tanto... peso social. No sé con quién debería relacionarme, o si me propaso, o si me quedo corta.

Muevo la cabeza sin mirarlo a los ojos, evidentemente nerviosa y dubitativa, hasta que cierro los ojos un momento para centrarme y lo miro directamente.

—Y... gracias. Me vendrá bien que me acompañes a hablar con el Príncipe.

Silvia se quedó con la mano levantada en señal de saludo mientras la otra rubia estaba distraída con Eric, Francisco y Sonia, tras unos segundos con la mano colgada la chica enarcó una ceja divertida y como si le hubieran rechazado un chicle centró su atención en la nosfi, la miró de arriba abajo con curiosidad y le tendió la mano con la palma hacia arriba.

-Encantada, debo decir que tienes un look muy alternativo, que saca a relucir unos ojos preciosos...-cuando le dio la mano no se la soltó y se la llevó al centró de la cuadrilla mientras le daba conversación-¿Cómo llevas...la transformación?

Cuando oyó a Nuria decir su nombre se giraó con una expresión de sorpresa e hizo un gesto con la mano restándole importancia.

-Ya... Tienes razones para estarlo, en tu lugar yo estaría igual créeme, me han dicho como es tu sire y lo que pasó con su antiguo neonato... -dijo con una expresión de pena- Yo que tu aprovecharía la oportunidad de preguntar aquello de lo que tengas duda a "Francis" es obvio que no ha hecho otra cosa desde que fue abrazado que hablar mirándose al espejo.- Dijo de forma exagerada para distender un poco el ambiente.

- Díganos - continuó la broma mirando a Francisco-, ¿era usted profesor de universidad? Tienes cara de profe de Gimnasia, aunque mirando ese cuerpo diría que de filosofía-dijo señalándolo con un dedo de arriba a abajo y echándole a Sonia y Nuria miradas y sonrisas cómplices.

Intenté seguir la broma a Silvia, y le devolví la sonrisa, volviéndome cómplice de su comentario. Sin embargo, no podía sacarme de la cabeza lo que me había dicho. Y no dejaba de sospechar que quizá era un comentario hecho a propósito, para asustarme, aunque fuera totalmente cierto que Ricardo tenía su parte de psicópata. 

- ¿Qué... qué le pasó a su antiguo neonato? Por lo que sé es un logro que yo "le haya durado más de tres semanas". ¿Qué sabes del tema?