Partida Rol por web

- Oh, no ha estado tan mal, Eric Vedder. - Responde Julia cuando su chiquillo se dirige a ella, manteniendo su sonrisa radiante en todo momento y con tono tranquilo. - Ya tendrás tiempo de lucirte más. 

Un pequeño brillo de preocupación aparece en su mirada cuando Eric empieza a hacer movimientos extraños, pero en ese momento se acerca Elisa e intercambian un par de frases antes de que la rubia se gire de nuevo hacia el joven.

- Tengo que ir a esa pequeña reunión. No te importa quedarte con el chiquillo de Elisa, ¿verdad? - Pregunta sin esperar realmente una respuesta y añade un leve susurro. - Creo que está un poco desubicado. 

Sin añadir nada más, acaricia ligeramente con la punta de los dedos la mejilla de Eric y se aleja de él junto a Elisa, dejando a los dos chicos juntos.

La joven de cabellos rosados sigue con la mirada a las dos mujeres que se encaminan tras el Príncipe y mira dubitativa al hombre que llegó con ella primero y después a la mujer. - No te preocupes si te has puesto nerviosa, Elisa, conseguiré que el Príncipe te dé otra oportunidad para presentarte en privado. - Asegura con optimismo antes de volver a mirar al hombre. Él le hace un pequeño gesto con la cabeza y ella finalmente se levanta y se une a ellas. - No tardaré. - Susurra a su chiquilla antes de marcharse.

La mujer pelirroja que se encuentra junto a Francisco se levanta en cuanto el Príncipe se pone en pie y sin dedicarle ni una sola mirada a su chiquillo se dirige tras los pasos del hombre con presteza y sin prestar atención a las otras tres jóvenes que acuden a la misma llamada. 

El joven junto a Nuria tamborilea con los dedos en su propia pierna y finalmente se pone en pie con un movimiento tan ágil y elegante como el de un gran depredador. Y ya en pie mira a Nuria desde arriba. - Puedes ir a jugar con los otros niños mientras me torturan.

Empieza a caminar tras los demás con paso tranquilo, como si no le importase lo más mínimo hacer esperar al Príncipe.

Uno de los miembros de la Primogenitura, el hombre de piel oscura y surcada por extrañas marcas, se levanta en silencio y sigue también al Príncipe, dejando a su paso una sensación de peligro, como si su sola presencia fuese una amenaza constante.

Y finalmente, el joven que ha acudido junto a Silvia se levanta y se coloca los puños del traje antes de mirar a su chiquilla. Su mirada parece amable, pero hay una advertencia velada en el fondo de su voz. - No tardaré. - Dice, antes de marcharse también tras los demás.

Por el camino pasa cerca de donde se encuentra sentada la mujer que ha llegado sola. Ella baja los ojos a su paso, pero él no le dedica ni una breve mirada y continúa su camino sin detenerse.

Muchos de los ojos de los presentes se dirigen a los vástagos recién llegados. Algunos con curiosidad, otros con indiferencia y unos pocos con un rastro de desdén en la mirada. Pero en cualquier caso, muchos están pendientes de cada uno de sus movimientos. Quién sabe si con la intención de conocerlos mejor o tal vez con la expectación por verlos cometer algún error.

Silvia, miró a su alrededor como buscando algo en silencio. Y tras las palabras de su sire esperó de forma sumisa hasta que lo perdió de vista. - ¿Debería decírselo?

Entonces de nuevo se fue hacia Eric.

-Eres todo un filósofo... Creía que al cantar en la calle como un vagabundo en medio del centro de Valladolid se te había quitado la tartamudez.... -dijo con tono de broma antes de pasar a un tema más serio- Mi desaparición... Alicia, ¿qué pasó? ¿Cómo está ella?- la chica se cruzó de brazos y adopto una postura que dejaba claro que daba por supuesto que se lo iba a contar con todo lujo de detalles, en su mirada había un brillo de ansiedad y preocupación.

Las palabras de Julia me consuelan. Sé que son sinceras, así que asiento y relajo mi expresión seria de antes. Cuando me pide que me quede con el tal Óscar, que había tenido la mala suerte de hacer una presentación muy chunga me levanto para recibirlo.

- Claro Julia. Te espero. - Me despido de ella con una sonrisa y cuando se va con la sire del sombrero me dirijo a Óscar. - Hey,  soy Eric. Óscar, ¿no?, ¿qué tal? - Me presento intentando aliviar la tensión, aunque realmente parece un tipo muy vulnerable. - Ya pasó el mal trago y nos podemos relajar un poco, ¿no crees? - En todo momento le hablo con un tono tranquilo y cercano, ya que no entiendo muy bien cómo es. Sin duda es un poco rarito, pero bueno, eso no dice todo de una persona, y ahora que nos movemos en este plano de sociedad vampírica no se puede dar nada por sentado. - Bueno, ¿bien las primeras noches? A mí acostumbrarme me costó un huevo... - Empiezo a contarle para sacar tema, pero de repente me habla Silvia. Dejamos algo a medias... 

- Ya ves, la parca y las camisas de franela me dan más confianza que esta elegancia... - Le respondo en tono de broma, aunque el tema de mi presentación me ha dejado rascado. Mi rostro se torna más serio. - Pues... A ver, te estuvo buscando como una loca, con un amigo suyo policía. No pude saber más, sólo que se borraron muy bien tus huellas... La última vez que la vi fue cuando estaba en el hospital y me vino a visitar, que la acompañé a preguntar por ti y me hicieron esto. - Digo señalando el parche, recordando la noche y los siguientes días en el hospital. - Está jodida, muy jodida. Pero no desiste. Cada vez hablamos menos... No hubiera sido seguro verla aún, aunque espero poder quedar con ella en poco. - Divago un momento, arrepintiéndome un poco de haber cortado de un modo tan abrupto la comunicación con Alicia. - ¿Qué vas a hacer, Silvia? Algún día tendrá que dejar esto, o se va a quedar tocada o acabar mal. - Afirmo con la severidad de quien ha visto cómo el asunto ha afectado a Alicia.

A Francisco le sorprendió la actitud y el rol del príncipe en aquella sociedad. Más que una figura monárquica era un administrador, alguien a quien dar explicaciones. Por otro lado pensaba que era lógico que la jerarquía se hubiera establecido como en todos lados, sin un líder cualquier grupo de individuos está perdido y sin objetivos. 

Antes de levantarse observó irse a su sire. Exacto, para qué ibas a decirme nada o tan siquiera mirarme. - pensó Fran asqueado. Miró a Marco y después se puso en pie deseando estirar las piernas de nuevo. - Si me disculpan estaré junto al resto de neonatos. - dijo a sus acompañantes con seriedad y se marchó en busca de los recién llegados no sin antes hacerse con una copa.

- Buenas noches. - dijo al grupo conformado por Oscar, Eric y Silvia. - Soy Francisco. - les dijo tendiéndoles la mano para estrecharla a cada uno de ellos. - Vuestra primera reunión imagino, también lo es para mi. 

Después de lo que me acaba de ocurrir internamente, me he quedado bloqueada completamente. Miro alrededor, asustada, y cuando me quiero dar cuenta, parece que todo el mundo ya se ha presentado. Una mezcla de vergüenza y miedo hacen presa de mí súbitamente. ¿Y si deciden que soy una maleducada y debo morir?

La voz de Cordelia informándome de que intentará hablar con el Príncipe me molesta casi más, pero al menos parece que intentará ayudarme a resolver este desaguisado. Con la mano en el pecho, un gesto que ahora parece absurdo sin notar las palpitaciones que en su día me causaba el nerviosismo, asiento.

—S- sí... p- perdón... —digo, y miro a los que me rodean, temerosa de encontrar muchas miradas acusadoras, y sobre todo, buscando algo que pueda explicar lo que me acaba de pasar. ¿Me he vuelto totalmente loca?

Interamente, empiezo a plantearme si verdaderamente me he terminado de volver loca de remate. ¿Voces en mi cabeza? Eso es de esquizofrenia, ¿no? Pero... tengo claro que eso no puede ser verdad: es algo que no es mío, es algo de fuera. Se supone que si puedo darme cuenta de eso... es buena señal, ¿no?

—¿Hola? —digo internamente, preguntándoselo a mi propia mente. No sé realmente si espero una respuesta...

Óscar se sintió un poco mejor al ver que el enfado de su sire no va dirigido hacia él, sino hacia otros de los presentes. Entonces se pasó la mano por la frente, tratando de secarse por costumbre la molesta película de sudor que resultó ser sangre, y terminó así con el dorso manchado y la frente enrojecida de manera desigual.

Al escuchar cómo ella iba a dejarle acompañado de otra gente un escalofrío recorrió su espalda. Él no quería estar con gente, sólo marcharse. ¿Es que no podía esperarla fuera? Sin embargo la acompañó en silencio, con la mirada perdida en el suelo. Antes de llegar al lugar donde se encontraba Eric y Julia se llevó la mano manchada a la boca, pasando la lengua por ella. Era curioso que hasta su propia sangre supiera tan bien. Y no fue hasta entonces que se dio cuenta de que por la sala había gente paseando como si esperasen ser mordidos. Como si fueran platos a degustar. Una mueca de asco se formó en el rostro de Óscar, sin entender cómo alguien podía querer algo así. O quizá lo hacían obligados. O les pagaban. La gente hacía de todo por dinero.

Cuando el chico oyó lo que Julia decía de él sus ojos pasearon por la sala tratando deliberadamente de evitar los de la mujer. Si no la miraba directamente a lo mejor no se daba cuenta de cómo de desubicado estaba en realidad: una cosa era que se lo imaginara y otra confirmárselo. Acto seguido, cuando Eric se dirigió a él con amabilidad Óscar le miró durante un instante, esforzándose sobremanera en esbozar una pequeña sonrisa tímida.

- Hola... - Dijo intentando ser educado. Agradecía las palabras del chico, aunque daba por hecho que eran causadas por el compromiso y no porque de verdad quisiese hablar con él. ¿Cómo iba a querer?

Sin embargo, un instante después la gente empezó a unirse a ellos y él empezó a agobiarse. Primero la chica guapa esa, la que daba un poco de miedo, y luego el hombre ese que había hablado tan bien. Al ver que le tendía la mano Óscar se quedó mirándola unos instantes, incrédulo, sin llegar a tomarla, y sólo cuando habló él reaccionó de verdad.

Sin llegar a decir nada Óscar salió en pos de Elisa, siguiéndola y tratando de darle alcance.

Silvia sonrió con cara de "Esa es Alicia" al principio  del monólogo de Eric, pero a medida que iba avanzando su sonrisa se torcía en una mueca de disgusto.

-Eres un blandengue. ¡No deberías haberla dejado ir allí! ¡Yo no la habría dejado! Espero que ella esté mucho mejor que tú... Por tu bien.

La chica se apartó unos pasos y se giró pensativa mientras se mordía la uña del pulgar, tras unos segundos miró a los ojos a Eric y le señaló con el dedo- ¿Yo? yo no haré nada... Vas a ser tú quien lo haga, escúchame bien, dile esto -tras lo cual se acerco a su oreja y le susurró- Dile que estoy bien... Que deje de buscarme, dile que ahora mismo no puedo verla, que se lo contaré todo en su momento, pero debe ser paciente y conformarse con "esto".

Dicho esto se alejó unos pasos y formalmente -Deberíamos echarnos un selfie... Para recordar este encuentro -dijo con un guiño- Saca tu móvil...el mío me lo he dejado en casa.

Mientras esperaba la respuesta de Eric dedicó una breve mirada al otro tipo que se había unido a ellos y le saludó con un gesto de cabeza. - Ey, qué pasa.

El tipo de la presentación cojonuda se acercó a nosotros. La verdad es que es imponente, tan grande y, sobre todo ese aura que da mal fario. Joder, este tío es muy pintoresco. Pensó el del parche... Le aprieto la mano amistosamente, tratando de olvidar lo chungo que resultaba.

- Eric. Encantado Francisco. - Por algún extraño motivo me resultaba extraño mirarle directamente, aunque seguro que era por ese aura que inspiraba. Parpadeo intentando ignorar ese sentimiento. - Sí, es la primera... También es la de Óscar... - Cuando le busco con la mirada ya se ha ido, detrás de su sire. Pobre chaval, está como un flan. - Joder, sí que está nervioso. Bueno, y esta es Silvia, ya nos conocíamos. - La presento con una sonrisa amarga. Menuda caña me está dando, no la culpo.

Sigo escuchando a Silvia, pero su plan no me parece buena idea. Puede verse cómo mi rostro se tensa y miro algo acelerado hacia los lados, colocándome bien el nudo de la corbata. Al tocarme hablar pongo las palmas de las manos por delante mía entre nosotros. - Vale, ella está bien físicamente, créeme. - Aclaro serio. - Y segundo, ¿soy yo el que tiene que deshacer el marrón? Joder, ¿qué crees que pensaré si le enseño una foto tuya conmigo? Ostia, que yo también llevo un tiempo sin hablar con ella. - Hago una parada natural en la que una persona tomaría aire. - ¿Quieres que ate cabos precipitadamente y se crea, yo que sé, que me dedico a la trata de mujeres? No, no. No estoy dispuesto a hacerlo así. Alicia no es tonta, y está como loca por encontrarte. Esa respuesta no le valdrá. - Camino hacia ella, deshaciendo esa distancia que creo con la esperanza de foto. - Mira, sé que quieres arreglarlo ya, pero ese no es el modo. - Le digo con tono sentido y afectado. - La he visto así este tiempo, y joder, quiero que pueda estar tranquila. - Recuerdo por unos instantes cómo no fui especialmente agradable con ella en las últimas ocasiones, y me amarga un poco el sabor de boca. - Quedaré con ella, la calmaré, me esforzaré en que se relaje un poco hasta que tú estés lista para poder verla. ¿De acuerdo?

Frunzo el ceño ante el comentario de Ricardo, y me quedo sentada en el sitio cuando le veo marchar. No es que sienta vergüenza ni nada parecido. Es más bien, que no sé qué pinto con esta gente. Parezco tan fuera de lugar aquí que no puedo desear otra cosa que largarme cuanto antes. 

Pero será mejor que busque algo que hacer, o empezaré a quedar como una asocial. Y quién sabe, quizá salga algo provechoso de todo esto. Si es que lo hay.

Me levanto, y me acerco al grupo que se ha formado. Los "otros niños" como los ha llamado Ricardo. Esbozando mi mejor sonrisa, y esperando no interrumpir a nadie, me presento- Hola, soy Nuria, ¿alguien sabe qué hay que hacer aquí para que te sirvan el ponche?- digo, por supuesto como tono medianamente jocoso, refiriéndome a los "aperitivos" que acaban de servir para todos nosotros.

Fran estrechó con firmeza la mano a Eric y observó como Oscar se marchó después de presentarse.

- Espero que no se haya marchado por mi culpa. - Dijo mientras se encogía de hombros y se giraba para fijarse en la otra chica, Nuria.

Se limitó a sonreir con malicia ante el comentario del ponche. - Muy bueno. - Le tendió la mano también a ella. - Francisco, encantando.

La chica se quedó más tranquila al confirmar que su amiga no había sufrido daños, y escuchó al bucanero con la misma frustración que un adolescente al hablar con un padre.

- Me parece que no lo entiendes -comenzó a decir con tono duro-, "yo" sé cómo es Alicia y si sigue haciendo preguntas sólo va a conseguir dos cosas: volverse loca o que la maten. Hazlo y punto, fuiste a un sitio en otra ciudad, nos vimos, intercambiamos un par de palabras, tú estás bien, yo estoy bien y adiós, de mí no sabes nada más. ¿Tan difícil es de entender para un miembro del clan de la rosa?

La rubia se echó para atrás con los brazos en jarras - ¿O es que necesitáis "drama" para ponérosla dura? -dijo exagerándolo al extremo.

- Dejemos el tema... Tu estupidez supone un peligro mayor que sus acciones. - Se giró hacia la nueva integrante del grupo y enarcó una ceja con expresión divertida. - Supongo que tendrás que dar unos pasitos... Estirar el brazo y coger la "copa" que más te guste.  - Terminó con una sonrisa. - Mi nombre es Silvia, encantada. - Le extiende la mano.

Al notar que Óscar se acerca a ella, Elisa se detiene y se gira para mirarlo, con expresión interrogante. - ¿Pasa algo? - Pregunta a su chiquillo tras hacer un gesto hacia Julia y Cordelia para que sigan caminando sin ella. - No puedes venir conmigo. - Añadió en voz baja.

El resto de los sires de los que se han presentado esta noche salen de la sala por la misma puerta que usó el Príncipe. Y en el momento en que todos menos Elisa desaparecen las miradas de muchos de los presentes se detienen en el grupo de neonatos, que parecen acaparar la atención.