Partida Rol por web

Nadie responde a tus pensamientos y durante un momento te preguntas si te lo has imaginado, si ya estás volviéndote completamente loca... Pero algo en tu interior te dice que no, que realmente has escuchado esa voz, hablándote directamente a la cabeza. 

Nerviosa miras a tu alrededor y durante un brevísimo instante tus ojos se cruzan con esa niña que se ha sentado con los que parecen más antiguos y que parecía estar pendiente de ti. Sin embargo, ella aparta la mirada como si el cruce hubiera sido casual.

La chica de la piel ennegrecida se mantiene apartada. Todavía está sentada en la silla que ha ocupado durante la reunión, a pesar de que casi todo el mundo se ha levantado ya y empiezan a formarse pequeños grupos. Sus ojos recorren la sala y el pequeño movimiento de su mano desvela su nerviosismo.

En algún momento su mirada se detiene en el grupo de neonatos que se está formando y parece dudar si levantarse para acercarse, pero finalmente se mantiene donde está con aire inseguro.

La actuación de Silvia me parece, cuanto menos, aberrante. Noto mi sangre fluir un poco más rápido, como el mortal al que le entran calores. Desde luego, no era así esa noche. Y si era así, no lo parecía. Echo una mirada discreta cuando se gira a Francisco, buscando apoyo silencioso masculino. Los presentes tienen que estar flipando. Antes de hablar me armo de paciencia, pero no sé si hay semejante cantidad en esta reunión.

- Veo que nos has calado a los Toreador. - Añado seco y con las manos en los bolsillos. - No dudo que quieras lo mejor para ella, y que nunca la conoceré como tú. Pero en lo que a mí respecta, hasta que tú vayas a hablar con ella o hacer algo al respecto, haré lo que yo crea conveniente. Y del modo que yo quiera. - Finalizo con un gesto que dice "y no hay más que hablar". - Encontraré un modo seguro y coherente. Tranquila.

Me giro y me acerco al tipo que da mal rollo, Francisco y a la rubia con la que está hablando. - ¿Hablabais de tragos? Necesito uno. - Comento cansado. - Soy Eric, encantado. - Tiendo la mano a Nuria, dudando si debería darle dos besos, como se haría antes del cambio. Pero mantengo la mano. Y sobre todo la vista apartada de Silvia.

Le estrecho la mano al tipo que me saluda primero. Francisco Ansúrez, el del piquito de oro. Me sentía extrañada de que todos me tendiesen la mano y aquello no me gustaba. Me parecía extraño y carente de naturalidad,  así que decido hacerlo a mi manera, y tras estrechar la mano le doy dos besos, como haría la gente en cualquier situación. Y lo mismo con el otro chico, Eric. Ese estaba un poco nervioso, creo recordar.

- Me parece que yo también- digo, esbozando una sonrisa, tras lo cual me doy un momento la vuelta, para hacerle señas a alguno de los camareros. 

Es entonces cuando veo a la chica que está apartada. Y a pesar de que sin lugar a dudas su aspecto no es el... Ideal, me da cierta pena pensar por lo que puede estar pasando. Si dar con Ricardo es una gran putada, no me quiero imaginar lo que tiene que ser quedarte tan... Mal con eso del abrazo. Me di cuenta de que la estaba mirando, y sonreí, con toda la sinceridad que pude. Quizá se pensaba que nos iba a asustar si se acercaba, o que nos íbamos a reir de ella como un grupo de matones en el recreo del instituto. 

Cuando Elisa se volteó Óscar se tranquilizó un poco. Aquella mujer era la única a la que conocía allí, y quedarse a solas con tanta gente le daba un poco de miedo. Sin embargo no iba a dejar que pensase que era por eso por lo que había ido detrás de ella, así que asintió con la cabeza. Igual que antes de levantarse de la butaca unos segundos atrás en sus ojos podía verse aún el miedo y la urgencia.

- ¿Po-podemos hablar? - Preguntó, deseando con toda su alma que la respuesta fuera sí. - Es... Es un segundo. - Dijo luego, mirando con ojos nerviosos alrededor, sin saber adónde podían dirigirse para conversar en privado.

Aluciné con la chulería de Silvia, no sabía exactamente que le había pasado a la chica para estar tan alterada pero estaba claro que no respondía bien a la medicación. Cuando Eric me miró no pude hacer otra cosa más que encogerme de hombros y arquear una ceja para dejarle claro que no entendía nada de lo que estaban hablando. ¿Mujeres, eh? Dediqué una sonrisa socarrona al tipo del parche. 

Me sorprendió la facilidad con la que Sonia se había burlado del clan Toreador en el Eliseo. Sentía curiosidad por saber que opinión tendrían el resto de clanes sobre los Tremere.

Después de un rato danzando alrededor de la pareja que discutía, me fijé en la nosferatu que esperaba sentada. Era un poco triste que no viniera a charlar con nosotros, imaginaba que se sentía cohibida por su aspecto. - Enseguida estoy de nuevo con vosotros, voy a hablar con Sonia. - dijo antes de marchar hacia la mujer que esperaba sentada. De camino a las sillas busqué a un camarero y me hice con otra copa que ofrecería a Sonia.

- ¿Sonia, verdad? - pregunté inclinando un poco la cabeza cuando estuve cerca de ella. Le ofrecí la copa. - Soy Fran. Eeeh...  Sé que me presenté antes frente a todos pero es que me parecía mejor hacerlo en persona como dios manda. - Dijo con una sonrisa sincera. - ¿Es la primera vez que acudes a una reunión así? Yo no me esperaba para nada que esto fuese así.

La mujer se pone todavía más seria al ver la urgencia en los ojos y en la voz de Óscar, pero tras mirar a su alrededor niega con la cabeza. - Si es importante será mejor esperar a salir de aquí. Hasta las paredes tienen oídos en este sitio, Óscar. - Responde con firmeza y sin preocuparse por si la escuchan. - Tengo que irme ahora, no puedo hacer esperar al Príncipe. Hablaremos cuando salga. - Sin embargo, no se marcha todavía, se queda mirando a su chiquillo con seriedad, esperando por si tiene algo más que decir ahora.

La nosferatu parece sentirse intimidada en un primer momento al ver que Nuria se la queda mirando, pero cuando tras un par de segundos le sonríe, ella le devuelve la sonrisa con timidez, como si no estuviese segura de que alguien como Nuria pudiera sonreírle sin ningún otro propósito.

Cuando Francisco se acerca a ella, la joven mira durante un instante a su alrededor, insegura, mientras el movimiento de su mano se acentúa. Y al darse cuenta de que efectivamente va hacia ella, se pone de pie. Toma la copa que él le ofrece y parece a punto de suspirar, pero mira a su alrededor y contiene el gesto para simplemente asentir. 

- Sí, es la primera vez que vengo al... Ehm... Eliseo. - Mira a su alrededor y parece sentirse cohibida por todo el esplendor que la rodea. - En realidad, nunca había visto otros vástagos hasta hoy. Es todo muy distinto a como lo imaginaba... Todos lo sois. - Hace una pausa y vuelve a mirar a Francisco, como tratando de analizar sus intenciones para finalmente hacer un pequeño gesto con la mano en la que no tiene la copa. - Gracias por acercarte, de verdad. 

La espontaneidad de Nuria me sorprende, pero me agrada. Qué cojones, hasta hace unas semanas éramos humanos. Nos damos dos besos, de toda la vida. Tras los dos besos me hago con una copa y empiezo a beber, más por postureo que por necesidad. Al fin y al cabo, ¿quién sale con hambre? 

- Esto es un poco raro... Nuria, ¿no? - Pregunto para no despistarme con los nombres. Mucha gente nueva. - Como si, no sé, diera mal rollo hablar libremente... - Confieso mis dudas sobre la celebración y sacudo la cabeza. - ¿Qué tal has llevado?... Bueno, todo, ya sabes. - Le pregunto a la Brujah de un modo torpe, sin caer en que el proceso puede haber sido de infinitas maneras distintas, y no precisamente agradables. Me giro discretamente y veo a la pareja que forman Francisco y Sonia. La verdad tiene tela que te arrebaten tu físico y de conviertan en... Compadezco de corazón a los Nosferatu. Les hago un gesto invitándoles a acercarse juntos. 

Hago el esfuerzo de hacer como que trago saliva. Con la boca seca por mi estado actual resulta una empresa mucho más difícil y probablemente me haya hecho hacer el ridículo con una mueca agónica. Noto la tensión aumentar dentro de mí y no puedo evitar mirar alrededor, al principio con la intención de hacerlo de forma sutil, llevándome la mano al cuello como jugueteando con un colgante que no tengo. Veo a todos los presentes y pasan por mis ojos como una estela. Siento cómo algo me saca de mi cuerpo y parece que me viera desde detrás del objetivo de una cámara que convierte mi vida en una película que yo no controlo, de la que soy meramente una actriz gobernada por algo que no alcanzo a comprender.

Miro a la niña que hay sentada entre las personalidades importantes con angustia y empiezo a caminar sin mucho rumbo. Lo oigo, lo oigo dentro de mí... Un gañido de terror. Esto es demasiado para mí, no puedo aguantarlo. Pero no puedo irme: no hoy, y menos después de haberla fastidiado. Esquivo a la gente, intento no encontrar sus ojos porque temo que el miedo que suscitará en mí saber que todos son vampiros y que todos están fijándose en cada detalle de lo que hago me descontrole... Temo volver a oír esas palabras sin saber el origen. No me puede estar pasando esto... Me voy a volver loca. Me estoy volviendo loca.

El hombre que llegó acompañando a la muchacha de cabellos rosas y a Elisa se encuentra hablando con el que llegó junto a Julia y Eric, pero tras una breve mirada a Elisa se disculpa con él y se acerca a ella para hablarle en voz baja.

- Elisa, ¿te encuentras bien? - Susurra con un tono levemente preocupado.

Cuando se acerca Luis, su voz me resulta estruendosa y me llevo las manos a la cabeza. Niego con auténtico nerviosismo y los ojos desencajados.

—N- no... t- todo... va... mal...

Las palabras de Elisa tardaron unos segundos en calar en la mente de Óscar. Al chico le costó no darse la vuelta lentamente para intentar averiguar exactamente quiénes les estaban escuchando, pero sabía que probablemente los cotillas disimularían. Después de unos segundos asintió con la cabeza, demostrando que lo había entendido e intentando no dar indicios acerca de por dónde iban los tiros bajo ningún concepto a nadie ajeno a ellos dos.

- Hasta luego. - Murmuró mientras - ahora sí - se giraba y empezaba a caminar hacia el asiento que había ocupado durante la presentación.

- ¡La Luna de Sangre, Óscar! - Citó Rocky entusiasmado, sin saber ni siquiera qué significaba. - ¡La Luna de Saaaaaangre! - Repitió con voz grave, como cuando alguien intenta asustar a un crío. -  ¡De Saaaaaaaaaaaaaangre, jojo! ¡Jojojo! - Las otras palabras que había oído se mezclaban en la cabeza de Óscar, y tenía que hacer verdadera memoria para recordar las dos o tres frases de manera literal. Sin embargo eso se le había quedado bien grabado. - ¡La Luna de Saaaaaaaaaangre, jojo! ¡Jojojo! - Se reía la ardilla sin tener un motivo real. - ¡Óscar, Óscar, ¿sabes qué?! Podemos, podemos... ¡Podemos hacer una pintada con eso en el ayuntamiento, jojo! ¡Para el alcalde, jo! ¡Alcalde! ¡Alcalde! ¡La Luna de Sangre va a por ti, jo! ¡De Saaaaangre! ¡Luna de Sangre de Alcaaaaaalde, jojojo! ¡Jojojo! ¡Jo!