Partida Rol por web

Mientras Óscar relataba de una manera más o menos clara los papeles que había encontrado, Sonia guardó la linterna en el bolsillo trasero de su pantalón y con las manos liberadas tanteó la posibilidad de arrancar esa caja fuerte del agujero en el que había sido emparedada, palpó los linderos entre el metal y hormigón y a pesar de creerlo imposible intento escurrir sus dedos a lado y lado de la caja con la intención de tirar de ella.

- ¿Milán? - se extrañó la parte de su mente que seguía centrada en Óscar mientras sus dedos arañaban esas juntas prácticamente inexistentes sin lograr absolutamente nada.

Entonces cambió de estrategia y llevó sus manos a la ruedecilla numerada planteándose la posibilidad de arrancar solo la parte de la cerradura, pero no encontró un modo fácil de hacerlo sin romper el mecanismo en el intento e impedirse el acceso a los pistones.

- ¿Dónde? - preguntó con referencia al robo - Quiero decir, ¿en una tienda? - recogió sus manos dentro de los bolsillos de la sudadera y se giró hacia Óscar con la mirada baja - No lo sé. Si hubiese sido él guardar ese periódico sería muy arrogante o muy estúpido y no creo que fuera ninguna de esas cosas. - se encogió de hombros para quitarle importancia a su opinión - Le preguntaré a José - dijo entonces con voz amable con la esperanza de no obtener una negativa por parte del Grangel, prefería no tener que hacerlo a sus espaldas - ¿te parece?

Volvió a sacara las manos de los bolsillos en un gesto que denotaba que sin sujetar el cubo de pronto no sabía que hacer con ellas - Oye, Óscar... - echó otra mirada fugaz a la caja fuerte con un deje de decepción - verás para abrir la caja tendremos que hundir la tapa, y necesitarétuayuda. - apresuró las últimas palabras con un punto de amargor en ellas, especialmente porqué culpaba a su falta de sangre de ello y podía sentir como su bestia interior aplaudía aquella decisión de tenerle cerca y distraído.

A pesar de que Sonia no podía verle Óscar asintió con la cabeza ante su primera pregunta, confirmando así que se trataba de Milán. Desde su posición al lado de la mesa observaba cómo la Nosferatu buscaba algún acceso desde el que poder agarrar con facilidad. Luego, cuando ella empezó a preguntar por el robo, buscó rápidamente el recorte para repasarlo por inseguridad, casi como si pudiera haber cambiado desde la última vez que lo había mirado.

- En... En la biblioteca de San Nicolás. - Respondió, mientras escuchaba las siguientes palabras de la chica. Por un momento pensó en llevarle la contraria, explicando que a lo mejor no era por arrogancia o estupidez, sino sólo por tener un recuerdo. Al menos a él le gustaría tener algo así si saliera en el periódico. Sin embargo otra opción fue sugerida rápidamente por Mel. - A... A lo mejor... - Empezó, dubitativo. - A lo mejor él fue el que no dejó que robasen. - Sugirió. - O-o estaba buscando al la-ladrón que no robaba, y-y el periódico era una pista. - Propuso antes de asentir de nuevo, dando su aprobación a que le preguntase a José.

- Cla-claro, pregunta. - Le dijo, antes de hacer una pausa. - ¿Quién es José? - Añadió después, como si aquello fuera independiente de su consentimiento para preguntar por ahí. Luego se acercó a donde ella se encontraba y se colocó delante de la caja fuerte, manteniendo una ligera distancia para no acabar imponiéndole sin querer su contacto.

- A... A la de tres. - Enunció, preparándose. No sabían si iban a golpear, a empujar... De modo que se limitaría a imitarla.

En cuanto Óscar se acerca a Sonia, la chica parece concentrarse, reuniendo toda su fuerza para dar un puñetazo en la puerta de la caja fuerte, en el lugar donde parece más lógico que esté el cierre. Los músculos de su brazo parecen crecer, tensando la ropa sobre ellos. Con un sonido metálico la puerta se abolla donde su puño golpea y  cuando se aparta, toda la puerta se tambalea en sus bisagras. 

Es entonces cuando el cainita termina el trabajo comenzado por la nosferatu y utilizando toda su fuerza de voluntad aprovecha el bailoteo de la puerta para desencajarla, dejando a la vista el contenido de la caja.

Dentro, colocado en el centro exacto del hueco, tan sólo se puede ver un pequeño cofre metálico, de unos treinta centímetros de largo con distintos grabados sobre su superficie. Está deslucido y parece verdaderamente antiguo.

El escudo que ves grabado en la caja te resulta familiar y tras hacer memoria y rememorar todas aquellas clases de historia en el instituto estás bastante segura de que es el escudo de Carlos V. O el de Isabel la Católica, uno de esos dos. ¿O tal vez es que usaban el mismo? Al fin y al cabo ella era su abuela, quizá él usaba el mismo escudo familiar. Sí, eso debía ser.

Sonia se limitó a asentir con la cabeza a las nuevas teorías sobre el porqué del recorte de periódico como señal de que ella imaginaba alguna explicación más bien orientada en esa linea y luego dejó que una sonrisa se escapara con el asentimiento de su compañero para informar a su Sire, luego sacaría algunas fotos a la estancia y a los papeles por si podían resultarle útiles a José.

-Macías.- probó con su apellido creyendo que debía conocerlo por el simple hecho de quién era él y por esa misma idea no dio más explicación.

Entonces Óscar se acercó y ella, ansiosa por deshacerse de ese metal que se había empeñado en complicarles la búsqueda se concentró, tensó todos los músculos del brazo y liberó un puñetazo terapéutico sobre la zona que creía de la cerradura, abollándola, y dejando al Grangel el trabajo final.

- Genial Óscar.- le felicitó por deshacerse de la puerta - Perdona, se me ha olvidado contar.- excusó sus ansias por reventar esa caja fuerte y su deseo de sentirse útil, y con la misma falta de espera que el segundo anterior dirigió su mirada al interior de la caja fuerte.

Sus labios se abrieron en una suave e incrédula "o" y su brazo se disparó como un resorte hacia el pecho del Grangel - ¿Has visto esto? - dijo a media voz y ojos centelleantes- Solo nos falta el gorro y el látigo- aseguró para sí misma antes de acercar su rostro al cofre y ocultar su mano agitada en el bolsillo de la sudadera.

- Joder...que viejo es esto.

El aire deslucido del cofre la tentó a soplar sobre su superficie pero su parte científica reprimió ese impulso y en su lugar le redirigió la mirada pasajera a los escudos grabados.

-Ese escudo...¿no es el de uno de esos reyes católicos?- miró al Grangel en busca de una confirmación que se dio a sí misma - Sí que lo es, sí. Lo ponían en los libros de historia del instituto, es el de esa del "tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando".

Óscar asintió una vez más ante la especificación de cuál de todos los Josés del mundo era aquel del que hablaban. Eso lo dejaba mucho más claro, desde luego. Ahora sólo faltaba estar seguro de quién era ese José Macías, aunque le sonaba que ella había dicho algo algo de un José al principio de la noche. Que era su Sire, y que le había traído al chalet antes. Óscar la miró durante un instante, entrecerrando sus ojos, ante aquella conexión que acababa de hacer. Claro, eso explicaba que ella supiera tantas cosas.

Acto seguido, cuando ella descargó aquel tremendo puñetazo Óscar se la quedó mirando con esos ojos enrojecidos bien abiertos. No sólo había abollado una plancha de metal. La había hundido y la había dejado bailando. Y la de una caja fuerte. Aquello era una puta locura. Por no ser menos, Óscar trató de sacarla después, pero le hizo falta hacer un sobreesfuerzo para lograrlo. Desde luego, no como a ella. Parecía que aquella chica podía partirte en dos como un palillo. Las siguientes palabras de la muchacha pasaron desapercibidas. Óscar estaba demasiado impresionado por ella y por la naturalidad con la que lo había hecho. A lo mejor era dobladora de metal antes del Abrazo. O culturista.

Cuando acto seguido ella disparó el brazo contra su pecho Óscar trató de apartarse deprisa, rehuyendo el contacto y temeroso por lo que aquella máquina de matar pudiera hacer con él. Sin embargo al final no fue para tanto, aunque el susto llegó a subírsele hasta la garganta. Asintió con la cabeza, intranquilo, antes de escuchar aquello sobre los Reyes Católicos.

- A... A lo mejor eran amigos. - Valoró, tratando de disimular la aprensión que aún le producía la Nosferatu. - Pu-puede ser. - Se justificó después, sin que ella llegase a pedir ninguna explicación. - A... A saber los años que tiene Carlos. - Observó, antes de hacer un gesto con la cabeza.

- Ábrelo.

- A lo mejor.- secundó la idea sin mucho énfasis empanada en sus propios pensamientos despertados por la reflexión de Óscar - O a lo mejor es un legado de familia. - concluyó de un modo algo fantasioso antes de negar con la cabeza algo asustada.

- ¿Abrirlo? Estas cosas siempre están malditas. - sacó el móvil del bolsillo e hizo una foto al cofre - Luego liberas los mil demonios y la lías parda. - siguió mientras mandaba la imagen del cofre a José y una retahíla de mensajes - Pero bueno - levantó los ojos de la pantalla para ponerlos en Óscar - si te animas... - se encogió de hombros en señal de que no pensaba impedírselo.

"Sigo en el chalet, estoy con el Grangel, el del ojo negro."

"Hemos encontrado un subsótano y en él había esto:"

""

"Creemos que era de Carlos"

"También había un folleto de turismo por Milán y un recorte de periódico sobre un robo en una biblioteca"

"¿Te dice algo alguna de estas cosas?"

"Gracias por tu tiempo, José. :) "

- Sí... Me noto más... Tranquila... Casi me entran ganas de ronronear- digo, casi sin pensarlo- Pero estoy con Elisa. No estoy segura de que eso sea... En fin-me obligo a suspirar, mientras avanzo por el pasillo y noto que el frío se hace más perceptible- Si nos encontramos con Carlos, confío en que nuestra superioridad numérica sirva para algo. Si nos encontramos con lo que le hizo huir... Pues no sé. -me encojo ligeramente de hombros, intentando disimular la tensión que empiezo a sentir- Pero no vamos a dejar que puedan señalarnos o cribarnos. Saldremos de esta. Enteros.- miro entonces a Silvia, asintiendo a sus palabras.

- La luna roja de esta noche... ¿Eso no es un eclipse?- pregunto, más bien por asegurarme de lo que estoy pensando, mientras camino y, barrote en mano, voy inspeccionando cada una de las puertas, abriéndolas de ser necesario.

Óscar asintió una vez más, de nuevo en silencio, en dirección a Sonia. Algo de los Reyes Católicos tenía que ser, eso estaba claro. Sin embargo, con sus siguientes palabras abrió los ojos desmesuradamente. Que aquellas cosas siempre estaban malditas era algo que ni siquiera había imaginado. Aunque después de lo de las vesica, la sangre, saber que existen los vampiros... Todo en general, aquel detalle era lo de menos. Durante un segundo la miró, intentando que no se le notase que estaba ligeramente asustado. Llegados a ese punto, a pesar de que parecía poco probable que Carlos estuviera en aquel cofrecito, quería saber lo que había dentro. Pero demonios y maldiciones eran palabras mayores.

- ¡Jojojojo! -Empezó a reír Rocky de una forma más o menos nerviosa, como si negar aquello fuera la mejor forma de no creerlo. - ¡Maldiciones, dice, jojo! Vamos, Óscar, no seas nenaza... ¡Que no pasa nada, jo! Además... Además... Además... ¡Ya ha sido más fuerte que tú, jojo! - Comentó, cosa que a la ardilla le había impresionado sobremanera. - ¡Una chica ha sido más fuerte que tú, jo! ¿Vas a dejar que sea más valiente? ¡Jojojo! ¡¿Sabes qué te van a llamar, jo?! ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojo! - Dijo, y un instante después empezó a cantar. - ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojojo! ¡Jojo! ¡Le tengo que enseñar la puta canción a la puta Nosferatu y al puto fantasma, jo! ¡Vamos, Óscar, vamos, que se la enseño, jo! ¡Tú verás, tío, tú verás, jo! Pero si te achantas te vamos a cantar todos, jo... ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojo! ¡Jojo! ¡Jojojo! ¡Jo!

- Ni caso, Óscar. - Dijo Mel de inmediato, con tono de desaprobación. - No tienes que hacer nada sólo porque Rocky se ponga así de idiota. - Expuso antes de hacer una pausa, emitiendo un largo suspiro. - Ni Sonia te va a cantar nada, ni Rocky le va a decir nada a ella. - Señaló. - Si decides arriesgarte que sea porque tú quieres, no por lo que digan. - Indicó, dejando espacio al Gangrel para que hiciera lo que considerase correcto.

- Sí, claro, Carapez... - Murmuró rápidamente Rocky, interrumpiendo sólo un instante su canto. - ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojo! Y Sonia...  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojojo! ¡Jojo! ¡Jo! Y el puto fantasma...  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Jojojo! ¡Jo! Y... Y... Y Carlos...  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! Y la puta churri motera...  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata!  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! - Cantaba, cada vez más rápido y más alto. - Y todos... Y todos... Y el puto Príncipe.. Y... Y... Y el puto viejo y su puto ciervo... Y... Y... Jo... Jojo... Y... Y Lis...  Y el puto Fuagrás... Y jo...  ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! ¡Óscar, nenaza, huevos de corbata! - Cantó una vez más, antes de caer en una risa tan histérica que era difícil identificar qué decía y qué cantaba.

Tras unos segundos de dejar que su mirada se perdiese en el infinito los puños de Óscar se apretaron con una frustración muda y sorda. Finalmente apretó los labios, llevando la mirada a todos los lugares de la habitación salvo a Sonia, y cuando se puso en marcha lo hizo rápidamente, con resolución y una mezcla entre determinación y enfado.

Rápidamente buscó algunos de esos periódicos viejos e hizo un gurruño con ellos, arrugándolos para hacer lo más parecido a un palo que pudiera. Luego se encaminó de nuevo hacia la caja fuerte y trató de usarlo para tirar el cofrecito al suelo. Estaba claro que la clave para sacarlo de allí y no acabar maldito era no tocarlo. Sí, por supuesto. Esa tenía que ser la clave.

La Nosferatu siguió con la mirada al Grangel en toda su operación, primero con el cejo levemente fruncido, sin entender que bicho le había picado, porqué de repente olvidaba aquel asunto para pasearse por la habitación con una determinación que no parecía encajar en él. Por un momento se planteó si aquel cofre ya había hecho lo que tuviera que hacer, se imaginó a uno de los Reyes Católicos tomando el control de Óscar y resopló ante la magnitud de problemas que aquello podía causarle. Aunque por otro lado, si Óscar ya no era Óscar, si ahora veía pasearse a alguien que supuestamente no debía estar en ese mundo, tal vez al verdadero Óscar no le importaría que hincara el diente en aquel falso Óscar, incluso se lo tenía merecido.

En cuanto empezó a arrugar los periódicos, Sonia liberó su labio y agitó la cabeza empezando a comprender la idea de Óscar, aunque erróneamente pues dio por supuesto que intentaría levantar la tapa con esa lanza de periódico.

Por ello en cuanto vio el cofre tambalearse abrió los ojos como un búho, y los clavó en el cofre con un mensaje de "cuidado" que jamás recibiría, cuadró la espalda y en un impulso -que realmente hubiese preferido no sentir-, alargó sus manos y dobló una rodilla para interceptar la antigüedad.

En cuanto sintió su rodilla tocar suelo, soltó un nuevo suspiro y unió la otra rodilla a esa reverencia improvisada al tiempo que observaba el cofre que descansaba en sus manos. Luego levantó la vista hacia el palo de Óscar, y de él pasó al Grangel para luego volver al cofre uniendo, en este último tramo su mano a la mirada hasta dejarla descansar sobre la tapa del cofre.

- Allá vamos. - declaró sin ver otra opción, si los demonios y maldiciones iban a ser liberados mejor que fuera por su mano que por un suelo.

Empezó a abrir la tapa lentamante, apretando y apartando la mirada casi como si realmente temiera ver su contenido, pero cuando la brecha entre tapa y cuerpo empezó a ser suficiente para ojear el interior, Sonia empezó a abrir los ojos y a acercar su rostro a ese brecha, como hipnotizada y en cuanto su nariz tocó el cofre, soltó un grito y se llevó la mano que sostenía la tapa a los ojos dejando que esta volviera a cerrarse por su propio peso. Todavía apretando esa mano contra su rostro Sonia se empezó a doblar sobre si misma como si estuviese inmersa en un profundo dolor terminando en un ovillo del que sobresalía la mano que aun sostenía el cofre, levemente agitada por su Tic. 

Cuando por el rabillo del ojo Óscar vio que Sonia se movía a punto estuvo de hacer algo. Algo como detenerla, o como detenerse a sí mismo. Algo como decirle que no hiciera locuras, que el suelo era el mejor para ser maldito. Pero o bien él fue demasiado lento, o ella demasiado rápida, o el destino del cofrecito era acabar en sus manos. En cualquier caso un instante después ella ya estaba abriéndolo, sin que todos los demonios, vampiros y maldiciones que Carlos debían haber encerrado dentro fueran motivo suficiente como para pensarlo más. A Óscar no le dio tiempo a nada, sólo a que una breve sílaba abandonase sus labios.

- No...

Pero era tarde. Un instante después al ver el resultado de aquella acción, sus piernas temblaron mientras la culpa le iba empapando, arrastrándole como arenas movedizas. Era él quien tenía que haber sufrido aquello, fuera lo que fuera. Eran sus maldiciones, su dolor, o su lo que fuese, y era ella la que pringaba en su lugar. Pero se había pasado de listo, creyéndose más inteligente que quien hubiera metido los demonios maldecidores allí dentro, y ahora era ella quien pagaba las consecuencias. Sus ojos se fijaron en Sonia sin saber muy bien qué hacer, inquieto y asustado, mientras sus piernas empezaban a temblar con fuerza.

- Perdón... - Murmuró mientras se agachaba a su lado a toda prisa.

- ¡Jojojo! ¡Jojo! ¡Jojojo! ¡Jo! ¡Miiiiiira que te lo dije, Óscar, mira que te lo dije, jojojo! ¡Que no cogieras la puta caja, que no la cogieras! ¡Jojojo! Y ahora... Ahora mírala, jo. ¡Se ha quedado como una puta vegetal, jo! ¡Si es que hay que hacer más caso, jo! Ahora... Ahora... Ahora... ¡Ahora ya está hecho, jo! ¡Tú la cargas a ella, y ella lleva la puta caja, jo! ¡El puto plan perfecto, jo! Levántala... Levántala... Levántala del culo, jo... ¡Aprocvecha, Óscar, tío, jojo! ¡Que es por una puta buena causa! ¡Jojojo! O mejor... O mejor... O mejor... ¡Como la puta Bella Durmiente, jojojo! ¡Polla en la boca, Óscar! ¡Polla en la boca, verás cómo reacciona! ¡Jojojo! ¡Jojojo! ¡Jo!

Óscar, sin saber qué hacer, simplemente negó ante las palabras de Rocky. Amedrentado, confuso y sin saber por dónde salir se inclinó sobre Sonia. A punto estuvo de tomarle el pulso, antes de darse cuenta de lo ridícula que era aquella idea. En realidad estaba claro además que la chica no había muerto, ¿pero era lo que siempre se hacía, no? Además... Poco pulso iba a encontrar en ella, siendo como era un vampiro.

- So-Sonia... - La llamó preocupado, agobiado, desesperado, antes de decidirse a agarrar su muñeca y atreverse a moverla un poco, buscando algún tipo de reacción. Sin embargo estaba claro que aquello no sería suficiente. Neceistaba que la chica soltase el cofrecito, pero le daba demasiado miedo llegar a tocarlo. A punto estuvo de coger un par de periódicos y usarlos no establecer contacto con la superficie... Pero finalmente le pudo la urgencia. De modo que Ósar se puso en pie y, con toda la fuerza de la que fue capaz, pateó aquella caja hacia cualquier lugar al que quisiera llegar, pero bien lejos de su compañera.