Partida Rol por web

Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Crónica 1.3] Estación de Nieblas - Kermorvan - FINALIZADA

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25/06/2018, 11:38
Sybilla

Sybilla a penas fue consciente de la reacción del normando. Tan sólo percibió su mano, sobre el pomo de su espada, alerta, presta a enarbolarse de ser necesario, antes de que ésta abandonase su posición y aquellos pozos de oscuridad que eran sus ojos se encontrasen con las ascuas que adornaban el rostro de Ingvar, encontrándolas, de algún modo, agradablemente antinaturales, capaces de ahuyentar, con su calidez figurada, el escalofrío que amenazaba en aquel instante con atenazar su cuerpo esbelto. 

Nueve jinetes intangibles en algarabía, ocho de ellos portadores de estandartes. Galopaban al unísono, amenazando con arrollarnos, y un noveno... El que no portaba estandarte alguno... Se detenía, habiendo sobrepasado nuestra posición-indicó, aclarándose la garganta, como si de hecho aquel gesto pudiera darle consistencia a su voz trémula- Podía verlo entonces desde un ángulo extraño. Veía su armadura. Llevaba una heráldica de un águila bicéfala. Y señalaba hacia el norte. Hacia un punto concreto, sonriendo, desquiciado, antes de azuzar de nuevo su montura... Y entonces... Decía... ¿Por qué me hiciste hacer esto, padre?- concluyó, haciendo acopio de serenidad, encontrando sus manos temblorosas sobre su regazo, procurando contener, esconder aquel importunado gesto dejándolas caer, cerradas, a los lados de su cuerpo. 

Notas de juego

Me confundí al marcarla yo. 

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25/06/2018, 17:48
Ingvar Lundson

Con su mirada aún prendada en los ojos de Sybilla, escuchó cada una de sus palabras con atención. Había algo en la forma de hablar de la cainita, de narrar lo que había visto, que hacía que su aliento pareciera emanar el mismo frío que les había traído el viento. Por un momento, casi pudo ver toda la escena que ella describía reflejada en la oscuridad de sus ojos. Una oscuridad tan profunda e interesante como los misterios que encerraba. Lo cierto es que nunca antes había observado el rostro de la mujer tan de cerca.

Sin embargo, su atención se distrajo cuando mencionó la heráldica del último de los jinetes y sus palabras. También él las había escuchado perfectamente. Y a pesar de que el bretón no era su idioma natal, había sentido las emociones que impregnaban esa voz. Lo hubiera hecho incluso aunque desconociera el idioma. Pero un águila bicéfala… frunció el ceño, buscando en su memoria alguna referencia que encajara con ese emblema.

-¿Reconocéis tal emblema? –Dijo en un susurro, como si fuese más bien una pregunta para sí mismo.

Fue entonces cuando Sybilla dejó caer las manos a los lados. En ese momento, Ingvar alzó su brazo, apoyando la mano con un gesto tranquilizador en el hombro de la mujer mientras se adelantaba ligeramente hacia ella.

-No os mentiré. No estaría nada complacido si tuviera que encontrarme en este mismo lugar en soledad. –Dijo en voz baja. La sensación del frío que le había producido la aparición comenzaba a disiparse poco a poco, aunque la inquietud permanecía. -Pero de un modo u otro, no lo estamos. La fortuna parece querer que debamos soportarnos un tiempo más.

Sus labios, lentamente, abandonaron su seriedad para curvarse hacia arriba, formando una sonrisa que no parecía tan retadora como las que habitualmente exhibía.

-De todos modos, será mejor que tratemos de menospreciar un poco a esos espectros. –Bromeó. -Al fin y al cabo, tenemos una reputación que mantener.

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25/06/2018, 18:42
Sybilla

No... A pesar de que tengo la sensación de haberlo visto en algún lugar, no soy capaz de reconocerlo.-confesó, recuperando un tanto el tono, percatándose de que aún la miraba, y por tanto, de que ella también aún lo miraba a él. 

Aún a través de la tela de su vestido oscuro pudo sentir cómo el frío de su mano, varonil, enorme en comparación con la gracilidad de sus articulaciones, se posaba sobre su hombro. Pudo percibir cómo se acercaba, mientras hacía descender su mirada hacia la forma desdibujada de sus dedos pálidos sobre la suave tela negra. Y aspiró, se llenó de aire, muy despacio, catando su mismísimo olor primigenio, y exhalando, lentamente, volviendo acto seguido a fijar sus ojos negros como ala de cuervo sobre su rostro encendido, reaccionando finalmente sus manos una vez más, cobrando movimiento tras permanecer inertes a los lados de su cuerpo.

¿No sentís inquietud al mirarme?- preguntó, de pronto, retirando de su mano derecha el guante de fino cuero oscuro que ocultaba su pálida y menuda mano de dedos gráciles y alargados, empleando la mayor de las delicadezas para apoyar su palma, y el largo de sus dedos, sobre la mejilla del normando, encontrándola paradójicamente cálida, al encontrarse tan fría como su propia piel- ¿No os produce rechazo encontraros con la oscuridad insondable al contemplar mi rostro?- preguntó, de pronto invadida por una tristeza abyecta, que parecía haber reptado presurosa a través de la espesura de su mirada. 

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25/06/2018, 23:54
Ingvar Lundson
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo hecha una tirada de Inteligencia + Academicismo por si resulta procedente de cara a acordarme de la heráldica del muchacho fantasma.

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26/06/2018, 00:25
Narrador

Reconoces este símbolo como algo más típico de las latitudes bizantinas, es decir, influencia romana. No sabrías decir más con tan poca información ya que enseguida vienen a tu cabeza múltiples símbolos heráldicos en los que el águila de dos cabezas está presente. Necesitarías verlo para acotar tu campo de búsqueda.

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26/06/2018, 00:27
Ingvar Lundson

Ingvar se mantuvo en silencio unos instantes, mientras su ardiente mirada parecía buscar algo en el interior de la oscuridad de la mirada de Sybilla. Como si el brillo de sus ojos pudiera iluminar el fondo de ese pozo de negrura del mismo modo que una antorcha arrojada al abismo aleja las sombras por un instante.

Cuando ella tocó su rostro, el normando cerró los ojos por un instante, sacrificando la vista para centrarse en el resto de sentidos. La extraña, antinatural suavidad de la piel de ella sobre su mejilla. El contacto de su mano, que a pesar de no ser cálida en absoluto, lo parecía en contraste con la caricia del viento. El mismo viento que ahora callaba, guardando silencio como si lo aprestara a contestar a la pregunta que ella había formulado.

Abrió los ojos de nuevo, y la noche pareció iluminarse con su trémula luz.

-¿Debería acaso sentirla? –Respondió finalmente. Habló lentamente, con su voz convertida en un quedo susurro. La mano que quedaba libre ascendió, tocando la que ella había puesto en su rostro con delicadeza, como si temiera asustarla. -¿Inquietud? ¿Rechazo? ¿Sólo porque vuestros ojos sean más negros que una noche sin estrellas? No veo qué puede importar eso. Una noche sin estrellas puede ser tan hermosa como la más brillante de las lunas, aunque sea más peligrosa.

Y como si quisiera corroborar sus propias palabras, levantó la vista hacia el cielo. Entre las ramas de los árboles que los rodeaban, apenas llegaban a entreverse la forma de las nubes que cubrían todos los astros. Ninguna luz brillaba en el cielo de esa noche.

-Ya morí una vez… -Añadió Ingvar. A pesar de la seriedad de sus palabras, las pronunciaba con una tranquila determinación. La de alguien que ha aceptado su condición y su destino. -Creí hacerlo muchas otras… y en algún momento el mismo capricho de los dioses que me concedieron esta existencia me arrojará finalmente al olvido. Pero hasta entonces, trataré de vivir sin miedo.

-De modo que si esa oscuridad vuestra trata de hablarme, tal vez me preocupe. Pero por el momento, sólo os he oído hablar a vos. Y aunque también podáis resultar peligrosa, me atreveré a correr el riesgo.

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26/06/2018, 00:42
Sybilla

Sybilla escuchó, en el más absoluto silencio, aún estremecida, aún temblorosa. Escuchó, como si de hecho bebiese cada una de sus palabras, mientras su mirada oscura se posaba sobre sus labios, visualizando la vocalización de cada vocablo, entrecerrando los párpados con delicadeza al percibir el tacto de su mano ahora sobre la propia. Un tacto añejo. El tacto áspero de unas manos trabajadas directamente sobre su piel. De unos dedos fuertes, que sin embargo se mostraban amables. Un drástico contraste con su suave y cremosa piel, que la llevó a acariciar aquellos dedos más toscos con los suyos, mientras un último paso acababa por saldar aquella mínima distancia que los separaba. 

Acababa por acercar su rostro al del normando, como si de hecho aquellos pozos de oscuridad insondable buscasen la luz que titilaba en sus pupilas en ascuas. Inhaló de nuevo, de aquella manera parsimoniosa, acercando la nariz a su cuello, a su cabellera salvaje, acariciando suavemente su piel con la punta de su nariz, con suma delicadeza- Os llevaría conmigo... A lo profundo del bosque. Al lugar en el que sólo hay luna...- dijo, sin más, volviendo a mirarlo durante un instante, dejando caer nuevamente sus parpados para proceder a beber su aliento a través de su propia boca, uniéndose sus labios carnosos, fríos, y tan sedosos como sus manos, a los de aquel que pretendía vislumbrar el fondo de aquella negrura que residía irremediablemente en el centro de su pecho. 

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26/06/2018, 19:12
Ingvar Lundson

Cuando ella hizo desparecer la última distancia que los separaba, sus ojos se buscaron una vez más, e Ingvar no pudo evitar la necesidad de volver a fijar su mirada en la profunda oscuridad de la de ella. Se hundió en ella, como si pudiera vislumbrar por un instante sus secretos. Y por un instante, creyó entrever entre sus sombras la fuente de la extraña tristeza que parecía desbordarse en ocasiones.

Pero ese momento fue tan fugaz como un pensamiento, porque Sybilla apartó su rostro del suyo para acercarlo a su cuello, y él cerró de nuevo sus ojos. Una vez más, vivió a través del resto de sentidos. La sintió acercarse a él.

El rostro de Sybilla estaba ahora junto a su cuello. Un suavísimo roce recorrió su piel, ascendiendo por su cuello y causándole un agradable escalofrío. Su boca estaba justo bajo su oído, una posición en la que ella podría someterlo con un simple mordisco, si tal fuese su deseo. Pero fue esa sensación de indefensión, de peligro, la se mezcló como un catalizador con el resto de sus emociones, avivándolas como el fuego.

La escuchó respirar lenta y profundamente, y sintió el roce de su aliento en su piel. En un gesto reflejo, él también dejó escapar el aire que guardaban sus pulmones en un suspiro y tomó aliento. Un aliento en el que el olor del bosque se mezclaba la suave esencia de la mujer. Un  aroma que apenas había percibido hasta entonces, pero que en ese momento llegaba a él con una inesperada fuerza. Cuando ella habló, él respondió casi al instante.

-¿Y dónde…? -Probablemente el normando hubiera seguido hablando, pero no tuvo esa oportunidad. Los labios de Sybilla buscaron los suyos, y callar fue la única alternativa que Ingvar encontró. Callar, para devolver el beso a aquellos labios tan fríos y suaves como los de una estatua de mármol, pero que sin embargo parecían llenos de vida. Para sentir a través de esa unión lo que se le había ofrecido. Para buscar lo que yacía en el fondo de la oscuridad de sus ojos.

Sintió su aliento mezclándose con el suyo propio, y su mano descendió por la espalda de la cainita hasta rodear su talle con un suave abrazo que la acercó un poco más hacia él. Olvidados los espectros, olvidado incluso el motivo de su viaje, se entregó a descubrir el lenguaje secreto de los labios de ella.

Tras un instante que podría haber durado cualquier tiempo, se separó, tomando aliento como si de verdad lo necesitara.

-Vamos pues. Mostradme tal luna. Susurró con una media sonrisa. Y a pesar de que esa sonrisa no era muy diferente a las que habitualmente exhibía, en esta ocasión sus ojos ardientes también sonreían al tiempo.

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26/06/2018, 20:29
Sybilla

Embebida de su aliento, rodeada por sus brazos, que como enredaderas se habían afianzado a su talle, lo observó de nuevo, detenidamente, acariciando el perfil de sus labios con los dedos desnudos con los que había acariciado su mejilla, guardando el más absoluto silencio mientras esbozaba una leve sonrisa- Se encuentra lejos... Muy lejos.-musitó, de repente- En un claro sobre el que descansa una alfombra de lirios que un día fueron blancos, y que hoy yacen marchitos sobre una losa de piedra.-añadió, brotando su voz rota, triste, mientras se encontraba aún lo suficientemente cerca de él como para que el aire que se desprendía de sus palabras rozase su piel, emitiendo un suspiro quedo. 

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27/06/2018, 09:48
Narrador

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Tres horas antes del amanecer—

Leyre salió de la cripta seguida de su ghoul, Lamarr, con la noche arreciando en el firmamento, la toreador se encontró con una inesperada escena. A Ingvar y a Sybilla abrazados, él sujetando la cintura de ella en actitud acaramelada. En segundo plano estaba el protector de Sybilla, el caballero Aimeric, que permanecía en estoico silencio y rostro hierático, Lamarr, por su parte, alzó las cejas viendo la estampa sin decir nada. A juzgar por el rostro del ghoul de Leyre, parecía tener otras preocupaciones más acuciantes que darle cuenta a lo que veía arriba.

Notas de juego

Próximo post el viernes.

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27/06/2018, 10:10
Leyre de Abin

Asciendo por las escaleras sin prisa pero sin pausa, recogiéndome los bajos del vestido y pensando en qué diablos voy a decirles a mis dos desafortunados compañeros.

"Mi ghoul, el aguerrido caballero que veis a mi espalda, tiene miedo de los fantasmas".

Es ridículo hasta para mí.

Sin embargo, no puedo evitar alzar una ceja con sorpresa cuando observo el panorama que hay fuera de la cripta. Por todos los santos del santoral, y pensaba que lo del fantasma era malo.

-¿En serio? -Les espeto, poniendo los ojos en blanco- Por favor, si nos conocemos de dos noches. 

Me tendría que haber ido en el grupo del caballero castellano. Era un absoluto necio, pero al menos tienen fama de ser unos insulsos, y guardaría un poco de decoro. 

Por un momento, hasta siento ganas de regresar por donde he venido. Si no fuera por el... en fin.

-En fin. -Hago un gesto con la mano, con un mohín de disgusto. Como si no hubiese pasado nada. Por favor- Hay algo en la cripta. Mi ghoul está acongojado y he pensado que el guerrero con poderes sobrenaturales podría ir a investigarlo. Ya sabéis. Si no está muy ocupado metiendo la lengua en la boca de...

Me estremezco.

-Es decir, si os place.

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27/06/2018, 18:14
Ingvar Lundson

El guerrero observó a Sybilla, mientras ella volvía a acariciar su rostro con la misma delicadeza casi etérea con la que los había tocado la primera vez. Sus dedos recorrieron la curva que formaban sus labios, que aún esbozaban la misma sonrisa que habían adoptado al separarse de los de ella. La mirada de la cainita lo observaba, como si las profundidades de sus ojos negros hubieran descubierto algo en su rostro.

Él sintió más que escuchó las palabras de ella, cada sílaba pronunciada como una caricia de su aliento en la piel antes de llegar a sus oídos. Palabras que cargaban con lo que parecía una honda tristeza, que de algún modo lograba encajar a la perfección con la sonrisa que había aparecido en su boca. Hablaba de un lugar lejano, pero a Ingvar se le antojó que esa lejanía podría tener que ver con el tiempo tanto como con la distancia.

Buscó alguna respuesta, sin encontrar ninguna, pero sorprendentemente el silencio tras las palabras de Sybilla le resultó cómodo. Tal vez fuese por la sensación que habían dejado en él sus palabras, una melancólica paz que rara vez sentía. Resultaba extraño lo mucho que una voz podía llegar a transmitir. De modo que por toda respuesta, acarició su cara con un gesto que casi era de ternura, desde su pelo azabache hasta la base de su mentón.

Pero entonces, una nueva voz se escuchó en la noche, tan opuesta a la que acababa de escuchar como un golpe se diferencia de una caricia. La expresión del rostro del gangrel cambió ligerísimamente al escucharla. Su sonrisa se ensanchó, dejando ver el blanco de sus dientes, y sus ojos se entrecerraron ligeramente. Casi parecía el mismo, pero cuando se volvió hacia Leyre, la máscara del lobo ya estaba completa sobre su rostro.

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27/06/2018, 18:15
Ingvar Lundson

Ingvar se giró hacia Leyre, exhibiendo una ancha sonrisa de suficiencia en su rostro. El normando parecía tanto más divertido por la expresión entre sorprendida y disgustada de la pequeña dama.

-Así que algo os ha asustado en la cripta. –Comentó con buen humor. –Aunque en una cripta capadocia, en mitad de un bosque presuntamente encantado, mientras nos guarecemos de una niebla capaz de asesinar cainitas… tal vez no sea algo tan grave que haya algo en la cripta.

-Aunque he de deciros que sin restar importancia a tal suceso aquí, en el exterior, hemos podido presenciar una cabalgata de espectros. –Replicó animadamente a las demandas de la toreador, y con su mano libre hizo un amplio gesto señalando al claro del bosque. -Al menos uno de los cuales parecía bastante… motivado con la que quiera que fuese la misión que su padre le había encomendado. ¿Qué es lo que ha hecho ese “algo” de la cripta para asustar a vuestro guardián?

-Y por supuesto, aunque adoro las historias de fantasmas, lo cierto es que tenía otras cosas en mente. Es decir… -Y su sonrisa se afiló aún más si cabe, hasta que añadió casi riendo. –Sí, me placerá ayudaros.

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27/06/2018, 21:09
Sybilla

Sybilla permitió al normando aquella caricia tierna, permitiéndose volver a cerrar los ojos para percibir al detalle el tacto de sus dedos sobre su pelo negro y sedoso, y sobre la piel fría y suave de su mejilla y su mandíbula, manteniéndose en aquel silencio sereno y melancólico que parecía emanar de su ser, como parte inherente de su mismísimo espíritu. 

Frunció levemente el ceño al escuchar los pasos, y la voz inconfundible de la chiquilla de Mahé, y desperezándose lentamente de aquel mutismo, de aquella quietud, viró el rostro, para enfrentarla. 

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27/06/2018, 21:44
Sybilla

Sybilla viró el rostro lentamente, parpadeando como si de hecho acabase de despertar de las profundidades de un sueño lúcido, observando fijamente a Leyre mientras hablaba, sin expresar aún palabra hasta que lo hubo hecho el normando. 

La consejera se desembarazó con delicadeza de su agarre, retrocediendo, despacio, algunos pasos, juntando las manos sobre su regazo, para cubrir la piel pálida y desnuda de su mano derecha con el guante que había retirado de la misma momentos atrás, en un gesto que resultaba incluso ceremonioso.

Pude entrever la figura desdibujada de un alma en pena al descender por la escalinata que conduce a la cripta. -confesó, con tranquilidad- Podría, en efecto, tratarse de una manifestación espectral como la que tuvo lugar frente a nosotros. -indicó, sin hacer mención alguna a lo que la recién llegada pudiera haber visto, o a sus comentarios ácidos e inapropiados- Bajemos. Averigüemos de qué se trata, y tratemos posteriormente de descansar. El astro rey no deberá tardar demasiado en asomar por el este. 

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28/06/2018, 08:25
Leyre de Abin

-Así que algo os ha asustado en la cripta. 

Niego con la cabeza fervorosamente, mientras la pareja deshace su abrazo.

-A mí, no. Yo no creo en supersticiones ni supercherías. No hay nada físico en esa cripta, pero sí percibí un sonido. No creo que haya espíritus, pero si hay posibilidad de que me asalte un licántropo, prefiero estar aquí fuera.

 -Aunque he de deciros que sin restar importancia a tal suceso aquí, en el exterior, hemos podido presenciar una cabalgata de espectros.

Esta vez sí, alzo ambas cejas con sorpresa. 

-¿Habláis en serio?

- Pude entrever la figura desdibujada de un alma en pena al descender por la escalinata que conduce a la cripta. Podría, en efecto, tratarse de una manifestación espectral como la que tuvo lugar frente a nosotros.

Me cruzo de brazos, aún con cierta expresión de incredulidad en el rostro. ¿En serio, Sybilla? ¿Y no pensaste que sería algo interesante que compartir con tus compañeros de fatigas?  

 -Y por supuesto, aunque adoro las historias de fantasmas, lo cierto es que tenía otras cosas en mente. Es decir… Sí, me placerá ayudaros.

Resoplo, sin poder contenerlo.

-Como animales -murmuro con desagrado, haciéndome a un lado para despejar la entrada a la cripta.

 Sin embargo, no puedo evitar encontrar ciertas similitudes con una historia que escuché de niña, aunque la tradición dicta que se desarrolló en un lugar un poco más al sur de mis propias tierras.

-Hace muchos años, hubo una batalla en Castilla. El rey hizo llamar a un grupo de templarios para que ayudaran a expulsar a los moros de esas tierras, pero esto ofendió a los nobles del lugar. Hubo una batalla terrible entre ellos, hasta que finalmente acabaron con la vida de los templarios en el Monte de las Ánimas. Allí, cada noche de difuntos, se ha vislumbrado la cabalgata espectral de los templarios, en busca de venganza. Y cada alma desafortunada que se encuentre con ellos en ese monte, acaba uniéndose a su séquito.

Echo una mirada a mis acompañantes.

-Pero, por supuesto, es sólo un cuento. Una historia de viejas. 

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28/06/2018, 16:52
Ingvar Lundson

Con gesto divertido, Ingvar asintió a las palabras de Sybilla. Era momento de investigar qué era lo que guardaba esa cripta, si bien él tenía claro que probablemente lo único que llegara a descubrir eran sonidos. Al parecer, la capacidad de ver esas apariciones estaba únicamente en los ojos negros de su compañera. Cuando ese pensamiento cruzó su mente, no pudo evitar preguntarse el motivo. Las dos cainitas habían sido capaces perfectamente de ver a través del velo de sombras del poder de su sangre, pero sólo una de ellas veía a los muertos. Algo sobre lo que reflexionar.

-Los licántropos… -Respondió cuando Leyre mencionó a los hijos de la luna. Mientras lo hacía, su sonrisa se apagó por un momento. Era evidente que el gangrel tenía cierta idea de lo que hablaba, y no era precisamente de su agrado. –No creo que deban preocuparos ahora mismo. Temedlos en la oscuridad del bosque, no en el interior de una tumba. En ese sentido, estáis más segura ahí dentro.

Dicho eso, se acercó a la entrada de la ermita. Por un momento su mano derecha se alzó, dubitativa, como si no estuviera seguro acerca de si desenvainar la espada o no, pero finalmente la hoja de acero no abandonó su vaina.

-En todo caso, y sin querer restar importancia a esa historia castellana, no sobrevaloremos a los muertos más de lo necesario. –Dijo, mientras entraba en la ermita y comenzaba a descender el angosto tramo de escaleras. -Al fin y al cabo, ni siquiera lograron defenderse apropiadamente cuando estaban vivos. Aunque, si somos capaces de sacar algo del eco de sus recuerdos, podría ser útil. Esta tierra está llena de historias. Tal vez en ellas podamos encontrar algunos secretos.

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29/06/2018, 16:39
Lamarr

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Tres horas antes del amanecer—

Algo molesto por la actitud de Leyre, Lamarr se mantenía en firme junto a la entrada, el ghoul no se mordió la lengua para responder a su dómitor. Al fin y al cabo, no era un caballero, sino un hombre de origen vulgar.

Muchos dirían que vuesas mercedes, mi señora, son supercherías. Y aquí están, vivitos y coleando —espetó mientras ceñía atención a la escalera de descenso —. Escuché sonido de herramientas, como si cortaran algo, alguien canturreando. Pero no vi nada —explicó mientras escuchaba la descripción sucedida en el exterior, miró tanto a Ingvar como a Sybilla.

La cacería del rey Arturo —el nombre hizo que Aimeric alzara la mirada reconociendo al instante el nombre del legendario rey bretón, ante las posibles miradas de suspicacia asintió con firmeza —. Sí, sí, escuchaba de niño que algunas noches el rey cabalga junto a sus once caballeros.

Los caballeros de la Mesa Redonda —apuntó Aimeric interviniendo con serenidad —. El ideal de todo caballero —claro que Lamarr no era un caballero, por lo que para él aquel supuesto ideal lo cogía lejos, pero tuvo el tacto de no afear la intervención de su compañero ghoul.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Próximo post, el martes.

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30/06/2018, 14:18
Ingvar Lundson

Ingvar, que ya estaba a punto de desaparecer por el hueco de las escaleras, se giró al escuchar la forma en la que el ghoul de Leyre replicaba a su maestra. Genuinamente divertido por la situación, observó al hombre detenidamente. Tal vez lo hubiera menospreciado antes de tiempo. No cualquier mortal se atrevía a contradecir a un miembro de la estirpe, y menos aun cuando eran conscientes de lo que los vástagos eran capaces. 

-Tal vez exageréis, compañero, aunque llevéis una buena parte de razón. –Respondió con una sonrisa a Lamarr. El ghoul le causaba cierta simpatía. –Es cierto que coleamos tal como decís, pero no podemos considerarnos completamente vivitos.

Sin embargo, las siguientes palabras del ghoul le hicieron pensar. La leyenda del Rey Arturo… Pero desde luego, si lo que habían visto se trataba del legendario héroe bretón, probablemente las leyendas hubieran exagerado… especialmente en lo que respecta a su caballerosidad.

-Es muy habitual que las leyendas no sean otra cosa que historias distorsionadas por el tiempo. –Dijo torciendo el gesto y chasqueando la lengua. –Historias que muy a menudo tienen que ver con nuestros antiguos. No conozco ningún Rey Arturo. No conozco a once idealizados caballeros. Pero sí sé que Riothamus de Cornualles gobernó esta tierra con puño de hierro y ninguna piedad. Y que once eran sus chiquillos. Y que las casualidades sólo ocurren cuando no se conocen las causas.

-Pero venga, tenemos un alma en pena artesana a la que expulsar. –Añadió mirando de nuevo a la oscuridad de las escaleras que conducían a la cripta. Sus últimas palabras llegaron hasta el resto por el eco de las paredes de piedra. –Por cierto… ¿Alguien recuerda la heráldica de Riothamos? ¿Un pajarraco de dos cabezas, quizás?

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01/07/2018, 10:04
Leyre de Abin

-El águila bicéfala pertenece a la monarquía de Bizancio. Los que se creen herederos de los antiguos romanos -respondo, mirando por encima de mi hombro de forma distraida antes de seguir al vikingo hacia el interior de la cripta. 

Con el vikingo por delante, y Sybilla y los ghouls por detrás, creo que me he situado en el mejor lugar para esquivar una emboscada.

-En cualquier caso, me extrañaría mucho que se tratase del fantasma de Riothamus de Cornualles. Todos fueron asesinados, y las almas de los de nuestra condición no se quedan vagando en la tierra.