Partida Rol por web

Venatrix

ACTO II: LAS ELEGÍAS DE PROPERCIO

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16/05/2012, 21:30
Sosias

"Exacto, era un bonito ejemplar del Monobiblos de Propercio. ¿Recuerdas a dónde lo llevaste?"

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16/05/2012, 21:30
Leandro

"Sí, lo recuerdo", afirma Leandro. "Aunque solo era un niño, tanto el libro como el lugar a donde lo llevé me impresionaron. Era una magnífica mansión del monte Celio; no sabría explicar exactamente dónde está, pero si voy por allí estoy seguro de que la encontraré."

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16/05/2012, 21:31
Sosias

"Estupendo", dice Sosias. "Tienes que ir y preguntar por el ejemplar que les llevaste; lo necesitamos para hacer una copia. Confío en que sepas negociar el precio, si les da por pedir algo a cambio."

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16/05/2012, 21:31
Leandro

"Descuida, amo", dice Leandro. "Lo traeré."

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16/05/2012, 21:32
Sosias

"Muy bien, solucionado", dice Sosias, mientras el criado se prepara para partir. "Leandro es muy competente, estoy seguro de que nos traerá el libro."

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16/05/2012, 21:35
Quinto Casio Dánico

"Muchas gracias a los dos" digo cordialmente con una grata sonrisa que, en el fondo no es tan grata. Tendré que pagar por ello pero, bueno, nunca es tarde para retomar la lectura.

Así que una casa inspiradora en Celio. No debe de quedar lejos de donde vive Marco Poncio, quizá incluso la conozca.

"No deseo entretenerte más, ya me has ayudado bastante. Volveré a pasarme en unos días para ver si Leandro ha conseguido el libro y ajustar el precio. ¿Te parece bien?" añado, y me levanto para estrecharle la mano con gratitud y volver a mis quehaceres, que no son pocos.

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17/05/2012, 02:01
Sosias

Sosias se levanta a su vez y te estrecha con fuerza tu única mano.

"Me parece estupendo", te contesta. "Es un placer volver a hacer negocios contigo. Vuelve cuando quieras, algún día podríamos organizar un coloquio en mi tienda, como en los viejos tiempos."

El viejo Sosias permanece de pie hasta que desapareces por el umbral de la puerta.

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17/05/2012, 02:39
Iniciador

El sol todavía pega fuerte, pero la hora de la siesta está llegando a su fin. Desciendes la larga cuesta que antes subiste, compadeciéndote del condenado Sísifo y agradeciendo no tener que volver a subirla hoy.

Mientras bajas, piensas cuál será tu próximo movimiento con respecto al asunto de la misteriosa mujer. Está claro que Porcio es la mejor opción para seguirle la pista, pero también es una opción que no te gusta demasiado. Porcio no es tan afable como Sosias, y seguro que intentará averiguar todo lo posible sobre tus asuntos para utilizar la información en su favor. No obstante, no son estos tiempos propicios para la especulación ni para arriesgarse a dar pasos en falso, y teniendo ambos al cónsul Silio como vuestro superior, al menos Porcio no tratará de perjudicarte, ni directamente ni a corto plazo. Además, después de tantos años has aprendido a tratarle y a mantenerlo a raya controlando su naturaleza confabuladora.

Por otra parte, aún esperas que las Musas te envíen la brillante idea para los juegos que nadie es capaz de proporcionarte. Tal vez deberías pedirle opinión a Helvio esta noche cuando acuda a recitarte su oda; él sabe bien cómo divertirse, y seguro que te puede aportar algo con sus disparatadas ocurrencias. Por otra parte, te preguntas si Hýlax habrá entregado ya los documentos a Silio. Si es así, ya debería de estar de vuelta en casa.

Notas de juego

Aproximadamente, deben ser en torno a las cinco de la tarde. A esa hora los romanos ricos y poderosos toman la cena, que es la comida más importante del día, y para ello les gusta organizar banquetes a los que invitan a gente poderosa buscando alianzas, intentando perjudicarlas de alguna manera... o también tratando de emborracharlas para tener sexo con sus esposas, dependiendo de lo laxa que sea su moral.

Casio, como cuestor del cónsul está invitado a los banquetes que tienen lugar en su casa, donde puede aprovechar para hablar de trabajo pero en un ambiente mucho más relajado y distendido. Sin embargo, el hecho de no acudir tampoco sería una ofensa, si el cónsul no lo ha llamado expresamente (no es el caso).

También es costumbre ir a los baños públicos, que son una especie de mentidero en el que además se puede comer, practicar deporte, leer, recibir masajes, etc.

Solo te lo comento para que sepas que tienes esas posibilidades, pero por supuesto eres libre de hacer cualquier otra cosa (ir a casa de Porcio, visitar a Acté, regresar a tu casa...).

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17/05/2012, 22:23
Quinto Casio Dánico

Me despido una vez más, cordial, y encaro el ardiente sol con más bien pocas ganas. Al menos es descenso y he refrescado el cuerpo y, por qué no, la memoria. Aun así me encuentro cansado, agotado en todos los sentidos. De no ser porque el tema de la extraña mujer comienza a encauzarse estaría todavía más abatido. Pero no, hay un foco de luz, uno pequeño y débil que he de proteger. Si me desvío, podría perderlo y no es algo que deseo. Y… en realidad, ¿qué pretendo con todo esto?

El sol justiciero me abrasa la nuca, y la pesadez de no haber descansado un rato en todo el día comienza a hacer mella seriamente. Me hago viejo, pienso. ¿Cuántos años más aguantaré a este ritmo? Siento el ánimo evaporándose como el agua en el desierto, la pesadez de los problemas. Necesito un respiro urgente, algo que me distraiga. Puedo apartar el tema de la mujer unos días, pues ni siquiera he conseguido su nombre. Sin siquiera eso no puedo ir a Porcio, sin contar con que no tengo fuerzas para lidiar con él de momento. Un banquete ahora sería demasiado pesado, tal vez mañana por hacerme notar.

Retomo la idea de visitar a mi acompañante predilecta, Acté. Más tarde puedo hablar con Helvio, si no me entretengo demasiado. Y sino, mañana será otro día. No puedo atosigarme con tantas preocupaciones o me marchitaré como una flor arrancada de sus raíces. Un poco de calma, Casio. Un poco de calma…

Notas de juego

Voy a ver a Acté. Lo cierto es que me interesa ir a todos esos sitios, ya no por la trama sino por ver el ambiente que los retrataría en su época. Mera curiosidad =P

Ya tendré tiempo, imagino.

Muy interesante lo de los libreros, por cierto.

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18/05/2012, 19:25
Iniciador

Caminas en dirección al lúdico distrito de Isis y Serapis, lugar donde se encuentra el impresionante anfiteatro Flavio que será, seguramente, donde se celebren los juegos en honor al emperador Didio Juliano. Admiras la enorme estatua del dios Helios situada frente a este, un coloso de más de cien pies de altura* que contempla el anfiteatro y la extensa explanada que lo separa de él.

El lugar está plagado de tiendas, cauponas y burdeles, además de dos termas donde los romanos distraen sus ocios y sacian sus apetitos.

Te diriges directamente a la caupona de Paloma, una mesonera judía, muy gruesa y entrada en años, que la heredó de su difunto marido, y que la ha convertido, como hacen muchos de los que regentan estos antros, en un burdel improvisado, pues las ganancias se multiplican cuando a la oferta de comida se añade la de sexo.

Bajas las escaleras de madera, pues el lugar se encuentra en un sótano para conservar mejor una buena temperatura, y agradeces el frescor que te llega del interior cuando separas la cortina de tela. Te quedas unos instantes en el umbral, ya que tu vista tiene que acostumbrarse al cambio brusco en la iluminación; solo algunas ventanas revestidas con lienzos recogen la luz del exterior, proporcionando un ambiente más íntimo y apacible.

Notas de juego

* es decir, más de 30 metros (1 pie = 0,3 metros)

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18/05/2012, 20:10
Paloma

"¡Señor Casio!", grita una voz chillona cerca de ti; es Paloma, que al verte en el umbral se ha acercado para recibirte. Cosa que no hacía cuando eras un don nadie; bien decía Séneca que la fortuna te trae agregados, y la adversidad te los quita, dejándote solo a los verdaderos amigos. "Pasa, por favor. Te serviré algo mientras se prepara Acté."

Mientras se prepara quiere decir mientras termina con el cliente que esté, te temes. Pero de todas formas, es de agradecer un vaso de vino fresquito para combatir el calor.

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18/05/2012, 20:12
Iniciador

El resto de parroquianos te observa brevemente cuando avanzas hacia la mesa que te ha reservado Paloma. No es este el lugar más adecuado para un magistrado como tú, pero incluso emperadores como Calígula y Nerón los visitaban en busca de sus meretrices preferidas.

Intentas evadirte pensando en tus asuntos, para pasar el rato. No puedes evitar pensar en la misteriosa mujer. Leandro sabrá a qué familia pertenece esa mansión de la que habló cuando vaya a por el libro, así que lo único que puedes hacer para averiguarlo con discreción es esperar. Te abstraes tanto pensando en ello que el tiempo pasa sin que te des cuenta, y finalmente Paloma te avisa de que Acté ya está lista.

Te adentras en la zona destinada al burdel, donde las muchachas se pasean desnudas o con muy poca ropa y gasas transparentes, intentando atraer más clientes. Pasas por delante de varias habitaciones, y observas en su interior a las meretrices practicando sexo con sus clientes, en las posturas más habituales: de cara o de espaldas; los hombres llanos tienen muy poca imaginación.

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18/05/2012, 20:13
Acté

Llegas por fin a la habitación de Acté, que te espera en la cama, con el brazo apoyado en la almohada, y ataviada con un vestido transparente que apenas deja nada a la imaginación.

"Hola, querido", te saluda con su dulce voz; vuestra familiaridad en el trato es casi la que podría tener un matrimonio. Ella te observa, más bien te estudia, mientras entras y te echas a su lado. "Te veo cansado", añade; Acté sabe que, a diferencia de la mayoría de los clientes, a ti te gusta hablar y contarle cosas.

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20/05/2012, 18:58
Quinto Casio Dánico

Espero. Bebo algo mientras paseo mi mirada sobre los presentes de forma despreocupado. Me pierdo de nuevo entre los pensamientos y divago una y otra vez. La mujer, el libro, los juegos... Y por fin me hacen pasar, gracias a los dioses.

"Yo te veo tan espléndida como siempre." Contesto con amabilidad, recostándome junto a ella emitiendo un resoplido. Alargo la mano y le acaricio el rostro. "Demasiadas responsabilidades. Necesito un respiro."

El mero hecho de estar allí ya es un alivio. Siento la presión desvanecerse lentamente, el suave perfume de Acté y su cuerpo sugerente tras la escasa ropa. Lo conozco de todas maneras, no es nada nuevo, pero eso no deja de hacerlo deseable.

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21/05/2012, 13:06
Acté

Acté te mira con dulzura y se desliza hasta quedar a horcajadas sobre ti. Comienza a moverse con movimientos rítmicos, y entonces te abandonas completamente a ella. Sabe perfectamente lo que necesitas en cada momento; entre sus brazos siempre encuentras ese remanso de amor y comprensión que necesita un hombre como tú, desgastado por la lucha continua en el nido de víboras en que vives. Bien vale el denario que le pagas a Paloma; tanto tú como ella sabéis cuál es vuestro lugar y cuál vuestro papel, y te sientes tranquilo al no tener que lidiar con todos los quebraderos de cabeza que conllevan las relaciones amorosas entre personas de la misma condición.

Todos estos pensamientos se confirman cuando Acté, atenta a tu jadeo, se retira lentamente al ver que ya has llegado al final del viaje de placer en que ella te ha embarcado. Se queda junto a ti, acariciando tu pecho y sin decir palabra, esperando que seas tú quien hable, si así lo deseas. Entonces te das cuenta de que por un momento has olvidado todos tus problemas. Solo ella es capaz de lograrlo.

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22/05/2012, 19:43
Quinto Casio Dánico

En cuanto las delicadas caricias de sus manos comienzan a recorrerme, siento ese efecto placebo que el cuerpo de una mujer logra hacer en mí. Como si fuese magia, los malos pensamientos se evaporan, el cansancio se desvanece avivado por un nuevo elixir que estremece mi cuerpo. Un suave vaivén me sumerge, del mismo modo que las olas mecen el barco en la mar, y me invade de gozo. Trato de disfrutar de esos momentos como del más exquisito manjar, pues realmente lo es para mi ajetreada mente. Después, cuando se recuesta a mi lado tras la oleada de placer, cierro los ojos temiendo llegar a dormirme. Pero no, reposo con un profundo suspiro, aliviado, y me vuelvo hacia mi amante con una sonrisa agradecida.

El dinero que le pago es bien aprovechado, desde luego. Este y el que he ido invirtiendo a lo largo de los años, pues de ahí ha surgido algo más que encuentros placenteros. No es amor, ni siquiera una pasión loca. No, las meretrices son tan astutas como encantadoras, y yo ya no soy un joven con serrín en vez de seso para dejarme engatusar (a diferencia de, por ejemplo, el pobre de Helvio). Sé en qué invierto mi dinero, o al menos estoy casi seguro de saberlo. Lo mismo que ella a veces cuenta cosas de otros, sé que puede hacerlo de mí. Aun así, es una persona que me inspira cierta confianza y sé que me respeta. Lo hacía incluso antes de ser alguien.

“Mucho mejor” comento con cierto aire de fanfarronería. Me paso la única mano por el pelo humedecido para echarlo hacia atrás y apartarlo de mi frente. “Siempre encuentro consuelo y paz en tu cama. No sé cómo lo haces”.

Con calma, acaricio su mejilla y después su espalda.

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23/05/2012, 01:43
Acté

"Eso es porque te conozco muy bien, Quinto*."

Quinto... no sueles escuchar el nombre por el que te llamaba tu madre. Al menos no con el placer con el que lo escuchas de labios de Acté, ya que de las demás personas que te llaman así, tu hermano Marco y la caprichosa de Julia, más que placer lo que te causan son dolores de cabeza. Aunque también tu amigo Agatocles te llama por ese nombre. Es curiosa la simetría, el perfecto equilibrio en que se encuentra tu vida en aspectos aparentemente tan triviales como este: dos mujeres y dos hombres, dos romanos y dos extranjeros; Julia, la amante que tanto te ha hecho sufrir y pasar noches en vela, y Acté, la que te hace olvidar las penas a cambio de un denario; Marco, cuyo carácter siempre ha chocado con el tuyo, y Agatocles, que a pesar de tener un carácter parecido, se comporta más como un hermano que el propio Marco. Y así, entre gente dulce y amarga siempre te debates.

Acté te observa tranquila mientras te pierdes en tus propios pensamientos. Poco después, te coge la mano, interrumpiendo tus caricias, y entrelaza sus dedos con los tuyos, señal de que va a decirte algo de carácter íntimo.

"¿Vas a contarme lo que te preocupa?", te pregunta, casi en un susurro, sin que ello te haga volver del oasis de paz en que andas solazándote.

Observas su rostro, su peinado, sus pendientes, su collar... tú se lo regalaste, pero debe tener muchos otros regalos de otros hombres, que la hacen parecer una rica matrona romana, como Julia; un simple espejismo en este oasis que ella ha creado para ti. En ese instante, observando a Acté, se te vienen a la mente los bustos femeninos de tu pesadilla, como respondiendo a su pregunta. Y te imaginas que tú eres el rey Cefeo, y que Acté es tu esposa Casiopea, y que ambos estáis a punto de recibir el castigo de Neptuno.

Esa maldita pesadilla te acaba de dar una patada que te ha mandado lejos del oasis en el que te recreabas.

Notas de juego

Te he elegido Quinto como nombre de pila (se solía poner a los hijos menores), aunque si lo prefieres puede ser Lucio (el hermano difunto era Gayo).

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24/05/2012, 20:17
Quinto Casio Dánico

Una mezcla agridulce de recuerdos me invade al escuchar ese nombre que tan rara vez suele llegar a mis oídos. Quinto. Es como si una línea divisoria marcase ambos lados, las dos facciones opuestas que rigen mi vida. Dos caras de una misma moneda; el éxito y el fracaso. Y la extraña mujer, ¿en qué lado he de posicionarla? ¿Habría llegado alguna vez a pronunciar ese nombre? Es sumamente extraño divagar sobre ello cuando apenas puedo vislumbrar su rostro. Sólo innumerables bustos de mujer, tallados en fría piedra, aunque hermosos.
El murmullo de la voz de Acté me devuelve al lugar donde realmente estoy. Le doy un suave apretón en la mano y la llevo hasta mis labios para besarla.

“Muchas cosas en el nuevo cargo. Me han hecho un pedido muy importante en el que me juego bastante, y estoy tratando de manejar demasiadas cosas. Apenas puedo con todo.”

No era mentira, sólo una verdad a medias. Confiaba en ella, pero tenía el mismo dilema que con Sosias, el temor a que le creyeran loco. El problema es que Sosias era un señor ya mayor poco interesado en sus dilemas personales mientras que Acté era astuta y, hasta cierto punto, cotilla. Tenía ese don peculiar de las mujeres para percibir cosas que ni siquiera uno mismo saben que están. Un sexto sentido para ver a través del velo de la mentira. No todas, claro. Sólo algunas, y las meretrices solían ser de las más expertas.

Mientras medito aquello esperando su respuesta o una muestra de familiaridad, no puedo evitar estremecerme. La imagen de los bustos, la agonía de la pesadilla, vuelven a asaltarme de repente. Suspiro y trato de apartarlo. Es complicado.

Notas de juego

Quinto me parece bien.

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24/05/2012, 20:28
Acté

"Te preocupas demasiado", te dice Acté, acariciándote el pecho con sus dedos, sin soltarte la mano. "Desde que te conocí no has hecho más que tener éxito en todo lo que has emprendido, y mira dónde estás ahora."

Ella tiene razón. La diosa Fortuna siempre te ha sonreído, y lo sigue haciendo. Has tenido muchos contratiempos, el mayor de los cuales te costó una mano, pero, ¿cuántos de esos millones de pobres desgraciados que mendigan por los pórticos el pan duro que arrojan a los perros no daría un brazo por estar donde tú estás?

"Pero ahora estás conmigo", continúa Acté. "Yo soy tu reina Dido, ¿recuerdas?"

Acté trata de sacarte una sonrisa recordándote lo que tú mismo sueles decirle. Hubo una temporada en la que estuviste contándole la Eneida de Virgilio, y desde entonces ella te pide a veces que le vuelvas a contar la parte en la que Eneas llegaba a Cartago y se enamoraba de la reina Dido. Entonces te dio por llamarla así, y a ella le gustaba, a pesar del terrible final que tuvo aquella reina, que, al enterarse de que Eneas, apremiado por los dioses, abandonaba a escondidas Cartago para seguir buscando la tierra prometida, incapaz de soportar el dolor que le causaba su pérdida, se suicidó con las armas de su amado. Sin embargo, prefieres recordar lo que Dido fue en realidad para Eneas: un remanso de paz tras la cruel guerra de Troya, una compañera que le ofreció un prolongado descanso antes de emprender la tarea que los dioses le habían asignado. Sí, Acté es tu reina Dido, y su cama su reino, en el cual te acoge con cariño cuando lo solicitas, donde estás a salvo de la guerra diaria en que te ves obligado a luchar.

Como dice Acté, ella te conoce bien, e intuye que lo que necesitas es evadirte de tus problemas, así que se limita al contacto físico, sin hablar, solo escuchar lo que tengas a bien contarle, ofreciéndote comprensión y cariño; ella es la única que puede darte esas dos cosas, tan necesarias a veces, y cada vez más para ti.

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24/05/2012, 21:45
Quinto Casio Dánico

"Dido” sonrió gratamente al escucharlo y vuelvo a pasar mis dedos por su rostro con añoranza.
Esa época en la que el tiempo me permitía pasar largos ratos contándole historias, esas que avivaban mi mente y hacía volar la imaginación. Ahora si me paso a verla es más por necesidad que por el placer de disfrutar de su compañía. Es agradable, en cualquier caso, saber que cuento con ese remanso de paz que me aporta pero; si ella es mi Dido, ¿dónde se encuentra la tierra prometida? ¿En los brazos de la mujer misteriosa?

Me he movido mucho durante años, esforzándome hasta lograr una condición adinerada que me permite lujos y comodidad. Pero he cargado mi espalda de responsabilidades y la avidez creciente de más poder. ¿En qué momento habría de parar? La codicia pudre a los hombres por dentro, y los años lo hacen por fuera. Quizá no esté en el límite ni de lo uno ni de lo otro, pero noto la ponzoña en mí. Cada día más preocupaciones, más temores a que me despachen igual que les ha ocurrido a rivales, o incluso a meros conocidos. Es una sensación poco grata darse cuenta de lo poco que vale una vida humana, y lo inútiles que llegamos a ser.

Miro a Acté de nuevo, dejándome llevar por su cálida mirada. Si en realidad es mi Dido, no debería tener miedo a nada. A fin de cuentas ha sido la mujer que mejor me ha tratado y cuidado hasta la fecha. Que recuerde… La beso una vez más.

“¿Recuerdas una mujer que abarcó mis pensamientos durante algún tiempo? No me refiero a Julia, fue mucho antes.”

Notas de juego

No estoy segura de cuánto tiempo abarca la "relación" que tiene ambos. Si la conocía hace ya 14 años, adelante. Sino, reformulo la pregunta.