Partida Rol por web

Negué con la cabeza, en silencio. Solis no andaría a hurtadillas en el piso de arriba. Estaba claro que quien fuese, pretendía averiguar nuestras intenciones. O estaba tan acojonado como nosotros. Al final sería lo mismo. Busqué con la mirada algo que usar como arma improvisada. Por un momento pensé en arrancar una pata de una silla... pero lo ridículo de la idea casi me hizo sonreír.

Me volví a asegurar de que llevaba encima la anilla y el diario. Miré las escaleras que subían. Luego volví a mirar a Meyer. Las escaleras una vez más... y al ario.

Luego le hice un gesto con las manos invitándole a subir delante. Y no por verle el culo. No. Aquello sólo se me ocurrió después.

[Zoco de la Luna Escarlata]

Callejeando durante varios minutos siguiendo las indicaciones del tal Fixit, Alpharius dio con la concurrida bocacalle en la que sin ningún orden ni concierto, numerosos e improvisados puestos callejeros se apelotonaban casi hasta perderse de vista. La hora y el ruido, tanto a comerciantes como compradores, parecía importarles muy poco y a voz en grito, se regateaban precios por extraños aparatos, exóticas alimañas provinientes de los confines del espacio (o eso coreaban sus dueños), especias de tierras lejanas, una suerte de cucarachas fritas que tenían bastante éxito e incluso combustibles como el Gallium.

Las prostitutas ofrecían sus servicios sin ningún pudor y los traficantes de sustancias de diverso grado de ilegalidad tampoco hacían demasiados esfuerzos por ocultar sus negocios, la publicidad y el spam anegaba cada edificio y cada rincón.En la luna escarlata cualquier cosa a la que se le pudiera poner precio se vendía y si te descuidabas hasta el alma podías perder en el proceso, aunque para algunos ciertas transacciones al cobijo de los ojos de la Unión bien lo valían...

Por un instante y a pesar de lo abarrotado del lugar, a unos buenos 20 pasos de distancia Alpharius creyó distinguir la, por desgracia ya familiar y descuidada melena pelirroja del gigante midgardiano aunque, como suele suceder en estos casos, enseguida, cuando quiso volver a alzar la mirada entre el gentío, la figura del hombre ya se había esfumado, probablemente a través de alguna de las innumerables callejuelas adyacentes.  

El jaleo de la parte común llamó poderosamente la atención de todos los presentes. Parecía que Drake, la traidora de las rastas tenía problemas. Tanto mejor en mi modesta opinión. Alguna vez todos tenemos que pagar por nuestras faltas, y no tenía intención alguna de mover un dedo por hacerme el héroe. Seguía teniendo una misión clara, proteger a Angela, que aún se encontraba taciturna y muy callada para su habitual locuaz carácter.

No pude por menos que lanzar media mirada preocupada por encima del hombro, Alpharius no se encontraba cerca, lo que podía significar que sí estuviera cerca del jaleo. También era cierto que confiaba en las capacidades de mi compañero para mantenerse fuera de todo problema. Mientras tanto había asuntos más importantes que atender. Se podía permitir una leve relajación de la situación, una botella del equipaje de un licor no especialmente fuerte ayudaría. Y unos cuantos vasos. Era hora de tomarse las cosas con un poco de calma.

-No hemos empezado con especial buen pie-dijo colocando los vasos en la mesa del cuarto-Y es algo que prefiero que cambie-con un gesto señaló el resto de sillas a los ursos para que se unieran a él-Parece que vamos a estar por aquí un tiempo, y gracias la cinta de nuestros amigos cruzados como si nos conociéramos de toda la vida...-aquello dejaba clara su opinión del tema y de la propia policía militar que tan "amablemente" les había atendido

Decir que se me heló la sangre en las venas es decir poco.
¿Le había dicho mi nombre? No, no recordaba haberlo hecho... pero si había recordado no me había echado en cara el haberle vendido... quizá no había llegado a eso, quizá sí pero le gustó.

Sí, Derpy, estoy segura de que a Alan le moló que le vendiera como esclavo...qué pillín.

Mis talones resbalaban sobre el mugriento suelo al intentar resistirme (por darle algo de dramatismo al asunto) pero para el enorme pelirrojo era como si le pesara un huevo extra... vamos, que pasó de mi culo y la puerta del antro se cerró a mis espaldas con un ruido sordo.

[Camino del Loro Feliz y Loro Feliz]

El impresionante hombre-cangrejo, alias Tenacitas el cangreburguer nos guiaron por las callejuelas, las patas de Crank repicaban sobre el empedrado y en algunas especialmente estrechas las patitas se apoyaban grotescamente en la pared mientras seguía con su avance.

Nota mental, ponerse patitas de cangrejo...¿palitos de cangrejo?¡varitas de cangrejo krysia! Hmmmmmmm 

-Ah, que chachi, ¿sois importantes?-curioseé mirando a alguna ratilla estelar que se escondía casi temblorosa.

No contestaron así que di el visto bueno a la muda afirmación de mis nuevos amigotes, dejando que Alan tirara de mí hasta llegar frente al cartelito del loro que me recordaba vagamente a Derpy.

-D. ¿sois familia?-pregunté mirando al desquiciado animalito señalando al loro,aunque la adorable figura arrugada con piel de pergamino habló poco después.
Tardé un poco en darme cuenta que no era un extra de ninguna película, no, era una señora,¡una señora señora! De esas que dices "señoras que.... y encima... y siguen siendo más guais que tú".

-¡Abuelita!-sonreí encantadísima como una verdadera nieta saluda a una abuela. Después de todo, ¡podría serlo!-Vamos,Alan, mi abuelita ha hablado VAAAAAAAAMOS- esta vez fui yo la que se adelantó tirando de él, quizá hasta la buena señora me hiciera trenzas como una abuelita de verdad, y todos saben que los cuidados de las abuelas son los más mejores del espacio.

Ya veo, razone ante el cese de pasos, nos estan escuchando, me giro a Pierre queinvita que vaya por las escaleras. Lejos de responder en silencio, abri mi bocaza.

-!Lo siento, me he puesto nervioso por un retortijon, hace demasiado tiempo que no paso el servicio¡- Antes de que Pierre pudiera preguntar un "¿Que?" alzo un dedo en gesto de silencio y me acerco a el.-*Nos estan escuchando, quedate aqui y sigue hablando, alto y fuerte, y no pares.*- Susurre, antes de deslizarme por las escaleras de manera furtiva.

El monologo de Pierre no me daria mucho tiempo mas alla de un minuto, pero seria suficiente para bajar la guardia de quien estuviese arriba y la voz de Pierre taparia mis pasos sobre los escalones, permitiendo una oportunidad de acechar en sigilo a nuestro amigo de ahi arriba.

La pequeña mujer esbozó una gran sonrisa ante el entusiasmo de Drake. -Que muchachita tan simpática, ¡a ver si aprendéis algo mendrugos! -Repuso apoyándose en en uno de los brazos de la joven para guiarla así hasta el interior de la pajarería, arrastrando en el proceso al alto midgardiano. La corte de delincuentes que los acompañaban, sin atreverse a replicar, siguieron sus pasos dócilmente al interior del establecimiento.

El local estaba abarrotado de pequeñas jaulas con pájaros inquietos y sacos de lona con etiquetas en la extraña lengua de la República del Loto, apestaba a corral para aves y el calor era realmente sofocante, al fondo un gran poster promocional de vitaminas para loros-lagarto medio descolgado ocultaba lo que de seguro sería una puerta, pues bajo la ranura del suelo podía distinguirse un tenue resplandor rojizo. 

Descolgándose del brazo de Drake, la mujer se acercó a pasos cortitos hasta un hornillo cuya resistencia agonizaba lenta y escandalosamente y ayudándose por un floreado paño de cocina sacó una gran bandeja de magdalenas para ofrecersela a sus invitados. -Comed. -indicó poniendoles una en cada mano.

Desde lo alto del techo, los pasitos se alejaron hasta perderse con lo que parecía un portazo. Quien quiera que estuviera ahí arriba había dejado el pestilente criadero de pollos para regresar a la habitación principal.

-¡Eso!- coloqué bien el brazo para que se apoyara bien mi querida y flamante abuelita recién adquirida. Hasta Derpy estaba emocionado, normal, era una abuelita molona con una corte de sicarios que agachaban la cabeza cual cachorro apaleado.

Decidido, yo de mayor sería ella. Me lo pedía.

-Abuelita, tienes que contarme el secreto, yo también quiero una corte-comenté despreocupada- ¿cómo lo logras? ¿Una escoba del poder? ¿Pellizcos en los pezoncillos?¿Refregarles con saliva las mejillas para limpiarles? Quiero ser como tú, abuelita.

La abuelita una vez dentro y llegado al punto de destino se bajó del brazo-taxi y tomó unas magdalenas.

¡MAGDALENAS!

Me gruñeron las tripas de un modo completamente descarado y empecé a salivar como si fuera un perrito muerto de hambre.

-¡Geniaaal!-tomé dos, volviéndome hacia Alandrian le estampé una en boca en cuanto abrió un poco la boca para vete a saber qué- mastica, no necesitas respirar, eso es de débiles. TRAGA. VAMOS.

Acompañé al grupo con cierto reparo pues tenía que estar atento por si querían jugármela. Mientras aún tiraba ligeramente de Drake, hasta que llegamos a el lugar donde una de las viejas más arrugadas que había visto en mi vida salió y les dio un rapapolvo de madre a todos los demás.

Para que después se pregunten quien "lleva los pantalones", pues las mujeres. Siempre. Y si no son las que mandan es que no son mujeres -pensaba acordándose de como eran las hembras de su patria y que en parte echaba ese carácter en falta.

Cuando Drake empezó llamar abuelita a la vieja no pude creérmelo, y encima ella la seguía el rollo. Esto podría ir a peor. Cuando llegamos al interior, la mujer nos había ofrecido magdalenas, y cuando iba a decir algo. Cuando abrí la boca, Drake me estampó una magdalena, que mastiqué con grandes bocados, y sin esperar a tragarla hablé a Drake- Gfafiafff fuapfaaa -dije escupiendo trocitos a la chica de ratas multicolor.

Al ver la entrada de la mujer y sus secuaces, el tabernero buscó la cobertura de la barra cual improvisada trinchera. De igual manera, los pocos parroquianos del local, que habían parecido aturdidos y alcoholizados momentos atrás, desaparecieron de forma misteriosa pero, sobretodo, veloz para dejar el local con un ambiente cargado de... bueno, de ausencia de gente, salvo por los que aun permanecían en el piso superior.

El enorme montón de músculos bien apretados que se suponía habría de ser una hembra jodidamente grande, dirigió su ojo rojo a los pocos presentes que todavía podía ver en el piso de arriba, tras la carcomida barandilla de madera que impedía que los borrachos cayeran en el amplio espacio que se abría sobre la sala principal.

- Traedme a todas las mujeres que encontreis, ¿A que esperaís? ¿A una puta invitación?- Masculló sin apartar la vista, con una mirada que haría parpadear a una cobra.

Los hombres que tenía detrás, impulsados de repente por algún tipo de resorte invisible, se pusieron en movimiento al instante, subiendo las escaleras de dos en dos y empezando a reventar todas las puertas que encontraban, sacando a rastras a cualquier ocupante de la habitación ignorando tanto las quejas de los interesados como las normas de la etiqueta más elemental.

Permanecí sentado con los pies encima de la mesa en mi pequeña esquina, observando todo el jaleo. No entendía una mierda de todo ese jaleo, pero al ver como sacaban a las mujeres a rastras, supuse que o buscaban diversión o a alguien, pero no masculino, así que me quede en mi sitio, de momento nada tenía que ver conmigo.

La gente va y viene, y las respuestas no fluyen, así que yo permanezo sin hacer mucho más que estar ahí observándolo todo. Waltz, bastante metido en su cabeza según supongo, ha pasado en gran medida de todo lo que le he dicho, y si no fuese porque no lo puedo dejar tirado pasaría de él y su gilipollez, en vez de habérmelo subido a base de empujones cuando ha hecho falta. Ahí, marchados varios de los que componen nuestro variopinto grupo, frente buque nos ofrece algo de bebida de su propio equipaje, y como principio de buen gesto hasta me dejo servir, cuando fuera y bajando las escaleras se oye primero un golpe seco, luego un "hijo de puta" de alguien que acaba de perder una propiedad y poco después los pasos de borrachos que no se sienten lo suficientemente borrachos como para estar ahí donde están en este preciso momento.

-#Si vas a beberte eso, más te vale hacerlo ya.# -Le digo a mi moreno acompañante de patria. -#No sé si luego vamos a tener mucho más tiempo#. Porrque bien parrece que tenemos compañía. No me gusta el sonido de esos pasos porr las escalerras, ¿no crrees? -Cambio de idioma a media frase, volviéndome de Waltz a Siegfried y levantándome para hacer el inequívoco gesto de coger mi arco, abrirlo y ponerle una flecha apuntando al suelo.

Mi consejo, aprovecha que estás sola y usa esos puntacos que gastaste en organización secreta, ponte en contacto con Annonymous ayudandote de tu mascara o busca los "signos de vagabundo" que te llevarán hasta su escodite en la luna, seguro que te consiguen cosas más rápido ^^.

La verdad es que no tenía muy claro como funcionaba la organización en ese sentido XD ¿Es necesario algún tipo de tirada para localizar los signos que puedan llevarme a la Sede de la Luna? ^^

El ruido por las escaleras hace que los presentes se pongan en movimiento, no sin razón. A pesar de no entender el urso la intención de las palabras parece clara por los gestos y parece sensato no dejar nada encima de la mesa. Apuré de un trago rápido el vaso y, ahora sí, asiento a las palabras que entiendo de León.

-Esperemos que entiendan el error de entrar aquí-digo mientras ajusto nuevamente el panzerhand al brazo. Por el momento no hago intención de ir a ver de qué va el asunto, está claro, el estrépito de antes y los recién llegados son los causantes.

En estas situaciones lo más sensato suele ser mantener la calma, explicar el error, aquí no está lo que buscan etcétera y dejar que se vayan. El hecho de estar armado tiende a reforzar esos argumentos además. Eso sí, si pretenden hacer bajar a las damas presentes (Angela y Alkaid) o hacerlas bajar va a haber problemas.

-Oh quizas se vaya dejandonos via libre.- Añadi por lo bajo, sorprendido ante la ausencia de, la que ya estaba seguro, dueña del local.- Supongo que en Sonora, el humor de toilette no es muy apreciado.

Me lleve una mano a la barbilla, reflexionando los acontecimientos, seguramente la dueña nos habia estado espiando o vigilando, y cuando di el portazo esta se puso nerviosa, hasta que comprobo que todo estaba bien y se fue de ahi satisfecha... O quizas no se lo haya tragado y se ha ido a avisar a alguien. De un modo u otro, una anciana no es lo que digamos un guardia profesional, dudo que pudiera detenernos si quisieramos salir de aqui, esto junto la puerta, verifica que Solis no esta preocupada con deternernos.

-Estoy 100% convencido de que es la dueña del local, la que hara unos segundos estaba ahi arriba.-Comente a Pierre, vigilando el tono de voz.- Quizas solo estuviera saciando su curiosidad, dudo siquiera pudiera dar un bastonazo por su vida ¿Aun asi crees que deberiamos subir y echar un vistazo? Llevamos un buen tiempo aqui, y siempre podriamos argumentar que hemos salido unos breves segundos a tomar aire fresco, es algo de esperar, cuando se deja a personas humanas durante media-hora o mas en una habitacion sin ventilar a metros bajo tierra.- Dije abriendo un boton de mi chaqueta, ahora un poco sudoroso y agitado despues de la tension del momento.

El tiempo pasaba con su lenta cadencia marcada de forma implacable por una de las irritantes goteras de alguna tubería. Podía haber pasado una hora, o bien podían haber pasado cinco. El sofocante calor tampoco pensaba darles tregua y el olor a excrementos de ave que se colaba a través de la trampilla tampoco es que contribuyera a mejorar su situación precisamente. Eso hacía que uno empezara a preguntarse cuanto oxigeno podría quedar en aquel cubículo probremente ventilado, cuando había sido la última vez que habían podido utilizar un lavabo o incluso hacía cuanto tiempo no probaban bocado.

Solis seguía sin dar señales de vida, pero en el lado positivo, al menos se tenían el uno al otro...

Me revolví un poco entre el gentío intentando vislumbrar, sin éxito, donde iba el gigantón. Sin que él me viera a mi, claro. Pero las multitudes son caprichosas y el destino me maldijo con la ignorancia de no saber donde iba y me sonrió con su ausencia. Bastante tenía con los ursos para preocuparme de aquel descerebrado pelirrojo.

Que Dios lo tuviera presente en sus oraciones, porque este siervo estaba demasiado ocupado con su cruzada.

Con un par de puestos de comerciantes me di cuenta de que no iba a conseguir todo lo necesario. Pese a sus ventas exóticas y algo cutres aquel rastro de gangas, timos de la estampita y predicadores de teletienda distaba mucho de ser un punto de mercancías ilegales. Y ciertas cosas de las que yo buscaba calificaban como tal.

Tendríamos que recurrir a amigos de la infancia si queríamos llegar a algo más.

Por lo menos conseguí hacer las compras. Treinta gremiales al mes es un presupuesto reducido, pero nada que no pueda aprovecharse con un poco de labia, desdenes al comprador y amenazas con marchar al puesto de al lado. Decidí prescindir de ropa para Sigfried, pues lo importante era no llamar la atención como conjunto, e invertí un par de gremiales en un vestido que se escapaba a todas luces de la nobleza de Venedetti. Iba a disfrutar muchísimo de su cara de horror bajo mi nueva máscara pero si quería que la chica fuese mía tendría que camuflarla antes de que algún idiota la matase antes que yo.

También me conseguí una vestimenta algo macarra para pasar desapercibido en este antro de putas y chaperos. El sedal fue barato, aunque tuve una buena discusión por el precio de las ganzuas que no acabó tan bien como quise. Tendría que dejar el gancho y cuerda de lado si quería poder dar una gratificación por el resto de material que me consiguiesen, porque no podía comprar el arma sin saber cuando pedirían por la maldita tarjeta para el cuerpo inerte de la sintética. Y necesitaría ese arma. Al fin y al cabo, un buen crimen tiene que tener un buen objeto homicida. Uno de libro.

 Pero antes de eso, tenía una cita en la Garganta del Kraken.