Partida Rol por web

Hakko negó con la cabeza ante las palabras de Yun Mei.
Vale… supongo que la idea es improvisar.
De todos modos, ellos no saben que estoy aquí… a decir verdad, no la habían visto seguiros …así que trataré de dar con el Pergamino cuando os dejen entrar al castillo. Lo lógico es pensar que lo tienen allí. explicó la Kunoichi, revelando su plan de acción.

El hombre pudo notar el despliegue de los elfos drow, su actitud observadora y cautelosa mientras lo evaluaban. Arashi, sin embargo, no parecía inmutarse por aquello.

- Así que he logrado sorprender a unos longevos drow. ¡Interesante! - exclamó con una de sus características risotadas.

Siguió hablando con los elfos oscuros.

- Eso sucede también con los oni, es difícil catalogarme - comentó enigmáticamente, sin definirse como semiogro ni como ninguna otra cosa en particular.

- Pero veo que me he equivocado. Pensaba que veníais a hacer alguna petición al señor Oni. - Hizo una pausa, sopesando sus palabras. - Hay que tener cuidado, no se le puede pedir cualquier cosa a la ligera, por su carácter.

Arashi estaba tratando de sonsacar algo sobre sus motivaciones y a la vez, pero sin mostrar indicios, se sorprendía porque sus compañeros no intentaran conversar con algunos otros de los presentes.

Igual que a su hermana, a Seijuro también le pesaba ver lo que pasaba en este país. No sabía ahora como mirar a su compañera oni Lena. Hasta ahora había demostrado lealtad, honestidad y compañerismo, y habían hecho buena amistad, pero no veía como podía formar parte de esta raza.
Cuándo pasaba delante de cada uno de esos esclavos, esclavas y prisioneros tenia que hacer un gran esfuerzo de autocontrol para no ir a ayudarlos. En una de estas ocasiones se acercó a su hermana y le dijo al oído - No temas, cuando terminemos con esa misión buscamos la manera de acabar con ese reino. - La posibilidad de que ya estuvieran construyendo jaulas para ellos ya estaba rondando por su mente, pero no lo compartió con nadie.
En la posada, Arashi se acercó a unos clientes no Oni. Suponía que para sacar información. Al oír la conversación de sus compañeros sobre que podrían negociar con el señor de Chu Ye les dijo. - Esa gente parece querer imitar a los Samurais. Dudo mucho que sepan mucho más que lo que pueden haber oído en las tabernas. Si las armas que podemos ofrecer no son suficientes... Quizá lo sean, no olvidéis como se han sorprendido por una simple pistola, podríamos ofrecerles conocimientos. Quiero decir que si algo puedo enseñarles es el "código del Samurai". Algunas clases básicas... aunque no me guste transmitir esos conocimientos a esas bestias. Algo que pueda liquidar en unos momentos. Digamos, algunas palabras "sabias". - De ninguna manera Seijuro les daría información valiosa de verdad, sino ambigua, que les hiciera pensar, y pensar en que se les estaba revelando algún secreto importante. Quizá, si encontraba la manera, podría dejar una grieta que podría utilizar como punto débil en un futuro.
Pero ahora, necesitaba más información. Seijuro fue a pedir una bebida para moverse por la posada y no llamar mucho la atención, pediría algo conocido, y no muy fuerte. Debía mantener todos los sentidos al cien por cien. Con eso, se acercaría disimulando a otros clientes para escuchar sus conversaciones, si es que oía a alguien hablar algún idioma conocido.

La joven oni se mantuvo en silencio durante todo el viaje. En otra ocasión le hubiera encantado explicarles todo lo que sabía de unas tierras conocidas pero siendo Chu Ye prefería no tener que pensar en ese lugar más de lo que debía. Las vistas eran demasiado familiares para ella y su rostro solo expresaba enfado, haciendo que pareciera aún más local. Nunca en todo el viaje dejó reposar su tetsubo, manteniéndolo apoyado en su hombro y preparado para lanzar un ataque sorpresa en cualquier momento.

-Estoy de acuerdo contigo, Keiko. Pero los pobres esclavos acabarían muertos en menos de una semana. Es duro admitirlo pero dependen de sus señores-Hizo una breve pausa donde gruñó leve-Pero algún día lucharé codo a codo con héroes para darles la vida que se merecen a estas pobres almas. Y haces bien de no querer entrar en una jaula de esas, no son nada cómodas.

 Tras decir eso, volvió a su silencio hasta que llegaron a la taverna. Ahí cogió un asiento y se dedicó a revisar toda su armadura en busca de pequeños problemas. Nudos sueltos, cinturones poco apretados... Parecía que quería estar en perfectas condiciones para encontrarse con el señor.

Tendió su mano a Yun Mei.

- Umh, apuesto que esta gente tendrá algo que les interese, y me da que este es el lugar idóneo para averiguarlo. Si conseguimos captar su interés, quizá sea más fácil intercambiar el pergamino, si es que lo tienen.

En la posada destacaban los elfos oscuros, y Arashi ya había ido a hablar con ellos. Era indudable que la mujer que se había levantado era atractiva, pero lo más llamativo era su presencia allí. ¿Serían "huéspedes" de los oni, como ellos obligados a no salir hasta tener audiencia?

Sería divertido averiguarlo. Dejó la mesa para acercarse también al variopinto grupo y saludarlos abiertamente.

- Veo que ya han empezado las formalidades. Tampoco vosotros sois fáciles de catalogar. ¿Elfos? ¿Demonios? Se dice de todo por ahí, quizá podáis aclarárnoslo.

- Lo que si está claro es que no creo que tengamos intereses muy distintos si hemos llegado todos hasta aquí.

Dejó caer.

La elfa oscura observó a Arashi mientras éste hablaba, intentando ver bajo su máscara.
Eres un ser curioso…
Y demasiado cotilla… a los Oni no les gustan los cotillas, y de donde yo vengo, hubieras sido ya torturado.
Pero éste es un lugar distinto, donde soy forastera como tú. dijo, mirando a Wufan mientras llegaba.

Tú tampoco eres un lugareño típico…
¿Así que venís a comerciar con los Oni? ¡Hah!
A ellos podréis engañarlos, pero a mí no.
Venga ya, mirad la frágil damisela que os acompaña… miró a Yeomi …dejadme adivinar… ¿venís a rescatar a un compañero vuestro?
Yo me lo quitaría de la cabeza. Son bastante celosos con sus posesiones y estáis en clara desventaja aquí… dijo, y se volvió a sentar en su mesa, para seguir bebiendo.

Seijuro observó el ambiente de la posada, intentando encontrar o escuchar algo que llamara su atención.
Pero la gente allí procuraba que sus conversaciones tuvieran la suficiente discreción.

Aunque sí que notó miradas. Sobre él y el grupo con el que iba.
Aquel grupo de brujos, probablemente venidos de Shenmen, les observó un momento y luego optaron por subir las escaleras que presuntamente llevaban a las habitaciones.

Sea lo que fuera que miraban en vosotros, eran seis y por sus atuendos y aspecto siniestro, no parecía que estuvieran aquí para hacer actos benéficos.

Viendo que su intento de aproximación a los drow no había tenido éxito, Arashi decidió no perder más tiempo en la conversación. La paciencia no era precisamente una de sus virtudes y, dado que no estaban dispuestos a compartir información, consideró que era mejor ir a lo suyo.

- Suerte, drows. Que las estrellas de la noche os guíen - se despidió, dando un paso atrás y mirando a su amigo, Sun.

- Espero que ninguno de los aquí presentes se interponga ante nosotros.

Le susurró debilmente, no se fiaba nada ni de los oni ni de todos estos invitados.

Wufan paró a Arashi y le pasó el brazo por el hombro para que no se marchara.

- No, no soy lugareño.- Miró a todos lados.- ¿Acaso alguien lo es aquí? Salvo aquellos que miden vanalmente su fuerza, claro.- Señaló con desgana a los Oni compitiendo a pulsos.

- Urgh, unas jarras por aquí!!- Ni siquiera esperaba que el Oni de barba blanca le hubiera oído, pero si acudía a la mesa se apuntaría un tanto.- Pese a su aspecto, es una temible guerrera.- Movió el mentón hacia Yeomi.- Tienes pinta de saber que no siempre es la fuerza bruta la que mide lo grande que es uno. Vosotros no ocupáis entre todos lo que un demonio de esos, y sin embargo algo me dice que podríais acabar con cualquiera fácilmente.

- No, no estamos aquí para rescatar a nadie, pero como todos los que hemos llegado a esta zona, si buscamos algo de ellos. Y el mercadeo parece la puerta para encontrarlo, nadie da nada gratis. Salvo que tú tengas otra llave mejor.

- Te reconozco que sabemos poco de esta gente, pero... comienzan a parecerme interesantes. Y si alguien como vosotros tiene negocios con ellos, es seguro que será divertido ver a su rey. Puede ser una grata sorpresa tratar por fin con alguien que no valora lo que en otros reinos está prohibido.

La Drow miró a Sun Wufan cuando éste siguió dándole conversación.
Una mirada cansada, seguida de un trago a su vino.

Estamos aquí de turismo.
¿No te parecen hermosos estos volcanes y sus fortalezas? claramente hablaba con sarcasmo.

Conozco al Señor de Chu Ye de otra ocasión.
Es un hombre… directo.
Haríais bien en decirle lo que queréis de inicio y sin rodeos. Hacerle perder la paciencia, la poca que tiene, puede ser mortal… o enviaros a una de esas bonitas jaulas que ya habréis visto.
Ah, y tiene un consejero que es Brujo, así que no os salvarán los truquitos… explicó, mirando cómo Seijuro cotilleaba en busca de información.

Mmm… ¿quién es tu amiguito?
Es bastante mono… miró al Samurai con una malévola sonrisa.

El vanara soltó una sonrisa velada.

- Umh, podría presentártelo, aunque no creo que tengas problema en hacerlo tú misma... pero ¿qué me dirías si "te lo consigo"? ¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio?

Era una apuesta muy fuerte, porque sabía de las convicciones del samurai, pero había visto el gesto de la elfa y la experiencia le hacía saber hasta dónde llegaría alguien por algo así.

- Si ya conoces al Señor de Chu Ye, serás más familiar que nosotros para él, y tu presencia "digamos" que nos allanaría algo el camino. O quizá sabes algo que no sepamos y puedas compartirlo.

Aunque reconocía que el consejo anterior había sido ya muy bueno.

Cerveza en mano Seijuro se apoyó a la barra y se giró relajado y con aire de confianza hacia el salón para tener una buena panorámica de toda la posada. Luego echó un trago de su jarra regodeándose satisfecho de sus dotes de disimulo. Pero no había nada que hacer ahí. No quería entablar conversación directa con ningún Oni. No le había gustado lo que había visto de ellos durante el camino y no tenía esperanzas de sacarles tampoco ninguna información útil sin levantar sospechas.

Así que se entretuvo a contemplar a sus compañeros hablando u discutiendo, y se dió cuenta de que Wufan y Arashi habían entablado conversación con un grupo de forasteros. Se dió cuenta entonces que iban lanzando miradas hacia la barra, en su dirección, lo que le hizo decidir moverse en su dirección e incorporarse a ellos.

- Eso está bastante aburrido. No parece que hoy vayamos a celebrar ninguna fiesta aquí ... - dejó caer cuando llegó con bastante indiferencia. Y dejó que siguieran con la charla para ver si podía entrar y ayudar a sus amigos a sacar información. Ellos sí que estaban aprovechando el tiempo y haciendo algo útil por lo menos.

Además, Seijuro era alguien que se percataba de las cosas, y conociendo a Wufan, seguro que le estaba tirando la caña a la elfa. Si Arashi no se percataba de ello ayudaría al monje y se llevaría al semiogro discretamente con algún pretexto. Lo que sea por un amigo.

Lena decidió mantenerse al margen de la conversación, escuchando de lejos y tratando de parecer desapercibida. Si demasiada gente se presentaba delante de los drow puede que se pusieran a la defensiva y empeorara la situación. Aplacó su sed con agua que pidió al camarero mientras jugueteaba con un cordón de su armadura.

En todo momento no apartó la vista de la puerta por la que entraron, quería ser la primera en ver si algún oni importante entraba y mucho más ver si lo recordaba. Ya le estaba costando mucho contenerse en ese lugar, apartar la mirada en el momento oportuno sería una de las pocas cosas que evitarían más problemas.

Arashi había observado el comportamiento de los brujos y el de los drows, no sabía si iban a convertirse en obstáculos para conseguir las lecciones y ese pensamiento le hacía estar alerta. Mas poco se podía hacer ya, no tenía más interés en quienes estaba presentes y le faltaba magia que le permitiera espiar a los semidemonios. Por ahora prefirió quedarse en silencio, se sentó en la mesa para beber algo junto a Hakko.

- Qué piensas, estamos en territorio hostil y vamos a tener que vigilar bien esta noche.

Levantó la jarra para dar un buen trago.

Aunque Wufan casi estaba dispuesto a apostarse a Seijuro o algo así, el Samurai se acercó por su propio pie a la mesa donde estaba la Drow.
¿Aburrido? le preguntó la elfa oscura a Seijuro …eso puede remediarse. dio un buen trago de su vino y se levantó, agarrando al Samurai de las solapas de su Kimono, antes de clavarle un beso ante la sorpresa de todos.

Aunque Seijuro, más que un beso, notó cómo la Drow le daba de beber el vino que guardaba en su boca.
Tras aquello, se separó de él, empujando al Samurai, y volvió a su asiento.
Esto es sólo un aperitivo… podemos hacer cosas mucho más divertidas… y su tono no dejaba mucho lugar para la imaginación.

Pero entonces Yeomi se aproximó, y agarró a Seijuro del brazo.
Dejadle en paz. Es un bravo Samurai al que no os permitiré deshonrar. dijo de forma tajante.

La Drow miró a la Princesa con una expresión divertida.
Ohhh, ¿pero qué tenemos aquí? ¿Una damisela celosa? ¿Tienes miedo de que le divierta más que tú? Venga cariño, ¿te has bajado las braguitas alguna vez para algo que no sea hacer pipí? le preguntó con un tono burlón.

Yeomi la miró con una expresión ofendida, casi parecía que se había llegado a enojar.
¡Al menos yo no soy una…! la furiosa reacción de la Princesa de Hwanggot se vio interrumpida por la brusca apertura de la puerta del local.

Cuatro Oni con aspecto de guardias entraron de malas maneras, y desde el umbral de la puerta uno de ellos alzó su poderosa voz.
Klavdra Telargyr; el Señor de Chu Ye os recibirá ahora. dijo, dirigiéndose a la Drow.

La aludida se encogió de hombros y vació su copa, mirando a sus compañeros, a los cuales les susurró algo en su idioma.
Sin rencores, cariño… le dijo a Yeomi al pasar por su lado, yendo con los guardias, con los cuales salió de la posada.

Hakko jugueteaba con uno de sus Shuriken, pasándoselo entre los dedos, cuando Arashi se dirigió a ella.
Parece que no somos los únicos que quieren hacer negocios con el Señor de los Oni. Me pregunto qué buscan el resto, pues éste no parece el mejor lugar para llenarse de oro… contestó, mirando divertida la especie de pelea entre Yeomi y la Drow.

Volveré luego… dijo, antes de desaparecer, instantes antes de que los Oni hicieran entrada.

Keiko había contemplado el intercambio entre la elfa oscura, la princesa y su hermano desde la mesa a la que estaba sentada, sin decir nada, con expresión imperturbable. 

Cuando la descarada drow y sus acompañantes salieron de la posada, se levantó para plantarse delante de Seijuro, con una expresión enfadada en el rostro. 

-¡Seijuro! No esperaba esto de ti, hermano. ¡Y delante de la princesa Yeomi, nada menos! Besar así a una mujerzuela como esa... ¡Creí que nuestros padres te habían educado mejor!

Un ligero temblor se asomó a sus labios.

-¿Es que no tienes vergüenza?

Un leve bufido se le escapó. 

-Muy mal, Seiji, muy mal... -y en ese punto ya no pudo aguantarse más la risa al ver la expresión de su hermano. 

Le dio una palmada en la espalda mientras se echaba a reir.

-¡Tendrías que haberte visto desde fuera, hermanito! 

Luego se volvió hacia la princesa, controlando su hilaridad y secándose con el dedo una lágrima de la risa, y le dijo ya totalmente seria y en un tono totalmente sincero:

-Si esa mujer os ha ofendido y deseáis que pague por su osadía, mi espada está a vuestro servicio, Alteza.

A Wufan le hacía gracia la escena, y más cuando no solo la vergüenza de Seijuro salió a flote por las palabras de la princesa, sino cuando su hermana le recriminó que encima lo hubieran besado. Era algo que no compartía, la moralidad al final acabaría con todos ellos. Su sonrisa se mostraba abiertamente al escuchar cada frase.

Ni siquiera la llegada de los guardias la mitigó, pero si lanzó miradas curiosas tratando de averiguar qué utilidad tendrían para los oni aquellos drow.

- Parece que no queda más remedio que quedarnos aquí a esperar. Al menos ya sabemos que las audiencias siguen adelante.

Se relajó sobre una silla y buscó una copa y una jarra sobre la mesa, echándose el contenido y vaciando lo que quedaba antes de bebérsela y pedir más al posadero con un gesto desde la distancia.

Sin tiempo a reaccionar Seijuro se encontró con la humeda lengua de la elfa dentro de su boca, con todo el fluido desparramandose en su interior. Se había quedado paralizado, cuando de repente sintió una presión en su brazo. La princesa Yeomi estaba a su lado encarándose a la drow. No sabia aún que había pasado ni cómo disculparse con la boca llena, así que se tragó todo el vino que momentos antes había estado en la boca de la hermosa elfa. Sin poder evitarlo, esa situación había despertado su lado más animal, e intentando zanjar la pelea entre las dos chicas rodeó a la princesa Yeomi por la cintura con las dos manos para atraerla hacia sí, pero las separó deprisa, como si quemara, cuando se dió cuenta de lo inapropiado de su acción.

Y entonces irrumpieron los Oni por la puerta. Esa bendita interrupción fue un alivio y agradeció que se desviara la atención de su persona.

Pero una vez con los Drow ya fuera llegó su hermana para recriminarle. Ni siquiera podía mirarla a la cara mientras le hablaba. - Vamos Keiko... - Dejo caer con un hilillo de voz. De repente tenía mucho calor. Cómo había subido la temperatura en esa posada! Mientras su hermana se reía de él miró a su alrededor por si alguien más en el salón se había percatado de lo que había pasado ahí. Pues estaba todo en en silencio y podía oír la risa silenciosa de Wufan, que tenia al lado.
Se sacudió el kimono por la abertura del torso para que entrara algo de aire y le refrescara un poco. - Lo siento princesa... No se que ha pasado... gracias por... ayudarme...- le dijo recobrando la compostura y haciendo la voz tan grave como podía.
— Bueno, volvamos a la mesa! - dijo para terminar ya con eso. Y se dirigió hacia el resto de compañeros intentando arrastrar a los que le rodeaban, con la jarra de cerveza aún en la mano y un goterón de vino resbalando, sin él darse cuenta, por la comisura de su boca.

Arashi asintió a la hermosa Hakko, agradeciendo la valiosa información que le proporcionaba. Sabía que necesitaban toda la información posible para avanzar en su misión.

Mientras observaba la extraña situación que involucraba a los samurai, el semiogro no pudo evitar esbozar una sonrisa.

- Así me gusta, que os divirtáis - rió abiertamente. Era una pausa bienvenida en la tensión y la presión social que rodeaba a los samurai y a la princesa.

Arashi levantó su jarra y bebió en celebración de ese momento de distensión. Pero pronto volvió a centrarse en la misión. Inclinándose hacia Sun, el valeroso simio, le susurró:

- ¿Te consideras sigiloso, Sun? Si nos retiramos a un pasillo, puedo hacerte invisible por doce minutos.

El plan estaba claro, captar algo más de alguna parte, de las otras personas allí congregadas.

- Esta Lección quizás tenga que obtenerse por medios diplomáticos, o al menos, medios engañosos.

Todo esto prefería que no llegara a oídos de todos, pero todos los medios tenían que ser considerados y más cuando estaban en una ciudad hostil.