Partida Rol por web

Los bancos del gran comedor estaban repletos de alumnos, entre sus pasillos de pie en fila alumnos nuevos deseosos de saber cual sería su casa a partir del nuevo curso, entre ellos os encontráis vosotros. Un sombrero es colocado en un pequeño taburete, son sorpresa podéis ver como el sombrero comienza a hablar, o más bien a cantar:

Oh, podrás pensar que no soy bonito,
Pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
Un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
Sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
Y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
Que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
Dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
Donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
Ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff,
Donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
De verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
Porque los de inteligencia y erudición
Siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
Harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
Para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante

Uno a uno comienza a llamaros

La pequeña Amaris ingresa al Gran Comedor junto con los otros niños, escondida en el montón de rostros expectantes, mientras observa sin sorpresa pero con voraz curiosidad cada detalle del mismo: desde la extraordinaria bóveda celeste hasta los mínimos detalles de la mampostería y del mobiliario. Sí, todo era tal y como se lo había descrito Alice, una y otra vez, durante la larga convalecencia de Amaris en San Mungo. Y, más recientemente, los días previos al nuevo ciclo escolar en Hogwarts. La niña sonríe satisfecha, pero...

Muy pronto, la sonrisa se petrifica en su rostro y un sudor frío recorre su espalda. Cientos de niños se multiplican bajo su azorada mirada, más y más y más niños. Más y más miradas; más y más murmullos. Amaris siente como el pavimento del enorme salón se transforma en un mar embravecido que amenaza con engullirla. Instintivamente, sus manos se aferran a la túnica cubriendo las prótesis y su mirada naufraga entre aquella multitud. 

—¡Amaris, aquí! —exclama una voz muy familiar.

Es su hermana, Alice, que agita sus brazos y sonríe. Y es esa sonrisa para la niña como un remanso en medio de la tormenta, un ancla que afirma sus pasos y le permite avanzar sin vacilaciones. 

Uno a uno, los niños se someten al escrutinio del Sombrero Seleccionador. "¡Hufflepuff!", se escuchan los aplausos. "¡Slytherin!", y un niño de cabello muy rubio sonríe. "¡Ravenclaw!", más aplausos y vítores. "¡Gryffindor!", y un niño de cabello negro y gafas respira con alivio. 

—¡Amaris Prince! —exclama la bruja del sombrero puntiagudo. 

La pequeña avanza olvidada de todos, con la mirada clavada en el Sombrero Seleccionador y en su aspecto algo sucio, con muchos remiendos. Alice dijo que tiene más de diez siglos de antigüedad, ¿será cierto? La bruja le coloca el sombrero a Amaris y...

—¡Ravenclaw! —dictamina casi al instante. 

Confundida, la pequeña bruja avanza hacia la mesa de... ¿Ravenclaw? No Gryffindor como Alice, ni Slytherin como sus padres. Ravenclaw. La muchacha se sienta donde le indica el prefecto y alza la mirada hacia el emblema de la Casa. El azul y el bronce son sus colores; y un águila el animal que representa a los de Ravenclaw. ¡Un águila! De las cuatro casas, es el único animal con alas. El único que vuela, alto y seguro sobre el firmamento azul. Y ella que le tiene terror a volar...

—¡Felicidades, Ami! —le susurra su hermana al oído. —Creo que fue una excelente elección.

Amaris y Alice se estrechan en un abrazo.

—¿En verdad lo crees? —pregunta.

—¡Por supuesto! No conozco a nadie con tu garra y tu voluntad ni que vuele tan alto como tú. ¡Eres un águila! —exclama, y se despide con un beso en la frente de su pequeña hermana. 

Amaris la ve alejarse y piensa: Soy un águila. ¡Soy una Ravenclaw!

Tomas se acerco lentamente al sombrero seleccionador. Estaba bastante nervioso de estar por fin en Hogwarts. Se volvio a su espalda y pudo ver el rostro de muchos magos y brujas de años anteriores y el grupo de niños y niñas de su edad que tambien empezaban aquel año.

El joven Moorlen se sento en el taburete y le colocaron aquel sombrero viejo sobre la vabeza.

En un brevisimo instante, el sombrero empezo a hablar: "Mmm.. que tenemos aqui? Tienes miedo, chico? No te preocupes, ya se donde te voy a poner... Ravenclaw!!

Los alumnos de una de las mesas centrales empezarona aplaudir a Tomas. Todos ellos llevaban bordado en su tunica negra un escudo azul y plateado con un cuervo como mascota.

"Bienvenido a Ravenclaw, Moorlen!!" le dijo una de las alumnas mas mayores, probablemente de sexto curso. 

Me habían hablado antes de esa instancia.  Realmente era algo intimidante para nosotros.  Había que pasar delante de todos y cada uno de los chicos de cada año y ser escudriñado por el sombrero.  Había llegado allí con muchas expectativas, mi madre me vestía con la ropa azul de su casa desde niño, mientras que mi padre solo me había regalado leones de felpa cuando bebé.

Pero en mi cabeza solamente repicaba la idea de hacer mi propio camino.

"LUCAS CORBIN" Se escuchó por parte del sombrero parlanchín, y me puse de pie con una sonrisa, que solamente ocultaba el nerviosismo.  Si era Griffyndor, mi padre estaría completamente extasiado, mientras que le rompería el corazón a mi madre.  Si era Revenclaw, entonces ella seguro que tallaría un águila en la pared de mi cuarto, pero debería escuchar los "Mjm" de mi padre el resto de mi vida.  No quería elegir uno de los dos lados, por qué debía?

Pero era un Lancaster... y los Lancaster teníamos una imagen despreocupada que mantener.  Así que inflé el pecho, y caminé por ese pasillo como si fuera el dueño del sombrero.

Mientras tanto, mi cabeza solamente repicaba al ritmo de "mi propio camino", "mi propio camino".

Me senté, manteniendo la sonrisa y la espalda ancha.  El sombrero soltó una sonrisita algo burlona y habló.

Muy bien... como gustes entonces... HUFFLEPUFF!!

Sonreí como pocas veces, no de alegría sino de alivio, y me paré con el sombrero aún puesto.

Gracias.  Dije por lo bajo, y luego me detuvieron para quitarme el sombrero.

Miré a la mesa de mi nueva casa, y caminé hacia allí.

Sentada con desgana Dayana miraba los estandartes, unos u otros iban recibiendo el nombre de sus casas y ella se preguntaba si las estrictas enseñanzas de sus padres vencerían a sus ganas de jugar y divertirse. "Y esque las normas eran taaan importantes".

- Dayana Nilcorb - escuchó decir en medio de sus ensoñaciones. Se incorporó concierta pesadez y camino recta como siempre se le había enseñado. Sin duda el sombrero escudriñó sus pensamientos, incluso soltó una risita cómplice ante lo que la niña bufó pensando si se burlaba de ella.

- ¿Y bien pequeña? - le dijo el sombrero parlante - creo que te gustaría algo que te permite guardar esas ideas, no obstante has estudiado bastante y creo que en esa casa podrás llegar algo y divertirte...

- que me apellido así no quieren decir que tenga que ir con los cuervos - criticó, pero unasnrisas después el sombrero habló esta vez en voz alta y clara.

- Sin duda tenemos aquí a otra ¡Ravenclaw!

Dayana torció el gesto un instante susurrando su queja [i]- como no me divierta volveré a por tí.

Amenaza que hizo reír de nuevo al sombrero seleccionador, después de todo no le decía nada que no supiera ya, el sabio sombrero nunca se equivocaba ¿No?

Su madre le había dicho que aquel salón era de los más impresionantes de la escuela, y no mentía. De no ser porque la ilusión de la elección la mantenía atenta a lo que tenía delante, habría podido fijarse en los detalles de la estancia. Pero lo que jamás olvidaría de aquello era el enorme cielo estrellado del techo en el que se vislumbraban constelaciones encantadas, galaxias lejanas y nebulosas algodonadas. En cuanto escuchó su nombre de la venerable bruja de vestido esmeralda se adelantó con ansia entre sus compañeros, y casi sin saber cómo sentarse esperó a que se le colocara el ajado sombrero.
—Mmm... resuelta pero inquieta... —sopesaba el sombrero en alto— Pero hay más ahí, sí... quizá esa impaciencia te lleve por el mal camino, o quizá te impulse para buscar el beneficio común... no eres tímida ni tampoco te falta voluntad... Ya sé dónde mandarte... ¡Gryffindor!
Sus compañeros y compañeras de casa aplaudieron y vitorearon a la muchacha, a la par que la recibieron en su mesa. Ellis no estaba quizá del todo convencida de la elección, ya que su madre había estudiado bajo el auspicio del cuervo, pero también recordó lo que le había contado sobre el sombrero: "Recuerda que tiene en cuenta tus preferencias, pero también sabe ver en tu interior lo que mejor puedes hacer de ti. Y en cualquier caso, no temas, cualquier casa es buena, y todas son tan diversas como lo son las personas". Disfrutó la comida y la conversación con el resto de compañeros y compañeras, esperando poder trabar amistad con todos y empezar las clases al día siguiente.

-¡Phillip, Gareth! -fue la siguiente llamada.

Un muchacho se acercó apresuradamente al estrado. Sonreía con timidez a todo el mundo y dudó unos instantes antes de sentarse. El sombrero lo tuvo claro a los pocos segundos.

-¡Ravenclaw! -gritó.

Estallaron vítores en el gran comedor. La casa del Águila se estaba llevando a la mayoría de nuevos alumnos este año. Corrió hacia su nueva mesa, su nueva casa y sus nuevos compañeros. Por fin estaba en Hogwarts.

        Daisy Fergusson tomo nerviosa y con gran curiosidad en el comedor junto a su hermana Gemela Evangeline Fergusson y el resto de los novatos del colegio de Hogwarts de este año, como en su tiempo lo hicieron William Fergusson y Marian Cromwell sus padres y Perseus, su hermano mayor en diversas casas cada uno el sombrero seleccionador.

         Cuando fue su turno Daisy soltó las manos de su hermana, quien se puso después el sombrero con incertidumbre y convicción, entonces este dijo:

[B]        Tal vez en Slytherin
Harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
Para lograr sus fines. [B]

Eduardo permanecía expectante, como todos los niños a su alrededor, a que anunciaran el destino que ya se imaginaba desde hace tiempo. Su padre, su madre y sus familias fueron de Gryffindor, salvo algunos desviados. Era obvio que él también lo sería y así quería él: podría dormir en la misma cama donde durmió su padre y los amigos de sus padres, llevar los mismos colores en el uniforme que su madre y pasar las tardes en la chimenea donde ellos las pasaban. Podría sentirse perteneciente a su familia bajo otro arquetipo más, a pesar de estar lejos de ellos y no poder comunicarse muy seguido.

—¿Eduardo Ferrer? —Anunció la bruja.

Aunque seguía serio, sus caminares revelaban lo animado que se sentía y la impaciencia que le urgió por sentarse con los de su casa. Cuando se puso el sombrero, no hizo más que mirar a la mesa de Gryffindor, esperando a que le retiraran el viejo saco de la cabeza y poder ir. Pero el Sombrero Seleccionador no tenía tanta prisa.

—Bueno, ya sabes a dónde quieres ir. ¿Preparado? —Eduardo afirmó mentalmente— ¡Gryffindor!

Y como pensaba hacer, salió disparado a sentarse con su nueva familia.

El joven no pude estar más perdido. Avanza mirando hacia todos lados como si todo  le resultara nuevo, extraño, y asombroso. De pronto escucha su nombre y hace lo que todos han hecho, caminar hasta aquel sillón y dejarse poner un extraño sombrero.

¡Sebastian Callahan! -
Este parece estar masticando más que diciendo palabras, hasta que al final, pareció decidirse.

¡Slytherin!

Dijo Finalmente. El Extranjero se puso de pie, y se dirigió a la mesa donde recibia mayor cantidad de aplausos.

        - !Bienvenida hermana, ambas somos Slytherin para orgullo familiar!   Nuestro s padres y hermano estarán muy felices! -     Dice Daisy a Evangeline uy ambas se abrazan emocionadas antes de que sea nombrado Bastian, a quienes ambas aplauden emocionadas y con una sonrisa

Bastian se sienta en la mesa de Slytherin, con una sonrisa al sentirse tan integrado. Luego con acento norteamericano, comenta:

- ¡Esto es espectacular!  ¿Hace mucho que sabeis de la existencia de la magia? -

Estando en el Gran comedor, Godric sintió algo de ansiedad por tener tanta gente a su alrededor, además de los nervios que el sentía cuando veía a cada niño mientras pasaba hacia el sombrero seleccionador, ya tenía una idea de lo que iba a suceder ya que su padre le notificó de esta prueba....

- Godric Walker, adelante.. 

Al escuchar su nombre, los nervios le recorrieron todo el cuerpo, pero con una serenidad en el cuerpo y rostro se acercó hacia el sombrero.

- ¿Qué tenemos aquí? - Exclamó el sombrero parlanchín - Hmm, ya veo, se nota que eres perspicaz... ¡¡ Ravenclaw !!

Al escuchar la casa a la que pertenecerá puso una expresión conforme, a la vez que una ligera sonrisa, camino hacia la mesa algo temeroso mientras sus compañeros le decían palabras de bienvenida a la casa, se sentó y sintió satisfacción - Creo que la pasaré bien aquí - Susurró para el mismo.