Partida Rol por web

No podía contener los gemidos, aún cuando el vecino de Milo me hizo sonreír, simplemente no podía, de inmediato volvía a mi estado de excitación y cuando lo tuve dentro de mí, diciéndome que se podían hacer muchas cosas con los piercings, a pesar de la flacidez de su miembro, ya se me antojaba de nuevo.

-Mmmm, ¿qué cosas?-pregunté medio sonriendo y luego volví a hablar mirándolo a los ojos.-No me vas a decir que nunca tuviste a una mujer como yo en tu cama... Digamos que he visto muchas cosas, he hecho otras tantas, aunque quizás lo más loco haya sido no hace mucho con una chica y sus juguetes sexuales...-lo besé suavemente.-¿Qué me gusta? Mmmm, tú... No sé, no puedo pensar más que hacer que tu sexo vuelva a ponerse duro... Y que me poseas como desees...

Estaba realmente loca, no podía parar y luego, luego me sentiría como una verdadera basura y lo sabía pero en ese momento lo deseaba a él.

-Como desees...o dios que bien suena eso...cásate conmigo rubia...-

Te come la boca antes de erguirse.

-Juguetes, no tengo. Pero sé dónde conseguirlos...y más de los que te imaginas.- su sonrisa peligrosa es promesa de placer...y sin dusa algo de dolor.

Juguetea y tironea de los aritos de tus pezones, y de los mismos pezones.

-Vaya par de tetas que tienes, en serio. No habia visto un par tan bien puesto así, naturales.- se dedica a lamerlas y morderlas, a hacerte chupetones en las tetas mientras su miembros e endurece de nuevo.

Te coloca un cojin grande y levemente duro en la parte baja de la espalda, notas el frio repentino del lubricante en tu ahora levantado ano. Sus dedos entran y salen expendiendolo bien. Se echa el tambien en todo su miembro.

-Joder que frio...bueno...vamos allá, probemos la otra entrada...-

Parecia imposible...pero acaba entrando con cierto esfuerzo y dolor, sobre todo de tu parte.

Mis gemidos se convirtieron en auténticos gritos y al parecer eso a él le encantaba porque conforme gritaba, su sexo parecía crecer más y más, como si eso fuera posible pero al poco tiempo estaba disfrutándolo, sintiendo cómo se adentraba en mí sin el menor cuidado para luego salir casi del todo y volver a entrar.

-No necesito más juguetes si te tengo a ti...-dije entre gemidos.

Busqué su boca y comencé a besarlo como si fuera la última vez que lo haría, dejando que mi lengua resbalara dentro de tu boca y mordisqueando sus labios una y otra vez. Apretándolo contra mí cuando podía y clavándole mis uñas en su espalda hasta casi hacerlo sangrar.

-Esta bien oir eso...pero ya verás con los juguetes, te desmayarás, ya lo estoy viendo...es solo pensarlo y se me pone aún más dura...dios, como nos vamos a divertir tu y yo. Me gusta el sexo duro, un poco...-

Baja el ritmo un poco para hablarte, pero después lo aumenta aún más, minutos o segundos, no lo sabes...estás en el paraiso.

El problema es que no llegas a terminar, cuando el ya se ha separado, quedando rendido en el suelo, con la espalda apoyada en la cama. ¡Y atada como estás no puedes ni tocarte!

Para colmo en la mesilla hay una foto de Milo, más joven, con otro chico, los dos jugando con un enorme perrazo, aunque no sabes que raza es.

Lo escuchas jadear, realmente cansado.

-Milo, tienes que soltarme, por Dios...

Sentía que mi cuerpo me pedía a gritos que acabara pero como parecía que él no iba a soltarme, lo miré con inocencia.

-Ven aquí y hazme feliz que para algo te dio Dios la lengua...

Miré la foto unos instantes, me sentía de nuevo muy excitada, como si fuera a empezar recién.

-Milo, por favor...

Sonríe al mirarte, se incorpora y pasa su lengua desde tu pie hasta tu mano, pasando por todos los aritos, y entreteniendose en ellos.

Te desata.

-Necesito un powerade ya...lo siento pero estoy que no coordino...-

Se queda a un lado mirandote, realmente cansado.

Su lengua me hizo estremecer pero terminó por soltarme y entonces sin pensarlo, comencé a tocarme con mis dedos, separando, tocando, gozando, gimiendo, casi olvidándome de que él estaba allí. Eché mi cabeza hacia atrás y dediqué la caricia de mis dedos libres a mi clítoris y con la otra, bien adentro de mi sexo, aunque no se sentía ni de cerca cómo se sentía el sexo de él, alcanzó para que tuviera un orgasmo y me quedara quieta un rato. Luego lo acerqué a mí y le robé un instante su botella.

-Yo necesito comer algo... Y luego, luego me dejarás ir... ¿Verdad?

-Eres mi prisionera, que lo sepas. Aunque no me has dicho tu nombre siquiera, rubia. Pero si, te dejaré ir, a traer tus maletas. Te ayudaré y todo...pero luego me lo cobraré...- rie

-Incluso podemos dar un rodeo a por los juguetes...- insinuante, su mano sube por tu muslo, pero solo llega "casi" hasta los aritos.

-No, no soy tu prisionera y no, no vamos a ir por mis maletas... Yo me quedo en el hotel y luego...-su mano me hizo estremecer y luego volví a concentrarme.-Lo siento pero no puedo estar más de dos días en Roma... ¿Mi nombre? ¿Te importa...?

Aparté la mano que me tocaba y me levanté de su cama.

-Necesito una ducha...

-Dije que te podia ayudar...y puedo. Además, si te tienes que ir por que te persiguen o algo...aqui atada en mi cama no te van a encontrar...-

Te señala el baño.

-Pero claro, es tu elección. Aunque me gustaría tenerte unos dias por aqui. Unos cansados y sudorosos dias....-

-Escucha, alguien me busca y no creo que sean buenas personas... Tú también podrías correr peligro, ¿no te molesta ni un poco?

Estaba parada en la puerta del baño, mirándolo fijamente.

-Mi nombre es Jackie...

-¡Carusso! Eso es, si ya decia yo que me sonabas muchisimo...-

Se levanta y rebusca en la estanteria, saca una revista y busca una pagina.

-¡ajá!-

Te enseña el articulo, un monton de fotos de mujeres.

-Jackie Carusso, la nº 8 en las "hijas ricas más sexys"-

Le sonreí.

-Si, te dije que tenía dinero, Milo... ¿Qué hace un hombre como tú con revistas como estás?

Aparté la revista de mí.

-Ven, vamos a tomar un baño...

Lo tomé de la mano y lo arrastré conmigo hasta la ducha, le abrí al agua fría y luego comencé a besarlo muy apasionadamente.

Te corresponde el beso, pero acaba riendo.

-Oye oye...si no tienes viagra por ahi escondida...yo necesito un kit-kat...me has matado antes, viciosa.-

Rie y se dedica a frotarte la espalda.

Le miré con displicencia y sonreí, dejé que me enjabonara la espalda.

-Tienes razón... ¿Ves por qué necesito que me quiten estas cosas cuánto antes?

Me enjuagué de pies a cabeza perfectamente y salí de la ducha enrollándome en una toalla. Había muchas cosas por hacer, tenía que controlar lo del sexo terminaría quién sabe cómo. Como último recurso me arrancaría aquellas cosas, por lo menos la del sexo. Me sentía como una cualquiera, él debía pensar que lo era, mi vida estaba aún más vacía que antes.

-No tienes que quitarte nada...solo acostumbrarte, ya verás como dejarás de descontrolarte dentro de poco.-

Pasa la esponja directamente sobre tu sexo, pero sigue subiendo.

-Bueno, como vamos a empezar a hacer tu venganza? ¿A quién vamos a investigar primero?-

-¿Tú me vas a ayudar? ¿Por qué?

Lo miré inquisitiva, quería saber qué tenía para decir y muchas cosas más. Mientras lo sujeté del cuello, lo miré a los ojos, quería sentir más que sólo sexo por él. Quizás tenía razón respecto a los piercings.

-Ni siquiera sé sus nombres, ni sé lo que me hicieron... Me siento terrible al respecto, yo les firmé... Me obligaron a hacerlo.

Una lágrima recorre mi rostro y me doy media vuelta para que no me vea llorar.

-¿Y por que no ayudarte? Es tan simple como eso...Por lo que me has contado, os presentaron ¿No recuerdas sus nombres? O le puedes preguntar a tu padre...no sé, hay maneras. Soy un hombre de recursos.-

Te gira la cara para que le mires, y te seca la lagrima.

-Y no solo en el sexo.- añade una pequeña broma.