Partida Rol por web

-¡Dios!

Repliqué cuando tiró del piercing y luego empujé a su primo o lo que fuera, mirándolo con cierta furia.

-Vine a que los quites, por favor...

Acaricié su brazo, tenía que convencerlo.

-No puedo hacerlo en realidad. no me atrevo.-

Se disculpa, sincero.

-Vera creo que son de una aleacion mucho mas dura que el oro que aparentan ser...necesitaria una maquina que no tengo. Eso puede tardar una o dos semanas desde que la pida, y ser mucho más caro.-

-Si no hubiese usted machacado los cierres...está muy de moda eso de "simular" esclavitud pero cuando uno se cansa..-

Te mira.

-Lo siento...yo no pretendía ofender..he hablado de más.-

El primo se mosquea cuando lo apartas. Te mira bastante mal antes de irse.

Bajé la mirada y eché a llorar escondiendo mi rostro entre mis manos, así no iba a ser posible vivir.

-No los puse yo, no me pidieron permiso...-lloré sabiendo que entendería cómo me lo habían hecho.-Pero gracias...

Me levanté y comencé a vestirme, así no iba a poder vivir. Así no y allí, sin pensarlo más, tomé una decisión.

-¿Dónde está la farmacia más cercana?

-Eh..pues..no lo sé..supongo que la mas cercana será dos calles más abajo, a la derecha. Lamento no haber usado condón si es por eso...-

Lo ves algo cortado, sin saber que hacer.

-No, no es por eso... No te preocupes, realmente no tiene importancia ya...

Y realmente creí que no la tenía.

-No te sientas mal, esto es mi culpa, siempre ha sido mi culpa y lo reconozco. Soy una imbécil...

Me terminé de vestir.

-¿Cuánto te debo? Pide, tengo mucho dinero...-estaba siendo irónica pero con lo que me quedaba de vida, no daba para mucho más.

No se lo cree.

-Eh..acabo de casi violarla y encima pretende pagarme...no, no me debe nada...-

No acepta que le des nada.

Lo miré con cara de que yo me dejaría hacer cualquier cosa por él pero luego me recuerdo que no es lo que yo quiero, sino lo que mi cuerpo quiere.

-No vuelvas a decirlo, no así. Tengo que irme...

Dejé un billete sobre la mesa y salí lentamente del hogar.

El primo, descargando el camion, te mira mal cuando sales.

Llegas a la farmacia.

-¿Qué desea señorita?-

-Necesito pastillas para dormir... Dos frascos porque saldré de viaje. Por favor.

Respondí casi como una autómata.

-No, no le de nada...se me ha escapado mi hermanita...está un poco mla ¿sabe?-

Milo tira de ti fuera de la farmacia.

-Ya sabia yo que no tenía buena pinta que se fuera así. No la voy a dejar suicidarse.-

Miré a Milo con una gran interrogante en la cara, pero no hice ningún amago en la farmacia porque no quería que el dependiente no me vendiera. Así que me paré junto a él enfrente de la farmacia.

-Oye, ¿qué diablos te pasa? Tú no puedes decidir por mí o cambiar mis decisiones... Yo no puedo seguir así pero nunca lo entenderías... Ahora deja que vuelva a allá dentro y haz de cuenta que no me has visto jamás...

Lo miré con una media sonrisa que en realidad no lo era, pero imaginarme siendo poseída por Milo una vez más, era una imagen recurrente.

-No le voy a dejar, señorita. no importa lo que diga. Expliquemelo si gusta...pero no le voy a dejar hacer una tontería.-

Se cruza de brazos caramente dispuesto a no dejarte volver a la farmacia.

Negué con la cabeza suavemente.

-Escucha, entro, compro lo que tengo que comprar. Vuelvo, vamos a mi habitación o a un café, te lo cuento todo y si luego no te parece suficiente... Bueno, veremos. ¿Qué te parece?

Lo miré a los ojos fijamente.

-No...cuentame lo que sea antes, y después te dejaré ir a donde sea...si me parece suficiente.-

Te pasa el brazo por la cintura para tenerte sujeta y echa a andar en dirección contraria a tu hotel.

Acabais llehgando a un bloque de pisos bastante moderno.

-Diablos!

Caminé a su lado, no tenía mucho sentido negarme, conforme avanzábamos, iba contándole todo lo que había sucedido, empezando por el fin de semana de terror y del que apenas tenía idea de algunas cosas y luego de lo de mi padre y finalmente lo de Roy y Alan.

-No tiene sentido seguir así, ni siquiera puedo estar cerca de mis amigos y... En fin, no creo que sea buena idea contarte todo esto, quizás te ponga en peligro. ¿Ahora me dejarás hacer lo que yo quiera?

Miré el edificio preguntándome si viviría allí.

-¿Y por eso te quieres suicidar? Venga ya...pensé que era por algo serio...-

Entrais y os subis a un ascensor. Último piso.

-Te vas a quedar a vivir conmigo y vamos a pensar como darle la vuelta a la cosa. Puede que tardemos unos años...pero lo conseguiremos. Después de todo sabes sus nombres.-

Entrais a un piso doble, muy amplio, estilo loft. Decorado de forma moderna y hippie a un tiempo.

-Me llamo milo por cierto.-

-No, no, no... Yo no puedo quedarme a vivir contigo por que si. Además...-decía al tiempo que lo seguía.-Necesito mis cosas que están en el hotel y... Quitarme estas porquerías si es que quiero una vida normal. Además, ¿por qué me ayudarías?

Lo miré fijamente a los ojos parada en el umbral de la puerta.

Sonríe mientras te hace entrar, cierra la puerta y te apoya contra ella.

-Te ayudaría por que follas de miedo, rubia. Y por que puedo hacerlo.-

Te come el cuello mientras una de sus manos te acaricia el costado bajando hasta tu sexo, que acaricia sobre la ropa.

-No me tengas miedo a mi.-

Sus dientes atrapan tu labio inferior mientras su mano encuentra el camino para esquivar la ropa.

Mi cuerpo se estremeciò al sentirlo, no podìa evitar sentir la excitaciòn de inmediato y apenas rozarme siquiera pero mi mente estaba en otra cosa. No podìa resistirme, al menos corporalmente, asì que comencè a hacerle caso a mis instintos.

-Claro... Serà por eso, pero Milo, no te tengo miedo...

Sonreì y acariciè su sexo, total, despuès podrìa continuar con lo mìo porque sabìa que tras tener un mundo de orgasmos, seguramente sentirìa ese gran vacìo que te deja el sexo cuando no es sòlo lo que buscas.

Una sesión que pone a prueba tu aguante comienza, pasa mucho tiempo, tras el cual acabas atada a su cama, ambos jadeando en busca de aliento.

Pero mientras ocurre una cosa algo divertida.

Nada más empezar, te dió la vuelta, apoyandote contra la puerta de su casa, de forma que tu pecho y tu cara quedan casi aplastados contra ella. Levantu tu cintura y tus piernas, y tras arrancar el tanga empezó a follarte en esa postura, golpeando contra la puerta ruidosamente, ademas de lso gemidos de ambos.

Tu ojo, cuando lo mantienes abierto, queda justo en la mirila de la puerta, por ello ves cuando un vecino sale de su casa con una bolsa de basura. Se para y mira hacia allí extrañado. Se acerca lentamente y acaba pegando la oreja a la puerta, dejando la bolsa tras el. Lo ves que está flipando bastante, es un tipo cincuentón, bastante feo. En eso que se le ocurre mirar por la mirilla por si acaso viese algo...encontrandose con tu ojo frente a frente un instante antes de que los dos veais todo oscuro.

Al momento siguiente lo ves caerse hacia atrás del susto de ver tu ojo. Coje la bolsa de basura y se marcha a toda prisa.

Atada en la cama, él sonríe.

-Lo que yo decía...una diosa....se me ocurren mil cosas que hacer con esos aritos y seguro que te gustan...- aún con su pene, ya bastante flaccido, dentro de ti, besa tu barbilla y tu cuello.

-¿Cómo te gusta el sexo por cierto? ¿Qué cosas has probado y que no?-