Partida Rol por web

Parecía mentira lo que me decía pero necesitaba confiar en alguien, alguien además de mi padre.

-Tienes razón, llamaré a Enrico y les preguntaré. La verdad es que recuerdo poco de aquella noche* y prefiero que sea así...-sonreí ante su broma.-Bien, si terminamos la ducha podemos ir por mis maletas y quizás me puedas llevar a un bonito restaurant, muero de hambre.

-Si pagas tú- rie -hay varios muy buenos. Pero si pago yo, hay muchos más no tan buenos.-

Sale de la ducha y se pone su albornoz.

Te abre una toalla.

Me metí en la toalla, me sequé.

-Pagaré yo, así será más fácil mantener el anonimato que ya se ve que no tengo asegurado...

Sonreí mientras me ponía la ropa, sin las braguitas porque necesitaba unas limpias.

-¿Entonces, vamos?

Me volví hacia la mesita junto a la cama y cogí la foto.

-¿Quiénes son?

-Mi hermano y yo.-

Se viste el también, y te da un cachete en el culo.

-Así me gusta...sin bragas..-

Rie dándote un pico. Salis y llegais al hotel, en realidad, frente al hotel.

-Este es el mejor restaurante de la ciudad. Al estar delante de un hotel pensarás, seguro que es carisimo y para turistas....pues si y no. Es caro de la ostia, pero la comida es buena de verdad.-

Se encoge de hombros dejándote elegir si entrar o no.

Lo tomé de la mano y lo hice entrar, de verdad el ambiente era a todo lujo y de inmediato las miradas se volvieron hacia nosotros, para él las miradas femeninas, para mí las masculinas, aunque en realidad no había mucha gente.

-Veamos qué tan buena es la comida...

Enseguida nos dieron una mesa, quizás porque no tenía mucha gente, incluso me dejaron elegir y como no quería ser reconocida, elegí una mesa en el rincón, con bastante tranquilidad.

Os traen la carta y, efectivamente, es caro. Nada baja de los 35 euros.

-Yo pediré ravioli con salsa de almendra verde caramelizada...ni idea de que es eso...pero suena bien. Y una ensalada de entrante, con salmon y nueces.-

Te deja elegir el vino.

-Fijo que lo eliges mejor que yo.-

-Bueno, yo quiero spaghettis a la bolognesa y ya que me dejas elegir el vino...-lo miré unos instantes.-Un Montepulciano D'Abruzzo... Te va a gustar, lo prometo.

Cerré la carta y miré a Milo, era más guapo de lo que me había detenido a pensar.

-¿Dónde está tu hermano? ¿Qué haces además de tatuajes y piercings?

-Mi hermanos murió hace dos años. Y yo...bueno, aparte de piercings y tatuajes no trabajo en nada más...-

Bebe un poco de vino.

-Si que es bueno si...¿tú?¿Qué sueles hacer?-

Se acerca levemente.

-Aparte de ir a restaurantes caros sin bragas.-

-¿No lo puedes olvidar, eh?-sonreí maliciosa.-Bueno, soy restauradora de arte, aunque no he estado trabajando, ya sabes, tengo a papá...

Crucé la pierna y lo miré directamente a los ojos.

-Lamento lo de tu hermano...

Pero no quería echar a perder la noche, ambos teníamos cosas horribles que nos amargaran la vida, lo mejor era disfrutar ese momento.

-¿Qué hace un hombre tan guapo soltero? ¿O es que tienes novia y es una sorpresa que me tienes reservada?

Bebí un buen trago de vino.

-¿Novia? por favor...nada de eso, no me hecharé novia hasta que encuentre una vieja rica...o una joven rica...- te guiña el ojo. -Que ademas está rica.-

Come un poco y sonríe.

-¿Y tú? ¿Dejas algún corazón roto allí de dónde vienes? ¿O solo a alguien hechizado por tu forma de exprimirlo...todo de un hombre- rie entre dientes

Bajé la mirada cuando me hizo aquella pregunta, era demasiado pero luego la volví a levantar.

-¿Corazones rotos? No, en efecto soy la clase de mujer que cualquier hombre quiere en la cama pero no en su corazón, la vida es así y no te eches novia si no es estrictamente necesario...

Nos trajeron la comida y empecé a comer, me moría de hambre de verdad. El sexo me abría mucho el apetito pero no podía dejar de pensar en Roy o incluso a veces en Alan.

Comes entre una charla amena sobre moda en los tatuajes y pirsings.

Y acaba por proponerte una cosa.

-¿Qué tal si tomamos un postre lenta y tranquilamente, y tal vez una copa, para hacer la digestion mientras hablamos, y después te hago el amor salvajemente en los lababos?-

-Podría hacerte algún tatuaje si quieres.-

Lo miré y sonreí.

-¿De verdad me quieres hacer el amor en los lavabos?-pregunté incrédula.-Postre si y si está bueno, podríamos llevar un poco al hotel... No, tatuajes no... Son dolorosos...

La mesera se nos acercó y ordené algo con mucho chocolate, al mismo tiempo que subía mi pie por la entrepierna de Milo.

La cual notas ya muy dura. Debe haber estado imaginandose cosas por, eso te propone lo del lababo.

Le dice a la camarera que lo ponga doble.

-También me vale...¿qué postre quieres?- claramente no se refiere al tipo de postre que acabas de pedir con esa ultima pregunta.

Su sonrisa se ensancha al notar tu pie. Te deja hacer, intrigado por lo que harás.

Me notaba excitada, sabía que eso no se me iba a pasar hasta que me quitara aquellas cosas.

-¡Fresas con chocolate liquido!-dije notando su tremenda erección.-¿Estabas pensando en algo más?

Continué la caricia con los dedos de mi pie.

Disimuladamente, abre la bragueta de su vaquero.

-¿Yo? No, no ¿Por que piensas algo así?-

Su sonrisa se vueve pícara y complice.

-No lo sé, a veces imagino cosas...

Sentí la piel de su sexo y mis hormonas se desataron, seguí acariciando, suavemente para no hacerlo evidente.

-Sólo quería estar segura de que queremos lo mismo...

-Puede ser ¿te gustan las emociones y sensaciones intensas?-

Traen el postre, y milo guila a la camarera, que sonríe claramente alagada. Cuando se marcha, te mira pícaro.

-Qué te apuestas a que la convenzo para que sea nuestra esclava una noche?-

Bajé el pie de inmediato. ¿Por qué siempre que quería pasar un buen momento con alguien, fuera hombre o mujer, otro se ponía por el medio?

-¿No te alcanza conmigo?-enarqué una ceja.-No me interesa... Pero ya sabes que eres libre, no tengo ni que decirlo.