Partida Rol por web

Calíope avanzó con el grupo asegurándose no sólo de estar en una posición lo suficientemente estratégica para estar protegida por algún compañero sino también de no hacer ruido con sus piernas y manteniendo los ojos bien abiertos. No podía permitirse despistarse ni un sólo segundo, ni siquiera pestañear. Si lo hacía podría tropezarse con alguna piedra o incluso podría verse indefensa ante el inevitable ataque de una diminuta araña en su densa cabellera. Ante la hipotética situación de que eso sucediera, ¿estaría dispuesta a utilizar el fuego para eliminar la amenaza, pese a la drásticas consecuencias en su melena? La maga rezó para no verse nunca jamás en una decisión como esa.

Cuando se dio cuenta ya había parpadeado varias veces y para alivio suyo sin amenaza arácnida. Se habían vuelto a detener y todas las miradas estaba puestas en la elfa convertida en lince.

- ¿Un plan? Bueno, si nos topamos con el grandullón, ya improvisaremos algo.- Luego sus ojos se posaron en la figura del enano y sin dejar de mirarlo, prosiguió.- O podemos cabrearle, lanzarlo cual proyectil sobre el engendro y boom… festival de visceras.- Un gesto que simulaba la explosión acompañó a sus últimas palabras.

-No es tan sencillo...-Respondió el Fereldeno con el ceño fruncido. Esta mujer debe estar loca de remate... genial. Nadie mejor para poseer magia que un loco de atar...-Y no es un juego. Si vamos a jugarnos el cuello. Mejor será que exploremos nuestras posibilidades.-Miro a la elfa esclava-Tú puedes hacerte invisible ¿No?-Creyó recordar que la había visto desvanecerse en el aire durante su anterior batalla-Quizás podamos esperar a que vengan en nuestra busca... si conseguimos rodearles será más fácil derrotarles-Dijo, sin estar del todo seguro.-A estas alturas, dudo que podamos evitar el enfrentamiento... y ese engendro grande podría traernos problemas en un asalto directo.-¿No me había dicho a mí mismo que no volvería a hablar hasta llegar a Weisshaupt? El fereldeno quiso pensar que era su instinto de supervivencia, lo que hacía que se preocupara por la vida de sus compañeros mucho más de lo que lo haría normalmente.-¿Alguna idea, Velanna? Eres la Guarda senior. Seguro que algo inteligente debe estar corriendo por esa sesera...

Jarlath se sintió aliviado cuando el grupo decidió reemprender la marcha por aquellas galerías, que en tiempos debieron de haber sido acogedoras, pero ahora eran una tumba llena de peligros. De engendros tenebrosos. Permanecer inmóvil en aquel lugar generaba en el orlesiano un nerviosismo  difícil de soportar, como si miles de minúsculas larvas reptasen por todo su cuerpo, provocándole escalofríos. No, tenían que seguir adelante y encontrar de una vez a aquellos a quienes habían ido a buscar.

Enansal, o el gran felino en el que esta se había convertido, se movía liviana por los pasadizos de roca. Jarlath no podía dejar de tener la sensación de que ella era una especie de guardiana de aquella comitiva; sus ojos siempre parecían reflejar una sabiduría más despierta que la de la mayoría, y parecían ver más allá. No solo en el plano físico, sino que se diría que su mirada traspasaba la frontera entre dos mundos. O quizá solo era porque nada parecía inquietarla nunca. Luchaba, sangraba y sudaba junto a los demás, pero siempre permanecía estoica como una efigie intemporal y ultraterrena. Por eso la admiraba. Por eso la temía.

En un momento dado, Enansal se detuvo para examinar unos rastros que su agudeza visual le había revelado. Poco después recobró su forma élfica, anunciando que dicho rastro pertenecía a un engendro de tamaño inusualmente grande, y que este iba acompañado de genlocks y hurlocks.

Calíope verbalizó una idea poco rumiada acerca de cómo enfrentarse a este nuevo tipo de engendro. Sonaba demencial, pero Jarlath ignoraba si la maga disponía de algún medio para llevar su plan a efecto, de modo que no emitió juicio. Damien, sin embargo, no tenía tantos problemas para hablar, y enseguida empezó a elaborar algo parecido a un plan real y factible, terminando por pedir consejo a Velanna de un modo que al trovador se le antojó poco respetuoso. Qué joven tan airado…

—Si como dice Enansal es de gran tamaño, es probable que también sea lento —intervino Jarlath—. Probable, aunque no seguro. En este caso, yo sugeriría una táctica de voleas con flechas y asaltos arcanos. Y estoy de acuerdo contigo con lo de intentar rodearlos, Damien; de ese modo, obligaremos al grande a decantarse por uno… —Los ojos de Jarlath buscaron inconscientemente los de Paexter. Si alguien podía resistir un par de embates de una fiera enorme, era él—. No me gusta la idea de que ninguno de nosotros se convierta en cebo vivo, no obstante. Para ganar tiempo, Enansal y Velanna podrían valerse de sus aliados conjurados desde más allá del Velo. Sea como fuere, es una suerte que los hayamos detectado con antelación. Usémoslo en nuestro beneficio, y aniquilémoslos rápidamente.

Jarlath descolgó su ballesta y cargó un virote, sin poder evitar recordar su breve sesión de práctica con Elietta, hacía ya tanto tiempo. «Un engendro grande y pesado…», reflexionó, tratando de recordar cualquier cosa que hubiese oído al respecto.

Enansal se encogió de hombros. Algunos planeaban la forma de vencer antes de combatir. Ella no era una estratega, y no pensaría en cómocombatir hasta que los enemigos y el lugar donde fueran a pelear no le fueran revelados.

Son solo trozos de sueños, explicó Enansal cuando Jarlath mencionó a las criaturas invocadas. Puedo traerlos, pero encontrarlos no es rápido, y solo se quedan unos momentos. Luego vuelven al Velo.

En el escaso tiempo que llevaba entre los guardias grises, pelear por su vida es espacios cerrados se había convertido en algo habitual. Pelear por su vida y perder compañeros, aunque todos hubieran sobrevivido al primer encontronazo con los engendros de los Caminos. En el pasado, había sido diferente. Había peleado, incluso había sido la agresora, pero raramente. Huir era más sencillo, incluso cuando tenía a otros a su cargo. Se los habían arrebatado tanto de su vida como de sus recuerdos, pero sabía que eran rápidos y hábiles, y no se dejaban sorprender en lugares cerrados.

Considerar su nueva vida como una cacería prolongada lo hacía todo más sencillo. Las presas fallecían con sus cuellos aplastados bajo sus fauces, y en su muerte le entregaban su fuerza, pues tal era el propósito de todo lo que estaba vivo.

El enano permanecía quieto, casi como una estatua de un guerrero inmortalizado en su armadura, mientras sus compañeros debatían sobre qué hacer: - Debe ser ella la que se imponga, para eso es la lider, y un buen lider debe imponerse... Se refería, obviamente, a Velanna, la Guardia Senior.  Seguía sin escuchar nada, pero Enansal había encontrado rastros de uno de esos engendros: uno de gran tamaño, por añadidura.

Estaba pensando en el combate por venir, en como se acercaría al maldito coloso, cuando de pronto se dió cuenta de que la inestable humana de pelo largo y moreno había dicho algo dirigiendose a él:

- Ehh?? Que ha dicho...??, pensó, enarcando una ceja, mientras alternaba el peso de una pierna a otra, inquieto. No toleraba la espera, la tensa espera que precede a un combate. Entonces sí, volvió a estar pendiente de la conversación, y cuando el pelirrojo y el trovador propusieron rodearlos, dijo, meneando la cabeza, pues conocía muy bien a esas horrendas criaturas:

- Rodearlos decís...??, gruño por lo bajo, mientras miraba en derredor, son esas condenadas criaturas las que intentarán rodearnos a nosotros: no olvideis que estamos en sus túneles, unos túneles que conocen palmo por palmo... O elegimos nosotros el escenario de la lucha, o cruzamos los dedos y dejamos a los hados la probailidad, remota, de que dejemos atrás el nido antes de que nos encuentren...

Levantó el visor de su yelmo, y fijó sus ojos, incisivos, en la Guardia Senior.

Velanna había torcido el gesto con una mezcla de desagrado y fastidio tras la respuesta de Enansal.

—Un ogro seguramente... —resolvió—. Espero que no, pero si nos lo encontramos, evitad a toda costa que os agarre.

No expresó su opinión inmediatamente sobre los comentarios que vinieron después, os dejó hablar, sacando tal vez conclusiones propias mientras. Cuando Damien la interpeló sin embargo, fue a decir algo pero apenas había abierto la boca cuando repentinamente se puso en guardia.

—Vienen.

Dicho y hecho, en pocos instantes visteis aparecer por un corredor aledaño a un par de hurlocks seguidos de algunos genlocks que nada más os localizaron empezaron a gorgotear y a aullar amenazadoramente.

¡Iniciativas!

Al oír la advertencia de Velanna, Jarlath sintió el tamborileo opresivo de su propio corazón a la altura de la garganta. Un ogro, había dicho la guarda sénior. Jarlath no sabía qué era eso, pero sonaba peligroso. Rápidamente levantó su ballesta y apuntó a la oscuridad, preparado para disparar a cualquier cosa que emergiese de ella. Las sombras parecían arremolinarse, llamándolo, y algo empezó a moverse al otro lado. El trovador no tardó en alcanzar a ver dos figuras chaparras y desagradables, que reconoció enseguida como genlocks. Pero ellos no eran los que lo preocupaban...

¿Dónde estaba el ogro?

Damien miró a sus compañeros, para acabar depositando los ojos en Velanna, que les advirtió de los peligros que conllevaba ser atrapados por un ogro. Algo ciertamente poco apetecible.

No dio tiempo para mucho más, en seguida, la guarda senior advirtió al grupo de la llegada del enemigo. Damien preparó su lanza y un conjuro en su mente para lanzarlo en cuanto le fuera posible.

Aquellos engendros debían morir. 

- Un ogro...??, repitió las palabras de Velanna, mientras meneaba su mal cuidada barba a uno y otro lado, mientras buscaba indicios de la presencia de un coloso tal: - Si trata de abrazarme, recibirá también mi "abrazo"!!, dijo mostrando una sonrisa aviesa, señalando las puntas y filos que adornaban su armadura, y que gustaba de usar de vez en cuando, destrozando a un rival al que había desestabilizado y tirado al suelo, dejando que los filos y puntas respondiesen a su abrazo...

La seca palabra de advertencia de la líder elfa le sacó de sus elucubraciones. Agarrando con fuerza su hacha, miró a sus compañeros, asintiendo con fuerza:

- Tumbadlos desde la distancia, el panocha y yo les daremos la bienvenida cuando se acerquen, de acuerdo, Damien??, dijo, recordando como de caro le había salido ceder a la cólera del combate la última vez, optando está por permanecer en bloque con sus compañeros. Se preparó para cuando aquellas horrendas criaturas cometieran la locura de creer que podrían con ellos, y se lanzaran al crudo combate cuerpo a cuerpo...

¿Panocha? Hacía mucho, pero mucho tiempo que nadie le llamaba así. Le hizo recordar los tiempos en los que la vida era más vida, y menos complicaciones. Le hizo recordar a sus compañeros templarios, y tanto los buenos como los malos recuerdos vinieron a su cabeza.

Panocha... Víctor...

El templario bajó por una fracción de segundo los ojos al suelo. Pensó en el que antaño fue su amigo, que ahora probablemente sólo dudaría de aporrearlo con una maza por haberse convertido en guarda gris. Apretó un poco los dientes. En definitiva, no le gustó el apelativo.

-Estaré preparado, tapón...-Respondió con su tono aséptico habitual, preparado para la acción.

Un ogro. El nombre del monstruo sonaba de forma muy diferente al de aquellos otros monstruos, más sólido y real. En carne y hueso, sin embargo, todos eran sólidos y reales. La advertencia era innecesaria; solo un loco se lanzaría a las garras de un engendro tenebroso lo bastante grande y pesado como para dejar ese rastro. Un loco, o alguien que no pueda correr lo bastante rápido.

Un instante después de la advertencia de Velanna, escuchó el ruido de pasos y respiraciones agitadas. Después los vio aparecer al otro lado del túnel, dos en primer lugar y otros más allá, pero de momento no el de mayor tamaño, el ogro.

Iniciativa: 7.

- ¿Un qué?- preguntó mirando a la guardia senior con las cejas levantadas.- Ah, qué bien, justo lo necesitaba para mejorar el momento del día en el que estemos.

"El coco, que viene el coco"

La maga tembló, sintió un escalofrío. En esencia era el mismo tipo de estremecimiento cada vez que se acordaba de las terroríficas historias que le contaba el estúpido de Paris en noches estrelladas junto a una hoguera, pero en aquel momento Calíope quiso sentir que la sacudida se debía a algo más. ¿Peligro? ¿Hora de comer?

Y de pronto, movimiento. Después, chillidos familiares. Al verlos, suspiró.

- ¿Otra vez? Qué cansinos… Doble K, ¿algunas palabras de ánimo? Y por ánimo me refiero, a alguna frase que no tenga nada que ver con "Vamos a morir de forma terrible".

Iniciativa: 20 (alguien lo dudaba??) + 1 = 21

-Un ogro...- Aydriss nunca había visto un ogro, pero sabía que eran grandes y peligrosos y ese era todo el conocimiento que necesitaba. Si era lento siempre podía escabullirse entre sus piernas y cortarle los talones para que cayera, o al menos eso esperaba. Si era rápido... nunca había luchado contra nada más grande que un oso, pero contando con magos no debía de haber razones para preocuparse más de lo que se preocuparía en cualquier otra circunstancia, ¿verdad? Incluso aunque sus compañeros no fueran tan poderosos como los Magister de su tierra, había pocas cosas que suponían un verdadero reto para ellos.

Se dio la vuelta rápidamente hacia el túnel y se preparó en posición de combate, oteando las sombras hasta que logró distinguir a las deformes criaturas que se les venían nuevamente encima. Genlocks y hurlocks; nada de ogros. Velanna no podía haberse equivocado, así que lo mejor era permanecer alerta y moverse deprisa.

Os preparasteis para el combate.

Un quintento de engendros fue lo primero que entró en la sala; encabezados por un par de hurlocks que a su vez iba sefuido de varios genlocks, los cuales comenzaron a graznaros en aquel cacofónico e incomprensible idioma.

Iniciativas

Aydriss
Calíope
Genlock C, Genlock B y Hurlock A
Velanna
Genlock A
Damien, Paexter, Jarlath y Enansal
Hurlock B

¡Turno de Aydriss y Calíope!

Antes de que nadie más alcanzara a moverse, Aydriss ya había desaparecido nuevamente gracias a la poderosa magia de su amo. -Situarse con ventaja... encontrar una abertura... clavar las dagas...- Cubierta con la capa, la elfa se deslizó entre sus compañeros mientras avanzaba hacia las criaturas decidida a exterminarlas. Tenían que reducir su número en caso de que apareciera un ogro. Lo único que importaba era cumplir con la misión, costara lo que costara.

- ¿El silencio forma parte de tu respuesta? ¿Por qué eres tan así? ¿No hemos sobrevivido al primer enfrentamiento? ¡Relájate un poco, que esto no es nada!

Calíope giró repentinamente la cabeza, vista al frente, con un objetivo claro. Levantó la ceja de la forma más pícara que pudo, realizó la mejor media sonrisa que nunca antes había intentado y se acordó de haber dejado la ventana de su habitación abierta. ¡Ay de ella, si se llegase a producir una violenta sacudida de viento! Todos sus papeles se perderían e iniciarían una danza por el cielo par ver cumplidos sus sueños, salvo que alguno cayese en un río, ése, sin duda, sería su final.

- Maldición, allé vienen otra vez.

Corrió en una distancia tan corta que cuando estuvo detrás del enano casi necesitó respaldarse en él para no caer. Aún tenía secuelas del anterior ataque de monstruitos. Respirando y dejando soltar inmediatamente después el aire, puso sus manos sobre los hombres del enano. Una corriente de energía recorrió sus brazos y llegaron al enano.

Después, la maga intentó empujarlo para que empezara a cargar.

- Pastel, ya puedes ir a por…mmmmm...- Sus brazos se toparon con algo más duro que una roca, algo demasiado resistente para sus enclenques brazos.- ¿Por qué... eres... tan pesado…? ¡No consigo moverte!

Movimiento a M18

Lanzo Protección contra el bien mal sobre Paexter

PC: 30/38
 

Lo siguiente sucedió demasiado deprisa: uno de los hurlocks soltó un alarido de furia y cargó como una bestia salvaje contra Enansal. El hacha del engendro surcó el aire zumbando y se hincó con un sonido espeluznante que resonó en toda la sala en la clavícula de la dalishana, destrozando el hueso, hendiendo hasta casi el esternón y haciendo saltar una erupción de sangre descomunal.

Enansal cayó al suelo fulminada en medio de un charco de su propia sangre y el engendro lanzó un aullido de maligno regocijo.

Mientras tanto, dos de los genlocks corrieron por el fondo de la sala y se parapetaron a puntando sus ballestas hacia los siguientes objetivos a la vista, dando por muerta a la elfa calva. Las flechas por suerte no dieron en el blanco: una rebotó en el casco de Paexter y la otra se clavó en una de las mangas de la túnica de Calíope sin encontrar carne en su camino y quedando colgando inutilmente.

—(Dalishano) ¡Fen'Harel ma halam!—rugió Velanna. Si las miradas matasen, el hurlock habría explotado allí mismo en una nube de vísceras.

La custodio corrió junto a la moribunda Enansal y agarró uno de sus brazos. Inmediatamente, una brillante luz natural de vibrante y saludable color verdoso recorrió la espantosa herida, cerrándola y evitando que la vida de la otra elfa se escapara por ella.

El genlock que quedaba y que también se había parapetado, vio a Velanna sanar a la caída y apuntó sus flechas hacia ella gorjeando con odio a saber el Hacedor qué. La saeta voló clavándose en uno de los hombros y sacudiendo el frágil cuerpo de la dalishana, la cual apretó los dientes en una mueca de dolor y emitió un gruñido, negándose a gritar.

El Hurlock entra en furia y carga contra Enansal, acierta y le hace 48 puntos de daño (crítico) dejándola a -3 PG. Enansal está derribada.

El Genlock C se mueve a O8 y le dispara a Paexter pero falla.

El Genlock B e dispara a Calíope pero falla. Se mueve a Q8.

Velanna se mueve a N16, lanza Curar Heridas Graves sobre Enansal y le cura 22 PG.

El Genlock A se mueve a G5, le dispara a Velanna y le hace 7 puntos de daño.

_{Nota: Ignorad la "dificultad 15" en el daño del Genlock A, se me coló por error xD}

Iniciativas

Aydriss ([color=#008000]Invisible [4 asaltos][/color])
Calíope
Genlock C, Genlock B y Hurlock A
Velanna
Genlock A
Damien, Paexter ([color=#008000]Protección contra el Mal[/color]), Jarlath y Enansal ([color=#BF0000]Derribada[/color])
Hurlock B

¡Turno de Damien, Paexter, Jarlath y Enansal en cualquier orden!

El rudo enano recibió el mote de Damien ensanchando su sonrisa. En su día a día, soltaba miles de imprecaciones malsonantes, muchas de ellas insultos, y aceptaba con deportividad los que le caían a él, más si eran ingeniosos. Este no lo era, pero la magia del combate inminente hizo que le diese igual.

Se preparaba para enfrentarse contra el líder de aquellos engendros, cuando el enorme hurlock se lanzó como un resorte contra Enansal, abatiéndola de un solo hachazo, tal y como una guadaña haría caer el trigo maduro.

Escuchaba a la humana morena hablar a su espalda, pero no era capaz de entender una sola palabra, pues en su mente, la llama de la ira iba creciendo, absorbiendo en su mirada solo a aquel enemigo odiado que acababa de abrir en canal a su compañera. Una sensación de frescor paso de las manos de la humana a su espalda, lo que le hizo girar levemente la cabeza:

- Has acabado??, gruñó sonriendo de forma diabólica, antes de bajarse el visor, y con un gran esfuerzo de voluntad para no ceder a la ira, decir:

- Vamos, Panocha, tu por la izquierda,
y yo por la derecha!!

Apenas fue consciente de la lluvia de saetas que voló en su dirección, y apenas si entendió que su comandante se había lanzado a salvar la vida de la extraña elfa calva, o que aquello le valió recibir uno de aquellos virotes. Solo tenía ojos para el hurlock:

- Preparate para recibir tu misma medicina, jodido saco de mierda!!!, le increpó, mientras rodeando el caído cuerpo de Enansal por la derecha lanzaba un golpe oblicuo contra en enorme engendro, al que apenas llegaba por la cintura.