Partida Rol por web

Al caer la noche...

Caminando por las calles de Port Royal, esperando a que caiga la noche, se oyen unos gritos de mujer pidiendo auxilio...

La casa en cuestión parece ser una vivienda particular que se encuentra cerca del puerto, algo antigua, pero en buen estado. La puerta de entrada se está destrozada, con una hacha de abordaje clavada en ella. Poco se ve del interior de la casa que permanece en tinieblas, los gritos provienen una parte más alejada dentro de la vivienda, aunque es díficil concretar más. Nadie parece querer intervenir en la escena y hay pocas personas alrededor, ya casi no hay luz natural y las calles están pobremente iluminadas.

Carmen, que rió a gusto gracias a los chistes de sus compañeros, es de las primeras en oír el grito de una mujer. Se pone seria de repente y arruga el ceño, sobretodo cuando llegan delante de la puerta destrozada. Con un gesto de cabeza, señala la puerta a sus compañeros, esperando alguna indicación de los que más saben. Aunque para prevenir, desenvaina su espada y resta impaciente ante la entrada.

Chicos... -les susurra, inquieta, ya que se siente nerviosa por esa mujer. Una hacha en la puerta, quizás hay un pirata dentro. Quizás la esta... -frunce el ceño- Oh, Dios...

Luego de reírnos un poco con los chistes de los chicos, escuchamos a esa mujer pidiendo ayuda. Reconozco esos gritos, ese tipo de gritos al menos, como si fuera ayer; en principio siento que debería largarme de allí y ya pero lo cierto es que no puedo, así es que emulando a la española, sacó mi espada y hago un gesto a los hombres con la cabeza.

-Supongo que no nos dejarán ir solas...

Miro a Carmen y asiento con la cabeza, estamos juntos y juntas y lo que sea; total, algo noble hemos de tener en el corazón o no podremos confiar ni en nuestras sombras.

Adam dudó al escuchar los gritos, pero probablemente iba a seguir su camino. Al fin y al cabo el asunto ni le iba ni le venia. Pero su aptitud cambió cuando sus dos compañeras entraron en la casa. Debía haberlo supuesto, de cualquier modo. Y no le parecía mal.

Sentía curiosidad por los gritos, y así tenía una excusa para saciarla. Desenvainando su espada, siguió a las dos mujeres al interior de la casa

saco el trabuco y les sigo al interior de la casa.

No soy especialmente partidario de arriesgar mi vida inútilmente, pero mi fibra moral es especialmente sensible a las injusticias de género, así que desenvainando mi sable, penetro en el interior de la vivienda junto al resto de mis compañeros.

- Mataré al bastardo que dañe a una dama indefensa - susrro a las sombras del umbral

Todavía seguía ebrio así que mis acciones no eran muy lúcidas. Pero estos no eran temas que me importasen mucho. No podía andar por ahí defendiendo a la primera persona que gritara por ahí. Sin embargo, como todos mis compañeros actuaron, yo decidí ayudar. Saqué mi trabuco y me planté firme en la puerta.

-Mi madre una vez me dijo que muchos platos en la mano hacen garabato.....no no era así.... Que muchos garabatos en el plato hacen manos....... No, tampoco....Bueno, no importa, yo me quedo afuera cuidando que nadie ingrese ni salga de la casa. Y luego me encargaré de torturar al agresor. Jamás volverá a tocar a una mujer.

Viendo como todos mis compañeros se lanzan al interior de la casa, les sigo con una sonrisa, reprimiendo a duras penas un grito de "Al abordaaaaje"

Las compañeras reaccionan con rápidez y se adentran en la casa, el resto las sigue empuñando las armas dispuestos para la acción. José es el único que se queda fuera, pensando que alguien tiene que cubrir la puerta de entrada y se pone a vigilar la calle. Las pocas personas que hay cerca o bien os ignoran o se alejan del lugar.

La entrada da a un pequeño recibidor, que no da para que entreis los seis, los dos últimos se quedan en la entrada (Mike y Francisco). El recibidor apenas tiene la iluminación que llega de la calle, no tiene muebles solo un objeto que parece una vasija en una esquina. Frente a vosotros una puerta cerrada de madera por la que no se ve luz pasar por la parte inferior. A la izquierda una puerta semiabierta que da a lo que parece ser una despensa con alacena, pero tampoco está iluminada. Los gritos se oyen con algo más de claridad y se oyen por enfrente, aunque no parece que sea de la zona contigua.

Me aproximo pegado a la pared a la puerta semiabierta que se situa a nuestra izquierda. Una vez junto al umbral y apoyando la espalda a la pared, asomo levemente la cabeza al interior para comprobar que hay dentro.

"El sabio" inspecciona la habitación de la izquierda, solo contiene lo típico de una despensa, sacos, recipientes de varios tipos, algunas cajas de madera y una mesa de madera pegada a la pared derecha. La sala está bastante oscura y casi no se aprecia el fondo, aunque da la sensación de que no hay más puertas de acceso. Tan solo un ventanuco en el lado izquierdo que da a la calle pero que debe tener puesto cierre exterior ya que no entra luz a traves de él.

Con la espada en la mano abro la puerta cerrada situada frente a nosotros, y trato de franquearla, preparado ante cualquier posible ataque

Tras inspeccionar la despensa, me encaramo a la siniestra del Rojo, un paso por detrás de él, para cubrir su entrada en la otra sala.

Desde la puerta, intento entrar a la casa empujando un poquillo a los de delante. ¿Qué pasa? No veo nada, ¿quién es la que chilla?

No entendía muy bien, me parecía que al minuto en que entraramos encontraríamos toda una escena. Miré a mis compañeros un tanto confundida, como si me hubieran robado el escenario, pero estaba segura que había escuchado a alguien gritar allí.

abro la puerta "de los gritos" apuntando con el trabuco.
-Hay alguien ahí? qué os perturba?-

Carmen se ve avanzada por sus compañeros, así que se queda junto a Kat. Mierda... somos demasiados, como pretendéis que luchemos bien en esta pequeña habitación! -murmura al ver que todos sus compañeros han entrado tras suyo. Mantiene la posición y deja que la avancen ellos. Aunque al ver a Jack entrar en la habitación y llamar la atención del bandido, sus nervios se crispan. Eso, llámalo para que sepa que somos 7 rodeándolo...