Partida Rol por web

Me quedo pensativo ante la historia del Viy... ¿Quizá la bruja esté al servicio de ese ser o quizá guarde alguna reliquia de este último? tengo que averiguarlo.

Mientras que los adultos ríen y hablan termino de comer y tras dar las gracias a Halia por la comida. Voy en busca de la niña y el niño que me han ayudado tanto en mi estancia en el pueblo. Me gustaría saber donde se hospedaba la bruja antes de morir, ir y quizá encontrar eso que guarda. O quizá lugares donde pasara el rato o le gustase ir... Cualquier cosa que sea útil. Debo saber si el Viy está detrás de todo esto.

Nadia, la niña, estaba sumamente ocupada llevando ropa sucia en una cesta al rio. Contesto con frases rápidas y concisas.  ¿Dónde se hospedaba la hija del centurión, la bruja? En casa de su padre, el centurión, aun no se ha casado y vivía con su padre como cualquier chica de bien.  ¿Y donde dormía? Esa es una pregunta un poco extraña, pero te contestare de igual modo. En la habitación del segundo piso encima de la cocina. Es la habitación donde se veló el cuerpo de ella los primeros días, antes de llevarla a la iglesia. ¿Dónde pasaba el rato la hija del centurión? Pues era reservada. Ayudaba de vez en cuando en las tareas del hogar, pero cuando tenía tiempo de descanso se perdía por el bosque y nadie sabía dónde iba, ni siquiera su padre sabía que hacia durante sus largos paseos  por el bosque.

Mientras Nadia contestaba a tus preguntas seguía caminando con paso vivo en dirección al rio donde un grupo de mujeres lavaba. Solo faltaban una veintena de metros hasta llegar a la orilla donde las mujeres hablaban en voz alta y se reían con aun más fuerza. 

Nadia, que así se llamaba la niña, me ha dado bastante información que manejar y donde investigar. Debo actuar rápido si quiero sobrevivir esta noche... Esta noche estaré solo frente a esa bruja.

Según nos acercamos hasta el río puedo escuchar a unas mujeres hablar y reír aparentemente felices. Con descaro me termino de acercar y les hablo.

-¡Hola! ¿De qué se ríen tanto?- pregunto curioso. No puedo evitar mirarles también disimuladamente... Quizá tengan rabo de bruja como dijo Doroch.

Al hacer la pregunta todas las mujeres se callan y una de las viejas te mira con descaro. ¡A ti que te importa niño! Son cosas de mujeres.  Pero antes del desplante de pudiste oír de que estaban hablando: eran de líos de faldas. Que si tal cosaco pretendía a esta mujer pero esta quería a un granjero, que si tal muchacha iba al bosque justo cuando tal pastor estaba en él, y que si Nadia había quedado con el corazón roto después de la muerte de Alexsey.  Rumores interesantes para las mujeres del pueblo  viejas  pero que no tenían nada que ver con la bruja.

¡Deberías de estar durmiendo! Esta noche tienes que velar tú solo el cuerpo de la hija del Centurión.  ¡Tienes que estar descansado para no dormirte! Contesto otra mujer con inquina.

Nadia simplemente permanecía callada, se adelantó con su balde lleno de ropa y se colocó cerca de la orilla del rio junto a las otras mujeres. 

Me acerco a Nadia, la niña que ya casi consideraba mi amiga porque me había ayudado demasiado. Permanece callada pasiva a la conversación de las señoras aunque esta la incumbe.

-Nadia... ¿Es verdad que sentías algo por Alexsey?- le pregunto sin pelos en la lengua mientras me siento en la orilla junto a ella. -Era un buen amigo. No le conocía demasiado pero me hacía sentir bien, relajado. ¿Sabes? Intentaré que su muerte no haya sido en balde. Os libraré de la bruja para siempre.

La niña se giró con la cara sonroja y los ojos cargados de rabia y tristeza. ¡¿Y que si lo quería?! Contesto a voz en grito sin importarle que las demás mujeres la escucharan.  ¡Ahora está muerto por culpa de esa bruja!  Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas como un torrente de aguas cristalinas.

Al escuchar los gritos todas las mujeres se habían girado para ver qué pasaba. Nadia, que había sentido las miradas de todas las mujeres en su espalda, se giró bruscamente. ¡¿Y vosotras, marujas, qué miráis?!   Muchas de las mujeres se sonrojaron al ver la reacción de la muchacha, algunas comenzaron a lavar como si la cosa no fuera con ellas, otras se pusieron rojas como la grana y a una, azorrada por la contestación, se puso tan nerviosa que el cesto de la ropa se le cayó al rio. ¡Todas sabíais que la hija del centurión era una bruja! ¡Nadie ha hecho nada!

Nadia dejo caer su canasto de ropa en el barro y salió corriendo entre los arbustos del río como una cervatilla asustada. 

Me sorprende la reacción de Nadia tan de repente. Como si todo en ella se estuviera desmoronando poco a poco y su vida cada vez tuviese menos sentido. Para mí es raro, nunca he sentido algo parecido al amor y me sorprende que una niña de su edad pueda hacerlo pero como diría mi padre... "¡Las mujeres son así de dramáticas!" Ahora ya lo comprendo un poquito más.

El caso es que la niña sale corriendo y para una persona que me apoya en todo este lugar y me ayuda en cierta manera, no voy a dejarla ir sola y menos a ese bosque maldito.

Empiezo a correr tras ella sin apenas dificultad gracias a mi cuerpo pequeño y rápido.

La niña se detuvo tras recorren unos cientos de metros. Aunque la distancia no había sido mucha, había sido suficiente como para que las zarzas desgarrar parte de su vestido y las ramas despeinaran su pelo. Finalmente Nadia se detuvo en un claro donde cayó de rodillas y empezó a llorar a lágrima viva mientras lanzaba grandes suspiros.  

Llego hasta Nadia casi sin aliento, hemos corrido un gran tramo hasta llegar hasta aquí, sumado a las zarzas y matojos que hemos tenido que superar hacen de esto un gran esfuerzo físico que ya hice el día anterior cuando intenté escapar.

-Nadia... ¿Qué ocurre? Quiero ayudarte pero tienes que contarme todo lo que sepas sobre esa bruja y este pueblo.- mis palabras suenan sinceras, realmente quiero ayudarles. He dejado mi infancia a un lado, mi cobardía digna de un niño, mis sueños inocentes... Todas esas cosas han pasado a un segundo plano debido a un peligro real.

¡Ahora él está muerto y yo no puedo hacer nada! Nadia continúo llorando durante varios minutos que te parecieron horas. Cada poco cesaban sus llantos en sonoros suspiros o frases casi incoherentes referentes a la muerte y la efímera felicidad.

Finalmente dejo de llorar y se recompuso lentamente. Se aliso los pliegues de la falda, la cual había quedado destrozada, y se secó las lágrimas que habían dejado sus ojos rojos como dos tomates maduros. No sé cómo puedo ayudarte. La hija del centurión siempre ha sido una persona reservada y que visitaba mucho el bosque. A pesar de ser la chica más guapa del pueblo siempre rehuía de los chicos y buscaba la soledad. ¡La gente decía que era rara, y no se equivocaban!

Siempre se ha dicho que las brujas nacen y no se hacen. Seguramente la hija del centurion ya tenia alguna marca de bruja en su cuerpo, pero creo se convirtió en una verdadera bruja cuando encontró algo en el bosque. ¿El qué? No lo sé. Supongo que algún objeto pagano.

Un objeto pagano... Quizá destruyéndolo... ¿Dónde lo puede tener? ¡Ya sé! ¡La casa en el bosque! Allí es donde comenzó todo.

-¡Nadia! ¡He tenido una idea! ¿Sabes de alguna casita perdida en este bosque? Creo que la bruja puede tener allí escondido ese objeto o alguna pista de como poder sobrevivir a esta última noche y acabar finalmente con este mal, vengando así a mi amigo, a tú amado.- me suena ridículo decir amado a nuestras edades pero a las chicas les gusta.

-¡Piensa Nadia! ¡No queda tiempo! - estoy nervioso, ya no quedan a penas horas para tener que volver a esa iglesia a pasar la noche con la bruja y algo me dice que sería la peor noche de todas.

Nadia se sorbió los mocos ruidosamente. No, no hay ninguna casa en ese bosque ¡No puedo ayudarte! ¡Soy una estúpida! Entonces comenzó a llorar de nuevo.

La niña lleva llorando varios segundos más, cuando levanto los ojos con un brillo de esperanza. Sí que hay una casa, las ruinas de una antigua granja. Un rayo cayó hace muchos años sobre la granja matando a todos los que vivían en ella y reduciéndola a cenizas. Nadie se acerca a ese lugar por miedo a los espíritus de los muertos. Sin perder tiempo, Nadia te agarra fuertemente de la mano y tira de ti. ¡Si hay un lugar donde esconder un objeto maldito tiene que ser ese!

La niña corre por el bosque, las ramas y arbustos te arañan la cara y las raíces y piedras te hacen trastabillar en un par de ocasiones. Nadia corre con renovadas fuerzas y tira de ti con firmeza. Lleváis corriendo más de media hora por el boque cuando al final salís a un gran claro.

En el centro del claro hay varios postes ennegrecidos, vestigios de una antigua cerca quemada. En medio de ellos hay dos construcciones más grandes, de piedra y maderas, también totalmente calcinas. La vegetación ha creído de nuevo entre los recovecos de las calcinadas ruinas, lo que indica que el incendio fue hace muchos años, puede que cuando ocurriera el incendio ni siquiera Nadia hubiera nacido.

Entonces un escalofrió recorre toda tu espalda. No puedes creer lo que está viendo. Es la misma granja donde os encontrasteis con la bruja. Las misma casa donde te encontraste con el diabólico gato negro. Pero ahora toda la casa estaba quemada y en ruinas.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al presenciar la misma casa que esa noche nos albergó, esa casa donde empezaron todos estos sucesos extraños y donde aquella bruja llegó a su muerte. Me entran ganas de llorar, de salir corriendo, tengo miedo pero no puedo permitirme ahora flaquear, debo sobrevivir y para ello debo investigar esta casa.

-Nadia espera aquí. Voy a mirar dentro. No quiero que corras peligro.- miro a los ojos a la niña y aunque es verdad lo que digo tampoco quiero que venga por si descubro algo que no debiera saber.

Me adentro en la granja buscando algo, algo que me lleve a ese objeto pagano.

Nadia se quedó esperando mientras buscabas en las antiguas ruinas calcinadas. Todo estaba lleno de malas hierbas y zarzas, pero un claro entre la vegetación llamo tu atención. Era un círculo perfecto de apenas un metros de diámetro donde no había crecido nada. La tierra tenía un aspecto normal sin signos de haber sido quemada o maltratada de alguna forma que impidiese crecer a las hierbas. ¿Qué podía haber pasado?

Movido por la curiosidad comienzas a escarbar con tus manos desnudas en el centro del círculo. Después de retirar un palmo de tierra encuentras un pequeño bulto. Es una hatillo de lino blanco con manchas parduzcas y fuertemente atado, mide algo más de un palmo de largo. ¿Qué será?

Al extraer el pequeño hatillo del hueco empiezas a sufrir migrañas, son oleadas que se repiten durante varios segundos. Al principio son molestos dolores de cabeza que duran apenas unos segundos pero empiezan a ganar en intensidad y duración, pasando a fuertes dolores que te obligan a cerrar los ojos y tumbarte en el suelo.

Durante uno de estos dolores caes en un profundo trance, tu cabeza se sume en un pozo de oscuridad. Voces inconexas atormentan tus oídos, hasta que una se alza por encima del resto, es la voz de la bruja.

¿Quién anda ahí? El patio está lleno de gente y todos los rincones de la casa están ocupados. No me queda sitio donde se puedan meter, y al ser los tres tan grandes podrían derrumbarme la casa. Además sé que todos los colegiales son unos borrachos y no quiero recibir a esa clase de gente. De modo que ¡fuera de aquí!

Antes de que puedas contestas o reaccionar a las palabras de la bruja, mientras sigues cayendo por el largo pozo, otra escena te alcanza borrando la anterior.

La hija del centurión caminando por el bosque con la cara iluminada por la felicidad.  En el bosque, en un claro, se encuentra con un joven y paupérrimo pastor. La cara del pastor es borrosa y no la reconoces pero por su atuendo deduces que es alguien muy pobre. La hija del centurión y el pastor se funden en un intenso abrazo mientras se cubre de besos y caricias.

La caída continúa por el largo pozo lleno de oscuridad.

Ahora percibes gritos en la casa del centurión. Son los gritos del propio centurión contra su hija obligándola a no ver nunca más al paupérrimo pastor. La cara de la niña se llena de lágrimas mientras el padre grita que mandara al pastor a tierras lejanas y que nunca lo volverá a ver.  En la escena percibes algo más, no hay solo dos personas, dentro del cuerpo de la hija del centurión hay algo más. ¡La hija del centurión está embarazada¡  Es una idea que asalta tu cabeza, no sabes el origen de la idea pero sabes que cierta, la hija del centurión esta embarazada y su padre no lo sabe.

La hija corre por el bosque hacia la granja, hacia esta misma granja. Hay una gran angustia en ella. Al llegar hay una gran figura oscura en el centro del patio, es muy alta y con unos largos parpados que llegan hasta el suelo. Hay conversaciones entre la figura oscura y la hija del centurión, y un trato. El trato se firmara con dolor, sangre  y muerte.

La hija del centurión con la cara llena de lágrimas secas entierra a su hijo nonato en el centro de la granja como último punto del trato. “Enterrar un alma pura y libre del pecado en un lugar no consagrado y maldito para que el alma pura nunca pueda descansar en paz.”

Estas tumbado en la hierba de la granja, Nadia te agita. ¡Despierta! ¡DESPIERTA! ¡Ya es casi de noche, tienes que volver a la iglesia! ¿Cuánto tiempo has estado dormido? Ciertamente falta poco para el anochecer el cielo comienza a ponerse anaranjado y las sobras de comienzan a alargarse.

Abro los ojos tras unos segundos, minutos, ¿horas? Inconsciente. He sufrido un viaje de alucinaciones, verdades del pasado hechas visiones y de las razones por las que todo esto está sucediendo. No puedo evitar sentir algo de tristeza por la bruja ya que era una chica enamorada de algo imposible pero que sacrificase a su propio hijo...

Siento como alguien me agita, me grita, me suplica que despierte pero mi mirada está aún fija en recuerdos, en esa historia.

Finalmente miro a los ojos de Nadia y reacciono.

-Creo que entiendo muchas cosas...- ¿debería ir a la iglesia ya? ¿Debería buscar más? Cojo las ropas del niño para llevármelas conmigo, para ponerlas junto a la bruja en su lecho de muerte.

El hatillo de telas no era un simple gurruño de trapos viejos, era la mortaja del niño nonato de la bruja. A través de los descosidos trapos de lino se advertían los rasgos del feto momificado.  

Nadia  no se fijó en el hatillo ni en el círculo con el hueco cavado en el centro. Estaba demasiado agitada para pensar en esas cosas.  ¡Vamos, rápido! Seguro que Doroch ya está buscándote. Seguro que el Centurion está pensado que has huido, y  ahora esta pide a grito en cielo que entreguen tu cabeza en una bandeja de plata. ¡Vamos, no es momento para dormir! ¡Corre!

Sin permitirte dar explicaciones Nadia tiro de ti, levantándote prácticamente a pulso del suelo y arrastrándote por el camino de regreso al pueblo.  A pesar del brusco tirón de la niña consigues meter el feto amortajado dentro de uno de los amplios bolsillos de tu túnica.