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Walisteria: Claro Lúgubre

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19/10/2025, 07:05
Walisteria: Claro Lúgubre
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Walisteria

En el vasto mundo de Walisteria habitan razas fantásticas de todos los colores y tamaños, cada una con sus propias culturas y costumbres. Algunas civilizaciones han avanzado tecnológicamente al punto de emplear máquinas a carbón, mientras que otras se mantienen fieles a métodos tradicionales, utilizando herramientas rudimentarias.

Un día, aparecieron misteriosos portales hacia otras dimensiones, a los que la gente comenzó a llamar «laberintos». Dentro de ellos, los aventureros se enfrentan a desafíos que varían desde complejos acertijos hasta feroces combates con enemigos. Cada laberinto guarda un premio para aquellos que logran superarlo.

En Walisteria, numerosos gremios se han formado alrededor de estos portales, reclutando aventureros valientes para llevar a cabo misiones relacionadas con los peligros y tesoros que se esconden en su interior. 

Ciudad de Claro Lúgubre

Fundada hace más de cuatro siglos por los primeros señores humanos que reclamaron las tierras costeras del norte de Walisteria, Claro Lúgubre surgió como un bastión comercial entre los puertos del oeste y las rutas del interior. Su nombre actual proviene de un viejo pantano drenado en el corazón de la ciudad, donde la luz del sol se reflejaba sobre aguas oscuras. A pesar de su prosperidad pasada, las guerras, la corrupción y los portales inestables de los laberintos cercanos la han vuelto una ciudad de contrastes: esplendor y podredumbre, nobleza y rapiña.

Robledal

Antiguo barrio de mercaderes y artesanos acomodados, llamado así por los grandes robles que crecían junto al arroyo que alimenta los pozos del distrito. Con el paso del tiempo, las familias nobles menores compraron gran parte de las casas, convirtiendo a Robledal en un lugar de mansiones estrechas, jardines amurallados y tabernas refinadas.
Rasgos: talleres de orfebres, posadas de lujo, academias privadas.
Curiosidad local: los rumores dicen que bajo Robledal hay una red de túneles donde los nobles esconden sus tesoros… y sus vergüenzas.

Claro Lúgubre

El corazón de la ciudad y su distrito más antiguo. Se levanta sobre los restos del pantano original, de donde toma su nombre. El suelo es inestable, húmedo y en algunos rincones se filtra un vapor verdoso por las grietas.
Rasgos: mercados, templos, plazas y gremios. Es el centro político y religioso.
Curiosidad local: muchos creen que el «resplandor» que emerge del suelo proviene de antiguas energías arcanas atrapadas bajo la ciudad, quizás restos de un laberinto sepultado.

El Puerto

Bajo la mirada de las torres del muro occidental, el Puerto es el alma comercial de la ciudad. Entre astilleros, tabernas, almacenes y prostíbulos, marineros y contrabandistas se confunden con mercaderes respetables.
Rasgos: gran actividad diurna, peligro nocturno.
Curiosidad local: se dice que las aguas del muelle cambian de color cuando un barco maldito se aproxima.

Los Arrabales

Extensos y desordenados, los Arrabales nacieron como refugio de campesinos y refugiados de las guerras. Con el tiempo se convirtieron en un hervidero de talleres, tabernas y delincuencia.
Rasgos: mercados negros, casas derruidas, callejones sin ley.
Curiosidad local: los más pobres llaman a esta zona El Hondo o La Bajura, aunque los soldados prefieren el término «El Vertedero».

El Castillo

Sede del poder local, construido sobre una elevación artificial. Actualmente es residencia del Marqués, aunque en sus mazmorras opera discretamente la guardia arcana que custodia los portales dimensionales de la región.
Rasgos: fortaleza, sede del consejo, prisión política.
Curiosidad local: se rumorea que bajo la torre sur duerme un antiguo guardián vinculado a los primeros exploradores de los laberintos.

Las Tierras Bajas

Campos de cultivo, establos y molinos de viento. A pesar de su apariencia tranquila, son escenario de contrabando y ocultismo rural.
Rasgos: graneros, mercados campesinos, templos olvidados.
Curiosidad local: muchos dicen que las noches aquí son demasiado silenciosas y que los espantapájaros se mueven cuando nadie mira.