Partida Rol por web

El navío había zarpado de Bahía del Botín,con buen viento de cola y con la promesa de llevar a Garroom y Lyareth hacia su destino, cerca de la Vorágine. Garroom quedó sorprendido del honor del Capitán humano, llamado Laris Cunningham, no le importaba el comentario de la recompensa inventada sobre ayudarles, hecho del que más tarde se disculpó con el humano.

La travesía era tranquila, a pesar de la situación, en aquél momento de paz, Garroom aprovechó para contactar con los elementos y rezar por el viaje. Pasados unos instantes un siseo se escuchó por el horiznonte, el cual dejó a todos los del barco en silencio, de pronto apareció el que generaba eses siseo: varios Nagas aparecieron en cubierta con intención de matar. Uno de ellos volvió al mar, sin vida, gracias a la intervención del Capitán Cunningham. Dos nagas se pararon frente a Garroom y Lyareth para combatir con ellos y convertirse en su presa. 

Garroom extendió los brazos y hacia el llegaron dos remolinos de agua, provenientes del mar y se tornaron en dos esferas de agua, gracias a la energía de los elementos. Pero justo antes de que lanzara el ataque sobre los nagas, Lyareth se lanzó a por los dos enemigos ella sola en un remolino de cuchillas e ira. El combate duro breves instantes por lo que Garroom devolvió las esferas de agua al océano. Los dos nagas enemigos había quedado hechos trizas, por lo que esa noche nos daríamos un festín con la carne de los nagas, que según se cuenta está muy rica con una salsa de especias. 

.-Has combatido con ferocidad, Lyareth. Supongo que habrás recordado a Lady Vashj, pero estos nagas no parecían muy dispuestos a saber quién eras.-comento Garroom a su compañera caza-demonios:-Supongo que esto ha sido un mero calentamiento para ti, pero ahora a comer. Yo haré guardia por si vuelven.-dijo finalmente el chamán.

– Siempre lo hago – dijo como una respuesta, con un tono de asco en su voz, mientras se quitaba restos de naga de encima. Solía ser hosca cuando luchaba, pero más cuando acababan los combates. La adrenalina descendiendo en su torrente sanguíneo, la tensión de los músculos que empezaban a doler, heridas de las que no se había dado cuenta... ¡Tsk! De eso, esta vez, no hay. Aquellas criaturas habían supuesto un reto menor del esperado, mucho menor. Recordaba con mejores pensamientos los ejércitos de Lady Vashj, y se preguntó si no habrían acabado siendo como muchos otros, simples sombras del pasado. ¿Importa acaso? No lo hacía. Nada en absoluto. Así eran las cosas: ella estaba viva, sin un rasguño, y las dos serpientes marinas no eran más que simples cuerpos desmembrados y poco reconocibles. Sus afiladas gujas eran lo único importante, lo único de lo que se fiaba –. Será mejor que me quede por aquí. Estoy cansada de dormir, y puede haber más. Estos seres suelen atacar en grupos grandes – se encogió de hombros–. No creo que les hayamos asustado, seguramente simplemente eran un reconocimientos y vendrán de nuevo. Más y mejor preparados.

Con un suspiro, y tras una mirada de soslayo hacia el infinito mar, al horizonte dónde el cielo se confundía con las calmadas aguas azules, se giró para dirigirse directamente hacia el humano, dueño, capitán y timonel de aquél barco norteño.

_^>> ¿Cuánto nos falta más o menos para llegar?

Mientras Lyareth acababa con aquel par de nagas, centrasteis vuestra atención en Laris quien estaba intentado llamaros la atención. En un abrir y cerrar de ojos observasteis que toda la nave estaba repleta de nagas, habían subido a bordo alrededor de unas 14 o 15, parecía que aquellas que lograron subir al principio eran una mera avanzadilla porque el grueso de sus filas logró ascender formando un gran grupo que temíais que fuesen un digno contrincante en tales condiciones.

Sin que diese tiempo a analizar la situación con detalles, escuchasteis un extraño sonido que provenía de encima de vuestras cabezas. En los instantes que tuvisteis para mirar de manera rápida contemplasteis a una naga bastante más corpulenta que las demás subida al mástil más alto de la embarcación y que terminaba de canalizar un desconocido hechizo que había lanzado contra ustedes, se trataba de un inmenso orbe de poder arcano que probablemente tendría la capacidad de destruir todo a vuestro paso.

Tan solo daba tiempo para cubriros con los brazos ante la magnitud de ese poder...

Cuando la oscuridad se apoderó de vuestras mentes tan solo quedó vacío, era todo como si fuera un sueño, un apacible y cálido sueño donde parecía que a vuestro alrededor no había nada. Percepciones que fueron lentamente siendo sustituidas por dolores leves que se repartían por todo el cuerpo, hambre y sobre todo una bajada absoluta de la sensación térmica de vuestro cuerpo.

Cuando comenzasteis a despertar (primero Garroom y después Lyareth) os disteis cuenta de la grave situación en la que os encontrabais. Ambos estabais completamente desarmados (aunque aún portabais vuestras armaduras) y encarcelados en una vieja jaula suficientemente amplia para vosotros dos. Estabais en plena costa, bajo un cielo grisáceo y tormentoso, a simple vista parecía ser un campamento naga...

Una vez reincorporados pudisteis dedicar vuestra plena atención a lo que os rodeaba. Estaba claro que aquello era la costa pero ¿qué costa?. El cielo tan agresivamente tormentoso no era propio de las costas de los Reinos del Este o de Kalimdor, ¿y si estabais cerca de la vorágine?.

Aquel lugar era muy amplio, a la par que desorganizado. Había más jaulas como las vuestras, pero todas ellas estaban vacías. Pudisteis ver también una patrulla, eran nagas del mismo tipo de las que os asaltaron, pero justo después observasteis algo más llamativo, había un poste donde estaba apresado con grilletes Laris, vuestro acompañante el cual presentaba heridas por todo su cuerpo, ni si quiera podríais saber si se encontraba vivo o muerto ya que sus ojos permanecían cerrados.

En mitad del campamento había una estatua, representaba a un gran dragón en piedra, era algo extraño ya que siempre habíais visto a las nagas con estatuas de Azshara ¿qué significaba exactamente aquello?

Parecía que la noche no iba a tardar en caer...

Despertó con un gruñido. Sentía fría, tenía la espalda apoyada en el suelo en una mala posición, y el estómago le rugía. Sentía los músculos agarrotados y los huesos pesados. Sus ojos, de no haber permanecido cegados desde hacía años, habrían acusado la brillante luz, como dagas clavadas en las retinas. Alterada por no saber dónde estaba ni que hacía allí, intentó levantarse demasiado rápido, consiguiendo caerse con la misma rapidez, de nuevo al suelo. Con el ceño fruncido en un gesto de dolor, al menos logró incorporarse, más lentamente esta vez, y observar a su alrededor.

Estaban en la costa a juzgar por el embravecido mar, que se recortaba en el horizonte contra un cielo tormentoso y plomizo. Estaba claro que se habían alejado de cualquier lugar civilizado, y eso solo podía significar que estaban cerca de dónde debían. Cuando se fijó en la estatua de un enorme dragón que dominaba el claro, aquella idea quedó afianzada en la mente. Tan solo había que unir las piezas para darse cuenta de que esos nagas adoraban a una sierpe mucho mayor que las que estaban acostumbrados, es decir, habían encontrado al ejército que estaba formando uno de los hermanos de Alexstrasza. 

A Laris no le miró dos veces, pasando sobre él como si no estuviera. Había cosas más importantes, como por ejemplo sus espadas.

– Parece que vamos por el buen camino, ¿eh? – sus palabras no albergaban ni pizca de humor, y su sonrisa aún menos. Por si el chamán albergaba alguna duda, gruñó a continuación –. ¿Cómo salimos de aquí? Necesito mis armas.

La luz que ilumino el barco trajo consigo una oscuridad que lo envolvió todo en un sueño, apacible según Garroom, puesto que vio de nuevo a su viejo maestro Drek'Tar. Pero duró poco ya que un frio atraveso un corpulento cuerpo del orco.

Se despertó de un sobresalto y miró a su alrededor. Lyareth aun durmiendo y patrullas de nagas, a traves de los barrotes de su jaula. Garroom se acercó a los barrotes y los tocó, humedos y hechos de trozos de madera. Jaulas tipicas de los nagas.

Se encontraban probablemente cerca de la Voragine, dado el clima que habia, y en el centro del campamento destacaban dos cosas: el capitan Cunningham, encadenado y hecho trizas, torturado seguramente concluyó el chamán, y una estatua de un dragon en piedra. Lyareth se despertó con frio en lo que Garroom, con ayuda de los elementos, canalizó un poco de energia que caldeó el ambiente de la pequeña jaula. Lyareth ya queria salir de alli y recuperar sus gujas, Garroom queria recuperar su cayado, dado que era un regalo de su maestro pero Garroom le explico que la situación no les favorecía.

El mejor momento para intentar salir de la jaula era cua do oscureciera y rezar para que los nagas tengan mala vision en la noche y que no hagan fogatas.

La noche finalmente calló y vuestros estómagos comenzaron a rugir como si jamás hubierais probado bocado en días, no sabíais si tenían intención de mataros de hambre o quizás algo peor. La noche tan solo se veía iluminada por el resplandor de las estrellas y una pequeña fogata que habían hecho las nagas para tener más visión del campamento, una de ellas de manera siseante comenzó a moverse hasta vuestra posición, portaba dos cuencos, desde esa distancia era difícil saber qué era exactamente pero quizás era algo que merecía la pena.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca diferenciasteis el contenido, uno llevaba agua y el otro carne, que por su apariencia no parecía estar cocinada. La criatura aún estaba a varios metros de vuestra prisión...

Al ver acercarse al naga se puso en tensión. No importaba que estuviera hambrienta, no importaba que estuviera desarmada y tampoco importaba que estuviera encerrada. Si esperaban que no se resistiera, que permaneciera tranquila aguardando su tortura o su muerte, entonces se habían equivocado de presa. Si era necesario se defendería con uñas y dientes, desgarraría los cuellos de aquellas lagartijas marinas con los dientes y les arrancaría el corazón con sus manos desnudas. Y por si su aspecto no era suficiente aviso, gruñó mientras retrocedía, en guardia.

Por su parte, aquél siseante bufido fue la única respuesta a aquél acercamiento. Eso y una mirada cargada de odio a través del verdoso resplandor de sus ojos.

La criatura se quedó mirando unos instantes a la jaula y a sus dos prisioneros. Parecía divertirse comprobando que no teníais escapatoria ¿pero era eso realmente cierto?

La naga, que simplemente tenía como función entregaros comida, una comida digna de un mendigo, cometió un error garrafal: se acercó lo suficiente a ustedes como para que pudierais comprobar que en su cinturón estaba un manojo de llaves que probablemente sería vuestra carta de liberación.

Ahora la duda era ¿intentaríais conseguirlas con sigilo y pericia?¿o usaríais la fuerza bruta? Era probablemente la oportunidad más clara para salir de allí.

La naga se acercó, con comida en sus manos, y en ese instante, Garroom vió que tenía un juego de llaves en su cinturón. La naga, actuó con soberbia y se rió al ver que no teníamos escapatoria, algo que a Lyareth no le haría gracia, pero sí lo haría el hecho de que sin que se diese cuenta la naga, Garroom ya le había quitado las llaves y espero a que la naga se fuera.

-De joven cometí muchos errores, pero las habilidades que adquirí todavía me resultan útiles.-comentó el orco mostrando las llaves de la celda de entre sus enormes dedos verdes:-Ahora deja que me concentre un momento y que los elementos nos ayuden a ocultarnos.-dijo apoyando su mano en el suelo y concentrandose. Se le iluminaron los ojos y en ese momento una niebla envolvió el campamento naga. 

Una mirada cargada de odio. Un solo gesto. Eso, a veces, era todo lo necesario. Y eso era todo lo que recibió el naga como respuesta a aparente diversión. Cuando se alejó, sin las llaves esta vez, fue también lo único que la acompañó. Una mirada cargada de odio que atravesaba su espalda y que, de haber podido, la habría matado una decena de veces –. Mmm.

El orco, al parecer, era más hábil de lo que parecía. Pero eso no la impresionaba. Pocas cosas lo hacían. Podía ser bueno con las manos, pero llegado el momento huiría como el cobarde que era. Como había hecho en la cueva contra el dragón. Como pretendía hacer ahora, oculto con su estúpida magia. Mmm. 

_^>> Yo no me escabullo en la noche – gruñó en voz baja –. Yo no huyo. Buscaré mi arma y les mataré a todos, uno a uno, hasta que uno decida contarnos dónde está el dragón y porque nos tenían con vida. – y lo decía totalmente en serio. Se veía en el gesto de su cara, en sus ojos, que brillaban verdes en la noche. Una mirada cargada de odio. Eso y dos buenas espadas era todo lo que se necesitaba.

-¿Quién ha dicho nada de escapar?.-contestó el orco ofendido:-Si estoy formando esta bruma es para recuperar nuestras armas y asesinar a los nagas sin ser vistos. La vez anterior huí por que esa lagartija de bronce casi me mata con una sola bola de magia.- volvió a responder a la cazador a elfa.

.-Ahora salgamos a cazar nagas.-dijo finalmente, abriendo la puerta de la celda con las llaves que acababa de robar.

– Mmm. –fue toda la respuesta que obtuvo Garroom de los labios de Lyareth, convertidos en una fina línea que no dejaba escapar más emoción que ira. Sin embargo, le siguió.

Ni quisieron hablar, ni les dio tiempo a hacerlo. Amparados por la densa niebla generada por Garroom, ninguna de aquellas estúpidas sierpes vio venir lo que se les echaba encima. Una lluvia de acero y sangre, una danza de muerte, brillos plateados en la oscuridad, soltando destellos en la noche iluminada apenas por las hogueras. Para cuando ella acabó su baile, no quedaba ni uno solo ya de aquellos seres en pie. Sus escamosos cuerpos no eran más que gusanos retorcidos en extrañas posiciones, surcados de cortes. Tantos que nada habría sobrevivido. Ni siquiera un dragón.

– Ya está todo –gruñó hacia el chamán, limpiando sus gujas en uno de los cadáveres. Demasiado fácil. Que aquellas criaturas les hubieran capturado era, como mínimo, un insulto. Haberse dejado matar por una ya era imperdonable, aunque poco le debía de importar eso a los muertos–. Bueno, parece que nos hemos quedado sin compañero. Y no sabemos quién está detrás de estos nagas. ¿Ahora qué?

Era tiempo de cazar, una práctica en la que el Clan Lobo Gélido era excelente pero el tipo de cacería en la que iba a participar Garroom en aquél momento difería en gran medida de las enseñanzas impartidas por el clan. En lo que iba a participar recordaba más a un combate del Clan Grito de Guerra.

Garroom y Lyareth salieron de su jaula y él fue disipando lentamente la bruma a medida que avanzaban, recuperaron sus armas para cuando la bruma se disipó. Pero Garroom no iba a utilizar sus armas, sus ojos se iluminaron con el fulgor de la magia chamanística. Combatiría como si participara en la Mak'gora, con su propias manos:-Soy Garroom, hijo de Gar, Chamán del Clan del Lobo Gélido. Y estoy aquí para mataros.-Lanzó un grito de desafío a los nagas y se lanzó a la carrera contra los nagas. Alcanzó al primero y lanzó una serie de puñetazos a los puntos vitales, a medida que esquivaba los ataques del escamoso. Elevó una roca y la utilizó para bloquear un ataque que venía a su vientre y utilizó las esquirlas para atravesar el cuerpo del naga y acabar con él. Una de las brujas naga le lanzó una serie de hechizos, a los que Garroom respondió con movimientos gráciles, culminando en un relámpago, proyectado desde sus manos, fulminando a la naga. 

Por su parte Lyareth había acabado con el resto de escamosos y se habían quedado solos. Resollando por el combate y con la bruma totalmente disipada, observaron que el Capitán Cunningham había sucumbido a sus heridas, pereciendo atado a un poste. Garroom invocó las llamas, a pesar de la humedad ambiental e hizo del encierro del humano una pira funeraria para honrar al viejo guerrero:-Es lo mínimo que podemos hacer. Un funeral de Guerrero. Encuentra la paz y que la Madre Tierra de guíe en tu nuevo viaje.-dijo realizando una pequeña reverencia ante el capitán. 

Ahora tenían que pensar en el siguiente paso, dado que no había sobrevivido ningún naga al que poder interrogar:-Desde luego estamos en un problema. Pero, por el aspecto del clima, es probable que estemos en las cercanías de la Vorágine o prácticamente encima.-dijo el orco señalando el cielo:-Bordeemos la costa a ver que encontramos.-concluyó.

Se encogió de hombros observando las llamas danzantes bajo el cielo nocturno y, tras un breve momento de silencio solo roto por el crepitar de la pira, asintió.

– Bien. Busquemos un camino y movámonos.

Mientras Garroom se dedicaba a completar la pira para Laris, la cual ardía con intensidad, Lyareth se percartó que a unos 80 metros de vuestra posición, justo por la parte trasera de las jaulas se vio el movimiento zizagueante de varias nagas que corrían hasta el interior de un edificio en ruinas situado cerca de la costa de la grisácea isla. Aquel parecía ser su refugio ¿quizás un templo? lo importante era que no se atrevían a dar la cara ahora que habíais escapado de la prisión y erais una amenaza latente.

Con los ánimos suficientes para darle su merecido a las Nagas, acudisteis raudos a la entrada de aquellas ruinas, fue muy fácil para vosotros comprobar que aquel lugar tenía una estética muy similar a la de la arquitectura de los elfos de la noche. Tras subir las escaleras y dar un vistazo atrás se podía distinguir el pequeño campamento y el ancho océano que rodeaba toda la isla ¿qué es lo que encontraríais dentro de la estancia?

El interior estaba decorado con antorchas lo cual se agradecía puesto que su oscuridad podía entorpecer el avance, muchos siseos rodeaban el ambiente casi claustrofóbico, algo que os llegó incluso a hacer pensar si estabais siendo presa de algún tipo de trampa.

Todo estaba muy destrozado, como si un terremoto hubiera devastado el interior, para poder continuar por el pasadizo central había que sortear unos escombros que bloqueaban el paso, con algo de habilidad sería posible pasar por el hueco, de lo contrario el grupo tendría que buscar formas alternativas para continuar...