Partida Rol por web

Observo como mi Sire se marcha dejandome a solas en aquella sala. Suelto un soplido de disgusto.

En fin, sera mejor que me prepare, no puedo defraudar a Chas en este asunto, parece que es importante, me pondre alguna cosa para impresionar a Vitel.

Saco mi telefono movil del bolso y llamo a Carlos.

-¿Carlos? Si ya he terminado, ve hacia la puerta tienes tengo que volver a casa.

Cuelgo el movil y me arreglo el abrigo antes de salir a la calle. Mi chofer me abre la puerta del vehiculo servicialmente y nos ponemos rumbo a casa mientras pienso en silencio que le dire al Principe para que me permita formar parte del grupo que requiere.

¡¡Aaahh!! Chillo cuando noto que algo me atrapa. ¡Ayuda, ayuda! ¡Que alguien me ayude! Con ayuda de mis brazos intento separar mi cuerpo de lo que sea que me está atrapando.

Teresa se marcha, intenta no mojarse mucho, se abriga como si tuviese frio, como si la climatología le afectara, corre de saliente en saliente para evitar la lluvia hasta llegar a su casa. Una vez dentro se seca un poco para no dejarlo todo perdido, activa las alarmas perimétricas y se va al cuarto donde tiene su computadora, la enciende e intenta conectarse a través de un servidor remoto para que no le detecten la IP con el fin de averiguar las siguientes cosas referidas al Hotel Washington:
- Sistema de seguridad y si se ha instalado algo recientemente.
- Si hay una reunión mañana a nombre de quien esta y desde cuando está reservada la sala.

Tras hablar con ella me siento en mi escritorio delante del ordenador. Abro un navegador e inicio una búsqueda para saber más sobre ese doctor Edward Walker. Realmente confío plenamente en Emma pero me gusta estar informado, puede que sea paranoia personal pero desde que estoy enfermo...no me fío de nada y casi de nadie.

Dejo al ordenador realizando la búsqueda de resultados. Enciendo la televisión y pongo las noticias nervioso de que alguien haya encontrado el cadáver del vagabundo. Ya han pasado un par de noches desde que perdí el control, ese ataque de demencia me llevó a matar a un hombre y no logro quitarme de la cabeza ese momento a pesar de que los recuerdos son vagos...es como si hubiera sido otra persona que compartiera sus visiones conmigo....es como estar allí pero al mismo tiempo no estar...muy difícil de explicar con palabras. Por suerte nadie ha encontrado el cadáver, algo bueno...o eso creo yo. Respiro aliviado y me acerco a la cocina aunque no hago nada, realmente caminar me tranquiliza aunque tengo miedo de hacerlo por la calle, aunque no he tenido ningún ataque más no tengo confianza y prefiero alejarme de todos. Incluso cuando Emma vino a visitarme tras comentarle que estaba enfermo tuve miedo de hacerle daño, su olor...es digamos que especial. Nunca me había dado cuenta de ese característico olor que posee y eso hizo que tuviera miedo de hacerle daño.

Durante estas dos noches he intentado paliar los síntomas pero la palidez sigue siendo visible y también la sed de sangre...he logrado paliar este último síntoma bebiendo sangre de vaca que adquirí en una carnicería. Emma me ha dejado algo de maquillaje para mejorar mi palidez, pero realmente soy un inepto para esto...y eso que llevo toda mi vida pintando figuras de warhammer. Pero el maquillaje definitivamente no es lo mío.

Me acerco de nuevo al ordenador y compruebo la búsqueda. Espero encontrar más datos sobre ese doctor y rezo para que sea capaz de curar mi extraña enfermedad.

¿Quién eres? ¿Y qué haces por aquí tan sola? – una voz suave y aterciopelada se dirige hacia ti.
Disculpa mis modales. Tu súbita aparición me asusto, no pretendía dañarte. – la misteriosa fuerza invisible que te sostenía en el aire comienza a desaparecer mientras desciendes. En unos breves segundos estas de nuevo de pie en el suelo y con completo control de tu cuerpo y extremidades.
El atractivo hombre rubio te mira con curiosidad. Te parece extraño pero no tiene la mirada de repulsión de la mayor parte del ganado y vástagos al ver a un nosferatu.

Te guían hasta la suite Real. Nada más abrir la puerta puedes contemplar una espectacular vista nocturna de los monumentos de Washington, como si fuera una especie de recordatorio de cuánto poder controla Vitel.  No te habías percatado pero fuera hay una tormenta horrible. Ha debido comenzar a los pocos segundos de que entraras en el edificio.
La suite está elegantemente decorada, con apenas un toque del estilo clásico romano. La pared al extremo opuesto de la habitación consiste principalmente en las grandes ventanas que permiten las vistas de la ciudad. En el centro de otra pared hay una chimenea que crepita constantemente en los fríos meses de Otoño e Invierno (ahora está convenientemente apagada). Te llama un poco la atención una puerta cerrada en la pared derecha de la suite principal.
En el centro de la suite han dispuesto una enorme mesa oval. Al parecer aquí celebran las reuniones.
Una ráfaga de relámpagos cayó en cascada por todo el cielo, seguidos de una explosión de truenos. Las luces de fuera parpadearon.
Miraste a Gino. Éste parecía que iba a decir algo, pero miró hacia abajo rápidamente.
Sentiste su presencia detrás de ti. Te giraste. Durante un momento, vuestros ojos se encontraron. Su mirada oscura ardía fríamente, y en sus profundidades rugían pasiones mucho más terroríficas que la violenta tormenta.
El Príncipe de Washington, Marcus Vitel, se erguía ante ti, vestido con un exquisito traje a medida. Descollaba alto, impresionante… todo lo que se esperaría de un príncipe de los vampiros. La imagen del auténtico poder Ventrue. Pero algo iba mal. No era un defecto en su apariencia o en el poder de su Presencia; era algo más… la Bestia comenzó a luchar contigo, tirando de los rincones de tu mente. Casi podías oírla, susurrándote: corre, escapa… Rápidamente, te vinieron a la mente las palabras que el Gino te había enseñado.

La información que encuentras sobre el Dr. Walker no deja lugar a dudas (siendo informático no te voy a hacer tirar por una simple búsqueda en google, ya habrá tiempo para programar): Desde 1978 que se trasladó a Washington no ha parado de publicar artículos en la comunidad médica. Trabaja como consultor en muchos de los hospitales de la zona y es uno de los mayores expertos mundiales en enfermedades sanguíneas. Sus últimos trabajos hablan sobre los eritrocitos, y cómo el descenso de su nivel en sangre puede ser la causa de varios tipos de porfiria. Parece que el hombre sabe de lo que habla. No ves un número de teléfono de contacto ni ninguna dirección (aunque Enma parecía haber localizado una dirección del doctor). Pero sí ves una dirección de correo electrónico: ewalker68@aol.com

En las noticias lo de siempre, hablan del tema de la crisis en Europa, deportes, los Washington Bullets cayeron derrotados ayer de forma injusta, la desaparición de una chica (es la 3ª en 2 semanas en la misma zona, la policía teme hallarse ante un secuestrador o asesino en serie...)

Se mostraba atento escuchando, mientras apretaba los labios escondiéndolos, dando la impresión de pensar algo importante o guardarse sus palabras. Fácil. Respondió mirando hacia un lado como si profundizara aún más en sus pensamientos. Llámame simplemente John o... Hana. Contestó intentando deshacer pronto un trato al que no estaba acostumbrado. Le sorprendía mucho el comportamiento de Jacque, disciplina y lealtad, algo en común que compoartían de forma muy diferente, objeto de admiración por tanto. Un tipo enrollado este Jacque... te veo entonces más tarde. La gloria de Set vaya contigo. Le señaló y se giró para marcharse sin decir nada más, pero antes de cruzar la puerta añadió algo que aunque era obvio, no estaba de más recordar. Llamad si os puedo echar un cable con algo, estaré en el Aces enterándome de algunos asuntos.

Retirándose finalmente para salir de la capilla a la calle donde le esperaban sus socios al lado de un todoterreno negro (SUV). Tras chocarle la mano a uno de ellos le comentó el siguiente paso. Bien, veamos que nos cuentan estos negros sobre Washington... Spear, llévame al Aces. Estaba emocionado por el nuevo juego que las calles de Washington le ofrecerían, aunque por algún motivo pensaba que sería más fácil que en Baltimore, allí se juega muy duro. Quizás estaba subestimando esta ciudad, tendría que tener en cuenta que en esta ocasión también tendría que librar otra guerra en otro juego muy diferente y sin duda más arriesgado. La idea era hacer un chequeo de los preparativos del local mientras iban llegando los colegas para que le fueran contando cómo estaban las calles. Luego se preocuparía de ir organizándolos y de informar a su superior.

Yo... estaba paseando. Creo que buscaba una salida, no me gusta este sitio. Es frío, húmedo... Le miro con cierta desconfianza y luego sonrío con confianza. ¿Me podría invitar a dar una vuelta, señor...?

"Vamos, tío, dile rápido lo que quieres y salgamos de aquí lo antes posible. No se si es el sitio o es este tipo que está enfrente, o algo peor, pero aquí hay algo que me está erizando el pelo. Venga, suéltaselo todo de golpe, deja que responda, despídete con una sonrisa y larguémonos." Va pensando Kipp mientras se acerca lentamente a Vitel, como temiendo pisar demasiado las losas del suelo.

-¿Príncipe Vitel? Mi nombre es Kipp.- Y le tiende la mano en plan "por fin nos conocemos". -Como me aconsejó tu socio que hiciera, vengo a anunciarte mi presencia en la ciudad y presentarte mis respetos. Además quería comentarte que tenía pensado quedarme una temporada en tu ciudad, y ya que estamos... tu socio mencionó algo sobre... un... trabajo...

"No es la mejor presentación del mundo, pero al menos se lo he dicho todo. Ahora solo tengo que esperar a que acabe de darme sus detalles y largarme. No me gusta esto. No me gusta nada. Quiero salir. Quiero ver si es él, el lugar, o sólo algo momentáneo, pero TENGO QUE SABERLO. No puedo lanzarme a su cuello en su propia suite."

Asiento levemente, comprendiendo la situación, y finalmente, comienzo a hablar: 

- De acuerdo, nunca he conocido a estas criaturas, aunque conozco bastante sobre ellas. Mañana tendrá una respuesta. Gracias por su atención y su tiempo, señor Vitel. Confío en que podamos hablar en el futuro. 

De nuevo, hablo despacio, y mi voz suena algo carente de emoción, en un tono más bien bajo. Mi aspecto resulta oscuro, aún con mis gafas puestas, y resulto extraño. Muy extraño. 

- Una cosa, más señor Vitel. - Observo mi entorno, buscando alguna ventana, espejo o similar, si lo encuentro lo señalo mientras digo: Carezco de reflejo. 

La luz de la luna ilumina mi piel mientras digo ese comentario, y la oscuridad de la noche parece hacerse un poco más grande, mientras mi rostros, al llegar el pequeño atisbo de luz natural a él, muestra cierto matiz azulado.