Partida Rol por web

Acabas de llegar a tu nueva residencia, la mansión Dumbarton Oaks.

Esta casa se encuentra en la calle 32ª, al norte de la calle R. En concreto tu dirección es: 

1703 32nd Street, NW

Washington, D.C. 20007

La mansión contenía una colección de arte bizantino y suramericano poco habitual. Quizá por eso la escogiste. El edificio llevaba en venta y sin dueño desde 1968. Quizá por eso te salió tan barato. Tras el edificio se encontraban 5 hectáreas con los más bellos jardines de la ciudad. Los jardines estaban repletos de fuentes, muros de ladrillo y bancos convertían la mansión en un lugar pintoresco.
Era el 12 de Febrero de 2011. Habías llegado esa misma noche, y después de unas cuantas horas, con la ayuda de los transportistas y equipos de mudanza, estabas acabando de desempaquetar las últimas cajas de la mudanza.
Dejaste en su lugar en una de las estanterías de la biblioteca el último libro, y te dispusiste a relajarte tocando el piano. Afuera caía una tormenta espantosa, pero te sentías capaz de sobreponerte al ruido y concentrarte sólo en la música. Para tu desgracia no llevabas ni 20 notas cuando sonó el timbre de la puerta. Paraste extrañado. ¿Quién llamaría a tu puerta a esas horas? Acababas de mudarte y nadie lo sabía. El timbre volvió a sonar.
Dejaste el piano y tu sala de música y bajaste las escaleras hasta el recibidor. Fuera el ruido de la lluvia cayendo sin cesar rodeaba la casa. Te paraste un instante… un sobre impoluto yacía en el suelo junto a la puerta. Parecía llevar un sello de cera y estaba lacrado. Te acercaste a recoger el sobre y abriste la puerta. No había nadie. Miraste en todas direcciones pero no parecía haber nadie bajo la lluvia, y con ese tiempo no era muy agradable quedarse a la intemperie.
Entraste de nuevo, cerraste bien la puerta y te dirigiste a tu escritorio. Sacaste el abrecartas del siglo XVI, recuerdo de tu sire, y justo cuando estabas abriendo el sobre escuchaste un golpe en la ventana. El ruido te sobresaltó y te giraste preparado para un posible ataque. No era nada, sólo una lechuza que te miraba con sus redondos ojos desde el alféizar de la ventana. El animal estaba empapado. Aún así no se movía de tu ventana, estuviste a punto de acercarte para alejarlo cuando reparaste en algo: había algo en la pata del animal. Te acercaste más y pudiste ver un papel enrollado en una bolsa de plástico atado a la pata. Abriste la ventana y el animal no se movió. Recogiste con cuidado el plástico y llevaste su contenido al escritorio, junto al sobre.
Extraña situación, 2 mensajes por medios muy distintos la misma noche de tu llegada a la ciudad. Quizá tu llegada no había pasado tan desapercibida como creías…

Acaba de anochecer. Esta noche no tenías ningún negocio pendiente y estabas dándole vueltas a todo el asunto de Ethan en la cabeza. De repente sonó el timbre. En la puerta de tu pequeño apartamento se encontraba un hombre atractivo con un traje ligeramente pasado de moda. Era muy alto, con el cabello negro pero parcialmente oculto por un sombrero. A su lado había otro tipo más alto aún. Aunque la palabra no era alto, realmente sería enorme. Un tipo de algo más de 2 metros de alto por 2 metros de ancho se yergue junto al primer hombre trajeado. Este último va vestido todo de negro, pantalones negros y una camisa ajustada negra sin mangas. El enorme te mira con aire ausente. El bajito (1,87m) te mira con aire de suficiencia y comienza a hablar con acento neoyorkino:

Me llamo Gino. Gino Manitelli. Creo que sabes por qué he venido aquí. Llevas un tiempo en la ciudad y aún no te has presentado al Príncipe. Es una falta de respeto. Y en muchos otros sitios el castigo es ejemplar. Pero hoy estás de suerte, he recibido instrucciones y si vienes conmigo y te presentas podremos llegar a un acuerdo pacífico y sin violencia para ambas partes.

Llevas tan sólo un par de noches desde que pillaste la enfermedad.

Estás preocupado, no paras de darle vueltas puesto que a ratos te encuentras muy mal. Tiene que haber alguna solución.

El teléfono te suena. Lo miras preocupado, pero das un pequeño suspiro de alivo al ver que es Enma.

Lo coges ilusionado mientras das vueltas por tu habitación:

Hola Nathan. Estamos de suerte. El mayor experto en enfermedades de la sangre, y en concreto de la porfiria se encuentra en Washington. Mis contactos le han localizado, se llama Edward Walker y trabaja en un laboratorio a unas manzanas de mi clínica. Si quieres puedo acompañarte y vamos a verle. Seguro que el Dr. Walker puede darte una solución...

En el fondo te alegras, la voz de Enma suena esperanzada. Se preocupa por ti. Deseas de corazón que tenga razón, pero... ¿irás con ella o es mejor ir sólo? ¿Será el Dr. Walker la mejor opción? Quizá trabaje también para el gobierno y tengas que buscar otra solución...

Observo la lechuza, con marcado detenimiento, antes de comenzar a leer los mensajes recibidos. Conozco este tipo de animales, pero en vida nunca había visto uno. Me detengo en sus ojos y sus plumas, e intento acariciarla, por un momento se me acelera el corazón... Nunca había tocado animal alguno. "Es suave... y hermosa" pienso ensimismado en el curioso mensajero. 

Un trueno me trae de nuevo a la realidad. Observo por la ventana medio segundo, y luego intento taparla con las cortinas. Me dirijo hacia mi escritorio, lejos de posibles miradas indiscretas, observo el papel pausadamente, fijandome en los pequeños detalles, como hago siempre. Decido que debido a la curiosidad que despierta en mí el hecho de que un animal traiga un mensaje (al estilo de los magos, o los ingleses tiempo ha), leeré primero el segundo mensaje, dejando la carta para más tarde. 

Con delicadeza, me quito mis guantes y desenvuelvo el papel, aun abrumado por este primer recibimiento en Washington. 

Estimado Van Denholm:
Queríamos darle la bienvenida a nuestra ciudad, y estamos muy complacidos en invitarle a visitarnos para poder charlar de temas que a buen seguro nos interesarán a ambas partes. Seguro que podemos aprender mucho mutuamente, y tenemos una interesante Biblioteca que podemos mostrarle. Esperamos que disfrute su estancia en Washington, y deseamos que elija quedarse aquí por mucho tiempo. Nuestros más sinceros saludos:
C. R.
101 Independence Avenue Southeast, Washington, DC, Estados Unidos

Mmm... Charlar... Curioso nuevo, bueno... Nuevos, amigos he hecho. - En ese momento observo el símbolo con detenimiento... 

Mire un instante de nuevo la lechuza. Me puse los guantes, y asentí con la cabeza. Nunca había conocido a un tremere, pero sabía su historia, asi como muchas cosas de ellos. No tenía nada en su contra, pero tampoco nada a su favor. Medité un segundo, y luego volvía acariciar a ese animal tan curioso. Finalmente, miré a sus ojos. 

- Bueno, pequeña amiga. Eres libre de volver a casa. Confío en que nos veamos cuando vaya a visitar la biblioteca. Buenas noches, pequeña criatura.

Con un gesto tierno y amable, abrí a la lechuza, incitándola a que volviera a su sitio. 

Seguidamente, observé la siguiente carta... Los primeros fueron magos, y la verdad es que curiosos, ha sido interesante. Los segundos... Tienen un matiz más normal. 

Observo el sello de la carta, me quito los guantes y seguidamente comienzo a abrirla despacio y con cuidado. Leyendo despacio y con atención, pese a poder entender lo que pone con un solo vistazo. 

Esta segunda carta, está escrita en un papel muy fino y delicado. El sobre es exquisito y el sello lacrado que lo cerraba tenía unas curiosas iniciales:

El contenido de esta carta es mucho más escueto que la anterior, aunque, eso sí, parece haber sido escrito a mano y con mucha delicadez:

"Estimado señor:

El Príncipe solicita su presencia en el Hotel Washington para tratar un asunto de vital importancia. Le rogamos se presente antes de mañana, día 13 de Febrero,  a las 0:00h.
El asistente personal de:
M.V."

Suspiro... Ni si quiera me ha dado tiempo a llegar. 

Observo un segundo mi casa, en la que apenas me he acomodado, vigilo el reloj unos segundos, y finalmente cojo mi gabardina con una mezcla de miedo e ilusión, y salgo a la oscuridad de la noche. 

Con el tiempo, me voy acostumbrando a los ruidos y ambiente de la calle, pero aún se me antoja un tanto extraño el alboroto y la actividad que hay en Washington, en comparación con los siglos que pasé en aquella biblioteca. 

Cojo mi coche, y me dirijo hacia allí. 

Kipp mira nerviosamente a ambos varias veces antes de decir nada. Entrecierra los ojos al mirar al compañero grande y poco hablador de Gino, intentando provocar algún tipo de reacción en él. Pronto desiste y responde a Gino, escéptico.

-¿Presentarme? ¿Príncipe? ¿De qué me estás hablando? No será algún tipo de broma pesada, ¿no?

De pronto la cara de Kipp muestra una mueca de horror. Intenta  vociferar para llamar la atención de algún vecino y enrollarse hablando todo lo posible por si alguien llama a la policía. Seguramente estuviera comprada ya por los poderes del lugar, pero quizá nadie les avisó de que esta noche un par de vampiros amigos con aspecto de gángsters italoamericanos iban a asaltar a un chaval en su propio apartamento. Era la mejor carta que se le ocurría jugar a Kipp, y si funcionaba...

-¡No! ¡No me llevéis! ¡Os juro que no tengo nada en contra de la cosa nostra! ¡No le diré a nadie que estuvísteis aquí! ¡Mi casero tampoco se enterará! ¡Ni la policía! ¡Pero por favor, no se me lleven! ¡Mis padres no tienen dinero para pagar el rescate! ¡No quiero dormir con los peces! ¡Tened compasión! ¡Os daré dinero! ¡Todo lo que llevo encima! ¿Cuánto queréis? ¿Veinte pavos? ¿Treinta? ¡Os juro que no tengo más! ¡Podéis registrar mi apartamento! ¡Os digo la verdad! ¿¡Por qué yo!? ¡En Nueva York hay varios millones de almas! ¿¡Por qué tenía que pasarme a mí!? ¿¡Por qué soy tan desgraciado!? Apiadaos de mí, os lo suplico...

Conforme va terminando de hablar, Kipp se va dejando caer al suelo, hasta que en el momento de la súplica, está prácticamente de rodillas agarrado a los tobillos del tal Gino.

Sé cómo son los de tu calaña. No me gustan. Hace una breve pausa. Supongo que yo a ti tampoco te gusto.

Se aparta un poco para que no te restriegues por sus piernas, incluso te aleja un poco con las manos. Por un momento ves que se pensó si usar la violencia pero tu aspecto le ha hecho pensárselo dos veces.

No deberías armar tanto escándalo salvo que quieras buscarte problemas reales. Ahora mismo no los tienes, tienes la oportunidad de hacer un trabajo para nosotros... y no es precisamente muy legal. Creo que sois especialistas en eso. 

No tiene pinta de que tengas problemas por no haberte presentado ante el Príncipe... o al menos este tipo no te da esa sensación. Es probable que los ravnos le deis un poco igual...

Cuando tu sire John Evon te dijo que te mandaría con un amigo suyo no estabas segura de cómo saldría.

Al llegar a la capital del país George Lawrence te estaba esperando, y te recibió con los brazos abiertos. El feo nosferatu era un tipo nudoso y retorcido, que cubría su cuerpo con una sucia gabardina beige, y su cabeza con una gorra de los Washington Bullets. Tenía los ojos pequeños y numerosas ampollas, pero tampoco te importaba, tú eras igual, y era el resto del mundo los que os miraban diferente.

George era un tipo alto, de 1´85m, que en un momento de su vida fue bastante atlético. Te acompañó hasta el metro y desde ahí te guió por los túneles que llevaban hasta el sistema de alcantarillado, las guaridas de los nosferatu.

Te ha indicado qué zona se te ha asignado para que sean tus dependencias si quieres. Entra dentro de los territorios nosferatu y tienen patrullas de ratas y otros animales vigilando esa zona por lo que debería ser seguro. Si ocurriera algo todos los nosferatu de la ciudad se enterarían al instante.

George parece algo ocupado, pero te da su móvil personal por si necesitas cualquier cosa y luego se despide momentáneamente: Bueno, el Príncipe nos ha convocado a una reunión el día 13 de Febrero, así que hasta entonces… tienes un par de noches, puedes hacer lo que quieras. Da una vuelta, fisga un poco por ahí… pero no te metas en problemas. El Príncipe está avisado de tu existencia, pero el día 13 será tu presentación oficial.

Ciudad nueva, vida nueva. Aquí no tenías un sire, pero sí una especie de mentor con influencia, recursos y contactos que al parecer se preocupará por ti… ya se sabe: el concepto de familia que tienen los nosferatu.

El templo subterráneo estaba situado en algún lugar de las alcantarillas del sector nordeste de Washington. El hombretón que te había guiado hasta allí vestía con un traje de seda sobre una camisa ajustada. Tenía la cabeza rapada con un corte militar, y se había presentado como Jacque. Jacque lucía una cruz de plata y un ankh colgados de su cuello. Parecía ligeramente supersticioso.

Durante todo el camino Jacque te guió en silencio por los pasadizos de las cloacas. Te diste cuenta de que llegasteis al templo setita cuando la iluminación empezó a venir de la luz de antorchas que colgaban cada 15 o 20 metros en las paredes. Bajo esa tenue iluminación pudiste ver que había símbolos egipcios en las paredes. Algunos jeroglíficos avisaban a los posibles intrusos de que no avanzaran más, o perderían algo más que su vida, su alma.

Bienvenido Sut´hana. Las palabras de la suma sacerdotisa del templo Setita resonaron en las paredes de la sala. Ravenna (o Iris DuMont, como la conocían los no setitas) tenía el cabello largo y negro, con reflejos de un rojo profundo que brillaban con la luz de las antorchas. Se movía como una serpiente, sinuosa y llena de gracia, y vestía con ropa negra. El vestido dejaba ver sus largas piernas cubiertas de tatuajes de áspides. Sus ojos negros como la noche resaltaban en su tez morena y exótica mientras se acercaba a darte la bienvenida.

¿Qué tal ha ido el viaje? Espero que no hayas tenido problemas para encontrarnos - echó una mirada a Jacque.

Todo se ha hecho tal y como indicó, señora. El robusto hombre inclinó levemente la cabeza.
Bien. En breve te pondremos al día de todos los asuntos de la ciudad. Jacque te indicará luego a qué zonas queremos expandirnos y los “problemas” que hay. Cuento con que tus contactos y tu amplia experiencia nos ayuden. Hizo una breve pausa. Te dabas cuenta de que era una mujer tremendamente atractiva, seguramente muy astuta y que sabía manipular con su cuerpo. De toda formas eras setita, estabas acostumbrado a ello. Contigo no funcionaría (tampoco es que ella lo estuviera intentando).

Su cuerpo se giró con gracia sobrenatural dejando entrever algo más de sus largas y delicadas piernas y continuó hablando mientras se adentraba a lo más profundo del templo:

Lo primero que debes hacer es presentarte ante el Príncipe. Es un hombre muy inteligente, un gran político, y extremadamente peligroso. Hemos llegado a un acuerdo con él. Nosotros respetamos la mascarada, y apoyamos a los suyos ante un posible ataque Sabbat, y a cambio somos tolerados en la ciudad, tenemos su permiso para residir aquí. Lo malo, nadie se fía de nosotros y el Príncipe siempre nos pide algo a cambio por cada nuevo setita en la ciudad, no sé qué te pedirá a ti. Debes cumplirlo. Tenemos algo gordo entre manos y cuanto más tranquilos estén con nosotros mejor que mejor.

Llegasteis a una sala enorme, con multitud de vasijas en uno de sus extremos:
Tienes la opción, si quieres, de protegerte y guardar tu corazón aquí, junto al resto de los de la capilla. Nadie ajeno al clan ha entrado aquí nunca y dudo que lo consigan con todas las trampas y guardianes que tenemos. Pero es decisión tuya. Que Set te ilumine y te guíe.

Quiero conocer la ciudad y arreglar todo lo que pueda para asentarme allí. También quiero conocer a los otros nosferatu e intentar visitar el Museo de Historia Natural y otros de la zona. 

Ok, George te lleva por los túneles hasta unas cavernas un tanto apartadas... al poco entráis en un cubículo lleno de cachibaches que apesta a excrementos... Detrás de un montón de torres de ordenador, montañas de cds, y cachibaches varios (ventiladores, placas base, tarjetas gráficas, cables, monitores y demás...) encontráis una montaña de grasa apoltronada encima de un colchón hinchable...

Decir que es regordete es quedarse corto: la grasa cuelga en múltiples globos de su carne. No puede llevar camisetas y no se hace una a medida por temor a dejar que alguien le tome medidas. Su cara es un terreno baldío de cicatrices de acné y sus granos supuran constantemente. 

Cuando entráis se está limpiando la cara con un trapo viejo, al veros lo tira a las cloacas:

¡Hola George! ¿Quién es el nuevo?

Hola, soy nueva en la ciudad, alargo mi alargada y esquelética mano de manera amistosa. Me llamo Lori Frye. 

Kipp cambia su forma de mirar a Gino casi al instante. La fórmula mágica de "trabajo no precisamente muy legal" siempre sacaba lo mejor de él.

-Sssssssh, baja la voz- dice Kipp casi en susurros mientras les hace ademanes para que entren en el vestíbulo.

-Vaya, siento mucho la confusión y el jaleo de ahí fuera. Por un momento creí que habían enviado a alguien a por mí por... ya sabes... trabajar para alguna banda rival o algo parecido. Desde luego no pasáis desapercibidos, no. Además, con ese sombrero no pude verte los colmillos.- Prosigue Kipp, para parecer un novato de poca monta.

-Y bueno, ya que sacas el tema, no es que sepa mucho de los demás como yo, pero conmigo has tenido buen ojo. Soy tu hombre desde ya. ¡Me estaba aburriendo, no tenía nada que hacer! Eso sí, no hago nada gratis... Y todavía no me has dicho para quién trabajas ni lo que quieres. ¿Es para ese tal Príncipe? ¿A qué se dedica? ¿Drogas? ¿Armas? ¿Prostitución? ¿Chantajes? ¿Robos?

Kipp pensó que teniendo a estos dos tipos, el Príncipe sólo podría estar pidiendo algo así por unos pocos y contados motivos. Uno de ellos podría ser que quisiera librarse de él. Un recibimento típico para un Ravnos, por otra parte. Debería andarse con ojo. Pero mientras tanto, que pensaran que estaba recién destetado y que no sospechaba nada. Así sería todo más divertido.

-Vamos, contadme por el camino.- Decía Kipp mientras prácticamente tiraba de ellos hacia fuera. Puede que hubiera llamado la atención con su pataleta y alguien hubiera llamado a la poli. O puede que no. Pero mejor estar lejos durante un par de horas.

La enorme mano, o más bien el montón de grasa que Toby tiene por mano, hace ademán de acercarse un poco a ti para saludarte... cuando ve que no llega intenta inclinarse un poco pero apenas puede moverse...

Está a punto de desistir cuando tú acercas lo justo la mano, te la estrecha y dice:

¡Encantado! Siempre es un placer ver a un camarada nuevo. Soy Toby, para servirte. Si necesitas cualquier cosa informática soy el mejor, no dudes en avisarme.Disculpad pero ahora ando algo liado. Un trabajito para Nathan, ya sabéis. Mejor hablamos luego. Si podéis conectaros al chat, ahí podemos hablar a todas horas.

George te saca de la habitación y te sigue guiando por los pasillos

Disculpa a Toby, está un poco tarado y no sabe más que hablar de ordenadores... Amos está patrullando, puede que luego tenga oportunidad de presentártelo. Nathan... bueno, a Nathan tarde o temprano le conocerás... pero no suele dejarse ver muy a menudo. Con Glenn es mejor que no tengas contacto de momento... y el siguiente que te voy a presentar es Cohen. Es un tipo bastante simpático, ya verás cómo aprendes mucho con él...