Partida Rol por web

Jude tomó aquella mañana, como muchas otras el metro de la linea dos que la acercaba hasta su trabajo. Un despacho de diseño que tenía sus oficinas en pleno centro de la ciudad. Pdf Estudio.

Llegó de las primeras bien temprano, cargada con varios portafolios de los proyectos que llevaba y tenía que presentar a su jefa. Por lo que no se sorprendió cuando encontró la oficina desierta.

- Jude, Jude...siempre tan madrugadora...y tan guapa. Mckinley reconoció el cuchicheo de esa voz, era el encargado Smith, un cretino que llevaba mas de un mes lanzándole tiritos, incrépandola por la oficina. Un cerdo vestido con traje y corbata. Ya había visto como se las gastaba, la última que le siguió un poco el juego acabó despedida cuando le paró los pies con un no en todo su feo jeto.

- Ya sabes que me tienes para lo que necesites, trabajo hasta tarde y me llevo faena a casa. Dijo a su espalda, casi rozandola , sintiendo su edor apestoso en el cogote.

Por suerte llegó mas gente y Smith aflojó su presa mientras iba a por un café.

- Espero que me hayas traido las gráficas para la exposición y el cártel publicitario y que no sean tan decepcionantes como los últimos..Era Esther, columnista para quien Jude colaboraba y quien tenía la última voz antes de dar el ok a los trabajos finalizados. Una arpía borde cuarentona que parecía disfrutar machacando a los demás. Si no fuera porque Jude necesitaba el trabajo no hubiera tragado tanta mierda.

Ya me estaba familiarizando un poco con mi nueva rutina. Para poder llegar bien al trabajo y no diez minutos tarde, tenía que ser de las primeras en llegar, pero no quería que nadie me llamara la atención por eso, así que allí estaba, con mis nuevas ideas metidas en una carpeta que en un rato tendría que presentar a mi jefa.

Todo estaba bien, tranquilo, hasta que de repente apareció Smith. Ese hombre me daba un asco increíble. Estaba más que claro que si le seguía el juego no tardaría en ponerme las manos encima y si le ponía en su sitio, no iba a tardar en irme a la calle. Yo misma sabía que no iba a poder aguantar aquella situación demasiado tiempo. Era de ese tipo de personas cuya paciencia brilla por su ausencia muchas veces, y este hombre hacía que notara la bilis en la garganta cada vez que se acercaba a mí.

Con el poco tiempo que llevaba allí ya estaba pensando en buscarme otro trabajo por su culpa y el de la rancia de la jefa.

- Por el momento no es necesario, pero muchas gracias. - Traté de ser cordial. - Como se te ocurra ponerme las manos encima juro que te daré tal patada en las pelotas que tendrás que extirpártelas por la espalda. - Dejé de respirar en el momento en el que sentí su apestoso aliento. - ¡Joder qué asco me das!

La arpía hizo su aparición estelas con su palo metido en el culo. La verdad es que no entendía cómo se podía ser tan sumamente rancia, pero nada la parecía bien nunca y a todo le ponía pegas. Estaba claro que en aquel trabajo me sentía como un pez en el agua y en el mismo momento en el que la vi aquella mañana lo tuve claro, aquella misma tarde empezaría a buscarme otro trabajo, sin dejar este, claro, porque tenía que pagar mis demasiado recientes facturas.

- Sí, las he traído. - Cogí la carpeta y me acerqué a ella. - Por cierto, buenos días. - Sonreí como si me acabara de preguntar si había pasado una buena noche y qué tal mi familia, seguro que a las rancias como aquella no las sonreían ni follando.

Esther no hizo mucho caso al saludo de Jude, contesto algo así como.." ¿Buenos?. Ya veremos, hoy se reune la junta y como no convenza la presentación va a ser un dia horrible. Veamos que me traes..."

Como siempre sacó pegas, pero le costó hacerlo ya que el trabajo gráfico para el spot había sido muy bueno, Jude se lo había currado, como de costumbre.

- Me lo llevo para que limpien las impurezas antes de editarlo..Como si fuera un tesoro le quitó el dossier de las manos a Jude y se fue del despacho.

- Shht, Jude...¿Ya se fue la bruja?. Vamos, es la hora del café. Amanda era lo mas parecido a una amiga en ese asqueroso trabajo. 

-Ella y Arhur, un publicista con tintes frikies que se reunía con ellas frente a la máquina expendedora a la hora del desayuno. Hola chicas, ¿que tal este black monday?. Me crucé al inútil de Smith en el ascensor y se le veía contento, silbando y arreglandose frente al espejo, ya habrá estado haciendo de las suyas.

Le había metido muchas horas a aquel trabajo y la verdad es que no estaba demasiado dispuesta a seguir escuchando a aquella mujer sacarle pegas a todo. Al final, como siempre, tuve que morderme la lengua para no mandarla a freír espárragos por ser tan bruja, aunque me daba mucha rabia dedicarle tanto tiempo a las cosas para que terminaran hablándome así. Era un poco frustrante. De todas maneras, tampoco es que tuviera mucho más que hacer, ya que estaba comprobando en mis propias carnes como era mudarte a una ciudad en la que no conocías a nadie.

- Las impurezas te las tendrían que quitar a ti, bruja. - De verdad que empezaba a odiar a aquella mal follada.

Escuché el sonido proveniente de la puerta y vi a Amanda, a lo que suspiré, poniéndole una de esas caras de " esto es una mierda ". Si seguía así iba a tener una de esas depresiones de cuanto te marchas de casa y de repente te sientes sola e inútil.

- Sí, creo que hoy me hace falta.

Me levanté y fui tras ella, aunque no pude evitar decirla lo que se me pasaba por la cabeza.

- Es insufrible. - Suspiré de nuevo al decir aquello.

Al aparecer Arthur y verlo tan animado me dio un poco de envidia, eso sí envidia sana.

- Pues por lo que veo en tu cara nos va peor que a ti. ¿Me explicas cuál es el truco para tener ese buen aspecto y humor un lunes?

- Oh, vaya, ¿tanto se me nota?. Pues vereis, recordais a ese hombretón del que os hablé?. Si, vamos, el moreno del piercing en la ceja del gimnasio, el de ascendencia judía. Pues.. Arthur se llevó el puño a la boca, ahí donde seguí dibujada su sonrisa como si se tapara para no levantar demasiado la voz.

- Que si, ya os lo dije, es de los que les gusta la carne y el pescado. Me lo camelé al salir el sábado noche y pasamos la noche en su apartamento. Y dormimos bien poco la verdad...jaja. No era ningún secreto que Arthur fuera Gay, pues no era algo que escondiese ni dentro ni fuera de la oficina 

Arthur omitió los detalles, sobretodo porque mas gente de la oficina se acercaba para desayunar. Entre ellos Jude sintió la mirada furtiva de Alan, un comercial y grafista que llevaba tan poco tiempo en la plantilla como ella misma, pero por cosas del trabajo nunca habían podido coincidir para charlar.

- Que suerte tienes Arthur, no se como lo haces. Buff, hasta mi gata Terry tiene mejor vida sexual que yo. Se quejó Amanda con cierta envidia sana de lo bien que le iba a su compañero.

- Hay dios...¿Ha mirado hacia aquí?. Si, yo diria que si, nos ha mirado...¿No me digais que no esta bueno?. Dijo refiriéndose a Alan.

El pequeño receso para el desayuno acabó como lo hacía siempre, rápido y fugaz, como todas las cosas buenas . A Amanda se le encendió una lucecita y comentó antes de irse entre prisas. - Que suerte Jude, que te escogieran para esta noche para asistir a esa fiesta en la galería de Arte Monroe. Tan solo van cuatro en toda la oficina. Dicen que habrá mucha gente influyente de la ciudad...Bueno, os veo luego que ya mismo regresa la bruja...,¡Chao!

Que si se le notaba decía... Sonreía tanto que parecía que se le iba a dislocar la mandíbula.

- Así que el truco está en ir al gimnasio... - Por suerte los malos momentos de esta mañana se esfumaban cuando personas como Amanda o Arthur me hacían reír con aquellas cosas. - Voy a tener que apuntarme a ver si así conozco a alguien. - Me reí, dejando que Arthur de explayara sobre su conquista. - ¿Y la cosa va en serio o ha sido sólo diversión? - A todo el mundo nos gustaba que la persona a la que le contábamos las cosas pusiera interés así que solía preguntar cosas así.

A mí desde luego, no me molestaba nada lo que quisiera hacer la gente con su vida sexual. Si había gente a la que le ponían las ovejas yo tenía claro que tenía que haber gente para absolutamente todo.

Mientras charlábamos sentí que alguien me miraba y al levantar la vista vi a aquel hombre tan atractivo... Aparté rápidamente la mirada, pero entonces Amanda dijo aquello de que estaba bueno y yo terminé sonriendo divertida.

- Está muy bueno. - Corroboré lo que decía mi compañera.

Para cuando volví a mirarlo él ya estaba a otras cosas.

- ¿Que esta noche qué...?

No tenía ni idea de qué fiesta era esa, pero juraba que como el baboso estuviera detrás de todo esto me iba a "poner malísima" aquella noche y no iba a poder ir a ninguna parte.

Jude sacó poco en claro antes de regresar hasta su puesto de trabajo en la oficina. Por un lado que lo de Arthur había sido un rollo, pero uno de aquellos que se repetían sobretodo si ambas partes habían disfrutado. 

De la fiesta en cambio poco sabía, al menos de quien iba a asistir. Solo la tranquilizaba que la arpía de su jefa no iba a estar, y al parecer el baboso de Smith tampoco, pero no se fiaba. Era tan repugnante que capaz era de presentarse si se enteraba que iba ella misma entre el grupo que representaba Pdf Studio.

La jornada acabó a las cinco de la tarde, y por culpa de Esther había comido casi a las cuatro, un taper recalentado y en su propia escritorio, por lo que no había vuelto a ver a Arthur y a Amanda al no ir al comedor de la empresa.

Se subió al metro de la linea dos, el que cogía cada dia para ir y volver a casa y antes de darse cuenta ya había llegado a su barrio. Parental Hills, uno modesto de clase trabajadora y bastante inmigración pero en el que los alquileres eran económicos para estar relativamente cerca del centro.

Al llegar al vestibulo del bloque C una voz familiar atrajo su atención.

- ¡EHeeH, ! ¡Jude!. ¿C-como ha ido el d-dia?. Era Jimmy, el hijo del casero. Con sus treinta y tantos aun vivía en casa de sus padres sin trabajar. Tenía un pequeño retraso, pero a parte de eso y ser bastante pesado no era mala persona y parecía haberle cogido algo de cariño a Jude.

- ¡Mira!. Me compré una versión a escala de la pistola de energía de Galacitica...¡Mola!

Jude no se detenía demasiado con el, pero solía ser amable y cruzar unas palabras, el tiempo que subía los cinco pisos caminando con el detrás. Era gracioso a su manera, aunque infantiloide.

- Recuerda que me prometiste ver ET juntos cuando tengas un rato, un dia de esto..¡Pasa una feliz tarde!. Hasta luego. Se despidió casi en la puerta.

El resto del día fue como más o menos estabas siendo todos los días, sin despegarme demasiado de mi sitio de trabajo. La verdad es que eso era lo que menos me molestaba, pues mientras trabajaba el tiempo se me pasaba volando y me gustaba lo que hacía en la empresa, pero no sabía si eso era suficiente como para soportar una jefa como aquella y un soplapollas al que le gustaba acosar a las empleadas, aunque si seguía así, a riesgo de perder mi trabajo, pronto lo convertiría en un eunuco.

Salí del trabajo y me encaminé hacia el metro para volver al piso que tenía alquilado. Era uno de esos sitios en los que una mujer de mi edad se pensaba si bajar o llegar una vez hubiera oscurecido, pero era todo lo que me podía permitir por el momento y aunque mis padres me habían ofrecido algo de dinero me había negado, aunque prometiendo a mi madre que si en algún momento la cosa me iba mal me volvería con ellos. Esperaba poder valerme por mí misma.

Al llegar y encontrar a Jimmy sonreí.

- Pues sí que está chula sí. - Dije mirando su pistola nueva.

La verdad es que era una de esas personas que hacen que sientas hacia ellos una ternura infinita.

- ¡Claro, la tenemos pendiente! - Lo peor era que se lo había dicho en serio y que algún día la vería con él. Sí, a veces quizás era demasiado sentimental para algunas cosas. Además, era una buena persona y siempre te hablaba y te sonreía.

Llegué a mi piso y miré la hora. Tampoco es que tuviera demasiado tiempo antes de que vinieran a buscarme, así que fui a la nevera a por algo de beber y tras estar un rato descansando, fui a meterme en la ducha.

Aún con el pelo húmedo y una toalla a modo de vestido me coloqué delante del armario. Me había traído mucha ropa, pues era de las que les gustaba tener el armario hasta los topes, pero claro... ¿qué tenía que ponerme para un evento así?

- Alguien podía haberme dicho algo a parte de a qué hora me recogían ¿no?

En fin, decidí que iba a ir siendo yo misma, lo cual, era seguro llamando la atención con mis pintas, pero iría un poco más contenida que habitualmente. Me decanté por un vestido liso en blando y negro, sin escote alguno, unas medias de rejilla y unas botas que ni el Motorista Fantasma.

En una de mis manos me puse un guante a juego con el vestido y en la otra nada, aunque me lo volví a quitar hasta que acabara de peinarme y arreglarme.

Una vez estuve lista me volví a mirar al espejo y sonreí.

- Listo. Al que no le guste, que no mire.

Cogí un bolso y una chaqueta y bajé abajo, no quería hacer esperar a nadie.

Un lujoso auto, que desentonaba con el aspecto ensombrecido en ese barrio paró cerca del bloque donde vivía Jude, Aguardó unos minutos hasta que la mujer bajó y entró en el interior.

Al entrar en la parte trasera fué rápidamente saludada por quien ya viajaba en su interior. Por lo que le habían dicho iba a ir con otras tres personas, pero no esperaba que una de ellas se tratara de Alan.

- Hola..buenas noches. Dijo un poco cortado sin saber bien que añadir mientras hacia sitio para que se sentara Jude ya que el estaba en el asiento del medio.

En el otro asiento, en el opuesto al de Jude había otra chica que miraba por la ventanilla con cara de asco. - A ver si nos vamos ya, este lugar da grima. Dijo de forma un poco borde al chófer sin prestar ni atención a la llegada de Jude.  

Le sonaba que era una secretaria de dirección llamada Rebeca. Arthur alguna vez les había contado a ella y a Amanda acerca de los rumores en la planta de los peces gordos. Las malas lenguas hablaban de que se había ganado su puesto metiendose en la cama de quien hiciera falta, fuera un jefe o una jefa.

- Alan, no me has presentado a..La miró de arriba abajo antes de seguir...ah si, por el pelo azul te reconocí, eres la asistente de Esther. Me dijo que estabas mejorando y que ya comienzas a hacer cosas medio interesantes. Bueno, algo bueno habrás hecho, si no no estarías aquí, ni te habrían invitado a este acto tan chic...Al decir aquello soltó su mano dando una palmada en la pierna de Alan, un poco mas abajo de su rodilla lo que hizo que el pobre diera un pequeño bote.

El coche se detuvo frente a la galeria de arte, donde ya se acumulaba en su entrada invitados en la medida que mostraban sus pases e iba entrando al interior.

El interior era grande y lujoso, una sala donde todo tipo de lienzos modernistas colgaban de sus paredes, aderezados por esculturas de un estilo muy similar. Y tras ese pasillo de salas de artistas se llegaba al salón de actos, donde una orquesta se preparaba para añadir música a los invitados que se peleaban discretamente por los canapés y otra copa de cava.

Jude no se sintió menos o muy llamativa por el atuendo escogido. Había en la sala todo tipo de vestimentas, de corte mas clásicos, a mas atrevidos y modernos como el suyo, por lo que no desentonó. A fin de cuentas, en una celebración donde acudian artistas el colorido era un predominante.

- Soy Alan Storm, bueno, supongo que ya lo sabes, es que creo que no me había presentado antes, perdona. ¿Verdad que estas en..?. Alguien cortó lo que estaba diciendo el chico, que se había acercado bajando la voz hasta Judepara ser oido lo justo. - Oye Alan, ¡¿verdad que serás tan majo y nos traes algo de beber?. Yo un martini, sin aceituna. Graciass. Rebeca parecía haberla tomado con Alan, como si se aprovechara de su nobleza para hacer la suya.

No pude evitar darme cuenta de que aquel coche desentonaba muchísimo en aquel barrio, pero vamos, imaginaba que eso no sería problema, a fin de cuentas, en la empresa sabían claramente donde vivía.

Me subí al coche en cuanto el conductor me dijo que era el de la empresa, tampoco me iba a subir con cualquiera y cuando vi a Alan me quedé bastante sorprendida.

- Hola. Buenas noches. - Respondí a sus palabras antes de escuchar gruñir a aquella mujer.

Ni que decir tiene que escuchar a aquella mujer me dio ganas de bajarme del coche, pero en fin, tenía que acudir a la fiesta. No me habían dado opción de no hacerlo.

- Imagino que sí, que algo habré hecho. - No la iba a entrar al trapo, sobretodo, porque para quejarse del barrio y ser tan condescendiente conmigo como lo estaba siendo, bien podía haber pagado más a su peluquero y que le hubiera teñido también las cejas, porque la quedaban bastante mal así, por cierto, pero lo dicho, yo de primeras intentaría no enemistarme con nadie más.

Al ver que la mujer le ponía la mano encima a Alan me sentí un poco fuera de lugar, sobretodo, porque estaba viendo que me iban a terminar dando un candelabro en cuanto me bajara del coche para que les llevara las velas.

- Perfecto. Cuando le diga a Amanda que Alan está con la lagarta esta se va a llevar una decepción...

Me mantuve en silencio el resto del viaje, mirando por la ventana para no mirarlos a ellos y así tratar de evitar que aquella mujer dijera algo y tuviéramos lío antes de llegar. Yo no era de las personas más pacientes del mundo y conocía cómo podía responder si volvía a ser ella misma de nuevo.

Me sorprendió Alan cuando ya en la fiesta se acercó a presentarse, pues aunque ya le había pillado alguna que otra vez observándome en la cafetería, no me apetecía meterme en medio de ninguna relación. De todas maneras, presentarse no estaba prohibido, pero apareció la de las cejas chungas de la que ni siquiera sabía el nombre e hizo de las suyas.

- No hace falta. Mejor voy yo y os dejo un rato a lo vuestro. ¿Tú que tomas? - Le pregunté a Alan pues la zorra ya había dicho lo que prefería.

Sí, me apetecía huir un poco y era la mejor forma de hacerlo.

- Ahmm....¿que?. Preguntó por un segundo aturdido Alan cuando en primer lugar Rebeca le había pedido que fuera por las bebidas de esa forma tan autoritaria.

- No es necesario, ya voy por ellas en serio Jude. Todo lo que tenía de, en apariencia, buenazo lo tenía de cabezón Alan, así que fue el quien se alejó  a por las bebidas, aunque por los nervios se fue sin saber bien que quería para tomar Jude.

- Pones nervioso al nuevo. Le dijo Rebeca a Jude sin apenas mirarla demasiado, como si eso la molestara de alguna forma  en cuanto el hombre se había alejado. - Bueno, no es muy difícil hacerlo, aunque no se en que plan va.  No capta los mensajes este chico que le llevo tirando estos últimos tres dias. ¿Crees que será gay?.

Las conversaciones y la música cesó pues el anfitrión, un tipo de color, calvo daba las gracias a todos pos la asistencia a la fiesta.

Al finalizar su aburrido discurso nombró a la compañía, y a su proyecto de publicidad, elogiando su buen hacer en la campaña de marketing. Jude sintió orgullo al ver que se trataba de su proyecto en el que había invertido tantas horas.

- Queremos premiar con este obsequio a quien ha hecho todo esto posible, la creadora y responsable de algo tan único...

Jude abrió los ojos y su corazón se aceleró casi esperando, sin llegar a creerlo que iban a decir su nombre.

... ¡Esther Locobritz!. 

- Gracias, gracias señor McKinly, solo puedo decir que he trabajado muy duro para que mi esfuerzo diera sus frutos. Dijo con una sonrisa falsa, como era costumbre en ella. 

La verdad es que no pude poner mala cara a Alan cuando dijo que ya iba él a por las bebidas, pues sabía que lo estaba haciendo por algo así como caballerosidad, pero yo estaba deseando alejarme de aquella mujer y lo que menos me apetecía era que me dejara a solas con ella.

- Bien, espero que no me traiga una tónica... - Pensé cuando me di cuenta de que ni siquiera me había preguntado que qué quería para beber.

Me quedé un poco sorprendida por las palabras de la secretaria, pero me encogí de hombros.

- Será tímido o algo así. - No le conocía de nada.

Eso sí, cuando dijo lo de las señales casi me da la risa.

- Hombre si la opción es meterse en la cama con una harpía como tú yo también me haría gay... - Sí, eso lo pensé pero no lo dije en voz alta.

- No sé qué decirte. Es que no le conozco. Hoy es la primera vez que hablo con vosotros. - Dije tratando de no darla bola de nuevo. A esquiva no me iba a ganar nadie aquella noche.

En cuanto el hombre se puso a hablar y dijo lo del proyecto se me escapó una sonrisa orgullosa, pues me había llevado mucho tiempo hacerlo y la verdad es que, aunque no estuviera bien que lo dijera yo, me había quedado muy bien, pero claro, cuando escuché el nombre de la bruja la sonrisa se congeló en mi cara y se me heló hasta la sangre.

- Zorra hija de puta. - Lo dije en voz alta porque ya me daba igual quién estuviera a mi lado.

Una cosa es que se fuera a apropiar de mi trabajo y encima, como si no fuera suficiente, tenía claro que la misma Esther había sido la que me había hecho ir a aquella fiesta para que me sintiera bien humillada con ello.

Sin decir ni una palabra comencé a caminar en dirección a la entrada. Me largaba a mi casa a escribir mi puta carta de dimisión, dejando bien claro por donde podía meterse el premio.

- .¡Zorra Hija de puta!. Quienes estaban al lado o cerca de Jude se giraron con cierta sorpresa pero no dijeron nada. Rebeca se la quedó mirando pero se guardó lo que pensaba intentando entender de que iba todo. Tampoco vieron como una onda trasparente, como un rayo,  salía proyectado de la misma frente de Jude. Ella si que fue consciente sin entender que era eso, fue la única que lo vio, unas ondas que dirigidas hacia su fuente de malestar atravesaron el escenario donde estaba la zorra recogiendo su premio.

El micro emitió un chillido agudo antes de dejar de funcionar y Esther, que no mostraba daño físico alguno comenzó a reir como una histérica y comportarse de un modo extraño.

- Jajaja! Soy la mejor y todos vosotros unos perdedores!. Jajaja. Se quitó la chaqueta y la uso para agitarla por encima de la cabeza ante la mirada atónita del que hacía de presentador y el resto que dejaron de aplaudir al instante.

- Sáquenla de aquí, esta mujer esta... borracha, o drogada...Tuvieron que sacarla por la fuerza del estrado pues había comenzado a insultar a quien tenía cerca, incluso tirando sus zapatos a las primeras filas además de hacer peinetas todo ello sin dejar de reir.

A pesar de ver como se humillaba, Jude seguía furiosa,  la rábía crecía de una forma que no conocía hasta el extraño punto que notó una sensación de calor a su espalda mientras se alejaba con intención de marcharse .Se palpó con discreción y notó como su tatuaje se calentaba al extremo, pero sin llegar a quemar del todo. 

Un temblor sacudió el suelo, paredes, muros, todo el edificio y la gente comenzó a murmurar y a chillar. ¡AHH!..¡Un terremoto!. Comenzaron a caer algunos cristales del acristalado techo, aquellos que se quebraron por las vibraciones.

- ¿Donde esta..Jude?.  Alan que regresaba sintió como las copas en sus manos estallaban, y aunque con suerte apenas le hicieron un pequeño corte dejaron a Rebeca perdida del alcohol, tanto que emitió un chillido antes de irse corriendo a los baños.

Encontrarse hacia la salida al baboso de Smith, de su trabajo no ayudó a que se relajara.

- ¡Jude!. En cuanto me enteré de esta fiesta cogí mi chaqueta y... ¡Huahhh!! .Sus lentes estallaron y este se llevó las manos a su cara ensangrentada, cayendo al suelo retorcido de dolor.

La luminaria, como los monitores parpadearon hasta apagarse casi por completo y entre la confusión que reinaba Jude escapó tratando de entender que había pasado en ese lugar. Camino sin pensar en el rumbo que llevaban sus pies, solo quería alejarse de todo y todos.

La verdad es que me dio exactamente igual que los que tenía alrededor me miraban cuando la insulté. En aquel momento estaba muy enfadada, era más me hervía hasta la sangre. Si al menos hubiera tenido la decencia de no invitarme a la fiesta cuando iba a usar mi trabajo, pues me hubiera solido algo menos pero no sabía si me había sentido tan humillada en mi vida.

No tenía ni idea de lo que había sido eso que había salido en dirección al escenario y que hizo que el micrófono se fastidiara, aunque claro, algo me decía que el hecho de que Esther se estuviera comportando de aquella manera en el escenario era cosa mía también. Me daba igual, ojalá estuviera en aquel estado tres días, era más, ojalá saliera en todos los periódicos y la echaran de la empresa como a un perro. Se lo merecía.

A pesar de todo cada vez estaba más enfadada. No podía controlarme y me quemaba la piel. Al principio pensaba que era la mala leche, pero cuando empezó a picarme más y me llevé la mano a la espalda me di cuenta de que era el tatuaje.

- ¡Encima esto! ¿Qué mierda me pasa? 

Sí, incluso aquello me estaba cabreando en vez de preocuparme.

Noté como todo temblaba, pero yo sólo pensaba en salir de allí cuando antes. No podía controlarme y necesitaba estar sola, salir de allí y calmarme antes de que todo fuera a peor, pues incluso enfadada como estaba, de una manera en la que nunca había estado, sabía que aquello era culpa mía.

Apenas había llegado a la puerta cuando apareció el gilipollas de Smith, pero no era un buen momento y lo dejé allí, sangrando y retorciéndose como la sanguijuela que era.

Comencé a caminar sin rumbo fijo, las luces se apagaron a mi paso y fruncí el ceño, pero no me detuve. Pasados apenas unos minutos el cabreo comenzó a disolverse así como había venido y mi mal carácter se convirtió en frustración, tanto por lo de mi trabajo, como lo que acababa de hacer y no podía explicar.

Encontré un banco y me senté en él, aunque al acercarme la luz se había apagado también y básicamente era una sombra allí quieta. Si no te fijabas bien ni se sabía que allí había alguien. Para cuando quise darme cuenta las lágrimas estaban rodando por mis mejillas.

Jude dejo de sentir ese calor en su espalda y tan pronto como eso sucedió la luz de las farolas cercanas volvió a alumbrar, cogiendo intensidad poco a poco. 

Levantó la mirada y se secó las lágrimas, debía regresar a su casa, pero no tenía mucha idea de donde estaba. Tan solo que era un barrió igual de malo que donde vivía por las pintas.

El sonido de una moto de gran cilindrada llegó a sus oidos y en pocos segundos la vió pasar. No iba rápida, así que no le fue difícil detenerse cerca de la acera, ahí donde ella estaba sentada en el banco.

Levantó la visera de su casco, lo suficiente para que Jude pudiera ver sus ojos pardos. - Se que no es cosa mia, pero..¿estas bien?. ¿Andas perdida?. Este no es uno de esos barrios en los que te recomendaria ir sola dando un paseo a estas horas de la noche.

Casi como si ese hombre fuera pájaro de mal agüero, torciendo la esquina giraron de un callejón cuatro figuras que no traian nada bueno. Al ver a Jude y al motorista uno de ellos hizo un comentario y el resto rieron.

- Se acercan problemas, yo de ti subiría a la moto...Musitó el motero girándose en dirección a los cuatro individuos.

En cuanto dejé de notar aquel calor en el tatuaje, porque se me había recalentado hasta la nalga y noté que la luz se encendía, tuve bien claro que estaba relacionado, pero como no podía hacer nada por entenderlo, ni tan siquiera por tratar de controlarlo, lo mejor era que volviera a casa y de primeras, que me metiera en la ducha a ver si así conseguía sentirme mejor.

Me estaba secando los lagrimones de la cara cuando vi pasar aquello moto y la observé cuando se detuvo. Miré al hombre y luego a mi alrededor. La verdad es que el sitio no tenía muy buena pinta, pero había tenido tal bajón que la verdad era que me había dado un poco igual, lo único que había necesitado era estar sola. Ahora la idea, ya no me parecía tan apasionante.

- Sí, estoy bien. Supongo que aún no conozco la ciudad y...

¿Por qué me estaba disculpando con una persona que no conocía? Pero bueno, tenía que agradecer que se hubiera preocupado y detenido sin tener por qué hacerlo.

Al aparecer aquellos tíos supe que no iba a suceder nada bueno, no tenían demasiada buena pinta. Quizás podrían haber sido un grupo de heavy, pero claro, sin guitarras y un escenario lo que daban es un miedo que te cagas.

Por unos segundos sopesé si era una buena idea el subirme a una moto con un desconocido, pero viendo las opciones, me levanté corriendo y me subí a la moto.

- Gracias. - Le dije en cuanto me agarré a él para que al arrancar no me perdiera.