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WH40k: La Cruzada de Fuego

Trasfondo

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30/09/2018, 03:24
Yersinia Pestis

¡Ohhhh hermosa muerte! Tráenos matanza y enfermedad, que nuestro enemigo grite por la fiebre mientras vomiten pus en su agonía eterna ¡ohhhhh glorioso padre de la pestilencia! Bendícenos con tu putrefacto halito para seguir con la profanación de esta tierra y conjurar tu morbosa perfección. Que nuestra legión sea la encargada de purificar las almas corruptas que han sido encadenadas por el falso emperador o sometidas a los designios de falsos dioses ¡ohhhh glorioso padre mío de la infinita muerte! Danos la enfermedad para acallar los gritos de guerra de los inferiores que con osadía combaten en contra de su santa palabra, en contra de tu inmunda jihad.

Es lo que recitaba excitada la depredaba comandante mientras sus tentáculos tocaban cada agujero de su vomitivo cuerpo… en lo alto de una clase de balcón.

Que las tropas en su totalidad se movilicen en todos los frentes, invocaremos la guerra total hacia nuestros enemigos, no habrá piedad, no habrá perdón, solo carne muerta y secreciones diarreicas. Expulsaremos a la escoria de nuestro planeta para luego proseguir con la purga, sus almas serán ofrenda para invocar a los hijos deformes de nuestro padre ¡vayan y mueran si es el caso! ¡Mis amados hermanos, amigos y amantes! ¡vayan y violen este mundo y a este patético sistema! ¡por nuestro padre Nurgle!

En ese momento se escucha como millares de gritos, gemidos y toda clase de gritos romper el lugar como si se acercara una inminente supernova, los millones de marines clamaban por muerte y peste, millones de criaturas amorfas y desagradables pedian carne y profanación a todo ente sano mientras que gruñían vomitaban cualquier tipo de secreción tanto solida como liquida.

La Legión se mueve, ya no hay vuelta atrás…

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14/10/2018, 19:56
Skargrim Matanoblez

Kromgar se encogió por el tremendo golpe que se había metido su compañero Gutgash al chocar contra el suelo, el lider de los Mekanikoz necesitaría unos cuantos clavos extra para acomodarse la mandibula que seguro el jefe Skargrim le había reventado de un puñetazo. Se le veía bastante nervioso y animado por todas las noticias que había estado recibiendo, y ni siquiera se había podido dar el gusto de aterrizar en algún planeta para iniciar una masacre.

El kaudillo estaba especialmente irritable ultimamente, así que ninguno de los noblez deseaba alzar la voz más de lo estrictamente necesario para evitar una paliza, y Kromgar se había ganado su puesto entre los altos mandos del Waaagh no solo por ser el orko más grande y malo, después del jefe Skargrim obviamente, si no por tener la prestigiosa habilidad entre los orkos de saber cuando mantener la boca cerrada y cuando no.

Cuando recibieron la noticia de que los marines apestados habían literalmente barrido a todas sus fuerzas invasoras, el jefe había pasado de verde a rojo, y no, no para ir más rápido necesariamente. Kromgar podía recordar todavía como le voló los sesos a Ugluk por su incompetencia, todavía tenía un poco de su sangre manchada en las botas.

Ahora lo estaba apostando todo en una serie de ataques a la "Bruja apeztoza" , ya sea para provocarla o simplemente para divertirse un poco con las batallas que conllevaba invadir ese planeta maldito. Las primeras transmisiones fueron esperadas con añoro hasta que finalmente llegaron a los oídos del kaudillo.

—¡Todo de perlaz por aki, jefe! —gritó, que apenas se podía escuchar entre todo el ruído de las balas, las explosiones, el fuego y las plegarias al señor de la plaga—. ¡Tenía razón, los achicharradorez eran los indikaoz para ezte trabajo! ¡Loz apeztaoz no hacen máz ke korrer y gritar! —Dijo antes de empezar a reirse como un lunático—. ¡No le voa' mentir, jefe! ¡Ezto apezta como las áxilas de Morko!

De repente, la voz de otro orko se apareció en la transmisión, como si de un compañero de armas se hubiese acercado a él.

—¡¿Komo haz dicho?! ¡Maz bien será como el trazero de Gorko, kabeza de piño!

¡Tu me haz ezkuchado bien, kara de garrapato!

Tras esto, la transmisión se resumió a unos diez o quince minutos de orkos gritandose y empujandose mientras que los marines del caos avanzaban, las bajas no se podían contar con exactitud, pero Skargrim estaba seguro de que si habían perdido más tropas de las necesarias era por el simple hecho de que sus subordinados eran unos completos idiotas. Que se le iba a hacer, si las cosas salían mal, siempre podía seguir avanzando. Bien sabía que la única forma de eliminar a la plaga era con dakka, y si la dakka no funcionaba, usaban dakka de la que kema.

Kromgar no pudo evitar reirse un poco por la riña de los achicharradorez, aunque se calló al instante cuando la mirada aplacadora de Skargrim pasó sobre él como un martillo sobre un clavo. ¿A donde se había metido ese cobarde mekaniko? Ahora estaba el solo junto con los otros nobles compartiendo la misma sala con el jefe, y se encontraba de un humor no muy hilarante.

El enojo de Skargrim fue rápidamente opacado por la presencia de una nueva transmición. Venía desde Illias. ¿Pero por qué? Al interceptarla, todos los presentes aferraron con fuerza los puños de sus armas.

Al parecer los kabezas puntiagudaz también querían meterse en el meollo, como era obvio, no fueron rivales para los orkoz que les esperaban en el planeta, pero eso no pareció reconfortar al jefe. Parecía que el veía algo que ellos no. ¡Maldito sea! ¡¿Por qué siempre él ve algo que todos no parecen ver?! Kromgar no dudaba en descubrirlo. Y cuando lo hiciera, cuando supiese que hacía al Matanoblez tan especial, él mismo se ocuparía de sacarlo del mando con una buena paliza.

Ahora, solo tenía que asegurarse de que sus chikoz continuasen el buen trabajo.

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24/10/2018, 20:43
Skargrim Matanoblez

Unctious era un planeta relevante. Quizás se trate de una roca chamuscada que flota quizás demasiado cerca de sus hermanos planetarios más grandes pero supone una posición estratégica bastante importante que no puede ser desaprovechada en una guerra abierta como lo era la que se estaba viviendo en el Sub Sector.

El Waaagh de Skargrim estaba dividido en varios cientos de tribus orkoides que se unificaron bajo la promesa de botín, batallas y el liderazgo de un orko bastante fuera de lo común. Entre las propias y desorganizadas filas de los pieles verdes se rumoreaba que el Matanoblez quizás estaba cerca de igualar al temible y legendario Gaghzkull Uruk Thraka en cuanto a ingenio. Claro, los orkos también son conocidos por exagerar un poco a la hora de expresarse y más aún con sus líderes. ¡Pero ese era todo un cumplido!

La orden de Skargrim en cuanto a invadir Unctious realmente nunca existió. Más bien se trataba de una pequeña flota de orkos que se dispararon fuera de Illias en búsqueda de guerra y acabaron parapetándose en el planeta desolado y actualmente habitado por los eldar oscuros. Esto segundo fue una noticia relativamente nueva para el Waaagh, quienes al perder casi completamente el contacto con esta expedición perdida solo lograron obtener esa precaria información acerca de sus vecinos. Los orkos hicieron lo que mejor se les daba hacer y desmantelaron rápidamente el espaciopuerto y sus alrededores. Fue una tarea relativamente sencilla: Cargarse a los capataces y perseguir a los esclavos. No es que hubiese mucha resistencia en el ardiente planeta, ni que se la mereciese tampoco. Cuando los invasores se aseguraron de que no había más que saquear, simplemente decidieron asentarse ahí hasta que los mekanikoz reparasen sus naves o el jefe de guerra viniese a echarles una mano que jamás llegó.

La espera se hacía irritante y los orkos se habían quedado sin supervivientes a los que dar caza, por lo que la mayoría de los enfrentamientos eran conformados por peñas que se peleaban por la chatarra, la comida, o simplemente porque no tenían nada mejor que hacer. Incomunicados y sin suficientes recursos como para poder escapar, solo sería cuestión de tiempo para que el asentamiento orkoide desapareciese de la superficie del planeta como una gota de agua que hierve hasta esfumarse al estar cerca de algo caliente. Las peñas se separaron y se convirtieron en pequeñas tribus individuales que luchaban por la misma chatarra, la cual pasaba de manos más veces durante un día que era cosa normal simplemente matar a alguien y quitarsela de las manos. Aunque era un precario estilo de vida, los náufragos de piel verde lo hallaban entretenido y se conformaban con ello sin prestarle atención a su próxima desaparición.

Las cosas cambiaron cuando los antiguos propietarios de Unctious habían vuelto para recuperar lo que era suyo, y venían en grandes números, con mucha fuerza. Tomaron y barrieron casi la totalidad del planeta en su recuperación; esto unió a los dispersos orkos una vez más bajo el polvoriento y rasgado estandarte del Matanoblez. Los orkos habían recordado por que estaban luchando. ¡O al menos por que deberían!

Bajo el mando de Mor'hork, el noble más fuerte y el que más había durado en aquel maldito planeta desde su llegada; los nuevos propietarios de Unctious se habían organizado para hacerle frente a este nuevo peligro, recoger un par de cabezas y conseguir la chatarra suficiente para abandonar ese condenado sitio de una vez para siempre.

 

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28/10/2018, 19:37
Qetsëg Veéses

El asalto a Unctious no había salido según lo planeado. La permanencia constante en el sistema, un metodo bélico tan distinto al que estaban habituados los Drukhari, se estaba cobrando su precio sobre la escasa disciplina de los cabalitas. Afortunadamente, y en previsión de ello, Lady Veéses había destinado a la mayoría de los elementos menos fiables, al asalto del pequeño mundo dominado por los pielesverdes. Sin embargo, no podía obviar que una derrota semejante, había supuesto una decepción.

El lado positivo, era que no solo había conseguido eliminar el control férreo que los salvajes Orkos tenían del pequeño mundo, si no que a pesar de la derrota, había conseguido hacerse con un gran botín de esclavos pielesverdes. Estos supondrían un gran entretenimiento en las arenas de Commorragh y los cultos de brujas pagarían un buen precio por ellos.

Entre los habitantes de la ciudad siniestra, aún se recordaba al poderoso Hurulk: un antiguo campeón Orko apodado "la cicatriz verde", que hizo las delicias del público durante numerosos combates, y nunca conoció la derrota en el circo. Corría incluso una leyenda urbana, que entre susurros, decía que el gladiador había conseguido escapar de su cautiverio, y había vuelto junto a los de su especie. Si tales rumores eran ciertos, nadie lo sabía.

 

 

 

Volviendo al presente, la líder de los aeldari, se preguntaba si no comenzaba a ser el momento de volver a la telaraña. Ejercía un control de hierro sobre su hueste, pero si se sucedían errores como el de Unctious, por leves que fuesen, supondrían un lastre que limitarían las ganancias de su empresa.
 

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04/12/2018, 17:52
Lord General Arthos Kalevala

El Lord General Arthos Kalevala dio orden al astrópata para que transmitiera el mensaje cifrado a los astrópatas de los Vigilantes del Abismo, el encanecido mando del Grupo de Batalla tenía la frente arrugada en una mezcla de frustración y determinación. Sus regimientos habían sido barridos sistemáticamente por las huestes del Caos, pero el obstinado general del Astra Militarum no iba a caer sin presentar batalla.

Este es un mensaje para el Señor del Capítulo Urian Dan Materz, de los Vigilantes del Abismo. Soy el Lord General Arthos Kalevala del Grupo de Batalla Tuonela. A pesar de nuestros esfuerzos, la partida de guerra de la Fraternidad del Amanecer arrolla nuestras posiciones, pero aguantaremos hasta el final —explicó la delicada situación sin dramatismos —. Nos hemos atrincherado en nuestra base principal, y eso ha atraído al grueso de los herejes a nuestra posición. Nuestros servicios de inteligencia informan que apenas unas pocas guarniciones guardan sus espaciopuertos, si tiene tropas suficientes le aconsejo golpear la retaguardia de los herejes mientras nosotros les tenemos entretenidos aquí.

Hizo una pausa firme, cuajó la mandíbula y saludó.

Puede que esta sea la última transmisión, Señor del Capítulo —dijo sin perder un atisbo de dureza —. Nos llevaremos por delante a cuantos traidores lleguen a nuestras líneas. El Emperador protege. Por el Imperio.

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04/12/2018, 18:01
Lord General Arthos Kalevala

Una vez más la desagradable sensación de tener que mandar el mensaje telepático a los xenos aeldari, pero el pragmatismo se impuso en la mente del Lord General. Si lo tenían que acusar de traidor y hereje por tratar con alienígenas, si eso servía para destrozar a las huestes del Caos. Entonces valía la pena.

Xenos aeldari. Soy el Lord General Arthos Kalevala. Me comunico con vosotros para daros información que quizá la encontréis útil —dijo con seriedad —. Las fuerzas del Caos cercan Alfrost y concentran sus fuerzas en el planeta. Nuestros informadores comunican que apenas han dejado una guarnición atrás para proteger su retaguardia. Os aconsejo que mientras tenemos entretenidos a nuestros desagradables invitados, aprovechéis la situación antes de que se fortalezcan más.

No necesitaba decir nada más. Arthos cerró la comunicación, si los aeldari aprovecharían la situación como la raza oportunista que era.. eso, estaba por ver.

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05/12/2018, 15:45
Urian Dan Materz

Una transmisión entrante llego casi de manera inmediata respondiendo al Grupo de Batalla Tuonela.

Con algo de estática la siguiente imagen apareció: —Aquí El señor del Capitulo Urian Dan Materz, es bueno saber que sigue en pie Lord General, personalmente yo mismo pensaba en acudirlo. Sin embargo pensábamos que había caído en combate—. Urian tomo una pequeña pausa y prosiguió —Lord General, no le prometo nada. Pero intentare hacer lo posible para que mis Marines lleguen ahí, que El Emperador este con nosotros, estamos en el juego final…

Luego de eso, lo último que puedes ver es la imagen estática de Urian y la transmisión se corta segundos después.

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06/12/2018, 15:21
Qetsëg Veéses
Sólo para el director

Gracias a las habilidades intrínsecas a su especie, el mandrágora fue capaz de sortear la barrera divisoria que los demonios habían erigido entre los territorio Drukhari y Humano. La tarea encomendada, le supondría un enorme coste en carne a la líder Aeldari, pero no había demasiadas alternativas.

Moviéndose de sombra en sombra, el mensajero llegó hasta un puesto de mando avanzado de los mon-keigh. Observando desde su escondite, observó el constante ajetreo de los militares. Estaban perdiendo la batalla frente a los transformadores y aunque luchaban con denuedo para mantener cada centímetro de terreno, el desgaste se estaba cobrando su precio.

En un momento de la noche en que el trasiego de gente disminuyó, el mandrágora aprovechó para entrar por un acceso inverosímil. Una vez dentro del recinto, eludir a los pocos guardias que custodiaban el interior, fué fácil. Por un momento, el mandrágora se deleitó con la idea de matar a los guardias y deleitarse con su carne, con su calida sangre chorreante. Sin embargo, esa no era la tarea encomendada. Sin más retraso, se coló en el despacho principal, dónde un agotado comandante imperial, se frotaba las sienes con los ojos cerrados tratando de dispersar la tensión acumulada. Una taza de cafeína fría descansaba en la mesa, junto con varias placas de datos, continentes sin duda de diversos informes de operaciones.