Partida Rol por web

La batalla anterior había salido victoriosa, pero no había sido suficiente para conquistar la ubicación, por lo que mandó realizar un nuevo ataque sobre el pueblo Oeste (Mzt).

A Adascar el jefe de espionaje lo mandó hacia una nueva ubicación, esta vez irían hacia el Este (Tt) para intentar descubrir los edificios y número de unidades que poseen.

Como teníamos recursos suficientes militarizo otras dos unidades de UPC y las mando al norte (Az) a la batalla junto con un conjuro de armas de luz..

No puedes movilizar tropas recién creadas

Respecto a los Krakatoa debes decidir qué hacer con su pueblo, asimilarlo o destruirlo.

Qué hacer con su gobernante actual, su idioma y su religión.

Cuales dejas permitidos y cuales son censurados

Deberás hacer un relato de la voctoria traesjing ya que no tienen opcion a defensa con esa tirada

Tiradas Turno 6

Los Krakatoa fueron aniquilados, no quedó rastro de su religión, su raza o su gobernador. A pesar de que se rindieron, Fucanglongentre dio la orden de pasar a cuchillo a todo superviviente de dicha raza. Nadie cuestionó la autoridad del dragón de agua. Por ahora todas las decisiones habían sido las correctas. 

TURNO 6

Tesoro Acumulado:

- Mente: 2

- Recursos: 0

- Alimentos: 4

Producción (Tiradas + Bonos)

- Mente: 3 / +1 por PJ / +1 por Torre de Magia - Total: 5 (+2 Acumulados: 7)

- Recursos: 4 / +1 por Distrito Gremial - Total: 5 (+0 Acumulados: 5)

- Alimentos: 2 (+4 Acumulados: 6)

Gastos:

- Creación de 1 UPC: - 5 Alimentos

- Militarizar una 1UPC: - 5 Recursos

- Reservo 3 Mente para lanzar Hechizo de Luz, llegado el caso.

Movimientos:

- Avanzan 2 UPM a la posición Mw.

Tesoro Restante:

- Mente: 7 (4)

- Recursos: 0

- Alimentos: 1

Alimentos:  1 + 6 (producción) = 7
Recursos: 1 + 5 (producción) = 6
Mente: 6 + 5 (producción) = 11

Gastos y Acciones

- 5 Alimentos para nueva UPC en Kalnas
- 8 Mente para militarizar las 2 UPC Vanara en Bambali
- 5 Recursos para militarizar la UPC Humana en Cómola
- Muevo la UPM Tinen que estaba en Kalnas a Cómola
- Uso hechizo de luz en la UPM Tinen que mandé a Cómola para propósitos defensivos (aunque no sé si también es aplicable en estos casos x'D)

Remanente

Alimentos: 7 - 5 (UPC Kalnas) = 2
Recursos: 6 - 5 (UPM Humana) = 1
Mente: 11 - 8 (UPM Vanara) - 3 (hechizo de luz) = 0

 Adascar llega acompañado por un segundo thraesjing joven, al parecer un aprendiz del primero que llevaba una espada, un estuche y una abultadísima mochila - Mi señor Fucanlongentre, hemos visitado la aldea vecina de Tormentos, en ella encontré Thraesjing, montones de ellos, todos eran como yo y como mi compañero Ujigh, todos dicen llamarse Adascar y Ujigh.

 Hablan un idioma muy extraño y gutural, y no adoran a dios alguno. No poseen ningún gobierno y viven sumidos en un horrible caos. Aún así tienen armas pero ningún edificio de interés.

Sondeas la mente de Adascar en silencio, como siempre, sin merecer palabra alguna hacia tu subordinado. Efectivamente ves en sus recuerdos un espejismo de él mismo, multiplicado por cientos viviendo en cómodas casas de buena manufactura. Sean quienes sean los vecinos de Tormentos, son un engaño muy hábil.

—¡Días oscuros se ciernen sobre nuestras cabezas!— exclama tenoxonotl desde la cima de un zigurat, bajo un cielo encapotado, ante una multitud en silencio. El único otro sonido es el de los chillidos de dolor del hombre lagarto al que acaba de enterrarle una hoja de obsidiana en el pecho. Tenoxonotl cierra su puño, y tironea con fuerza, desgarrando la carne y alzando un corazón que palpita aún fuera de su cuerpo por unos pocos segundos más.— ¡Ofrecemos una vida a cambio de muchas otras! ¡Que la gran Serpiente Emplumada nos cuide! ¡Que la Gran Serpiente Emplumada nos de fuerzas para cuidarnos nosotros mismos!— grita, arrojando el corazón a una pira, donde se transforme en el humo negro que suba a los cielos y alimente a los dioses— ¡Que sus viejas escamas nutran nuestra tierra! ¡Que su respiración apacible nos traiga aires puros y libres de enfermedad! ¡Que su ojo bueno ilumine nuestros días! ¡Y que su ojo ciego premonicione peligros en las noches! ¡Que nunca se detenga su eterno avance en el cielo! ¡Ofrecemos una vida a cambio de muchas otras!— implora hacia el cielo mientras se acerca con el muerto en brazos y, con gesto ceremonial, lo arroja por las escaleras. Los afortunados que se hagan con el cuerpo podrán simultáneamente palear la hambruna y entrar en comunión con los dioses, al compartir con ellos la comida. Él mismo deberá más tarde preparar una infusión con unas pocas plantas sagradas, las cenizas del corazón sacrificado y la sangre reseca del pedestal de sacrificios.

Con la ceremonia concluida, Tenoxonotl se retira hacia sus aposentos, cansado. Los últimos tiempos han sido duros. La cantidad de bocas crece, pero administrarlas es difícil, y la producción se entorpece mientras las necesidades aumentan. Los gigantes del Este son criaturas formidables, pero mantenerlos controlados requiere vigilancia constante y una cantidad de recursos de los que ya no disponía bastante generosa. La falta de fe también es un problema. Por el momento no son más que rumores aquí y allá, pero hay quien piensa que ya es demasiado tarde, que el Ciclo de la Serpiente ha concluido, y que se acerca el fin de los tiempos. También dudan de su liderazgo, blando para con aquellas plantas que adoran a un dios enterrado y muerto. No entienden la utilidad, la necesidad, de tenerlos cerca, y creen que el propio sacerdote por eso mismo ha caido fuera del favor de la Gran Serpiente.

Skintchal interrumpe su tren de pensamiento, entrando en la habitación por la puerta sur. Más malas noticias. Las esporas no surtieron el efecto deseado, y ahora Tenoxonotl debe admitir que él mismo no entiende por qué los tiene cerca.
—Losss elfosss aceptan nuestras ofrendas con cordialidad apagada, pero nunca dan ningún regalo de valor a cambio. Sssaben que la Gran Ssserpiente flaquea, pero ni sssiquiera ofrecen animales para su sacrificio. Essstoy pensando en algo nuevo—explica el embajador— si los regalos no nosss consssiguen su favor, quizás una danza u otra forma d-

—No— lo interrumpe en seco el sumo sacerdote— Ya hemos desperdiciado demasiado esfuerzo, demasiados recursos y demasiada saliva. La Serpiente está hambrienta, y no podremos alimentarla por siempre solo con nuestra gente. No han quedado embelezados por las plumas, es momento de que conozcan las fuerzas constrictoras y los colmillos ponzoñosos. Creía que nos respetaban, pero es evidente que solo se burlaban y se aprovechaban de nosotros—Tenoxonotl cerró los ojos con suavidad, pensando en un curso de acción adecuado. Pensando en lo que implicaba llevar guerra al sur. Él los había soñado como aliados ¿Habría interpretado mal sus visiones? ¿Las visiones no procederían de la Gran Serpiente como él había creido? ¿Tendrían razón acaso aquellos que susurraban que la Gran Serpiente estaba vieja, senil y desvariante? No quería ir en contra del designio divino, pero si no actuaba con rapidez, era posible que en poco tiempo los dioses no tuvieran a nadie con quién enfadarse.

— Natlal y Kukul están lejos, en el Este. Encuentra un nuevo general entre los reclutas, y envíalo a conquistar. Dile que no necesitan un sacerdote para realizar los sacrificios. Quienes se resistan a ser prisioneros, que sean asesinados y arrojados a una pira junto a tres Flores Divinas en cada pira. No es lo ideal, pero será suficiente.

Hacía poco había llegado un mensajero, hablando de imperios grandes, creciendo en las fronteras. Tenoxonotl sabía que debía reforzarse para defenderse. Y la mejor defensa era un buen ataque. Nadie quiere molestar a una serpiente cuando sabe que su veneno es letal.

—Envía también un mensajero al Este, que les comunique a las fuerzas que sigan las nubes de lluvia. Trataré de cerrar las fronteras con inundaciones para facilitarles el trabajo, lo mismo que en el sur.

 ¡¡ Barkorrgh !! - Gritaba el enorme guerrero orco tatuado en busca de alguien en aquella ciudad que mereciera la pena matar. Frente a él, dos orcos habían mutilado la mano de una mujer y ahora la violaban sobre un charco de agua que se había teñido con finos hilos de sangre coagulada. Ella gritaba pidiendo ayuda pero los caballeros de Eresand se marcharon hace mucho tiempo

Los pocos hombres armados que defendían la ciudad habían caído frente a la brutal horda. La Reina Leonette I se mantuvo escondida bajo su cama, viendo como se llevaban a rastras a los guardias y los despojaban de sus armas y armaduras en los pasillos. Hasta la todo poderosa reina Fata no pudo hacer otra cosa que no fuera observar como sus lacayos eran masacrados.

Barkorrgh señaló la torre de los magos, pero los pobres e infelices aprendices no fueron rival alguno para las hachas y espadas que entraron a barraca destrozando el torreón y fenestrando a todos los estudiantes que en él habían. 

El segundo día en el que los orcos alargaron su intrusión, varios grupos de humanos embravecidos salieron a la calle armados y pertrechados, lanzándose sobre los orcos cuando éstos parecían descansar. A lo largo del día en varios lugares de la ciudad se sucedieron las escaramuzas y muchos orcos fueron heridos mortalmente, pero los humanos no eran rival para las huestes bien entrenadas de Okk

Al final del tercer día de matanzas y bacanales, los orcos se habían marchado dejando un mar de muertos para recoger en Eresand, la reina Leonette I había sobrevivido, y el rojo sangre había pintado el reino y las almas de sus habitantes, aún demasiado sobrecogidos para atreverse siquiera a pedir responsabilidades a nadie.

Tenoxonotl tuvo una noche de sueños peculiares. Para otras criaturas quizás fueran pesadillezcos, pero para él eran las premoniciones de un triunfo.

Una procesión de hombres lagarto arriba a una ciudad de torres altisimas y calles adoquinadas. El sol da las últimas horas de luz a la derecha de los embajadores. A su espalda aparecen nubes cargadas de lluvia.

Skintchal va a la cabeza, llevando una vasija de bronce y oro que contiene un licor fuerte, oscuro y espeso, poco más que pulpa frutal fermentada de manera rudimentaria. Los elfos ya la conocen, y llaman a la bebida Baba de Ofidio. Lo que no saben, es que esta vez toda la comida ofrendada se encuentra aderezada por las embriagadoras esporas micónidas. Skintchal espera conseguir un acuerdo de colaboración, o al menos unos cuantos presos regalados como sacrificio a La Serpiente Emplumada para cimentar una alianza entre ambos pueblos.

El sueño hace foco en la vasija, ahora sobre una mesa.
—No— se escucha decir a un representante elfo fuera de cámara— no daremos prisioneros. Nosotros no aprobamos la pena de muerte. Pídanos otra cosa y quizá podamos colaborar.

Las esporas no han surtido efecto escucha Tenoxonotl los apenados pensamientos de Skintchal.

—Sssi usted no aprueba la pena de muerte ¡Nosssotros seremos los juecessss!— se escucha gritar al embajador. La vasija se sacude sobre la mesa como si alguien hubiera dado un puñetazo— ¡Tlekzetl Koatl!— grita en lacerta. "La serpiente lo ordena".

Se escucha el ruido de armas desenfundarse. Alguien se derrumba sobre la mesa y la vasija se cae con la sacudida, haciéndose añicos contra el hermoso suelo de marmol, y mezclándose con la sangre de los primeros elfos en morir.

El sueño se transforma nuevamente.  Skintchal sale corriendo a la calle, con una antorcha en mano. Usando una hoja vegetal de gran tamaño, parte de su atuendo, tapa y muestra la antorcha en dirección hacia las montañas. La intermitencia de luces codifica la señal de ataque.

De los cerros, ocultos por la noche y la tormenta a punto de empezar, bajan un millar de hombres lagartos, derramándose sobre la ciudad como aquel licor se derramó sobre el suelo.

Fuego. Campanadas, elfos corriendo hacia las armas y flechas de obsidiana, mucho más rápidas que ellos, lloviendo junto a una tormenta torrencial ya totalmente desatada. El inmejorable sistema de desagües de la ciudad impide que se inunde, y el agua lava la sangre de las calles.

Un soldado pierde un brazo ante un macuahuitl, y otro muere desangrado tras ser mordido en el cuello por un lagarto de aspecto de cocodrilo. Civiles y niños son golpeados en la cabeza para ser arrastrados hasta el campamento oculto. Poco a poco la ciudad queda vacía, pues hasta los cadáveres son recuperados, pero una buena parte de la población se ha refugiado en una ciudadela. Sus muros altísimos y sus excelentes arqueros ya alertas logran repeler el asalto, y las fuerzas de los hombres lagarto se retiran con las primeras luces del alba.

Antes de despertar, Tenoxonotl escucha una canción de guerra entonada por su pueblo, mientras un pequeño conjunto de soldados deja el campamento para acercar hasta Itchlalal los sacrificios vivos. El resto, danza frente a piras enormes, donde el aroma de la carne asada se mezcla con el de flores quemadas. Un hombre lagarto de escamas negras enfundado en adornos dorados arroja más flores al fuego y tiene el honor de realizar un corte en su mano y verter su propia sangre al fuego. Ha de ser sin duda el mejor guerrero de la batalla anterior, y la Serpiente Emplumada se lo muestra para que pueda premiarlo como se merece a su retorno. 

El otro sueño de Tenoxonotl no fue tan vívido ni tan explícito, pero la visión sin duda era mucho más satisfactoria.

 Una pequeña aldea de humanos descanza en los lindes de un bosque. Tenoxonotl sueña todo un día en ella. Él es uno más de esas criaturas descamadas. Se levanta temprano para cuidar ovejas, almuerza apenas sopa con pan, por la tarde repara la rueda de un carro, y en la noche se echa a dormir en una cama de heno y pieles junto a otra criatura como él, de pelo largo y extrañas protuberancias en el torax.

Despierta de madrugada, con el sonido de la lluvia, y mira por la ventana. Hay relampagos, pero lo que escucha no son truenos sino cuernos de guerra. Entonces, un frio súbito lo hace escupir hálitos de vapor. Comienza a granizar, y un sentimiento de intranquilidad lo invade. Primero son unas pocas piedras, del tamaño de una uña quizás. Pero a los pocos minutos ya llueven puños. El humano que es Tenoxonotl sale de su hogar para asegurarse de que sus animales no se escapan.
Ya llueven no hielos del tamaño de un puño, sino del tamaño de sandías. Tenoxonotl llega hasta las ovejas, y las mete dentro de un establo, pero al darse vuelta, ve caer desde el cielo verdaderos témpanos. Gigantes, del tamaño de una casa. La lluvia arraza al pueblo en segundos, y al levantar la vista, ve que él mismo va a ser aplastado por el hielo. Unos instantes antes de despertar en Itchlalal, Tenoxonotl distingue en la superficie gélida el reflejo de un Jottun que lleva sobre sus hombros un pequeño escuadrón de hombres lagarto armados con arcos.

Al comenzar el día, Tenoxonotl encuentra dos mensajeros subiendo las escaleras hacia sus aposentos. El primero avisa de que un gran grupo de prisioneros acaba de llegar desde el sur, elfos listos para el sacrificio. El segundo trae palabras de la victoria en el Éste, pero trasladar un grupo tan grande de gente tomará aún unos cuantos días.

Tenoxonotl asiente con la cabeza. Quizás no esté todo perdido, quizá la serpiente finalmente pueda recuperar sus fuerzas.

Tanta muerte...

Leonette estuvo dispuesta a realizar el sacrificio último y entregarse a la Dama para que salvara a su pueblo.

Pero, cuando estaba a punto de adentrarse en el Lago para no volver a salir, la Dama intervino. Susurró unas palabras en su oído y le dijo que aún esperaba mucho de la reina de Eresand.

^{Aún no me has conseguido la Sangre del vampiro.}

Así, Leonoette dio órdenes a sus magos supervivientes. Les mostró los símbolos que habían aparecido en su cabeza. Símbolo de venganza, de odio, de rencor y de muerte. Eresand había vertido su sangre por los Fata, era hora de obtener algo a cambio del Pacto.

Los magos grabaron la madera de diferentes árboles, la pintarrajearon con la sangre de los muertos y, por fin, una noche de luna llena, pronunciaron las palabras, a lo que unas voces que susurraban como hojas secas respondieron:

Aceptamos tu ofrenda.

Los Fata se habían vinculado a la sangre, a la muerte y a la venganza. (-4 Mente, Unidad de MV).

El auxilio de la Dama no terminó ahí, sino que se apareció a infinidad de hombres y mujeres para ofrecerles armas mágicas. Sus siervos ayudaron a niños con talento a descubrir su habilidad mágica. Sus bestias bendecidas aceptaron llevar a los caballeros de Eresand sobre su lomo. Mucho había sangrado Eresand, pero eran tiempos de venganza (Armo una UPM, -5 Recursos).

No obstante, eso no sería suficiente. Los Sangrefría debían morir, y Leonette no esperaría a que su hueste estuviese reunida. Ordenó reanudar el ataque y aniquilar a esas criaturas. Ofrecer sus huevos, sus crías y sus dioses rotos al Lago como agradecimiento a la Dama. (Ataque sobre los Hombres Lagarto, 1 UPC).

Igualmente, decidió comenzar a arrasar las fronteras de Gaur. ordenó a sus mejores jinetes que saquearan el camino hacia Okk y que dieran cuenta de granjas, mujeres y niños. Eresand debía desagraviarse. (Ataque sobre Okk con 1 UPC).

Las turbas de campesinos salieron en dirección norte y en dirección este, ambas embravecidas por el espíritu bélico de la Reina Leonette quien quiso resarcir a la dama vertiendo la sangre de sus enemigos.

La lucha al norte fue encarnizada, ni los defensores ni los atacantes estaban entrenados ni armados y humanos y hombres lagarto chocaron en los bosques, apuñalándose en el barro y lanzándose golpes y arañazos. Muchos hombres volvieron del norte, gravemente heridos, cansados y enfermos. Tardarían un tiempo en volver a serles útiles a Eresand. Largo tiempo se había resistido ya el norte de Eresand... pero esa no debía ser ahora la mayor preocupación

Al oeste la mancha del imperio Vampiro había nacido, y al este Gorko Gaur quería entrar en el juego con sus primeros ataques sobre Eresand. Los humanos que marcharon a Okk no tuvieron ninguna oportunidad. Los orcos se divirtieron dándoles muerte a los primeros que llegaron disparando al campamento pielverde en una burda escaramuza. Persiguieron a los humanos por los bosques como una cacería de niños. Ahora el camino al este estaba lleno de cabezas y brazos humanos ensartados en lanzas, y no había sido ni el comienzo aún de lo que se avecinaba sobre Eresand.