Partida Rol por web

Alan aprieta los labios hasta convertirlos en una fina línea. Aquella mujer que tenían delante y que les estaba suplicando era la misma que hacía unos minutos había intentado secuestrar a una niña que no pasaría de los diez años. ¿Podían confiar en ella o simplemente trataba de un truco para salir airosa de aquello?

Miró al resto del grupo con la duda dibujada en su rostro.

-Si la guardia se la lleva no vamos a poder hacerle más preguntas, y ella es la única que puede decirnos donde está la niña.

Volvió a mirar hacia atrás mordiéndose el labio. ¿Que era lo correcto en aquel momento?

-Propongo encubrirla por el momento-Susurró-Aunque-Alan la miró directamente-Si no es más que un truco se te van a quitar las ganas de mentirle a nadie más.

Si la encubrimos no habra vuelta atras., estaremos yendo en contra de la ley.

Howard hizo un repaso mental a los acontecimientos.

Bronca "sin motivo" en la taberna, secuestro "sin motivo" en mitad de la calle: mentiras.

Persecución, accidente, ballesta, dragón, sangre...

Dragón.

En plena calle.

Howard se puso muy tenso, nervioso, culpable.

-Ethan, tu nunca has oido hablar del ki o como se llame eso. ¿Vale? Solo por si acaso.

Se giro hacia la chica herida.

-Deberiamos entregarte a la guardia. Pero Alan tiene razón, estoy con él de momento.

Asiento con la cabeza a mis compañeros, mientras miro de reojo a la mercenaria, y después a la guardia.

-Hay que vendarla, si "es" una de nosotros debemos atender sus heridas. Y asegurarnos de que no nos esté engañando.

Me acerco a la joven gemela que llora junto a Gerard.

-Ai, si "viene" con nosotros podríamos averiguar algo en un corto tiempo, si la entregamos, la guardia es la que se encargaría de esto, y podría tardar. ¿Qué es lo que quieres que hagamos?.

Ethan no estaba por la labor de mentir a la guardia de la ciudad. Si lo hacían podían meterse en un grave problema, no estaba seguro de cómo era la ley aquí, pero del lugar donde venía no eran muy amables que digamos.
Pero en realidad no les correspodía a ellos tomar esa decisión, sino a la hermana de la secuestrada.

Dices que los que han secuestrado a la chica son compañeros tuyos. Pero aunque no sepas donde la llevan, cosa que me extraña, seguro que tendríais un lugar de encuentro y una hora por si acaso algo salia mal. ¿Donde es ese lugar?

-Ethan, tu nunca has oido hablar del ki o como se llame eso. ¿Vale? Solo por si acaso.

Perdón, ¿Cómo dices? Soy un maestro marcial. Por supuesto que sé lo que es el Ki. No es nada malo. Es algo que llevamos todos dentro.

Volteo a ver a Ethan.

-Pero... en este lugar no todo el mundo piensa eso. Hay quienes.. Lo relacionan con la magia, y eso no es bueno...

Alan chasqueó la lengua.

No tenemos tiempo para ésto.

-Tenemos que tomar una decisión. Se están acercando.

Miró a Aigentarinji, invitándola a hablar. El ya había dicho lo que pensaba y lo más justo sería que la niña también tuviera la oportunidad de hacerlo. Sólo esperaba que entendiese los pros y los contras de una opción u otra.

-¿Y bien?

La guardia se acerca cada vez más y Aigentarinji se está poniendo nerviosa al escuchar vuestra palabras pero no se decide a opinar dejando la decisión en vuestras manos.

Mientras la mujer, que no ha dejado de mirar a los soldados que cada vez están más cerca, se decide a hablar.

-La posada de Kringer-suelta rápidamente cuando apenas les quedan diez metros a los guardias-allí está la entrada a las alcantarillas que mi grupo ha usado-comienza a susurrar por la cercanía de los hombres armados-el propietario las usa para el contrabando, pero por un poco de oro os dejará pasar encantado..

Deja de hablar justo en el momento en el que la columna acelera levemente el paso para formar un circulo que os rodea, dejando fuera a Aigentarinji y a Gerard.

-¡QUIETOS!

Grita uno de los hombres que forma el circulo.

Son en total una decena de hombres de uniforme azulado, que portan una alabarda con la que os apuntan.

-Deponed las armas y no nos obliguéis a usar la fuerza. 

Tanto Gerard como Aigentarinji se quedan perplejos al observar la escena.

Joder. Ahora o nunca.

Alan le tiende una mano a la desconocida y, cuando ésta se la agarra tira de ella para ayudarla a incorporarse.

-Tienes que tener más cuidado, Rika-Suelta, quizás de manera algo fría-Si sigues así acabarás haciéndote daño de verdad.

Lo sabía, eso iba a traerle problemas con el resto del grupo pero era lo de menos. Si conseguían salvar a hermana aquel pequeño contratiempo sería olvidado, aunque no lo haría de igual manera el hecho de que aquella mujer había intentado secuestrar a una niña. Que la encubriese ahora no significaba que pensase hacerlo de por vida. Esa sería una cuestión que discutiría más tarde.

El chico se gira hacia los guardias, disimulando su mala cara.

-Disculpen todo éste desorden pero me temo que una niña ha sido secuestrada y no hemos podido hacer nada por impedirlo. El asaltante huyó por allí-Alan señaló la calle contigua-Aunque dudo que sirva de mucho, ya no se le podrá dar caza.

Lanzó una mirada significativa a la asaltante y volvió a dirigirse al coro de guardias que se agolpaba frente a ellos. Pudo sentir el nerviosismo que le producía la mentira y como éste había degenerado en un pequeño tic en el ojo. Si les pillaban deberían dar explicaciones, muchas explicaciones.

¡Concéntrate, maldita sea!

-¿Podemos ayudarles de alguna forma?

El guardia miró con asombro a Alan sin bajar ni un solo instante la alabarda.

-¿Asaltantes?. No hemos venido por ningún asaltante ni ninguna niña. Vosotros cuatro-duda durante un instante-y ella-señala a la mercenaria-quedáis arrestados bajo la grave acusación de ser espías del Imperio.

Alan abrió los ojos con asombro.

-¿Espias del imperio? ¿Pero quien nos acusa de semejante tontería?

Una vez más, volvió a mirar al grupo, pero ésta vez se le veía claramente confundido.

-Creo que está cometiendo una grave equivocación

Reforzando sus palabras, Alan levantó los brazos en son de paz. No iba a ser tan estúpido como para resistirse y menos con la que podría caerles encima. El problema era que si investigaban a la asaltante era posible que descubrieran su pequeño secreto, y eso no mejoraría precisamente su situación.

Sorprendido, me separo de Ai un momento.

-¿Que, espías?. Por dios, como se le ocurre acusarnos de eso. Nosotros ayudamos a una indefensa mujer y usted nos acusa de algo tan grave. Inaudito.

Mis amigos y yo acabamos de llegar, y nos prestamos a ayudar a esta joven, ¿y usted en lugar de ayudarla también nos acusa de espías?. ¿Que pruebas tiene de ello?.

Eran diez, diez contra uno. Pero si echaba a correr ahora no creia que fueran capaces de alcanzarle. Llevaban unas armas demasiado grandes para moverse comodamente y eran demasiados para moverse por los callejones sin problemas.

Sin embargo se acordó de que ya no viajaba solo.

Lentamente se colgó la ballesta a la espalda de nuevo.

"Deponed las armas". Era una palabra que no había escuchado nunca pero estaba seguro de lo que significaba. Le iban a quitar sus espadas, las espadas que le habían enseñado a usar y con las que iba a rescatar a su familia. Y eso no le gustaba nada.

Pero lo que menos le gustaba era lo de que lo detuvieran.

¡No hemos hecho nada malo!

Ethan no tuvo tiempo de decirle a Nyphel que confundir el Ki con la Magia era absurdo. Cualquiera podría ver la diferencia. Pero los soldados llegaron hasta ellos y no pudo hacerlo.

En cuanto los soldados rodearon al grupo estaba claro que algo raro pasaba. Lo de menos era ya la mercenaria, aunque Alan ya había decidido encubrirla. Ahora no tenían más remedio que seguir el cuento.

Pero lo más extraño fue la acusación de espias. Eso no tenía ningún sentido.

Espias. Pero qué dice hombre.
Como ha explicado mi amigo acaban de raptar a una chica. Nosotros vamos a pie y los secuestradores a caballo. No hemos podido alcanzarles. Todo ha pasado en aquella taberna de allí. Puede ir a preguntar.

-Insistiré una vez más, no nos importa ninguna niña ni otras historias, tenemos órdenes de arrestaros y si no deponen las armas, y nos acompañan pacíficamente, nos veremos obligados a usar la fuerza.

Al decir estas palabras, el resto de guardias, de forma sincronizada, cierra el circulo un paso más manteniendo las armas en actitud amenazadora.

Gerard observa la escena con total asombro. ¿Cómo era posible que esa gente que se estaba desviviendo por salvar a las muchachas fueran espías?

Las cosas no le cuadraban, pero el asunto de la guardia no le gustaba, así que instó a Aigenterinji a que se retiraran para que no la tomaran también con ellos. 

A fin de cuentas, tampoco eran de la ciudad.

Respiro un poco, y me pongo serio.

-Oficial, esta es una clara violación de nuestros derechos, y del concepto de justicia. Como mercader y viajero, solicito que se me respeten mis derechos, y solicito que se atienda nuestra petición de ayuda, en el caso de secuestro, que le estamos presentando. En caso contrario, nos resistiremos, y presentaremos una queja con sus superiores.

Espera, ¿Cómo que resistirnos?

-Si nos explicasen un poco mejor la situación podríamos aclarar éste malentendido. ¿Querría decirnos quien nos acusa y que pruebas tiene?

Alan temblaba ligeramente, no de miedo, sino nervioso.