Partida Rol por web

La habitación El paso es una habitación 8 metros cuadrados con una decoración en tonos pastel, rojos y azules intensos donde destaca el colorido por encima de todo. Una amplia cama, donde reposa el típico sarape mexicano a los pies,  con cabezal de fresco con motivos mayas y aztecas sobre la que hay dos vasijas bajas pero pesadas de cerámica.

Flanqueando la cama se encuentran dos mesillas de noche de fresno de un único cajón sobre las que descansan 2 lámparas de un delgado pie metálico rodeado del esqueleto de un coral blanco y brillante que produce que la luz al incidir en el se irise. Rodeando la cama hay tres alfombras pequeñas y no demasiado gruesas que dan color a la habitación

Frente a la cama hay un escritorio con una silla plegable, de las que usan los directores de cine, en la que reza la palabra "Cantinflas" y sobre la mesa del escritorio un cuadro, original, de Diego Rivera pintando a su inseparable Frida Kalo. A la derecha del cuadro un inmenso televisor de pantalla plana espera paciente su activación.

A la izquierda de la cama hay un inmenso ventanal que lleva a una terraza de 2  metros de ancho por 8 de largo donde hay una mesa de mimbre con 4 sillas a su alrededor a la que se accede mediante una puerta corredera. La separación de balcones es de poco más de un metro y 20 de alto. En la barandilla de la terraza hay un macetero con ágave azul, la planta de la que se extrae el tequila.

A la derecha de la cama hay una cómoda donde reposan 6 pequeños vasos de chupito junto a una gran variedad de botellas de tequila, blanco y reposado, todas ellas  de marcas no convencionales, incluso algunas de ellas parecen de fabricación casera. Siguiendo la pared se encuentra  un armario de 3 cuerpos vacío con las perchas suficientes y a sus pies hay una pequeña caja fuerte de combinación, abierta,  que permite poner una combinación de 4 dígitos a la que acompaña un pequeño folleto de instrucciones.

El techo y paredes están cubierto de vigas de madera, imitando la típica palapa mexicana, del que cuelga un enorme ventilador de techo sobre la cama . La iluminación de la habitación proviene de la luz del propio ventilador, junto al que parpadea perezosamente un detector de humos del sistema antiincendios.
    

Aunque era demasiado provocadora para su gusto, era hombre y no podía evitar que su mirada se desviara más de la cuenta a sus piernas y sus profundos ojos, sacándole una tímida y avergonzada sonrisa cada vez que sus miradas se encontraban mientras, como si temiera haberla ofendido.

Nunca había sido ligón, más su ex mujer había sido un golpe de suerte del que cada día daba gracias al sistema burocrático de estudio que los unió en la misma clase de universidad y ella necesitara ayuda en una asignatura, sino dudaba que nunca hubiera podido entablar conversación con tal belleza. A pesar del divorcio y su repentina muerte la seguía queriendo y mirar a otras mujeres con otro pensamiento más allá de la admiración sentía que le estaba siendo infiel, una idea que sabría que algún día tendría que desechar para pasar página. Pero todavía no llegó el momento, era pronto y la herida dolía en su pecho como para pensar en otra mujer que no fuera Brooke.

Por ello siguió a Gloria con un extenso suspiro mientras intentaba concentrarse más en la decoración que en el evidente contoneo de sus hipnóticas caderas, hasta llegar a la habitación. No supo que responder a su sugerencia, más si no quería no debía hacerlo. El dibujo de su hija quemaba a fuego ardiente traspasando la tela y lo sentía más que nunca latiendo, recordándole el control que debía tener y dándole las fuerzas necesarias para cerrar la puerta tras la despampanante mujer, resoplando un par de veces por su autocontrol.

Ojeó por encima la habitación mientras dejaba la mochila sobre el escritorio y la desabrochaba, dándose cuenta de que era una decoración mexicana. Sacó primero las dos mudas para guardarlas en su respectivo lugar, cogiendo las perchas y colgándolas después de intentar alisarla en vano pasando levemente la mano un par de veces por la tela y notando que sobraban muchas perchas.- Creo que traje poco.

Viendo sus acompañantes en el helicóptero temía que el resto también fueran famosos pasados por la televisión privada o grandes empresarios, dándole una punzada de curiosidad mientras sacaba después el paquete de cartas y lo dejaba en el cajón de la cómoda, quedando vacío con respecto al espacio. Después sacó el estuche de higiene que había traído y lo dejó también sobre el escritorio para poder guardar la mochila bajo la cama, una costumbre que tenía con las maletas y que no ocuparan espacio.

Al terminar se sentó en la cama y votó varias veces sobre ella para notar lo cómoda que era, tumbándose boca arriba y dejando que su mirada descansara sobre el ventilador giratorio que pendía sobre su cabeza.

La cama era mullida, no excesivamente blanda ni dura, acogedora como los brazos de una madre, como los de una esposa, como el de una hija, su hija, a la que esperaba poder ver en cuanto todo aquel asunto hubiera acabado. La echaba tanto de menos, lo debía estar pasando tan mal en una de esas instituciones para menores tan terribles.... Aquello debía salir bien, la vida le había puesto un póker de ases en la mano y ni un jugador con su suerte podía desperdiciar esa jugada.

Wallace siguió a distancia al grupo formado por Greg, Nadia y Vanessa sumido en sus pensamientos y rezando porque aquel apagón supusiera el final de una cena con la que apenas había hecho algo más que juguetear con ella. No tenía hambre pero sentía la boca seca, pastosa, y por un momento deseó haber cogido de aquella mesa tan bien surtida algo que le diera el valor de hacer lo que tenía que hacer, un valor que le había faltado cuando su mujer le había rogado cientos de veces que dejara el juego y que se buscara un trabajo digno, pero no lo había sabido ver, siempre había estado preocupado por un dinero que llegaría sin darse cuenta de que en el juego de la vida ya había ganado con esa mujer y esa criatura, demasiado tarde, ahora solo debía afrontar el destino que le marcara Dark con entereza e intentar quitar del punto de mira de aquel animal a su ángel, lo único que quedaba de bueno y puro de él en esta vida, el único legado de sí mismo que quería conservar.

Subió las escaleras sin orden, sin atención. Le daba igual si pitaban o no pitaban porque pensaba que el cabrón de Dark no se iba a quedar sin el gusto de torturarle y que iba a llegar a su habitación sin problemas, y bueno, si no llegaba tampoco es que le importaba demasiado aunque había conseguido hacerle hablar y eso quería decir que escuchaba, y que si escuchaba tal vez pudiera convencerle de que tuviera piedad trabajando para él o lo que fuera. Al llegar al rellano pudo observar con un estremecimiento que más números habían desaparecido del reloj aunque estos no habían desaparecido inmediatamente y, quien lo había hecho, había esperado el momento adecuado para no ser descubierto. A los huecos dejados por los números 1, 3 y 9 se habían unido el 2 del número 12, el 6, el 1 del 10 y el 4.

Siguió a su habitación esperando encontrarse al mismo Dark en persona pero en su lugar se encontró una sobre con su nombre y una baraja de cartas, cartas de poker, las que le habían llevado a su perdición. Reconoció la escritura inmediatamente, eran suyas, era un mensaje para él y la sensación de que esa partida no debía jugarla le carcomía las tripas, aunque, de no jugarla, podría ser que las pérdidas fueran mayores.

En los momentos que dejó la mesa sintió que era un reo caminando por el corredor de la muerte custodiado por dos guardias invisibles fuertemente armados. Las cadenas que apresaban sus pies resonaban con sus pasos, un sonido seco y metálico que resonaba en las paredes resquebrajadas de su conciencia, un paseo de grietas donde la oscuridad penetraba entre ellas.

Miraba a todo y a la vez a nada, imaginándose que estaba en su antigua casa, donde todo parecía una novela idílica escrita por Laura Ingalls Wilder* donde su pequeña estaba jugando con una muñeca nueva mientras su mujer preparaba café en la cocina. Podía oler el café recién molido, incluso escuchar el tintineo de la cucharilla mientras removía el contenido con una sonrisa.

Aunque sabía que eso era una alucinación fruto de su desesperada imaginación no quería escapar de ella, guardando esos segundos de paz mientras subía las escaleras. Por primera vez no le importó que sonaran los escalones, no escuchaba nada más allá que la risa aniñada de Hannah, quien la llamaba a los pies de las escaleras y le instaba a subir rápido antes de correr a un lateral y desaparecer de su vista.- No te vayas. Lo siento, papi te protegerá.

Las lágrimas volvían a asomar por sus ojos al tiempo que giraba por el pasillo, visualizando la puerta de su cuarto, la silla eléctrica que le conduciría al descanso soñado.

Al entrar parecía agotado, a punto de desmayarse con un leve soplido, abandonando cualquier rastro de esperanza al ver, sobre todo, un sobre y una baraja de cartas, el comienzo y el fin de todo. Se arrodilló al no poder sus piernas aguantar más el peso de su cuerpo, agarrando con las manos temblorosas ambas cosas. Aunque las lágrimas le emborronaran la visión sabía que ponía su nombre y que esa baraja era suya, la había usado tantas veces que la reconocería en todas partes.

Se secó las lágrimas con la manga y respiró hondo mientras se sentaba en la cama y leía el contenido.

La caligrafía de Dark era apretada y elegante, y a juzgar por la disposición del texto y la caligrafía se había tomado su tiempo en escribirla, ni un tachón, ni una letra fuera de sitio ni ningún borrón, y eso era algo bastante difícil ya que la tinta parecía haber sido depositada sobre el papel por una pluma estilográfica. El blanco del papel estaba salpicado por el negro de las palabras, palabras negras como el alma torturada de Dark, palabras que le daban una oportunidad mientras le arrastraban a su última partida, la partida en la que se jugaría el destino de su hija.

Señor Wallace,

Yo también soy un jugador y acepto su apuesta por la vida de su hija. Su vida ya la tengo y dispondré de ella cuando quiera pero le daré la oportunidad de ganar la vida de su hija jugando al Blackjack.

Barajará las cartas y pondrá mis cartas boca arriba mientras las repite en voz alta. Usted tiene derecho a dejar una carta cubierta y tendrá que decirme la otra carta.

Jugaremos 4 partidas. Si gana todas su hija tendrá una familia de acogida especialmente escogida y se le asignarán 10 millones de dolares. Tendrá la vida que usted le quiso dar y fue incapaz de darle y podrá despedirse de ella.

Si gane 3. Su hija tendrá una beca para la universidad cuando llegue el momento y le dejaré despedirse de ella.

Si gana 2 partidas, respetaré la vida de su hija

Si gana 1 partida, respetaré la vida de su hija si mata a cualquiera de los invitados

Si no gana ninguna.....bueno, los accidentes suceden todos los días.

Si no juega, su hija muere. Si me hace trampas, su hija muere pero no se sienta obligado, quiero que escoja con libertad.

Debajo de su cama encontrará un pequeño intercomunicador con el que podrá hablar conmigo si decide jugar.

Espero su respuesta.

La perfecta caligrafía le hacía entrever que todo esto estaba preparado. ¿Había colocado su fichero a la vista, sabiendo que lo vería? ¿Jugó con su manipulable mente, sabiendo cada paso que iba a dar antes siquiera de que lo pensara? Tenía miedo al ver que había alguien que le conocía más él que el propio Wallace, quien miró alrededor sintiéndose desprotegido en cuerpo y alma. No sólo juego con mi vida y la de Hannah, también lo hace con mi mente.

Leyó una y otra vez la carta viendo las condiciones de cada una. ¿Se sentía un hombre con suerte? No, nunca. Había aprendido por las malas que los anuncios proclamaban máquinas más equitativas, donde el trío de siete salía cada pocas monedas, pero tras probarla cientos de veces seguidas comprobó que no era más que otra trampa comercial para quedarse con tu dinero y tus sueños. Ahora veía que esa carta era como aquél anuncio, una propuesta donde había una baja posibilidad de perder pero, aun así, desconfiaba de la señora fortuna.

Pero no tenía otra opción que aceptar.

Se dejó caer de la cama para levantar la colcha que sobresalía y buscar el intercomunicador, mirando durante unos segundos a la nada para buscar la cámara que sabía que le estaría apuntando.

- Acepto. Sin trampas.- Nunca hacía trampas, más porque no sabía mentir que por no ser lo suficientemente habilidoso, pero su frase fue dirigida al mismísimo Dark, buscando algún rastro de apego y compasión tras la macabra máscara que les mostraba.

Debajo de la cama, justo en el lugar en el que hacía referencia la carta, encontró el intercomunicador. No tenía mucha experiencia con ese tipo de dispositivos pero aun así lo reconoció, era el típico intercomunicador que utilizaban los moteros para hablar entre ellos y del que salía su parte trasera un auricular para introducir en el casco.

Al ajustarse el auricular Wallace escuchó la misma voz metálica y distorsionada de Dark pedirle simplemente una cosa. "Baraje"

Wallace se aplicó con ganas en mezclar las cartas y se remangó para mostrar que no se escondía ninguna carta. Tal vez le viera o tal vez no pero no pensaba darle oportunidad de tener la excusa para acusarle de hacer trampas, lo que estaba seguro es que le oía y que probablemente su voz le delatara en caso de intentar jugársela, no debía, tenía que ganar, aunque solo fuera una vez en su vida tenía que ganar, por Hannah y porque tuviera una buena vida, era lo que siempre había querido como padre aunque no lo había hecho de la mejor manera ese siempre había sido su deseo.

Sacó dos cartas, dejando la primera tapada obteniendo un 13

En cambio el desgraciado del maldito millonario tuvo más suerte que él y obtuvo una tirada casi imbatible,un 20.

Era su turno. Podía cantar la jugada tal como era e intentar llegar a 21 sin pasarse o hacer trampas, la vida de su hija estaba sobre el tapete.

La voz temblorosa de Wallace cantó la jugada en el intercomunicador sabiendo que en esa ocasión tenía las de perder y que no podía permitirse perder.

"Su jugada es de 20: 10 de picas y Jack de tréboles la mía es de una tapada y el rey de tréboles"

Una risita mezquina brotó del intercomunicador mientras le anunciaba que se plantaba. Wallace debía pedir carta porque de no hacerlo perdería. Era un problema, al no estar presente Dark no podía utilizar un farol con él, iba a ser una timba donde solo la suerte influiría y no la habilidad aunque eso, después de todo, tal vez no fuera malo en el caso del escualido jugador. Con gesto nervioso y después de darse un par de golpes en la pierna Wallace anunció que quería otra carta y el resultado fue tan devastador que una lágrima asomó a sus ojos.

"Ja...jack de picas. 23 me he pasado...he...." las palabras le quemaban en la garganta pero aun así las escupió "perdido".

La risa de Dark se le clavaba en los oídos y se le retorcía en el alma mientras le decía "Vuelva a barajar, acaba de perder 10 millones para su hija y darle una familia....en los orfanatos la vida puede ser dura...Baraje, nos vamos a divertir, verdad Wallace, jugar es muy divertido"

Wallace volvió a barajar con una gota de sudor recorriendo su espalda, un sudor frío que olía a miedo, al miedo de volver a perder, de perderlo todo en una partida en la que no debía perder. Wallace había jugado con muchas cosas en la vida, había jugado con su coche, su casa, el dinero para la universidad, el prestado por aquellos matones, incluso, con la vida de su ex-esposa y siempre había perdido. Algunas veces ganaba y parecía que la suerte cambiaba, las menos, y esa buena racha no duraba demasiado, siempre lo acababa estropeando, pero aquella mano era crucial, la universidad de su hija estaba en juego y volver a hablar con ella.

Sacó las cartas y se le cayó el mundo encima.

Él había sacado el 6 y 8 de diamantes y Dark el rey de diamantes y el 10 de tréboles. Cantó la jugada y la risita burlona de Dark anunció que se plantaba sin darle opción a decirle nada más. Dark estaba jugando de forma matemática, sin dejarse influir por faroles. Sabía que las matemáticas estaban a su favor así que la única opción de Wallace era la de pedir una carta...

Había vuelto a pasarse, había vuelto a perder. La voz de Dark se hacía cada vez más burlona mientras le anunciaba con su voz distorsionada lo que había perdido.

"Oh, señor Bullocks, que mala suerte.... ha vuelto a perder, su pobre hijita no irá a la universidad ni podrá despedirse de ella, lo siento tanto........" Entonces la voz se hizo imperiosa y le ordenó volver a barajar.

Estaba tentado de enviarle al cuerno, de decirle que había aprendido la lección y que nunca más jugaría y, por una vez en la vida, se sintió con fuerzas de no volver a jugar jamás aunque en el fondo sabía que a Dark eso no le importaría, le quería hacer sufrir y lo iba a conseguir a no ser que ganara las dos manos que le quedaban, la vida de su hija dependía de él.

Wallace volvió a barajar con la mayor sensación de urgencia que había sentido en su vida. Tenía que ganar, como fuera. La sensación de estar derrotándose a sí mismo le afectaba el ánimo y no sabía que hacer para darle la vuelta a la sarten

La mano estaba en su contra pero podía tratar de engañarle

Un 6 tapado y un 9 para él, un 17 para Dark. Dark volvió a reírse por lo bajo antes de preguntar

"Y bien señor Wallace, quiere carta o se planta?"

Estaba perdiendo, ¿de qué se sorprendía? Estaba repitiendo los mismos pasos que hicieron que su mujer muriera, la única diferencia es que en vez de un casino de altos techos, luches parpadeantes al sonido de las máquinas y el olor a puro que destilaban las mesas de juego, el escenario ahora era la cama de una habitación que estaba casi seguro que no estrenaría.

- Necesito unos segundos.- Esperó a que Dark le diera el visto bueno para quitarse el intercomunicador de la oreja, dejándolo sobre el colchón y dirigiéndose al baño. Necesitaba esos microsegundos en soledad para enjuagarse la cara con agua fría y dejar que las gotas mojaran el cuello de su camisa mientras apretaba con fuerza las manos en el lavabo.

Sólo tenía dos oportunidades, más bien una en forma de carta inferior a 6 entre todas las posibles. Se miró en el espejo para verse derrotado, comprobando el estado que el vicio le había dejado, antes de coger una de las toallas y secarse, respirando hondo para recuperar su posición inicial, colocándose el comunicador.

- Dark.- Miró a todos lados, terminando por las cartas que tenía en su mano.- Sabe que es una niña inocente que no tiene nada que ver con esto. Si no gano ninguna… Quiero cambiar mi vida por la suya. Usted elige el método, pero no quiero involucrar a más gente.- Esta vez dijo con todas las palabras lo que antes había dejado caer en el sótano, sumando los drásticos métodos que ha tenido para matar al resto.- Quiero carta.

La petición de un tiempo por parte de Wallace fue recibida con silencio, el silencio del depredador que espera por el error de la presa para caer encima, un error que Dark estaba seguro que iba a acabar cometiendo, estaba en su naturaleza, era un perdedor compulsivo, alguien que solo ganaba puntualmente para poder perder con mayor estrépito.

El intento de negociación si que recibió una respuesta, escueta, que hizo que se le helara la sangre. Aquel canalla no iba a negociar y era capaz de llevar a cabo su amenaza para hacerle sufrir, como si el sufrimiento de ser culpable de la muerte de su ex-esposa y la perdida de su hija no le atormentaran suficiente

"Señor Wallace, violar las reglas significa perder. Ya dispongo de su vida y la tomaré cuando quiera, no tiene nada con que negociar. Le he dado oportunidades para salvar a su hija y las ha desperdiciado, usted es el único culpable. Veamos su suerte...."

Wallace sacó una carta con un nudo en el estómago mientras luchaba por no ponerse a llorar, cosa que seguro le encantaría a ese cabrón. Sacó la carta pensando en el olor de su mujer después de hacer el amor, el tacto de la piel de su hija al nacer, en esas fotos de cumpleaños y los vídeos de móvil de sus primeros pasos y con una lágrima de alivio vio salir el 4 de diamantes

Wallace cantó la carta y dijo que se plantaba lo que hizo que Dark pidiera otra carta más. Wallace la cogió con temor esperando que su mala suerte no se cebara con él. Solo le valía una carta inferior a 4, tenía que perder y afortunadamente fue así, el 7 de picas, su carta salvadora.

Con una risita suave Dark le dijo "Lo ve, cuando juega con ganas no es tan malo, su hija parece que no morirá, ahora falta saber si tendrá que darme una vida a cambio..Baraje y reparta"

Mientras, desde los conductos de ventilación la cabalgata de las valkyrias se colaba a todo volumen. La reconoció por ser una de las operturas favoritas de su mujer, siempre escuchaba opera, aunque a Wallace le daba dolor de cabeza, pero , en ese momento, la volvió a sentir como hacia muchos años que no la sentía, le daba la enhorabuena y le animaba a seguir jugando.

Sabía que había pedido carta y, a pesar de sostenerla bocabajo entre sus dedos dudaba de si voltearla o no. Está perdido, esta carta es la única que me puede conseguir una victoria.- Su mano temblaba y su frente sudaba, ¿o era las gotas de agua que todavía quedaban? No lo sabía ni parecía importarle, cerrando los ojos cuando decidió voltearla sin mirar el resultado.

Su corazón latía con fuerza y gritaba internamente que fuera lo suficientemente baja como para no pasarse, pero a la vez alta como para superar a la de Dark. Brooke, quiero salvarla.- Al abrir los ojos tuvo que parpadear varias veces al creer que en vez de un 4 era un 8, asimilando que la rueda de la fortuna había decidido brindarle con ese pequeño regalo. Dejó las manos sobre la cama, tirándose prácticamente, y escondiendo la cabeza entre ellos, sintiendo que se acababa de quitar un gran peso de encima que ahogaba sus pulmones.

La he salvado. La he salvado.- Lloraba de alegría a pesar de saber que, en el mejor de los casos, tenía que cobrarse una vida con ello, un precio que estaba dispuesto a pagar si con ello lograba que viviera.- Gracias, gracias.- Juntó las manos en un puño alzado sin saber si le agradecía a su mujer, a dios, a la fortuna momentánea o a Dark, esperando que cumpliera su promesa.

Respiró hondo para sacarse el aire sobrante de los pulmones, frotándose las manos en los pantalones para secárselas.

Obediente con la orden de Dark, se incorporó para volver a barajar y repartir, sintiendo que, esta vez, no estaba solo.

Las cartas volaron en sus manos y sintió su caricia, la caricia de una amante largo tiempo añorada, y el beso de la dulce diosa de la victoria. No moriría, su amada hija no iba a morir a manos de ese asesino despiadado y sin escrúpulos que no respetaba ni la inocencia de la niñez, ahora solo faltaba saber el precio. Otra victoria podía suponer la salvación de su alma y no tener que cargar con un asesinato en su conciencia, una derrota supondría una muerte y ya sabía quien iba a ser su favorita, aquella maldita doncella que había disfrutado martirizándole. Le quería? Le tendría, tal vez más de lo que le hubiera gustado...

Sacó las cartas y esa vez la jugada no iba a ser definitiva 6 para él, con la carta del 2 tapada, y 7 para Dark

que sin dudar pidió otra carta nada más le cantó la jugada

Con lo que anunció que se plantaba y le dejaba a Wallace en una complicada situación, no podía farolear y tenía que pedir carta.

16, Dark estaba plantado y sabía que necesitaba más, no tenía otra salida así que pidió otra carta y se consumó el desastre. Iba a tener un precio, la vida de su hija iba a tener que ser pagada con otra y se iba a tener que manchar las manos de sangre...

Sobre la cama reposaba la última carta de aquel juego macabro

Había sido una victoria pírrica, pero había ganado lo suficiente.

El intercomunicador simplemente dijo "Tiene tiempo hasta la medianoche, una por una, ese ha sido el trato" y la voz metálica de Dark fue sustituída por el ruido de la estática, el cabrón se había ido mientras seguían cabalgando las valkyrias por los respiraderos.

La última jugada le había convertido en verdugo, una profesión que no quería al saber que ninguna vida merecía ser quitada. Tiró la carta junto al resto, sabiendo al menos que la inocencia de su hija seguiría intacta, aunque fuera a cambio de otra vida, pero, ¿quién sería el escogido? No se veía capaz de hacer un juego de pros y contras, un claro favoritismo para aquellos con los que apenas había tratado o las sensaciones que tuvo a lo largo de toda la noche.

Se pasó una mano por la cara pensando en cada uno de los invitados, teniendo en mente alguien en particular, la única persona que creía merecía morir y se lo había dicho.

- La elección de quién y cómo, ¿es mía? – Esperó unos segundos por si volvía para responder, sabiendo que las ruedas del tiempo corrían en su contra, antes de salir de la habitación rumbo al comedor.

Estática. La línea directa con Dark había acabado o eso parecía porque si le escuchó no se digno en contestarle. Intentó recordar lo que decía la carta, en caso de vencer 1 sola vez debía quitar la vida de alguno de los invitados, pero, consideraría como invitados al servicio? Debía hacerlo de alguna manera?. Solo le había dado un tiempo, no le había dado detalles ni ninguna ventaja para hacerlo, solo sabía que tenía menos de 5 horas y que las condiciones para saldar las deudas eran cuando menos ambiguas.

Abrió la puerta de su habitación para comprobar que la casa seguía en penumbras. Unas penumbras que apenas desterraban la luz de su móvil.

Wallace salió en la habitación sumido en sus pensamientos y pensando en marchar hacia el comedor con la única luz de su teléfono cuando un movimiento le llamó la atención. En el vestíbulo, a unos 8 o 9 metros de él en plena penumbra había un cuerpo en el suelo que se alzó sin hacer ruido.

No estaba seguro de quien podía ser pero por el tamaño podía deducir que era un hombre, algo más corpulento que él y que posiblemente lo había visto pero era imposible que lo hubiera reconocido a contraluz.

Desde la planta de arriba el sonido atronador de la descarga de un arma de gran calibre retumbó en toda la casa. W, sallace no conocía mucho de armas por lo que no podía decir a ciencia cierta que lo había provocado, solo confiaba que ese sonido no significara la muerte de alguien más, cuantas más posibilidades tuviera para elegir mucho mejor para él.