Partida Rol por web

El olor acre de la pólvora disparada aun flotaba en el aire picándole en la nariz cuando llegó a la habitación de Dark. Afortunadamente no se oían ruidos que vinieran desde abajo y parecía que no iba a ser seguido al menos por el momento por el policía loco. Al entrar pudo ver que las pantallas estaban en negro, como si al salir de aquella habitación la magia que pudiera haber en ella hubiera muerto.
 

Otro disparo llegó desde el piso de abajo y fue seguido del grito enloquecido de Nate. La detonación del arma había sido extraña, mucho más potente de lo normal, y el grito no era de desafío sino de dolor y rabia, el grito de un hombre traicionado por alguien en quien confiaba

"Arhgggggggggggggggg .. malditos hijos de puta... estáis todos locos... acabaré con todos vosotros..."

Gustave agudizó el oído pero no pudo captar ningún sonido que le diera una pista de quienes podían ser los hijos de puta a los que se refería Nate pero, o era mejor actor que policía o algo le había herido. Por reflejo miró las cámaras de las pantallas de la habitación pero seguían en negro. Parecía que el hecho de salir de la habitación, o tal vez disparar la escopeta, había acabado con las imágenes de la casa.

Debería bajar por la escalera, pero no podía fiarse de lo que sea que le esperara abajo, así que, una vez más, observó la distancia que le separaba del suelo por la ventana. Luego midió la cuerda que había cogido del trastero y, si fuera necesario, también la soga del baño. No era lo óptimo, pero teniendo en cuenta que Nate había intentado detonar su arma y le había explotado en las manos, a juzgar por el sonido, no sabía si convendría exponerse a bajar.

Tampoco le hacía gracia cruzar por el exterior hasta la torre del reloj con aquella bestia negra en los alrededores.

Debía tomar una decisión, pero por lo pronto, evaluaría las cuerdas disponibles y la altura de la ventana.

Sir Gustave abrió la ventana y evaluó la altura, unos 8 metros al suelo y unos 4 y medio hasta los balcones del primero piso. Sejó caer  la cuerda que había conseguido en el trastero por la ventana y la cuerda llegó sobrada a los balcones, tal vez sobrando entre un metro y medio y dos metros, por lo que si era hábil a la hora de atarla para asegurarla debería ser lo suficiente para llegar allí. El estado de la cuerda era bueno o al menos no se veía ningún punto donde hubiera sido serrada para provocar un accidente.

La cuerda del cuarto de baño era corta, no más de 3 metros, por lo que no le serviría para llegar hasta abajo del todo si ataba las cuerdas pero podía dejarle bastante cerca del suelo, no más de dos metros, por lo que la caída no sería letal. Ese fragmento de la cuerda era mucho más resistente que el anterior para que no fallara en su propósito de facilitar el ahorcamiento de Gustave, pero Gustave no era de los que se rendía y si alguien había demostrado tener recursos aquella noche había sido él. Solo deseó que cuando llegara  al suelo, o donde fuera, Catherine siguiera viva, sería una pena que una mujer tan hermosa muriera.

En un primer momento, recogió la soga del ahorcado y ató la cuerda gruesa del trastero para dejarla colgando hasta el balcón del primer piso. Si el cálculo era bueno, del balcón al suelo debería bastar con la soga del ahorcado a falta de escasos centímetros que salvar de un salto y la cuerda del trastero daba holgura hasta el balcón. El único problema era la forma física de Gustave. Aquello parecía una salida posible, pero sin retorno. Seguramente él no fuese capaz de volver a subir siguiendo el mismo camino. También estaba el problema de que un palo de golf ajado era su único medio de defensa y que aquel semental oscuro parecía comera palos de golf ajados por aperitivo y nobles británicos por plato fuerte.

Una vez llegara abajo... ¿qué?. Si tenía que volver corriendo a refugiarse en la casa... ¿qué?. Ya habían crecido las desconfianzas sobre él. Deslizarse furtivamente al exterior no parecía la mejor manera de ganar apoyos.

Decidió no pensar tanto por una vez y siguió su instinto de que no podía bajar por la escalera y sobrevivir. Así que, finalmente, se descolgó por la ventana.

Sir Gustave ató la cuerda alrededor de las patas de la cama, el mueble que más solido y pesado parecía de toda la habitación, y acercó el lecho a la ventana de forma que no se moviera por su peso una vez iniciado el descenso. Tiró de la cuerda 3 veces a modo de última comprobación y tiró la  cuerda por la ventana viendo con alivio como llegaba al balcón del primer piso. Hacía frío pero le sudaban las manos y hubiera matado por un buen vaso de whisky antes de hacer lo que tenía por delante, pero no había tiempo y mucho menos whisky así que se paso la cuerda por una pierna, con la esperanza de poder frenar su bajada en caso de desastre, y empezó a bajar. Los primeros pasos fueron dubitativos, casi torpes, pero poco a poco se sintió mucho mejor, como en una de aquellas clases de gimnasia del colegio de hacía, cuantos? 30 años?, demasiados, pero quien tuvo retuvo y sin demasiados problemas llegó al balcón sin poder sofocar una sonrisa de satisfacción y orgullo.

El último tramo de descenso, entre el primer piso y el jardín, era más corto y la hierba parecía mullida. Ató la cuerda del ahorcado a la barandilla y bajó lo suficiente para quedarse suspendido a un metro del suelo, junto los pies para evitar posibles esguinces y se soltó para llegar hasta abajo.

Y luego decían que sus amigos que estaba viejo para según que tipo de mujeres!. Sir Gustave 1, Dark 0.

La oportunidad por la que había estado esperando se había presentado de la forma más inesperada, un reto de esgrima en la habitación del asesino que había despachado a casi una docena de personas desde aquella mañana. Era un error, exponerse cuando tenía todas las posibilidades de ganar era un error pero él no iba a ser quien se quejara. Tal y como esperaba ninguno de sus compañeros hizo el menor ademán de impedírselo, eran cobardes, demasiado mimados como para mancharse las manos y hacer lo que había que hacer, librar del mundo a una alimaña y hacer un lugar mejor, al menos eso si que podría hacerlo, había fallado en muchas cosas, cosas importantes, pero eso, aunque fuera poco podía hacerlo, salvarlos aunque no merecieran la salvación.

Subió como un rayo apenas prestando atención a los pitidos de la escalera, al dolor de su brazo, a la incertidumbre de lo que se encontraría. Todo daba igual, era su oportunidad, la oportunidad de pasar cuentas con todos esos ricachones que se libraban de la justicia por sus millones. A ese no le salvarían sus millones.

Entró en la puerta de la habitación y le vió, en silencio, con dos floretes en la mano y una pistola en la otra. Una máscara de esgrima oscura le tapaba la cara pero era grande, casi tan grande como Greg pero no tan fuerte ni alto. Vestía con una chaqueta de esgrima que contrastaba con el pantalón de traje y los zapatos italianos. En silencio le enseñó la pistola conminándolo a cumplir con las condiciones mientras le tiraba un florete al suelo. Lo tenía a 3 metros, solo había que decidir si jugar a su juego o intentar cambiar las normas.

- Bien... aqui estoy bastardo hijo de la gran puta... - dijo de forma desairada Nate. Aquel tipo no le infundia ningún respeto, ni siquiera en una postura tan regia como la que presentaba. Él no era un caballero y le clavaria la jodida espada desde que lo pillara de espaldas - Dispuesto a jugar a cualquiera de tus juegos, maldito malnacido - Le hizo un gesto con la única mano sana para que le lanzara el florete. Ya no había vuelta atrás... de allí saldría hecho un fiambre. Lanzado al olvido, como todos aquellos últimos años en los que las cosas no hacían sino ir de mal en peor. Lo único que le afligía era no haber escrito algo a su pequeña... unas palabras de despedida... pero vivía fresca en su memoria, y rezaba internamente para que su pensamiento llegara hasta ella, y para que en el fondo descubriera que su padre murió intentando salvar a otros, comprometido con el profundo sentido de justicia que profesaba.

Pero tambien cabía la mínima posibilidad, a la que se aferraba con fe ciega, de acabar con Oscuro, para siempre... y tal vez salir como un heroe. Y quien sabe si recuperar su puesto en el cuerpo... Sería el primer paso para recuperar a su familia. Ese pensamiento le guió como un faro en la oscuridad... y le llenó de nuevo de determinanción ante las dudas... 

 - Asi que no perdamos más tiempo... tienes más negritos a los que matar...

La figura enmascarada no respondió a los desafíos e insultos de Nate mientras le tiraba uno de los floretes a ras de suelo para que se agachara y lo pudiera coger. Nate se agachó desconfiado pero el ataque que esperaba no se produjo. El florete se adaptaba a su mano aunque lo notaba torpe y pesado por la falta de costumbre. Desconfiado comprobó la punta del arma y descubrió que estaba extremadamente afilado lo que le hizo sonreír.

Dark subió su arma y le hizo el saludo reglamentario de un tirador antes de entrar en competición, aunque en esa competición no habría medallas, en aquella se jugarían su vida.

Nate agarró el florete, pero no devolvió el saludo protocolario. A cambio, salió como un energúmeno rabioso en busca de su presa... - AHHHHHHHHH

Nate no pensaba jugar limpio y el saludo reglamentario le traía sin cuidado, lo único que importaba era atravesar de parte a parte a aquel demonio con piel de persona y para eso no era necesaria grandes conocimientos de esgrima. Rugió y corrió hacia Dark, reduciendo la distancia y lanzando una serie de estocadas con más corazón que cabeza que el millonario paraba sin apenas inmutarse. Una vez perdido el factor sorpresa el asesino que llevaba dentro Dark pasó a la ofensiva y empezó a lanzar estocadas, sin intención de matar pero que se clavaban una y otra vez en la carne de Nate sin que pudiera hacer nada para evitarlo, como un niño intentando vencer a un titán.

El orgullo dolía más que las heridas y los rugidos de rabia se sucedían mientras intentaba descubrir cual sería la mejor manera de matarlo, matarlo aunque le costara la vida, hacer algo último bueno antes de morir que le permitiera redimirse si es que existía un Dios para los policías que habían perdido el camino. Vio la pistola y lo decidió, se lo jugaría el todo por el todo, iría a por la pistola y le metería todo el plomo que pudiera, le placaría y le cogería la pistola, un plan simple para un hombre simple. Cargó cegado por la rabia y el dolor, cargó en busca de la pistola con el cuerpo bajo a imagen y semejanza de aquellos atletas enormes que jugaban en la NFL, olvidándose de la espada y esperando que su cuerpo impactara con el del magnate pero este lo vio venir y se apartó dejándolo caer al suelo. Nate se intentó dar la vuelta y levantarse rápido pero no era tan fácil con una sola mano y herido, medio borracho y habiendo perdido tanta sangre.

Dark se había cansado de jugar y se fue hacia él como a cámara lenta mientras le pisaba con sus zapatos caros el muñón de su brazo. El dolor fue tan intenso que estuvo a punto de desmayarse, y por un momento lo deseó, porque lo que vio cuando el hombre se alzó ligeramente la máscara fue el rostro de la muerte. El brazo de Dark apuntó hacia su corazón y la espada descendió en busca de su cita.

Le sonaba, lo había visto antes, estaba seguro......y entonces cayó en el parecido que tenía con Greg. Era algo más joven y menos fornido....

{ https://www.youtube.com/watch?v=qi9EEF-0WHA - Himno Americano }

Lo había intentado. Hizo todo lo que estuvo en su única mano, para matar a aquel bastardo. Pero ni siquiera en sus últimas horas fue capaz de vislumbrar y entender que el impulso no siempre era bueno. No siempre valía el primer pálpito... no siempre había que hacerle caso al corazón... eso eran fantasías cinematográficas.

Aún muriendo, había aprendido una lección de Dark. Las cosas hay que medirlas, comprobarlas... los buenos planes no tienen fisuras... y él habia entrado una por una a todos sus capotazos como un toro enrabietado. 

Lo había pagado de la peor forma posible... con su vida.

El frío fue llegando poco a poco... como la oscuridad. Pero al final del todo una luz con dos figuras le esperaban. Su mujer y su hija. La enorme bandera de barras y estrellas, ondeaba tras ellas, y su mujer sostenía entre sus manos, su uniforme de policia, perfectamente planchado... Todos lloraban... pero era un llanto de alegría. 

Según subía escuchó la puerta de entrada abrirse y cerrarse, no podía ver quien era pero probablemente sería la psicópata de Vanessa, no importaba, de ella tampoco podía esperar consuelo. Al llegar a la segunda planta escuchó el sonido del ralentí de una motosierra en la habitación de Dark. La puerta estaba destrozada, volada de sus goznes por un disparo de escopeta que estaba en el suelo.

La habitación era inmensa, más de 100 metros cuadrados con 4 enormes ventanas desde las que se podía ver la luna reflejando sobre el mar aunque, una de ellas abierta y de la que se descolgaba una cuerda improvisada. La habitación era algo desconcertante puesto que su mobiliario era escaso, por no decir inexistente, un escritorio a la izquierda donde reposaba la motosierra, pegada a la parte derecha de la habitación junto al único mueble digno de reseñar, una cama de 2 metros y medio por dos metros y medio vestida de sábana de algodón egipcio y perfectamente hecha, con un doblez casi matemático de exactamente 20 centímetros. Al fondo a la izquierda una pequeña puerta insinuaba la presencia de un cuarto de baño en suite y entre la puerta y la cama una gran nada que solo era rota por multitud de pantallas que mostraban lo único que quería ver, el rostro de su hijita durmiendo, feliz, con una pequeña sonrisa, un pequeño ángel, lo mejor que había hecho en su vida.

Desde la puerta de la habitación no podía ver que era, pero algo en aquella habitación le ponía la carne de gallina. La carita de ángel de su niñita se veía con claridad en las pantallas,  una carita de ángel que un punto rojo recorría juguetonamente, de forma burlona, arriba, abajo, como si la estuviera acariciando. El mismo punto que había visto justo antes de que le volaran la tapa de los sesos al cerdo de Carl, y como en aquella ocasión se sentía inútil, incapaz de detener lo inevitable.

Mientras, el sonido al ralentí de la sierra mecánica intentaba seguir el palpitar desbocado de su corazón. Una sierra que no tenía dueño, aunque su dueño no debía estar demasiado lejos.

Estaba cansado de tantas cosas que ya había perdido la cuenta. No le importaba quién saliera de la puerta de al lado, ni el sonido de la motosierra, sólo quería ir a la habitación y encontrar lo que fuera que le estuviera pasando, terminar con todo de una vez.

Una vez dentro lo primero que vio fue la gran pantalla. Había sido como ver la luz, relajando sus nervios, alejando su miedo y preocupaciones. Hacía tanto tiempo que no la veía que apenas la podía reconocer, aunque el parecido con su madre era más que evidente.

Se acercó lentamente con la mano en alto para acariciar la pantalla, disfrutando simplemente de ver cómo dormía plácidamente, tal y como él quería y por lo que, de alguna manera, había estado luchando todo este tiempo.

Lo siento.- Dio un beso donde estaría situada la frente de su pequeña antes de ver el puntito rojo. Sabía que no podía hacer nada, que Dark jugaba con él y que cuando se cansaría terminaría con todo.

No quería ver eso, no quería seguir jugando con la vida de su pequeña una y otra vez antes de caer en la locura.

Como un zombie tenía una idea clara, la única que había tenido en muchísimo tiempo mientras veía a la figura de su mujer sonriendo, cuidando a su pequeña. Se acercó a la ventana abierta con la cabeza gacha y arrastrando los pies, sujetándose en la barandilla con las manos firmes. Pasó los pies para quedarse colgando del fino soporte antes de alzar la mirada al cielo y, por primera vez en mucho tiempo, sonreír.

Lo siguiente fue soltarse y dejar que su cuerpo cayera.

Te quiero, Brooke.