Partida Rol por web

Cuando Nara mató al último de los zombies y una vez todo estuvo en calma, recogí lo único que había sobrevivido del tirachinas: la goma; y sonreí algo avergonzada.

—Lo siento, chicos —dije mirando al suelo—. No quería preocuparos.

Sin embargo, luego hice la señal de victoria mirando a mis dos súper compañeros.

—Os lo habéis cargado en menos de 2 minutos. ¡Sois los mejores!

Aunque ahora quedaba reparar la valla, pero Nara... tan eficiente que era ella, ya se había puesto manos a la obra y además con muy buen tino. Quería ayudarle, pero también tenía otros planes en mente... Así que, tras prometerle que en menos de un minuto me pondría con ella a reparar, fui directa al taller donde estaba José.

—Ya no quedan descerebrados feotes y repugnantes por la zona, no te preocupes —le dije, sonriéndole cuando llegué—. Nara se los ha cargado de un plumazo. Pero la valla se ha roto... será mejor que lo arreglemos pronto, ¿te apuntas a ayudar? —dejé pasar unos segundos antes de continuar, segundos en los que saqué de mi bolsillo las bayas que había recogido—. Por cierto, he encontrado esto antes de que los zombies nos atacaran. Aunque se ven muy pero que muy ricas, yo no tengo ni idea de si son comestibles o no... no entiendo mucho de bayas; pero tal vez tú... ¿qué opinas?

Después de todo, José era el cerebrito del grupo, ¡eso lo sabíamos todos!

Me ponía nervioso el viaje, no obstante, odiaba pasar allí mas de un minuto de lo necesario. Completamente rodeados con el perímetro en mal estado y casi sin comida solo era cuestión de tiempo. Me ponía nervioso el asunto de la quitanieves y ahora además querían reparar la alambrada. Lo que tendríamos que hacer es largarnos de aquí lo antes posible.

Al menos Sunhee me daba algo en que pensar para alejar de mi toda esta frustración.

Gracias Sunhee. Voy a buscar en los libros a ver si encuentro si nos las podemos comer.

Esta vez solo han sido tres pero, tal y como esta el asunto, es posible que esta noche tengamos que salir por piernas. Solo espero que la quitanieves merezca la pena el retraso.

Una vez tranquilos, y tras asegurar la valla como buenamente habéis podido, volvéis al taller. Nara hará guardia durante toda la noche para que los demás podáis dormir y descansar. La noche es fría y oscura, y aunque no llueve el viento crea ruidos aquí y allá y no para de mover las copas de los árboles. El plan para mañana es terminar de colocar el limpiazombis sobre la Pulga, en principio esto llevará poco tiempo. Luego podréis decidir si salís del refugio o esperáis a la mañana siguiente.

Jose inspecciona las bayas que Sunhee le ha dado, y las compara con varias especies que encuentra en uno de sus libros. Como ya se temía en cuanto las vio, las bayas son venenosas. Por suerte nadie las ha ingerido todavía. No obstante estas bayas, bien tratadas, pueden servir para elaborar un potente veneno o un práctico antibiótico.

Tras leer los posibles usos de esas bayas lamentaba no haber podido recoger mas a lo largo de mi estancia en este refugio. De repente la elaboración de estos productos me resultaba muy interesante y útil. Me recordaba a la alquimia de las novelas que había leído hacia años.

El antibiótico parecía difícil de preparar y, en tiempos donde una lata de atún era suficiente razón para que te mataran, el veneno podía resultar muy útil. Los zombis te quieren comer, pero son estúpidos. Los humanos que te quieran matar son mucho mas peligrosos… si es que queda alguno.

Tras triturar y licuar el jugo de las bayas quedo un liquido levemente rojizo con muy poco olor que metí en un frasquito de Ron en miniatura que alguien se bebió hacía tiempo. Esos frasquitos eran muy útiles y resistentes a pesar de ser de cristal.

Chicos, me toca intentar dormir un poco, estoy agotado.

Espero que esta noche sea mas tranquila. Necesito descansar.

Cuando va pasando la noche, estoy casi al borde de mi límite, pero debo hacer un último esfuerzo para poder salir de aquí a salvo. Ya descansaré durante el viaje en la Pulga.

En mi guardia me mantengo alerta y oculta, escudriñando la noche sin parar.

Cuando Jose me dijo que las bayas eran venenosas, toda la pena del mundo vino a mí... ¡Tenían una pinta taaaaan sabrosas! ¡Que injusto es el mundo...! Pero, bueno... menos mal que se las había mostrado al chico antes de comerlas o dárselas de comer a alguno de mis compañeros. La fortuna es que, con un poco de tino, al menos podría sacarle partido ya fuera para hacer veneno o para hacer medicinas.

—Quédatelas, Jose —le dije finalmente—. Tú le sabrás dar mejor uso que yo.

La noche y el cansancio no tardaron en llegar. Yo era de buen dormir, nunca había tenido problemas... ya que en menos de lo que se tarda en dar un suspiro ahí estaba yo: con la boca abierta, toda despatarrada, y con la babita colgando. Daba igual que el día anterior hubieran atacado miles de zombies (ejem, aunque en este caso solo habían sido tres), o que un trozo de astilla de un tirachinas hubiera tenido la intención de incrustarse en mi cara. Dormir era sagrado.

¡Uffff! Eso fue rápido. Apenas logro reaccionar cuando Nara ya ha terminado con todas las amenazas. ¡Qué alivio tenerla en el equipo! Tranquilo voy en busca de mi caja de herramientas para arreglar la valla pero… ¡Sorpresa! Nara lo ha hecho de nuevo. La valla está arreglada.

Con una sonrisa de oreja a oreja rodeo a la heroína por los hombros. – Nara, eres increíble – Luego me apresuro a llegar al garaje, estoy muy cansado pero el entusiasmo  puede más.

- Tendrías que haberla visto, José. Fiiiiuuuum, flechazo y uno que cae al suelo. Cae la valla pero… ffffffuuuummmm, otro al suelo. Por un momento parecía complicado pero Nara tensó el arco y ¡TOC! El último cae. – todo el relato es apresurado y está lleno de ademanes y gestos entusiasmados.

Mañana será un gran día. ¿A qué le puedo temer con los compañeros que tengo? Estoy ansioso de recorrer los caminos con ellos.

La noche pasa sin altercados. Jose un poco nervioso por la presencia de zombis, aunque ni les vio, pero poco más. Nara no detecta nada extraño, ni fuera ni dentro del refugio.

A la mañana siguiente, muy temprano, Gaspar se despierta entusiasmado; hoy es el día en que la Pulga estará lista para partir. Ayer el limpiazombis quedó muy avanzado y si hoy todo sale bien, quizá tardéis incluso menos de lo previsto; sólo queda colocarlo, fijarlo, y ver que todo vaya bien.

Nara vuelve de su guardia para descansar un poco. Jose o Sunhee, o ambos, deberíais reemplazarla, aunque alguno podría echar una mano a Gaspar con lo del limpiazombis.

Tras una larguísima guardia estoy rendida y no puedo descansar bien, pero el menos me relajo un poco mientras Gaspar termina la Pulga y los demás hacen guardia. 

Un descanso bien merecido tras una noche movidita.

¡Pero lo más difícil no si quiera ha empezado aún!

Cuando volvió Nara, yo hacía algunos minutos ya que había despertado. Me había propuesto relevarla en la guardia, y así se lo comenté a mis otros compañeros. Nara necesitaba descansar, y Gaspar estaba claro que tendría que continuar con la Pulga. En cuanto a Jose, creía que él aportaría más a Gaspar en la colocación del "tritura-zombies" que yo.

Jo, me encanta el nombre que le he puesto. Debería decírselo a mis compañeros también.

Tritura-zombies... Sonaba muy gráfico, ¿verdad? Sólo con el nombre ya te los podías imaginar ahí, hechos papillas por el limpianieves. Me lo había inventado mientras observaba la valla en mi turno de guardia. Después de todo, mirar una valla durante horas daba para dejar volar la imaginación y fomentar la creatividad, quizás más de lo debido.

La noche pasa sin sobresaltos. Ha llegado el momento de montar el limpiazombis y estamos listos para partir. Dudo un momento antes de comenzar a trabajar, es el último paso… luego nos espera el mundo exterior. La idea me inquieta un poco, quisiera poder quedarme para siempre en el refugio con las únicas personas que conozco y aún viven.

Salgo de mis pensamientos para notar que José ha tenido otra mala noche, tengo que dejar de pensar en lo que yo quisiera, parece que la ansiedad no está dejando en paz a mis amigos.

- Oye, José, ayúdame a terminar esto, se te ve bastante mal, a ver si te despejas un poco. Cuando quieras darte cuenta estaremos paseando por el mundo como si nada. Dale, toma aquella pieza y ayúdame a levantarla.

La noche había sido horrible. La idea de salir del refugio era algo que me aterraba y era, quizás, mi asunto pendiente mas importante. Si mi vida iba a ser así a partir de ahora debía perder el miedo. Quedarme bloqueado en un momento crítico podría costarme la vida, o peor, podría costarle la vida a alguno de mis amigos y jamás me lo perdonaría.

Por suerte Gaspar me distrajo de mis pensamientos antes de que me absorbiesen por completo. Al final parecía que la quitanieves iba a funcionar. Tenía una pinta estupenda y solucionaba el mayor problema de nuestro vehículo, la falta de potencia y tracción. Gracias a su forma de cuña ya no tendríamos que empujar o pasar por encima de un montón de cadáveres. Con esas rueditas seguro que nos quedábamos atascados patinando sobre un puñado de zombis. Ahora los apartaremos hacia los lados según avanzamos.

Cojo la pieza por el otro lado y empiezo a moverla con esfuerzo.

La verdad es que no duermo muy bien. Con suerte habrá alguna parte del viaje libre de amenazas y dormiré un poquito. Espero que cuando crucemos el bloqueo el numero de zombis sea menor. Las zonas rurales deberían estar relativamente vacías. Seguro que encontramos alguna granja donde abastecernos y pasar una noche.

Claro que… también podríamos encontrarnos una vaca zombi, una oveja zombi o gallinas zombi -bromeo

Hace algún tiempo leí una novela sobre un Nigromante. Un hechicero capaz de controlar no-muertos. Seria asombroso poder hacer algo así. Menudo recurso mas valioso. Nunca duermen, nunca se cansan…

En el pasado se escribía mucho sobre un apocalipsis zombi, había películas, juegos y toda clase de contenido. Creían que algo así era imposible. Ciencia-ficción. No estaban preparados para esto. No quiero ni pensar la cantidad de sufrimiento, miedo y dolor que debieron pasar durante los primeros brotes. Mujeres, niños, bebes… siendo devorados por sus amigos o familiares. Qué horror…

Gaspar, quería pedirte un favor, ¿me ayudarías a ponerme en forma cuando tengamos tiempo libre? Creo que necesito mejorar mi físico si quiero sobrevivir a esto ahí fuera…

Hubo que subir un poco los faros, hacer unos cuantos ajustes adicionales, pero ahí estaba, la Pulga estaba lista. El limpiazombis tenía un aspecto realmente amenazante, y como apuntaba Jose con él sería mucho más fácil atravesar hordas de zombis, sin que las ruedas se trabasen y sin que hubiese mucho riesgo de quedar atrapados entre un grupo demasiado grande de ellos.

Los tres celebrabais el trabajo realizado en el taller cuando un fuerte ruido procedente del exterior, que podría escucharse a cientos de metros de distancia, os hiela la sangre. Algo ha ocurrido afuera. Sunhee está  haciendo guardia.

La pequeña Sunhee estaba comprobando el estado de uno de los muros traseros del refugio cuando ha hecho volcar un poste de madera, que ha golpeado unos barriles de metal vacíos que había por allí, provocando un sonoro "gong". Lo ha hecho con tan mala pata que uno de ellos ha rodado cuesta abajo atravesando las huertas y produciendo repetidos "gongs" hasta pararse contra la alambrada. Ha sido una improbable y desafortunada serie de acontecimientos.

"Hostia puta, ¿Qué ha sido eso? Me cago en..."

Me levanto de un salto con todos los pelos de mi cuerpo erizado y unos nervios en el estómago que hasta me dan náuseas.

Salgo corriendo afuera con la flecha preparada en el arco, escondiéndome pero buscando a Sunhee con desesperación.

"Si ese ruido ha sido su culpa, la mato, ¡juro que la mato! Conseguirá que nuca salgamos de aquí a este ritmo..."

Doy una vuelta por todo el perímetro y compruebo todo bien, estoy atacada. Vuelvo a toda prisa dentro buscando a los demás.

"Creo que deberíamos irnos de aquí. Nos habrán oído a cientos de metros pero tardarán un rato en llegar, y podrían ser decenas. ¿Estáis de acuerdo? ¿Nos vamos? Yo creo que está todo listo ya..."

¿Quién podría comer ahora? Ya comeremos cuando estemos a salvo.

Cuando di el golpe al poste, un escalofrío de mal agüero recorrió tooodo mi cuerpo... escalofrío que fue aumentando conforme iban sucediendo cada una de las ruidosas desgracias. Estaba congelada en el sitio, con las manos tapándome la boca y los ojos siguiendo el recorrido del barril en su camino.

Cuando por fin paró, yo seguía congelada... durante unos intensos segundos, antes de mirar alarmada a mi alrededor en busca de zombies... Sin embargo, estaba aún tan sobresaltada que apenas podía prestar suficiente atención. Después del rápido vistazo, fui corriendo hasta el taller.

—Chicos —dije, muerta de vergüenza y sin poder ni siquiera mirarles a la cara—. Yo... yo... ¡lo siento...! He sido yo, he tropezado sin querer y... ¡joder! Matadme...

De verdad, me moría de vergüenza por lo que había pasado... pero no era momento de lamentaciones.

—¿Habéis terminado de montar el limpianieves? Por favor, decidme que sí...

Probablemente tendríamos que largarnos cuanto antes...

Con el trabajo recien terminado observo La Pulga hinchado de orgullo. José es muy inteligente y ha tenido buenas ideas para repararlo. - Claro que podemos ponernos en forma, es cuestión de trabajar duro y... - En ese momento un estallido me dobresalta, y no es sólo uno!! La suseción de ruidos y golpes nos ponen a todos los prlos de puntas. Nara se despierta, por suerte, Sunhee entra corriendo y ya es evidente que el estreno de La Pulga va a ser sin ceremonias. Salto al asiento del conductor y me pongo el sombrero del viejo Vikingo, el amo de este garage cuando aún vivía. Arranco al motor al gruto de - ¡Todos a bordo! ¡Es hora de volar! 

Gaspar arranca la Pulga y el motor ruge como puede hacerlo un motor con casi más de ochenta años. El humo que sale del tubo de escape es denso y oscuro. Jose ya cargó todas las cosas anoche, por lo que no perdéis más tiempo. Sunhee sube en el asiento del copiloto y Nara abre la puerta del garaje, tras lo cual corre hacia la puerta de la valla y la abre. Allí espera a que sus compañeros lleguen, y cierra tras de sí. Es un acto reflejo, quizá en el fondo espera volver, quizá quiere guardar el recuerdo de un refugio limpio de zombis.

Este ha sido vuestro hogar durante toda vuestra vida. Aquí nacísteis, aquí habéis crecido y aquí habéis aprendido todo lo que sabéis. El mundo que conocéis está dentro de estas vallas. Ahí afuera sois inexpertos, alguna salida que otra, alguna escapada, pero no es vuestro hábitat. No sabéis qué os podéis encontrar.

Una mezcla de emociones os invade. Os miráis. Estáis nerviosos, reís, estáis tristes, emocionados por lo que viene a continuación... Gaspar mete primera, suelta el embrague y acelera, al fondo, a los pies de Pedroso, podéis ver la ciudad de Santiago. Tomáis la carretera descendiendo el monte, a través de los pinares. Un último vistazo os confirma que el refugio está siendo invadido por un grupo de zombis, una valla ha cedido, de entre los árboles aparecen más, Gaspar debe hacer un giro brusco para evitar a otro que aparece de la nada... el ruido ha atraído a bastantes comecerebros.

Adiós al querido refugio… todo el mundo que conozco. Lo precipitado de nuestra salida no me había dejado pensar en eso. Ahora, un kilómetro lejos de casa, siento la piel de gallina, la inquietud de sumergirse n lo desconocido. ¿Qué tan útiles serán los mapas que tenemos? ¿Qué significan? Miro el camino destruido y me doy cuenta de que estamos a algunos pocos metros del lugar más lejano en el que he estado. En unos segundos estaremos más lejos de lo que nunca hemos ido. El corazón se me acelera un poco. Miro a mis amigos por el espejo retrovisor, se los ve cansados, un poco asustados y hambrientos supongo que todos estamos igual. Tenemos que subir ese ánimo.

- ¡A ver esas caras! ¡Ronda de buenos momentos en el Refugio! – Me hago el pensativo un momento – Uno… Recuerdo la última vez que todos bailamos, Vikingo cantaba horrible con su guitarra, aún había unos cuantos adultos… Dos… jajaja, esta me encanta. Sunhee haciendo ruidos de fantasmas por los rincones hasta casi volver loco al pobre Carlos. Jajaja. Tuvimos que confesar, el viejo dormía con los ojos abiertos. Ja. ¿Quién sigue? 

La salida apresurada milagrosamente ha ido bien, a excepción del volantazo que hemos tenido que dar para esquivar al zombi solitario. A Sunhee casi le da un ataque, ya que venía por su lado, y la pobre se lo vio casi encima de repente. Suerte que Gaspar es un as conduciendo y que tenemos el maravilloso invento "quitazombis".

Desde que salimos, escudriño sin parar los alrededores con la cara pegada a la ventana. Nunca he ido de viaje, nunca he dormido fuera, nunca me he alejado tanto de la alambrada. Estoy cansadisima y hambrienta, pero sobre todo reconozco que asustada. Al mirar de reojo veo que José está aterrado, es normal. Yo cuento con mis armas y mi entrenamiento, podría sobrevivir un tiempo y defenderme. ¿Pero él? Yo también estaría asustada si dependiera tanto de los demás.

Gaspar intenta animarnos, y Sunhee colabora y nos hace reir un poco. A veces soy un poco dura con ella, cuando nos pone en peligro,  pero sonrío al verle la coronilla y escuchar sus historias alegres. No pierde la sonrisa aunque estemos en medio del infierno.

He de reconocer que el paisaje es precioso. Me preguntó cómo sería antes el mundo... El Edén del que todos los adultos hablaban, sobre todo los viejos. Pude conocer a muy pocos ancianos pero todos tenían en común esos ojos aterrados y saltones, como de haber vivido un sueño maravilloso y despertar en una pesadilla terrorífica. Solo hemos visto algunas fotos de cómo era antes el mundo y tenía que ser maravilloso... 

Sin distraerme mucho, voy dando las indicaciones pertinentes a Gaspar, ya que recuerdo bien el camino.

"Si necesitas que te guíe bien o veis cualquier cosa extraña decídmelo y me siento en el asiento del  copiloto, ¿entendido?"