Partida Rol por web

El trabajo del taller siempre consigue distraerme de todo lo que me rodea, será por eso que no siento demasiado hambre, pero la realidad es que la comida escasea demasiado en nuestro reducido refugio y si no me apuro con el limpiazombies tal vez no podamos salir nunca. José se ve algo agotado así que recurro a Nara y Sunhee para que me den una mano en el trabajo. Unas horas más hoy, algo de descanso... tal vez para mañana al medio día pueda estar terminado.

El cansancio empieza a notarse, sobre todo en mí. Tras 12 horas de trabajo me siento agotado, apenas he terminado una parte. Lo mejor será dormir un poco lo antes posible para engañar el hambre y levantarme a terminar a primera hora.

Haz dos tiradas. Una de buscar y otra de advertir (ambas con agudeza)

Me siento satisfecha de poder ayudar a Gaspar y de cómo avanza nuestro trabajo, pero el hambre y el cansancio nos hacen mella. Era de esperar. Decidida, no desespero, y me levanto a explicar mi plan antes de salir a mí guardia. 

"Chicos, voy a hacer una guardia larga hoy. Gaspar, necesitamos tu mejor yo mañana, así que descansa bien. Jose, tienes muy mala cara, necesitas descanso también. Si os parece bien, hoy puedo hacer la guardia de 4 horas, y cada uno de vosotros hace una guardia de sólo una hora. Así podemos centrar nuestros esfuerzos en terminar el limpiazombis. Sunhee, creo que tus esfuerzos por buscar bayas o frutas nos vienen genial, muchas gracias. Estaría bien encontrar algo de comida mañana. Si no es así, puede que tengamos que pensar en salir a cazar, ya que no sabemos cuánto vamos a durar con tan poca comida."

Tras mirar sus caras de cansancio, salgo y me dispongo a hacer la guardia deslizándome por las sombras, ya que hay casi luna llena y se ve muy bien.

Sales del recinto en busca de algo de comer durante tu guardia. Al poco tiempo encuentras unas bayas que no reconoces muy bien, pero que tienen una pinta muy apetecible. Recoges un buen puñado y las guardas en tu mochila roñosa.

Cuando vuelves al refugio ves que unas de las vallas del patio trasero, cerca de la Antena, está a punto de ceder. Un grupo de tres zombis está empujándola y está claro que en unos momentos los alambres oxidados que la tienen se romperán. No conviene hacer ruido por si hay más zombis cerca. Puedes encargarte tú o ir a buscar ayuda.

Os disponéis a dormir en el garaje, tal cual ha propuesto Nara. Ella hará las próximas guardias en cuanto vuelva Sunhee. Gaspar está muy satisfecho por el trabajo de hoy, todo ha salido bien; mejor que bien. El limpiazombis ya está construido, sólo falta sujetarlo a la Pulga. Mañana será coser y cantar.

El día de hoy casi ha terminado, tranquilo, sin incidentes. Nara agarra su arco y mira por la ventana, ansiosa de ver aparecer a Sunhee para reemplazarla. Gaspar empieza a acomodarse ya, al igual que Jose, quien se entretiene imaginando el lugar al que llegarán.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Acababa de recoger mis bayas y estaba más que contenta imaginándome como sabría cuando, justo en ese momento, vi a aquellos jodidos zombies a punto de echar abajo la valla. Eran pocos, solo tres, podía matarlos yo misma... pero algo me decía que si me acercaba más de lo debido, con el ímpetu al olerme podían terminar de echar la valla abajo. Si me daba la suficiente prisa...

¡Tengo que avisar a Nara...!

Más rápida de lo que nunca antes había corrido, fui directa al taller. Sabía que los chicos estarían allí, arreglando y modificando nuestra querida Pulga, y yo tampoco estaba excesivamente lejos del taller. ¡Gracias a dios! 

Cuando llegué, vi acercarse a Nara y agradecerme que hubiera buscado las bayas, pero por la expresión de mi rostro no debió tardar mucho tiempo en entender que algo iba mal. Y si no se dio cuenta, yo se lo dije a todos...

—¡La valla va a ceder! —solté atropelladamente—. Son tres... podía haberme encargado de ellos, pero si hacemos demasiado ruido igual atraen a más cabrones de ésos. Si los matamos a la vez, antes de que hagan ruido... no vendrán más. Si hacen ruido y vienen más, tendremos que salir por patas. Esa valla...

No iba a aguantar mucho más a menos que la arregláramos.

Sin perder los nervios y sin mediar palabra me dirijo hacia dónde están los zombies y me coloco a unos 9-10 metros de la valla. Saco una flecha rápidamente, apunto entre las cejas del primero. Le acierto de lleno entre las cejas y eso me agrada.

Me dispongo a seguir con el siguiente...

Una larga jornada de trabajo, satisfactoria, pero agotadora. Me preparo para un largo descanso. Nara ofrece generosamente dejarnos dormir un poco más, dispuesta a vigilar. Empiezo a acomodarme con un abrigo encima.

De repente Sunhee entra rápida y silenciosa como un gato, pero trae malas noticias. Es importante que nadie pierda la calma en estos momentos, eso nos enseñaron, aunque la práctica es otra cosa.

Tomo la llave inglesa que siempre duerme junto a mí y camino detrás de Nara. En momentos como este agradezco tanto que ella esté aquí, no es sólo su habilidad con el arco, es la seguridad que trasmite a todos con su actitud decidida.

Me paro algunos pasos detrás de Nara para no obstruir su visión y espero en guardia. Estoy listo para interceptar cualquier caminante que logre acercarse demasiado.

El primer zombi cae desplomado hacia adelante. El certero flechazo de Nara acaba con su no-vida. Al caer termina por arrancar el tramo de valla y los otros dos zombis entran fácilmente al recinto. Caminan despacio, y ambos van a por Nara, que está más cerca. Aparentemente no son un problema. Tienes el tiempo justo para disparar a ambos antes de que lleguen a ti. Gaspar está a tu lado, con la llave inglesa en la mano, por si hiciera falta apretar alguna tuerca a alguno de esos indeseables.

Jose se queda en el taller, preparando la Pulga, cargándola con todo el material, y asegurando la vía de escape por si fuese necesario. El único problema es que el limpiazombis está en el suelo, preparado para ser colocado mañana, justo entre la Pulga y la puerta. No es realmente un problema, pues entre dos lo podéis apartar fácilmente, ya que no es tan pesado.

Sin pestañear ni titubear cojo la siguiente flecha. No hay tiempo para sentir miedo y puedo con ellos y con cien más.

Como tantas otras veces antes, mi puntería no me falla y mi flecha le atraviesa el entrecejo. He nacido para esto y es como me siento viva.

Nara era una experta con el arco, y yo con el tirachinas. Así que, sin perder ni un segundo y viendo como el primer zombie era abatido al instante, y el segundo casi que también... cogí una piedra del suelo y la puse en el tirachinas. Luego apunté preparada para soltar en cuanto estuviera segura de que acertaría...

Sin embargo, quizás tensé demasiado... que escuché un crujido en la madera del tirachinas momentos antes de lanzar mi proyectil. Mis ojos se abrieron y mi boca hizo una mueca preparándose para lo peor... Iba a tener que buscarme un nuevo tirachinas, ¿verdad?

¡Ahora no! ¡Ahora no...! ¡¡Ahora n-...!!

¡Maldición! Ha caído la valla. Me aferro a mi arma esperando que los zombis avancen, no atacar demasiado rápido, no demorar demasiado. Calculo que Nara tiene uno... dos tiros más. Oteo hacia atrás de nuestros enemigos, tratando de ver si el daño en la cerca ha alertado a más caminantes.

Gaspar observa atentamente la linde del bosque desde la retaguardia. Nada llama su atención.

El segundo zombi cae al suelo al ser atravesado su cráneo por el certero disparo de Nara. Una media sonrisa aparece en su rostro al comprobar su puntería. El tercer zombi sigue acercándose, ya está apenas a unos metros de vosotros. Nara está agarrando una tercera flecha de su carcaj cuando a su lado Sunhee recoge una piedra del suelo y... su tirachinas se rompe, produciendo un chasquido de madera y otro ruido que al principio no alcanzáis a comprender.

En una mano Sunhee aún tiene el mango del tirachinas, pero el trozo unido a las gomas ha salido disparado violentamente en dirección contraria, hacia su rostro. El ruido es Sunhee soltando un quejido que no puede contener*.

Nara y Gaspar se distraen con el accidente de Sunhee, pero el zombi no deja de avanzar. Cuando reaccionan el zombi ya casi está encima de ellos.

El quejido de Sunhee me distrae por una décima de segundo, pero mi sentido de alerta no me deja olvidar el hecho de que tengo un zombie acercándose a mí a poquísimos metros. Ya habrá tiempo para curar a Sunhee cuando estemos a salvo.

Sin titubear vuelvo a coger una flecha y me dispongo a disparar.

Por suerte los nervios no me han traicionado y mi flecha le atraviesa los sesos putrefactos. Su cuerpo se desploma, y me llega su hedor a muerte. Hemos estado cerca.

El peligro, por ahora, ha terminado. Me giro para mirar a Gaspar.

"Hay que arreglar esta esta valla ahora mismo, dime qué necesitas y te echo una mano" - le digo mientras arranco la flecha de la cabeza de uno de ellos - "Sunhee, ¿Cómo estás?

Oí de algunos mayores que los gatos tienen 7 vidas, yo por supuesto les creía. Los mayores siempre decían la verdad. Algunos decían que, cuando les iba a pasar algo a los gatos, como caerse de una gran altura o ser atropellados, hacían un movimiento súper rápido y casi imposible, y lograban salvar el pellejo; y que... ése era el momento en el que ocurría: ahí habían gastado una de sus vidas. Yo, ahora mismo, estaba segura de que había perdido una. Solo esperaba que, como los gatos, tuviera más para malgastar.

Todo pasó muy rápido. Al principio tenía los ojos abiertos, muestra de sorpresa por escuchar el resquebrajar de la madera. Luego cerré los ojos con fuerza, emití un pequeño grito viéndomelas venir y ladeé la cabeza hacia un lado casi en un acto reflejo cuando el trozo de madera salió disparado directo a mi cara. Por supuesto, en aquel movimiento solté tirachinas y, centésimas de segundo más tarde, me llevé las manos al rostro.

Al principio temí que el proyectil me hubiera golpeado la cara. Lo temía con toda mi alma... Ya había visto rostros desfigurados por heridas, y... ¡no! ¡no quería ni imaginarlo! Por fortuna, cuando retiré las manos de mi rostro... no había sangre.

—¡Uffff! ¡Por poco...!

Suspiré aliviada. Aún así, no debía perder más tiempo alegrándome de mi fortuna: los zombies aún estaban ahí, acercándose cada vez más a nosotros. Sin dudar ni un segundo más, saqué de mi cinto mi daga y medité cuál era el mejor camino para flanquear al zombie que faltaba.

—Estoy bien, de verdad. Estoy bien...

Los reflejos de Sunhee la salvan de algo que podría haber sido gravísimo. Estos pequeños accidentes nos recuerdan la fragilidad de nuestra existencia, sin necesidad de que un zombi nos muerda. La rápida reacción de Nara también os salva. Y por si acaso Gaspar estaba ahí preparado.

Todo está en calma ahora. Los tres zombis que entraban por la alambrada yacen inertes en el suelo, los tres con un pequeño y profundo agujero en el centro exacto de sus cabezas. La valla en cambio está totalmente caída en este tramo. La noche empieza a cerrarse y la oscuridad comienza a envolverlo todo. Las nubes ocultan la luz de la luna y las estrellas.

Aliviada porque Sunhee está bien, empiezo a reparar como puedo la valla mientras Gaspar reacciona. Estoy inquieta y sin esperar su respuesta al menos levanto la alambrada para ponerla en su sitio y sentirme un poco más segura. La noche se cierne sobre nosotros y no hay momento que perder.