Partida Rol por web

El asfalto deja paso a la grava y al barro, marcado por numerosas ruedas. El frondoso y verde bosque va desvaneciéndose a vuestra espalda y os adentráis en una extraña zona de pequeñas colinas artificiales de grava y polvo, salpicada de árboles muertos y amasijos de metal. Al fondo una torre se impone en el paisaje. De entre los montones de grava asoma algún zombi, perdido, pero queda atrás gracias a la velocidad de la Pulga. Una jauría de perros pelean entre ellos. Parece un lugar desolado y castigado. Un poco más allá, entre dos grandes colinas de escombros, una veintena de vehículos oxidados, desmantelados y olvidados parecen dormir, en un letrero aún puede leerse la palabra "Desguace".

Esto parece ser muy distinto a las bucólicas granjas y campos de cultivo que Luska os describió. Quizá aún estén muy lejos. Aquí todo es gris, rojo y negro. La muerte se hace más presente que nunca. El silencio es sobrecogedor. Ante la discusión entre Nara y Jose, Gaspar detiene la Pulga y para el motor.

Cuando escuché a Jose, volví a fruncir el ceño como la noche pasada. No quería reavivar el fuego, pero... no podía permitir que Jose incriminara a Luska después de que la chica había venido hasta el monasterio para avisarnos.

—Luska no les ha contado nada —dije—. Ella no sabe que matamos a los fráteres. Le mentí, le dije que ya estaban así cuando llegamos y que al único que matamos fue al grandullón y porque ya era un zombie... Estoy segura de que nos cree, y por eso ha venido a avisarnos de que venían los otros idiotas.

Me hubiera cruzado de brazos de haber podido, pero mi brazo roto me lo impedía...

—Yo no quiero derramar más sangre... esto es una espiral: cuantos más matamos, más tendremos que ocultar y más fácil será que nos descubran y... por tanto, más tendremos que matar.

Aunque tampoco quería desprenderme de la Pulga. Para mí era como uno más de la familia, y estaba segura de que para mis compañeros era igual... sobretodo para Gaspar.

—Dudo que ellos sepan que somos 4 personas, ni que nos hayan visto. Como mucho, habrán visto a la Pulga, pero a nosotros no. Si escondemos la Pulga durante un tiempo... al menos hasta que nos queramos marchar de nuevo...

Dejé la frase a medias, sin terminar... Aunque quisiera creerlo, dudaba mucho que se olvidaran de algo tan llamativo como era nuestro vehículo.

No temas Sunhee. Luska me cae bien. Y no solo eso. Es el recurso mas valioso que tenemos ahora mismo para integrarnos en una comunidad. Es por eso que la deje marchar pese al riesgo de que acabara cantando. No te confundas, ella no sabe que hemos sido nosotros, pero si les ha dicho lo que ha visto en el monasterio. Y a poco que los frateres no sean absolutamente imbéciles, sumarán dos mas dos.

Y precisamente es lo que pretendo, terminar con la espiral. No obstante, como veo que no os interesa, seguiré vuestro plan. Y cuando el desenlace sea inevitable porque es una cagada grandísima, lo arreglaré, o moriré en el intento.

Jose, deja de hablar como si fueras un experto asesino, no eres más que un empollón venido a más. Has matado a un puto zombi y a un anciano indefenso. No tienes ni idea, ni entrenamiento, ni habilidades.

Eché medio cuerpo atrás en el asiento de la Pulga, y lo cogí violentamente del cuello del jersey mientras le hablaba con desprecio, y lo solté empujándole.

Dedícate a lo que se te da bien, y déjame a mi mi el tema de protegernos. ¿Qué tal si empiezas por curar a Sunhee? 

Me volví a mirar hacia delante y lo ignoré, mirando alrededor y con el brazo colgando de la ventanilla. Empezaba a hartarme de tanto farol.

Que yo no sepa luchar no hace que tenga menos razón. Y como bien has dicho cada uno hace lo que mejor sabe hacer. En mi caso es tomar las decisiones adecuadas.

Ya te arrepentirás cuando estés en un altar con un cura chiflado rajandote el pescuezo.

Os recuerdo a todos que lo ocurrido en el monasterio es culpa vuestra. Incluida tuya Nara. Así es como nos protejes?

Lo único que tenéis es miedo y moral. Y ambas cosas nublan vuestro juicio. Salvo en el caso del brazo de Sunhee que, de hecho, necesita un vendaje nuevo.

Sonrío, sé cómo acabará esto, ellos intentarán no matar a los frateres que, inevitablemente, acabarán forzando nuestra mano. El final va a ser el mismo. Solo que elijen el que los hace sentir mejor. Llegará mi momento con uno de esos cabrones, y lo voy a disfrutar.

Empiezo a cambiar la venda de Sunhee.

Detengo un momento La Pulga porque no puedo creer lo que estoy escuchando y tengo la ilusión de que el motor no me deje oir bien. Estoy por responder bastante enojadi cuando Nara pone a José en su lugar. De hecho contengo la risa cuando le dice que mató un zombie y un anciano para no quitarle seriedad. - Me van a sacar de La Pulga muerto. Si la dejan aqui mejor me dejan comida también... y no puedo prometerles que estemos cuando vuelvan. - Sentencio antes de encender nuevamente el motor y continuar. - En mi plan imaginario el hermano de Luska nos deja guardar La Pulga en su taller y me ayuda con el humo negro.-

Me sentí aliviada cuando Jose dijo que la caía bien también Luska...

Sin embargo, cuando empezó a cambiarme el vendaje, intenté quedarme lo más quieta posible. No quería mirar mi brazo, pero... de vez en cuando revisaba de reojo sin poder evitarlo. ¿Cómo estaría? ¿Sanaría pronto? Yo esperaba que sí, porque vivir con un solo brazo es una tortura... ¡una no sabe lo que tiene hasta que lo pierde! ¡Ay...!

—¿Cómo lo ves, Jose? —le pregunté a mi compañero.

Él sabía más que yo en estas cosas. Bueno... no es que fuera un médico profesional, y seguramente había visto tantos brazos rotos como yo, pero... él era el más listo del grupo, así que confiaba en su criterio.

Sin embargo, de vez en cuando, sobretodo aquellas veces en las que tenía que mover un poquitín el brazo para sacar bien la venda, mi gesto se torcía de dolor. Aún no había tenido tiempo de soldar bien, era normal... Así que, para intentar taparel dolor, traté de meterme de nuevo en la conversación.

—La Pulga será difícil de ocultar, no creo que hayan muchos vehículos que funcionen por aquí... y seguro que pocos con un quitanieves súper chulo y una forma como la de la Pulga —hice una pequeña pausa—, pero yo tampoco quiero separarme de ella... No sé, es como si fuera nuestra casa, o... no sé, uno más. Sin la Pulga me sentiría vacía...

La única opción que nos podía quedar era irnos lejos de donde vivían los fráteres...

—¿Os acordáis cuando dijimos de vivir en una isla?

Sonreí ligeramente. No hacía tanto que habíamos hablado de ello en realidad, sólo unos días; pero... parecía tan lejano ya... Después de todo, habían ocurrido muchas cosas y nos había cambiado la vida por completo desde ese momento.

Tras dejar clara su opinión sobre abandonar la Pulga, Gaspar arranca de nuevo y prosigue la marcha. Sunhee opina algo parecido, para ambos es mucho más que un vehículo, es un hogar. Así parece quedar zanjado el asunto de deshacerse de la Pulga. Por otro lado la discusión entre Nara y Jose no parece tener fin ni parece que jamás vayan a llegar a un acuerdo... ambos dejan de hablar; Jose empieza a cambiar el vendaje a Sunhee y Nara ignora al joven sanitario y se centra en vigilar alrededor, en estar alerta.

La Torre está muy cerca, todo a su alrededor es artificial, colinas artificiales de grava y metal oxidado, árboles secos, restos de edificios, vehículos... es como si fuese un vertedero, una escombrera, una cantera... cuando os acercáis más el olor es algo fuerte, todo parece estar cubierto de un polvo rojizo, y de óxido. Entre todas las colinas de piedras trituradas hay otra colina, verdadera y con algunos árboles en su cumbre, más alta y grande, sobre la que se encuentra el asentamiento. Éste toma su nombre claramente de una torre de hormigón descomunal, rodeada de algunos otros edificios. La carretera pasa muy cerca del acceso del lugar, y alcanzáis a ver una puerta vigilada por dos hombres.

Al observar detenidamente a esos perros que pelean entre ellos te das cuenta de que hay algo raro. Unos son perros vivos... y otros son... zombis. Este árido e inhóspito lugar parece estar habitado por jaurías de perros zombi. Debéis tener cuidado.

Sunhee, ¿recuerdas si Luska dijo algo sobre este lugar? ¿Qué hacemos, queréis parar?

me giro para mirar a Sunhee y luego miro a Gaspar.

Que quede claro que si decidimos parar a hablar, bajo la primera y esperáis a que os diga cuándo podéis salir. 

Miré a Jose porque sabía que los otros dos me harían caso sin rechistar.

Todo lo hacía por nosotros, si por defender a Sunhee o Gaspar tenía que disciplinar a Jose no dudaría ni un segundo. No se me han olvidado las veces que nos ha puesto en peligro, y ahora que habla con un psicópata me fío aún menos de sus prontos impredecibles.

Por si fuera poco vivir rodeada de zombis, luchando por sobrevivir, con una amiga casi inválida e indefensa, salvajes fanáticos persiguiendonos... ENCIMA tengo que vigilar a un desequilibrado entre mis filas. Es el colmo.

—¡Nara, no salgas! ¡Mirad, chicos!

Señalé a los perros que peleaban entre ellos. Al principio no les había prestado mucha atención, pero luego cuando me fijé bien entendí por qué unos simples perros se estaban peleando entre ellos...

—¡Son perros zombies contra perros normales!

Estaba preocupada. Sentía lástima por los perros normales, pero... salir del vehículo podría ser un peligro. No querría yo tener que enfrentarme a una jauría de perros zombies... Todos sabíamos que los perros eran ágiles, y... en un imprevisto, podían mordernos y ya... ¡infectados...! Quizás Nara podría ayudarles atacando a los perros zombies con el arco.

Pero, luego... la torre... con los dos hombres. ¿Sabrían ellos que estaban cerca de una jauría de perros zombies?

—Esto debe ser A Torre, ¿no? —dije, respondiendo a Nara—. No recuerdo si dijo algo de que A Torre no era un buen lugar, sólo recuerdo que dijo que siguiéramos todo recto —no me daba buena espina este lugar, y así se lo hice saber a mis compañeros—. No me gusta este sitio... Ayudemos a los perros a distancia si podemos, y si no... larguémonos antes de que los que  están ya infectados nos ataquen.

Finalmente pedí que me acercaran el mapa que nos dio Luska y señalé con el dedo la T.

—Debemos estar ahora mismo aquí...

Vi la escena de los perros y el pragmatismo se apoderó de mí, nublando mi compasión. Me giré para mirarla a la cara.

Entiendo que quieras salvar a los perros, Sunhee, pero solo servirá para malgastar flechas y arriesgarme a que vengan a por nosotros con la ventanilla bajada. Los perros se pelean mordiéndose y con seguridad están todos ya infectados. Es solo cuestión de tiempo que se transformen. Lo siento.

Sentía lástima por ellos, pero nuestra supervivencia es infinitamente más importante. Sentía más lástima por Sunhee, empática, comprensiva, compasiva, en un mundo completamente cruel.

Impasible, volví a mirar hacia delante.

Gaspar, por mí podemos seguir recto si Sunhee lo dice. Pisa a fondo, seguro que no ven una furgoneta muy a menudo.

Estaba leyendo el libro de medicina cuando Gaspar detiene la pulga. Escucho sus voces diciendo algo, aunque no les hago caso, absorto en la lectura.

Poco después Gaspar arranca de nuevo y nos vamos.

Porque hemos parado?

Daba igual. Volvíamos a estar en marcha y eso me tranquilizaba. El motor de la pulga traqueteando significaba distancia con nuestros perseguidores. Cuanta más mejor. Sus caballos deben descansar o corren el riesgo de rebentarlos. Nosotros podíamos hacer turnos para conducir si hiciera falta.

Tenia sentimientos contradictorios. Por una parte no quería que nos alcanzarán y, por la otra, estaba deseando que lo hicieran. Nara no tardaría en soltar una flecha debido a su desviado autocontrol y su necesidad de protagonismo, eso me daría pie a usar mi nuevo juguete. Quizás aún estén con vida después de los flechazos y pueda hacer pruebas con un moribundo.

Seguro que también les parece mal. Porque es mejor herir de gravedad y dejarlos morir de una infección. Umm. Interesante...

Busco "infecciones" en el libro de medicina.

Hasta qué punto son mortales si se carece de antibióticos?

Awww. La dulce Sunhee. Siempre preocupada por todos y todo. Se me dibuja una sonrisa mientras paso de largo con La Pulga sin mirar dos veces. Si me explicaron bien el mapa este lugar tiene el único "NO" grande, no pienso correr ni un riesgo. La torre es ayemorizante y esos dos tipos en la puerta la muestran más peligrosa que el monasterio. Con suerte tampoco los frateres pararán a preguntar.

Dejáis A Torre a vuestra derecha y seguís adelante. Los dos hombres de la puerta os miran fijamente, y otros tres más se asoman al borde del recinto. Os miran serios, sin deciros nada, podríais decir que entre curiosos y temerosos. Seguís adelante por la misma carretera, por llamarla de algún modo. No veis a nadie más en la próxima hora. Gaspar parece controlar muy bien la Pulga por estos amplios caminos de tierra. Avanzáis rápido. Aunque no os cruzáis con ninguna otra persona, sí con algún zombi, pero no es un problema si no os detenéis. Dejáis atrás los montones de grava y el polvo rojo, y la vegetación os empieza a rodear de nuevo. Debe ser mediodía, hace un calor inusual para un día de otoño.

En un momento dado, justo antes de empezar a subir un pequeño monte, os halláis ante eso:

Es una extraña puerta, un paso. Una verja de prolonga a ambos lados hasta perderse de vista. Aquí hay una puerta a la izquierda, estrecha, bajo la cual pueden verse pisadas de animales como caballos. Frente a vosotros algo extraño, no hay puerta, pero el suelo está hecho con varias vigas metálicas muy juntas sobre un foso, como un pequeño puente inusual. Ninguno sabéis que se trata de un 'paso canadiense', y la extraña estructura os da algo de respeto. Algunos pensaréis que es una trampa, otros que se trata de un mecanismo extraño... debéis deteneros antes de cruzarlo para examinarlo detenidamente.

Un pequeño letrero sobre la estrecha puerta de la izquierda indica: "Granja del Viento. Cierra la puerta". Atrás no había desvíos (al menos evidentes), no os habéis perdido, la ruta sigue por aquí.

Gaspar nota algo extraño en la aguja de la gasolina: no se mueve desde que llenasteis el depósito en Brins, el nivel no baja. Aprovechando que os paráis examina la aguja y descubre que estaba bloqueada. La desbloquea y ¡en realidad tenéis más combustible del que pensabais (+4)!

Sigo absorto en mi lectura hasta que paramos de nuevo. Leer me relaja. Aprender cosas es fascinante y te diferencia de los animales y otros homo “no tan sapiens”. El mundo ha perdido mucho respecto al pasado. Los avances en medicina eran asombrosos, te podían curar u operar de casi cualquier cosa. Operaciones a corazón abierto, cirugía cerebral con laser que, si bien puedo comprenderlo, jamás adivinaría a discernir como funciona un láser. En otro libro encontré que era un haz de luz finísimo capaz de quemar, cortar o cauterizar. Mas tarde, en un libro sobre ciencia, leí que la luz es un haz al mismo tiempo que una partícula.

Me entristece un poco. Hubiera sido tan feliz en aquella época. Aquí solo estoy rodeado de matones que se creen mejores que tu por esto o por aquello. E incluso con mis mas o menos amplios conocimientos, no soy mas que un niño en comparación con los eruditos de antaño.

Universitarios se llamaban. Estudiaban durante años solo para ser novatos en una materia. Y a partir de ahí se especializaban e iban adquiriendo conocimientos durante toda su vida.

¿Cómo es posible que el mundo se fuera a la mierda existiendo mentes tan grandes?

Busco por la ventanilla la razón de nuestra parada. Un paso canadiense franqueado por una larga verja. Una demostración sencilla pero ingeniosa del poder de nuestros antepasados. Mi primer instinto es compartir el conocimiento con mis compañeros, pero me desprecian, infravaloran cualquier palabra que sale de mi boca y, si no fuese por sus obsoletos valores morales, me habrían dejado tirado hace ya tiempo.

No se puede dar de beber a un burro que no tiene sed.

Me lo repetía mi madre constantemente cuando no me apetecía estudiar. Si bien me molestaba en su momento, ahora entiendo porque lo hizo. No se trataba de protegerme de los demás niños, ni tan solo de hacer de mi un hombre culto, sencillamente se aseguraba que me relacionase lo justo para que no descubriese quien soy de verdad. Supongo que también eso se lo tengo que agradecer, en caso contrario me habrían expulsado del refugio a toda velocidad.

Me alegra tener mis libros. Me mantienen centrado y, por un momento, olvido la agradable sensación que sentí al arrancarle la vida al Abad. Mi madre lo hizo bien. Creó un mantra que puedo utilizar para contener mi verdadero ser.

Sonrio – Sonríe, porque confundes a la gente. Sonríe, pues es más fácil que explicar lo que te está matando por dentro.

La pulga pasara por ahí sin problemas, pero Gaspar no necesita que se lo digan, no necesita saber “que es” para deducirlo.

También veo pisadas de caballos y un resorte se dispara en mi cabeza.

¿Podrían los jinetes haber tomado un atajo y llegar aquí antes que nosotros? Sin lugar a dudas conocen el terreno y sus caballos no están obligados a ir por los caminos como la pulga.

Examino las huellas de herraduras intentando discernir cuanto tiempo llevan ahí y cuantos caballos puedo contar, así como la dirección de las mismas. Ya que estoy, compruebo el estado del “paso” por si el tiempo hubiera deteriorado su estructura.

Si se rompe mientras pasamos estaremos jodidos.