Partida Rol por web

En cuanto entramos y nos mira emocionado, intento conectar hilos y recordar su cara. ¿Le conozco de antes? ¿Vivía con nosotros en el refugio? Mi mente va a mil por hora intentando encajar frenéticamente su cara en mi memoria.

Nara pide hablar en privado y siento un momento de tensión, pero el hombre se muestra inesperadamente amable y acepta. Por supuesto que el gesto me da seguridad, camino sacando pecho y mirando a los guardias a la cara. Sólo ignoro al cobarde de Karu.

Detrás de la primera puerta se esconde un mundo muy diferente al montón de infelices que se apiñan afuera. Se trabaja intensamente, de alguna manera ver tanta gente ocupada me reconforta. Mirando las fraguas casi me olvido de lo que estábamos haciendo. Con una fundición así se podrían hacer piezas para La Pulga y sacar algunos parches que tiene.

Luego de la segunda puerta ya me parece un verdadero lujo. Es que al fin de cuentas se vive muy bien en Moraine. La bandera de los fráteres me hiela la sangre un momento. Me ubico cubriendo a mis amigas hasta que terminamos de pasar por allí.

Nos llevan a una casa pequeña, la sensación de encierro me empieza a recorrer los nervios otra vez. Constantemente miro sobre el hombro  y a los costados a los guardias que nos rodean. La tensión tiene un pico cuando entramos en la pequeña casa pero se afloja al ver que nos quedamos los cuatro solos y que el mapa está extendido sobre la mesa. Tomo asiento.

Al alguacil se lo ve nervioso e inesperadamente emocionado hasta las lágrimas. La actitud me incomoda bastante. De todas las palabras que podría haber dicho ese hombre pronunció las más sorprendentes posibles.

Siento un momento de incertidumbre y confusión. Pero el nombre de mi maestro, de Pedroso y las personas con las que crecí me conmueven a mí también. Antes de todas las preguntas que se amontonan en la cabeza siento que debo responder. Me quito el sombrero, lo tomo con ambas manos contra mi pecho en forma de respeto, con la cabeza baja lagrimeo. – Vikingo murió hará cosa de año y medio. De Pedroso sólo quedamos nosotros… y José. -

Clemente no vivía con vosotros. Nunca le conocisteis. Su nombre te suena de algo pero... es muy vago...

Al 'Vikingo' sí, fue el maestro y mentor de Gaspar, murió. Gaspar lleva su sombrero.

Mareia te suena de algo... alguna vez salió su nombre en alguna conversación entre los adultos... pero no la conociste. Murió antes de que nacieras o cuando eras muy muy muy pequeña.

-¡¿Cle-Clemente?!

En cuanto escuché su nombre, y además preguntar por el Vikingo, sentí que el cuerpo se me congelaba. ¿Aquél era Clemente? ¿El Clemente que había ido a Romaño? ¡¿El Clemente del que hablaba el diario que encontré en el refugio?!

-¿Dejaste el refugio y fuiste a Romaño? ¿Y le dijiste a Mireia que fuera contigo? -pregunté, aún sorprendida-. ¿Eres tú?

Cuando encontré el diario, jamás pensé que encontraría a ese tal Clemente del que hablaba. Lo daba como algo imposible. Sin embargo, aquí estábamos, en el lugar más sorprendente con el alguacil que mandaba en el lugar y, encima, con el Clemente que había vivido en el refugio cok nosotros cuando probablemente no éramos más que críos...

-¿De verdad eres tú? -pregunté por última vez. Si antes había mostrado seriedad, esta había desaparecido de un plumazo, dejando lugar a la sorpresa y el desconcierto.

No recordaba a aquel hombre, pero Sunhee habló y de repente recordé aquel diario. 

El mundo es un pañuelo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al entender las implicaciones de tener a un aliado  tan poderoso como Clemente al frente de la guardia de la ciudad. Una carrera ascendente y meteórica se apareció ante mí, deje volar mi imaginación... Podría ser como esa chica de la moto. Mil preguntas se amontonaban en mi cabeza y el optimismo se apoderó de mí, ¡por fin un golpe de suerte! No podía creerlo. Por fin las cosas irían bien.

Yo soy Nara, Clemente. Me alegro sinceramente de verte. Todos murieron en Pedroso, y tuvimos que abandonarlo para sobrevivir. Hemos atravesado el cinturón buscando un lugar seguro para vivir. Seguro que te interesará saber todo lo que tenemos que contarte, ¡Y por supuesto nosotros nos morimos de intriga por conocer tu historia! - una sonrisa sincera me iluminaba la cara como hacía muchísimo tiempo que no ocurría. - ¿Está Jose en la ciudad también? Nos hemos separado momentáneamente.

- No...

El hombre se derrumba ante vosotros. Se muestra cansado, vencido, al oír que todos han muerto. Se concede unos segundos y poco a poco recupera la compostura, aprieta los dientes, los puños...

- Perdonadme... -se seca las lágrimas, es chocante ver a un hombre tan grande, fuerte y poderoso en ese estado, ante unos adolescentes como vosotros- Sí, soy yo. -responde a Sunhee, impactado por que la chica conozca su historia- Mareia...

Tras recuperarse, se yergue en la silla y coloca sus manos entrelazadas sobre la mesa. Os mira, calmado, sonríe, su rostro es una mezcla de intensos sentimientos que intenta reprimir.

- Yo no... no os conozco. Abandoné Pedroso hace veintitrés años, antes de que siquiera fueseis concebidos. Pero llevo a vuestros padres en mi corazón, les recuerdo cada día que paso con vida, aún puedo ver sus caras claramente, y os aseguro que sois su viva imagen. Lamento tremendamente sus muertes, y no quiero imaginar lo que habréis pasado para llegar aquí. Pero ya estáis a salvo, yo cuidaré de vosotros como si fueseis mis propios hijos.

Tras esto hace una pausa, y se dispone a contaros su historia:

- Veréis. Cuando dejé Pedroso, también un otoño, como ahora, pero hace veintitrés años, la situación allí era insostenible. Los muertos eran cada vez más, nos rodeaban cada vez más estrechamente, y los recursos no durarían mucho tiempo. Vi la posibilidad de escapar, de travesar el cinturón, siguiendo el camino de Romaño, como has dicho. No sabíamos qué había al otro lado, o si la situación sería incluso peor que en Santiago. Era muy peligroso salir, muy arriesgado... no es como ahora, había muchos grupos, muchísimos más, el camino estaba plagado de ellos, y cualquier lugar podía convertirse rápidamente en una trampa mortal. Hablé con Mareia... Mareia... mi Mareia... y con algunos de los otros para explicarles mi plan. Casi nadie me escuchó, preferían resistir, o tenían miedo, querían permanecer en Pedroso, el refugio que con tanto esfuerzo construimos y defendimos duramente durante años. Al final decidí irme, intenté que al menos Mareia me acompañase, pero no lo hizo. Quería buscar otro lugar, buscar una salida, quería llevar una nueva esperanza a mis amigos... pero nadie tuvo el valor, o la insensatez, de acompañarme. Así que tuve que hacerlo solo.

- Durante meses vagué por el monte, evitando los pueblos y las carreteras, que estaban infestados. Evité cruzarme con los grandes grupos de muertos que recorrían sin rumbo los bosques, devorando toda la vida a su paso. No encontré a nadie vivo durante mucho tiempo. Luego me uní a un pequeño grupo, cerca de Traba, en la costa, pero nuestro refugio fue invadido, lo perdimos todo. Sólo otro anciano y yo conseguimos sobrevivir. Ni siquiera lo hicimos por nosotros mismos, unos monjes guerreros nos rescataron cuando estábamos a punto de ser devorados. Nos trajeron aquí, donde pude recuperarme de mis heridas. Miquel murió por las suyas a los pocos días. Hace años este lugar era mucho más pequeño y silencioso... Los frateres eran los restos de una civilización ya olvidada por todos, eran apenas unos cuantos monjes de diferentes órdenes que resistieron el hundimiento del mundo, refugiados tras los muros de unos cuantos monasterios aislados. Pero estaban locos, y lo están, no os fiéis de ellos... Creen que todo lo que pasó fue un castigo de Dios. Y querían, quieren, pretenden, recuperar Compostela y liberarla de los muertos, y así alcanzar su redención y la de toda la Humanidad. Yo, sin embargo, nunca pude compartir su credo, ni sus ritos, ni tampoco nunca suscribiré los actos atroces que cometen impunemente en nombre de un dios que, si alguna vez existió, nos abandonó hace mucho tiempo. Me hubiese marchado lejos de aquí de no ser precisamente por ese fin que persiguen: llegar a Santiago. Debía quedarme aquí, junto a ellos, si alguna vez quería volver a ver a Mareia. Sabía que era poco probable, sabía que difícilmente habrían resistido allí, en Pedroso. Sabía que llevaría años, y que posiblemente moriría en el intento. Pero merecía la pena, era lo único que tenía, la esperanza de volver a verla.

- Los años han pasado, y nunca he cesado en mi afán por volver allí. He conseguido hacerme fuerte, y permanecer cerca de ellos, ganarme su confianza, que me confíen sus planes, estar al tanto de los avances en la frontera, de cada metro recuperado, de cada nuevo monasterio rehabilitado más cerca de Santiago... también yo he participado directamente en alguna acción, en alguna cruzada... pero hay tantos muertos... se pierden tantas vidas en cada intento...

- Es milagroso teneros aquí, ante mí... tantos años luchando por volver allí... y ahora sois vosotros los que venís a mí. ¿Allí ya no queda nadie? ¿Ya no queda nada? Y a ese Jose, ¿dónde le visteis por última vez?

y si algo hay que reconocerle a los frateres es el haber reconectado a los pueblos, a los reductos, al menos en un principio... Ahora estamos reconstruyendo este mundo entre todos. Es muy difícil, hay mucho miedo, mucha desconfianza, y muchas opiniones diferentes y disonantes, la paz es algo escaso y no suele durar mucho, pero... lo intentamos.

Me quedo muda ante su explicación y sus emociones. Un escalofrío me recorre y evito emocionarme al recordar a todos nuestros seres queridos que murieron y que él conocía. Es lo más parecido a hogar que tenemos ahora mismo. Era amigo de nuestros padres, quizá si se hubiera quedado podría haber sido como nuestro tío. Desde luego este era el golpe de suerte de nuestras vidas.

Vaya, Clemente, es increíble, todo lo que has pasado. Nosotros también hemos tenido que arriesgarnos a salir pero porque si no nos moríamos de hambre. Fuiste muy valiente. Hago una pausa mirando al suelo - Siento mucho lo de Mareia. Perdimos a todos. Ahora sólo quedamos nosotros 4 y la Pulga, nuestro hogar -  miro a Gaspar invitándole a que hable, cuando de repente caigo en la cuenta - ¡Cuatro! Eso. Pues verás... El viaje ha sido duro. Hemos tenido que hacer cosas horribles por sobrevivir y si ya la situación era tensa, en el viaje ha empeorado, y esta mañana al despertarnos se había ido, nos ha dejado atrás. Creemos que entró por la misma puerta que nosotros, vio a Karu, comió en Quintana. Y ahí perdimos su pista.

Por el camino también conocimos a Luska, ¡Una chica mensajera de lo más interesante! ¿ La conoces? ¿Va también con otra chica que lleva un tatuaje y lleva una extraña moto de tres ruedas, verdad?

Escuché como Clemente nos habría su corazón, y no pude más que suspirar aliviada. Por fin, por primera vez en mucho tiempo, sentí que algo bueno pasaba. Aunque... sentí lástima por Clemente... parecía querer mucho a Mireia.

–En el refugio no queda mucho... solo algunos objetos inservibles y... zombies.

Aún recordaba como habíamos tenido que huir a toda prisa.

El refugio... realmente lo echaba de menos. Hablar de él hacía que me sintiera nostálgica. En aquel entonces, aún no sabíamos que encontraríamos a más personas con vida. ¡Y mira ahora! En una ciudad... No era como lo había esperado, pero... al menos sabíamos que no éramos los únicos supervivientes en el planeta.

–¿Conociste a mi madre? –dije, sorprendida–. Yo... no la conocí, murió cuando nací yo. Mi padre me habló de ella cuando era muy pequeña, pero apenas recuerdo nada. Él murió poco después, así que... tampoco tengo grandes recuerdos de él. ¿Cómo eran? Siempre me han dicho que eran buenas personas, y que yo soy el vivo reflejo de mi madre, pero... ¿de verdad era así?

En cuanto a Jose, Nara había dado toda la información posible... así que aguardé a que nos contestara. Únicamente añadí algo más...

–Antes de irnos del refugio encontramos el diario de Mireia –dije–. Ahora sé que tú eres ese Clemente del que hablaba. ¡Jamás pensé que te encontraríamos! Por desgracia, tuve que dejar el diario en una gasolinera... pero sé exactamente dónde lo dejé y sabría volver allí. Si... Mireia era importante para ti, te acompañaré para que puedas quedarte con el diario...

Apenas puedo creer lo que estoy escuchando. Empieza a crecer en mí la sensación de tranquilidad. Venimos vagando por los caminos, han querido mantenernos prisioneros, hemos tenido que matar, nos han robado y también “confiscado”. Pasamos hambre y estamos en constante estado de alerta. Ahora estamos frente al hombre más importante de una ciudad que ha mostrado en los últimos minutos ser activa, pujante y tener mil oportunidades a simple vista. El Alguacil se muestra honesto, abre sus sentimientos a nosotros. Está dispuesto a cuidarnos como si fuéramos sus hijos. Casi es demasiado bueno para ser real, pero quiero que sea real.

Su historia podría ser la nuestra, agradezco profundamente no haber tenido que hacer todo esto solo, como Clemente. Tuve el apoyo y la compañía más valiosa del mundo, mis amigos. Me quedaría con gusto bajo la protección de Clemente, pero en realidad lo único que me importa es que nos mantengamos juntos, ya tenemos uno desaparecido y de hecho empieza a preocuparme.

- Como dicen mis amigas, no queda nada en Pedroso. Nosotros… bueno, sólo nos tenemos a nosotros. Es lo único que no estoy dispuesto a dejar.

Ante vuestros comentarios sobre Pedroso, Mareia, lo que él mismo pasó y lo que habéis pasado vosotros, Clemente se muestra triste, alicaído, pero reacciona. Parece ir asimilando toda la información poco a poco, y por otro lado han pasado tantos años ya que esperaba algo así, en el fondo de su alma no esperaba que nadie de los que se quedó allí siguiera con vida.

Os habla bastante de todos, de los adultos de Pedroso, de vuestros padres. Habla de algunos que nunca conocisteis, debieron morir antes de vuestro nacimiento. Habla de otros que sí llegásteis a conocer, de Vikingo, de Carlos. A Sunhee le habla de su madre, le dice que era exactamente como ella, físicamente, y también de carácter, incluso hacía el mismo gesto al colocarse el pelo. El tono es melancólico, y triste cuando se da cuenta de que ha olvidado algún detalle o el rostro de alguien. Hace tantos años.

Sobre el diario: -Ese diario... ¿lo dejaste en esta gasolinera? -señala con el dedo en el mapa, donde Gaspar escribió "gasolinera". Parece sopesar, clacular- Está bastante lejos, dentro de la frontera... no. Gracias. Sería muy arriesgado, y no quiero poner ninguna vida en peligro sólo por un objeto. Mareia ya se ha ido...

Sobre Jose y la Pulga: -Si Jose es vuestro amigo, ¿Pulga quién es? ¿Vuestro hogar? ¿Una mascota? ¿No viaja con vosotros? No lo entiendo. No he hablado con ningún otro chico hoy, llevo todo el día aquí. Hablaré con Karu a ver si nos puede decir algo más sobre vuestros amigos. Lo normal sería que si ha atravesado la carretera y comido en la Posada, saliese de Moraime por la puerta sur... hablaré con Gardel también, debe haberle visto. Un chico viajando solo no se olvida fácilmente... Si ha salido de la ciudad no sé si podré hacer algo, espero que esté bien.

Sobre Luska y Anea: -Las conozco a las dos, claro. A Luska desde hace poco tiempo, la verdad, es muy buena chica, es de lejos, de un pueblo del sur... cruza frecuentemente la Zona llevando información, es muy valiente. La otra debe ser Anea por tu descripción, es un caso aparte. Pero no viajan juntas, y aunque ambas son muy solitarias son muy diferentes... creo que es lo único que tienen en común...

Clemente deja la frase en el aire y se calla; se pone algo nervioso. Se muestra preocupado:

- Centrémonos, por favor. Aunque soy el Alguacil de la ciudad no soy la única autoridad de Moraime, ni tampoco la autoridad con más poder aquí... Me preocupa que vuestra presencia atraiga la curiosidad de algún frater, son unos fanáticos obsesionados con Santiago y... debéis creerme, ¡son muy peligrosos! No tenemos demasiado tiempo. Debéis comprender que aquí nos conocemos todos, incluso a la mayoría de viajeros que van de paso les vemos regularmente. El mundo no es tan grande como os pueda parecer. Tres chicos como vosotros llaman muchísimo la atención. Tenéis que entenderlo. Es peligroso, si esos frateres descubren de dónde venís... No, no debéis quedaros aquí, por ahora... no es seguro. Sois caras nuevas, tenéis un acento que suena lejano, y no sabéis nada de este mundo... llamáis demasiado la atención... todos querrán conoceros, os harán muchas preguntas, y tarde o temprano ¡os descubrirán! No puedo permitirlo... no. Si un frater descubriese vuestra procedencia... estaríais en grave peligro...

- Pero no os preocupéis, os he dicho que cuidaré de vosotros. Hay un lugar no muy lejos de aquí, a una hora de caminata. Un viejo refugio abandonado desde que un brote devoró a sus habitantes, lo limpiamos, pero aún sigue vacío. No es gran cosa, pero allí estaréis a salvo, por ahora, hasta que se me ocurra algo mejor... tengo que sacaros de aquí. Debéis ir, es seguro. ¿Podríais esperar allí unos días? Os prometo que iré a buscaros lo antes posible, no puedo abandonar la ciudad así como así... puedo mandar a alguien para que os acompañe... puedo daros comida, algunas cosas... ¿Qué me decís? ¿Lo entendéis?

La Pulga es nuestro hogar sobre ruedas - sonrío mirando a Gaspar - obra de Gaspar. Una furgoneta reforzada que nos lleva a donde queramos y nos protege mientras dormimos dentro. Así que ir a donde nos digas no será ningún problema, en absoluto!

Con respecto a los fráteres...

Sabemos de sobra lo peligrosos que son. Deberíamos darte cierta información si vamos a confiar los unos en los otros.

Miro a Gaspar y Sunhee a la cara esperando su reacción. Con un leve gesto bastará para que le explique lo ocurrido pero necesito saber están de acuerdo.

​​​​​​Clemente estará de nuestra parte y se dará cuenta además de nuestra valía y nuestra capacidad de protegernosr nosotros mismos. Seguro que tendrá que cubrirnos las espaldas y debe saber por qué, es lo menos que podemos hacer.

Sigo atentamente las palabras de Clemente. Es un buen momento hablar de la gente de Pedroso. Río con las historias de la gente con la que crecí. Agrego las que puedo para que también el alguacil tenga algunas anecdotas nuevas para imaginar a sus seres queridos. Este tipo de momentos te acercan mucho a las personas. Hablar de Pedroso con él es como estar con alguien de la familia.

Cuando empieza a hablar de los fráteres la paranoia vuelve un momento. Estamos rodeados, son más peligrosos de lo que creíamos. De repente tengo un deseo enorme de estar en La Pulga. Mis pensamientos se cortan con el cambio de viz en la conversación. Nara tiene razón, debemos poner al tanto de todo a Clemente si queremos que nos ayude. - Verá, Clemente, el asunto es que... - la pausa es para pensar cómo lo digo - tres fráteres ya se entersron de dónde venimos. Trataron de hacernos prisioneros y nos robaron este mapa. - digo señalando la mesa - Esos fráteres... - levanto el ala de mi sombrero. Hay cosas que hay que decirlas mirando a los ojos - ... no se lo van a poder contar a nadie. - hago una pausa. - Otros hermanos nos vieron partir, pero sólo reconocerían a La Pulga. 

Al principio abrí la boca para tratar de mentir y salvar la situación, pero... no fui lo suficientemente rápida y Gaspar terminó por contar la verdad. En ese momento sentí miedo de que lo poco que podíamos haber ganado se desmoronara de nuevo y que Clemente nos rechazara al saber la verdad. Con ese miedo, alcé la mirada para ver la expresión que ponía Clemente.

Fuese como fuese, decidí dar mi punto de vista. 

-Fue... en defensa propia -añadí, mientras le mostraba el brazo-. Esto me lo hizo uno de ellos con su arma...

Era una realidad a medias. André me había atacado pero cuando herimos a su caballo. En el monasterio nos dieron algunas facilidades y... aún me sentía algo culpable, aunque sabía que... tarde o temprano algo malo hubiera pasado si hubiéramos decidido quedarnos con ellos. 

Clemente se muestra muy sorprendido cuando le habláis de la Pulga. Os pregunta con los ojos muy abiertos, incrédulo. Se sorprende de que tengáis una furgoneta de antes del Xacobeo, que funcione, ¡y con combustible! Vosotros, tres chicos. No se explica cómo habéis llegado hasta aquí sin que nadie os asalte u os robe, sin haber llamado la atención de bandidos o de cualquiera. Os explica que algo así es muy inusual. Os cuenta que aquí, en los garajes de Moraime, intentan recomponer vehículos con pedazos de otros, con lo que encuentran, con lo poco que recolectan, con chatarra, con algunas piezas que fabrican ellos mismos en los talleres... Os explica el altísimo valor de la Pulga, y os advierte de que con ella llamaréis muchísimo más la atención si cabe, y de que es muy peligroso ir por los caminos con ella. Os explica también que el combustible es una moneda de cambio de gran valor, al igual que los recambios, piezas, neumáticos... se alegra de que la hayáis escondido y se tranquiliza al saber que no habéis venido a Moraime con ella. No os pregunta dónde la tenéis, pero os aconseja dejarla donde esté, bien oculta, por el momento.

Luego escucha atentamente vuestra historia sobre los frateres de Páramos. Se muestra tan sorprendido como ante el hecho de que tengáis un vehículo y gasolina, y está muy preocupado. Agradece enormemente que le confiéis vuestro secreto, pues eso cambia bastante las cosas. Si alguien os vio.. o si alguien puede relacionaros con los cadáveres... Os explica que los frateres castigan el asesinato con la muerte, pero que el asesinato de un frater se castiga con algo mucho peor, algo que prefiere no detallaros. Os aconseja no contarle a nadie, jamás, lo ocurrido. Ahora cobra más fuerza aún la idea de llevaros al refugio. Os dice que quizá tengáis que pasar un periodo más largo en el refugio que os va a proporcionar, ocultos, hasta que no haya dudas de que estaréis seguros. Ahora sois fugitivos de los frateres, cuando la noticia llegue a Moraime los monjes os buscarán y no descansarán hasta encontraros. Él estará atento a cualquier noticia, y tratará de descubrir si alguien os vio, pudiendo reconoceros. Ahora ya, huelga decir, que la Pulga debe imperativamente permanecer oculta.

Clemente está nervioso, preocupado. Estáis metidos en un buen lío. No quiere despedirse de vosotros todavía pero, tras lo que le habéis contado, y dada vuestra procedencia, que permanezcáis en la ciudad es muy peligroso. No es seguro ni para vosotros ni para él mismo. Debe encubrir vuestro rastro, debe inventar alguna justificación para los tres jóvenes que se pasearon por la ciudad, debe encontrar a Jose... tiene muchas cosas que hacer ahora. Se acelera, se calma, y tras pensarlo un poco, su actitud se focaliza, se vuelve pragmática, concisa: debe sacaros de la ciudad y esconderos. Se levanta, apoya ambas manos en la mesa, os mira fijamente:

- Tengo que sacaros de aquí. Es lo más urgente. Si os encuentran, si descubren lo que habéis hecho... joder. Diré a uno de mis mejores hombres que os saque de la ciudad y os acompañe hasta el refugio. Os daré comida y agua. Iré a veros lo antes posible, en cuanto pueda, hasta entonces escondeos, que nadie os vea.

- ¡TULIO, ENTRA!

Uno de los hombres que os han acompañado desde la puerta norte entra al instante. Es algo mayor que vosotros, y lleva ropas  de tela ligeras reforzadas con trozos de cuero y metal; parece un explorador o alguien que sí acostumbra a salir de la ciudad. Clemente le da órdenes cortas, claras y concisas.

Estábamos en una situación peligrosa, no había dudas. Pero... bueno, al menos Clemente no se había tomado a mal lo que le habíamos comentado. Después de todo, él también parecía desconfiar de los fráteres... era una fortuna. Eso sí, la idea de tener que huir y estar escondida sin tener la posibilidad de buscar a Jose, no me gustaba nada...

Pero... ¡qué otra opción teníamos!

–Clemente, gracias –dije, esbozando una amable sonrisa.

Agradecía lo que aquel hombre hacía por nosotros. Agradecía profundamente que, por primera vez en mucho tiempo, alguien que no éramos nosotros se preocupara por nuestra seguridad... Apenas le conocíamos, pero sabía que era un buen hombre y confiaba en él...

Era una fortuna haberle encontrado. Sólo había una cosa que temía con toda mi alma, y eso era no encontrar a Jose antes de que nos fuéramos a escondernos en ese refugio...

–Por favor, si encuentras a Jose, dile que le echamos de menos... y que... sea lo que sea que le haya pasado con nosotros... que por favor, vuelva a nuestro lado.

No me daba tiempo a decir mucho más antes de que entrara Tulio, así que con eso sería suficiente...

Clemente, muchas gracias, seguiremos tus órdenes. - le dije resolutiva. Me daba confianza y podría trabajar a su lado... Lo deseaba! - Antes de irnos, debes saber que Jose estuvo presente, participó de lo que pasó, y si los fráteres lo capturan, obtendrán esa información. No es lo que se dice un chico atlético ni luchador, pero sí es muy inteligente. Podría darles información a cambio de salvar la vida si fuera necesario... - titubeé mirando a mis amigos -  O incluso mentirles y unirse a ellos. Antes de irse dejó unos escritos que nos han dejado preocupados y que me hacen pensar que puede querer vengarse de nosotros como sea. No acabamos bien.

Conforme Clemente va describiendo la situación mi preocupación va creciendo. Estamos en un peligro mucho más grande del que creía. Se nota en el nerviosismo del alguacil, la urgencia de la situación. Con todo, es reconfortante que este hombre se tome como propio nuestro problema.

Por su sorpresa respecto de La Pulga y cómo sobrevivimos en general, siento que nos subestima un poco. Para sacarnos nuestra casa tendrían  que poder con nosotros y no es tan fácil como parece. Está claro que no ha visto disparar a Nara.

-  Sólo se me ocurre cambiar las flechas para que no se parezcan a las que encuentren en el monasterio. - Digo tratando de tecordar los detalles y listo para partir con Tulio. Nos hemos estado paseando por el medio de Moraine, los comentarios ya deben estar corriendo.