Partida Rol por web

Mira, yo no quería ser un mestizo. Si estás leyendo esto es porque piensas que puedes ser uno, mi consejo es que cierres ahora mismo esta ventana. Créete cualquier mentira que tu madre o tu padre te hayan dicho acerca de tu nacimiento y trata de llevar una vida normal. Ser un mestizo es peligroso. Da miedo. La mayor parte del tiemp, consigues que casi te maten de diferentes formar dolorosas y desagradables. Si eres un adolescente normal, y crees que todo esto es ficción o fantasia, sigue leyendo. Te envidio por ser capaz de creer que nada de esto es cierto. Pero si te reconoces a ti mismo en estás palabras - si tú sientes algo moviéndose dentro - para de leer inmediatamente. Podría ser que fueras uno de nosotros. Y una vez que lo sabes, es cuestión de tiempo antes de que lo sientas y van a venir por ti. Ni digas que no te lo advertí.

Por alguna razón en especial, la nota que apareció sospechosamente en tu cuaderno de clases no te hizo pensar en lo más mínimo. Es más, la arrugaste y la tiráste en una de las papeleras del colegio justo antes de salir de al patio del recreo de la Escuela Preparatoria Meriwether. Sí, esa escuela progresista del centro, lo que significa que os sentáis en grandes pufs, no en pupitres, que no te ponen notas y que todos los profesores llevan tejanos y camisetas de rock, lo cual te parece genial.

Pongamos por caso la primera clase del día, la de ingles. Todo el colegio había leído El señor de las Moscas, en el que un grupo de chicos quedan atrapados en una isla y acaban chalados. Así pues, como examen final, los profesores enviaron a todos al patio del recreo y allí os quedariáis durante una hora sin la supervisión de ningún adulto, a ver que pasaba. Y lo que pasó fue que se armó un concurso de collejas entre los alumnos de los cursos superiores, además de dos peleas a pedradas y un partido de baloncesto con placajes de rugby. El matón del colegio, Matt Sloan, dirigía la mayor parte de las actividades bélicas.

Sloan no era grandullón, ni muy fuerte, pero actuaba como si lo fuera. Tenía los ojos de perro rabioso y un pelo oscuro y desgreñado, siempre llevaba ropa cara, aunque muy descuidada, como si quisiera demostrar a todo el mundo que el dinero de su familia le tenía sin cuidado. Tenía mellado uno de los incisivos desde el día que condujo sin permiso el Porche de su padre para dar una vuelta y chocó con una señal de "Niños, reduzca la velocidad".

El caso es que Sloan estaba repartiendo tortas a diestra y siniestra cuando cometió el error de darle a tu amigo Tyson.

Tyson era el unico chaval sin techo de la Escuela. Por lo que habías deducido que sus padres lo habían abandonado cuando era muy pequeño, seguramente por ser... tan diferente. Media uno noventa y tenía la complexión del abominable hombre de las nieves, pero lloraba continuamente y casi todo le daba miedo, incluso su propio reflejo. Tenía la cara como deformada, con un aspecto brutal. No sabrías decir de que color eran sus ojos, por que nunca te animaste a mirar más arriba de sus dientes torcidos. Anuque su voz era grave, hablaba más bien raro, pero supones que debe ser por que nunca antes había ido a un colegio, antes de esta escuela.

El caso es que Matt Sloan se deslizó por detrás de él y trató de darle una colleja. A Tyson le entró el pánico y lo apartó de un empujón más fuerte de la cuenta. Sloan salió volando y acabó enredado en el columpio que había cinco metros más allá.

- ¡Maldito Monstruo! - Lo escuchaste gritar. - ¿Por qué no vuelves a tu caja de cartón? -

Tyson empezó a sollozar. Se sentó al pie de las barras para trepar ( con tanta fuerza que dobló una ) y ocultó su cara entre las manos. A ti se te partía el corazón cada vez que pasaba algo así... y como siempre, no tardaste en reaccionar.

Grace había salido al patio y se había puesto a intentar jugar a baloncesto. Había conseguido alguna canasta y evitar todos los placajes que intentaban dirigir hacia ella para detenerla. La Intocable seguía defendiendo su título. Estaba concentrada en un tiro libre cuando escucha el grito de Sloan y el posterior sollozo de Tyson.

No puede ser...

Piensa para sí mientras deja caer la pelota en el suelo y corre hacia ellos, plantándose delante de Tyson como si así impidiera que Sloan pudiera pegarle en cualquiera de las partes del cuerpo que sobresalían por detrás. Es decir, en cualquier lado.

Oye, tío, que te ha dado sin querer. ¿Porqué no te tranquilizas y te vas a pegar a alguien de tu tamaño para variar un poco?

Coloca las manos en su cintura y levanta la barbilla bien alta, clavando esa mirada azul en su "compañero" demostrándole que no tenía ningún tipo de miedo.

- Ya salió la defensora de los pobres. - Le dije mientras me incorporaba y cuatro de los nuevos, los que jugaban conmigo a la guerra de collejas se unieron a mí. - Si tuvieras amigos o amigas, además de ese monstruo, la cosa sería distinta. -

Sloan y sus horribles amigotes estaban muy ocupados riéndose a carcajadas. En ese momento te preguntaste si sería cosa de tu imaginacion o Sloan tenía más amigos de lo normal. Te habías acostumbrado a verlo rodeado de dos o tres, pero aquel día había más de media docena y estabas segura que no los conocías de nada.

- ¡Espera a la clase de deportes y verás, niñata! -

Después de decirte eso, todos se giraron y siguieron a lo suyo. En ese momento Tyson se acercó a tí, aún con lágrimas en los ojos y te pregunto entristecido.

- ¿De verdad soy un monstruo? -

Aunque los matones hayan dado la espalda ya, Grace les enseña la lengua, frustrada. ¿Porqué siempre se unía gente a los malos en vez de a los buenos? Así nunca iban a dejar de aparecer Sloans en todas partes...

Finalmente se gira hacia Tyson y se sienta a su lado, en el columpio, poniéndole una mano en el hombro. Su rostro, enfurecido hacía tan sólo unos segundos, ahora era tranquilo y mostraba una enorme sonrisa.

Déjame ver, grandullón...

Responde con una sonrisa a la inocente pregunta de su amigo. Lleva una de sus manos al pecho de Tyson y la deja allí unos segundos mientras explica.

¿Escuchas el latido de tu corazón? ¿Lo escuchas? Siempre ha tenido mucha fuerza. Eso es porque es enorme. Y alguien con el corazón tan grande no podrá nunca ser un monstruo.

Cuando ha terminado de explicar esto, como si Tyson fuera un niño de 10 años el doble de grande que ella, le da una palmadita en el hombro.

Además, a mí los monstruos no me caen bien, y tú sí. -Acompaña esta frase de un guiño de ojo, esperando animar al grandullón.

Tyson te sonrió, mostrándote todos sus dientes desproporcionados y uno para cada lado, pero pareció tranquilizarse con tus palabras de ánimo.

La hora del patio terminó y pasastéis al examen de ciencias. La señora Tesla os dijo que teniáis que ir combinando productos químicos hasta que consiguieráis que explotase algo. Tyson era tu compañero de laboratorio y sus manos, eran demasiado grandes para los diminutos frascos que se suponía que deberiáis usar y, de modo accidental, derribó una bandeja entera de productos químicos sobre la mesa y desencadenó en la papelera un gran hongo de gases anaranjados.

En cuanto la señora Tesla hubo evacuado el laboratorio y avisado a la brigada de residuos peligrosos, te elogió a ti y a Tyson por vuestras dotes innatas para la química. Habiáis sido los primeros en superar el examen en menos de 30 segundos.

En sociales, la siguiente clase, todo se tornó un poco más compicado. Mientras escribias una redacción que te había pedido el profesor, Sloan pasó por al lado de tu pupitre y te quitó el cuaderno. El rubio pasó el cuaderno a sus espantosos compinches, que empezaron a soltar risillas y romperlo en pedacitos para convertirlos en proyectiles.

Debían ser alumnos nuevos que estaban de visita, por que todos llebavan aquellas estúpidas placas de identificación ("Hola, me llamo...") que daban en la oficina de inscripción. Y debían tener un extraño sentido del humor, porque habían escrito en ellos nombres extrañísimos como "Chupatuétanos", "Devoracráneos" y "Quebrántahuesos". Ningún humano tiene nombres así.

- Estos colegas se trasladan aquí el año que viene. - Te dijo Sloan con aire fanfarrón, como si saberlo hubiese de aterrorizarte. - Apostaría a que ellos si pueden pagarse la matrícula, a diferencia que el tarado de tu amigo. -

El timbre sonó y eso significaba una sóla cosa... la hora de deportes...

Grace había estado conteniendose mientras los "compinches" de Sloan destrozaban su cuaderno.

En fin, luego tendré que pedírle a alguien el suyo...

Ni podía sacarles los ojos ni chivarse al profe, así que... se quedó en su sitio y les espetó algo.

Oh, sí, claro... Qué ingenua soy pensando que tus amiguitos sabrían utilizar un cuaderno como es debido... Por cierto, por si la idea se os ha pasado por esa diminuta cabeza vuestra, si os lo coméis os puede causar una indigestión...

Suspira, poniendo los ojos en blanco y centrándose de nuevo en lo suyo. Al menos hasta que el idiota vuelve a hablar. ¿No se iba a quedar callado nunca?

¡Oh! ¿En serio? -Finge sorpresa y luego continúa con su sonrisa habitual- ¡Es una lástima que ninguno de nosotros dos vaya a estar aquí para verlos el año que viene... Es lo que tiene aprobar todas y no repetir curso, ¿Verdad, Tyson?

Guiña un ojo a su compañero y empieza a recoger sus cosas, dispuesta a salir hacia la clase de deportes. Sabía que Sloan y sus grupitos iban a jugársela. O al menos, a intentarlo. Tendría que andarse con ojo... Y prestarle uno a Tyson también.

El uniforme de gimnasia del colegio consistía en unos pantalones cortos azul celentes y unas camisetas desteñidas con colores variopintos. Por suerte, la mayor parte de los ejercicios atléticos los haciáis a puertas cerradas, de manera que no teniáis que trotar por el barrio con el aspecto de una manda de hippies.

Te cambiaste en los vestuarios lo más deprisa posible ya que no querías tropezarte en los pasillos con Sloan. Cuando saliste, Tyson estaba en la puerta de los chicos con el uniforme en la mano.

- ¿Te importaría? - Te dice con una sonrisa.

Tú asentiste y tu compañero se metió en el vestuario a cambiarse mientras montabas guardia en la puerta. Te sentías, eso sí, algo extraña haciendo aquello, pero Tyson te lo pedía casi todos los días. Te imaginabas que era por que tiene el cuerpo completamente lampiño, así como unas extrañas cicatrices en la espalda sobre als cuales nunca te has atrevido a preguntarle.

Cuando entrastéis al gimnasio, el entrenador Nunley estaba sentado en su escritorio, leyendo el Sport Illustrated. Nunley debía tener un millon de años. Era un tipo con gafas bifocales, sin dientes y con un grasiento mechón de pelo gris. En ese momento, ves a Sloan acercarse a él y decirle en voz alta: - ¿Puedo ser el capitán? -

El profesor levantó la mirada de la revista y escuchas que dice: - Hum... vale. -

Sloan corrió satisfecho y se encargó de formar los equipos. A ti te nombró capitán del equipo contrario, pero no tenía importancia alguna a quién puedas elegir, porque todos los tipos cachas y los chicos más populares se pasaron al bando de Sloan. Y lo mismo hizo el grupo de visitantes.

En tu equipo estaba Tyson, Corey - el flipado de los ordenadores -, Raj - un verdadero prodigio del cálculo -, y media docena de chavales a los que Sloan y su banda se dedicaban a hostigar habitualmente. En condiciones normales, habrías tenido ayuda suficiente con Tyson, pues él sólo ya valía por medio equipo, pero los visitantes eran casi tan altos y fuertes como él, al menos en apariencia y había seis de ellos en el otro bando.

Sloan volcó una cesta llena de pelotas en el centro del gimnasio y sonrió.

- Miedo. Huelen raro. - Dijo Tyson. - Los gigantes huelen raro. -

No se deben haber bañado en mucho tiempo, no...

Sonríe divertida, pensando en que quizá, el sentido del humor de Tyson iba mejorando poco a poco.

No te preocupes... les ganaremos...

Intenta parecer segura, pero echando una mirada a los demás de reojo, su voz parece dudar un instante.

¡Equipo! Venid aquí...

Los llama dando un par de palmadas para que se unan en un círculo y cuchichear sin que nadie más les oiga.

A ver... ellos tienen el músculo y nosotros la cabeza. Raj y Corey, quiero que vosotros penséis en alguna estrategia, os coloquéis al final y nos vayáis dirigiendo a los demás. Aguantad lo que podáis, nadie nos va a culpar si no ganamos, pero si ganamos... ¡La gloria será nuestra!

Exclama satisfecha y animándose incluso a sí misma.

Los visitantes hacían crujir los nudillos mientras os preparabáis y os miraban como si hubiera llegado la hora de la masacre. Te volviste a preguntar de dónde habían salido esos tipos. Tenía que ser de algún sitio en donde alimentaran a los alumnos con carne cruda y los apalearan con bates de beisbol.

Entonces Sloan tocó el silbato del entrenador y empezó el partido. Su equipo se abalanzó hacia la línea central. El tuyo, en cambio, tomo posiciones lejos de la línea, intentando sobrevivir. Te giraste para mirar a Tyson en el momento que un balón te golpeó en la barriga y los gigantes comenzaron a reirse a carcajadas. Los demás, al ver esto, hacían lo posible para no convertirse en blancos seguros.

Veías borroso. Te sentías como si un gorila acabara de darte un masaje en la boca del estómago. No podías creer que alguien fuera capaz de lanzar una pelota con tanta potencia.

- ¡Agachate, Grace! - Te gritó tu amigo cuando un balón pasó al lado de tu oreja a la velocidad del sonido.

¡Buuuuuuuuuuum!

La pelota rebotó en la colchoneta en la pared y Corey soltó un aullido. Parecía que iban a eliminar a todos, pero de la faz de la tierra.

Uno de los visitantes, el llamado Quebrantahuesos, me dirigió una sonrisa malvada. Lo habías visto antes, pero ahora parecía todavía más descomunal, incluso más que Tyson. Los bíceps le abultaban bajo la camiseta.

Grace no podía creer que le hubieran dado. ¡Y menos con tanta fuerza!

Su mirada se dirige rápidamente al profesor, para ver si es que se había quedado ciego o estaba compinchado con ellos para que acabaran masacrándolos a todos. A este paso, los nombres de los amiguitos de Sloan iban a cobrar sentido de verdad.

Venga, venga... tiene que haber una manera de poder coger esos balones...

Intentando centrar sus sentidos en coger los balones que caían al suelo y esquivar los que pasaban volando, Grace aprovecha que los jugadores del otro equipo se encuentran en la línea central para intentar darles.

¡No os rindáis!

Grita con rabia contenida. Se supone que es un juego en una clase de deportes... ¿Porqué tenían que jugar como si les fuera la vida en ello? No era para nada justo... y menos para los demás...

- Eres una verdadera pena, Grace. Eres una niñata engreida tanto como tu amiguito Tyson. Mira como intenta esquivar los balones... ¡y tus compañeros! ¡Míralos como corren! - Dijo Sloan entre fanfarrón y sobrado. Tal vez un poco de las dos cosas.

Pero no estaba equivocado.

Los enormes contrincantes, los que estaban junto a él, lanzaban con todas sus fuerzas los balones, haciendo que las venas de sus cuellos se hincharan tanto que parecían tuberías de desague. Los balones volaban a una velocidad impresionante ( y cuando digo impresionante, digo que era algo increible, casi como balas de cañón ) impactando en tus compañeros y dejándolos inconscientes en el suelo.

La mayoría de tu grupo se agolpaba en la puerta del gimnasio, intentando salir de allí, pero un balón lanzado por uno de esos enormes y horribles gorilas había roto el pestillo y ahora era imposible escaparse por ese sitio.

- ¿Qué pasa, Kelly? ¿Nos tienes miedo? -

Grace se detiene de repente, enfurecida por completo ahora. Ya no tenía sentido aguantar la rabia. O explotaría. Rabia por que aquellos idiotas estaban haciendo daño de verdad a sus compañeros, daño porque el profesor no hacía nada, daño porque encima, se reían de ellos y se enorgullecían del daño.

¿Pena? ¿Miedo? ¡¡Eso deberías verlo tú cuando todo el mundo se enterde lo que estás haciendo!! ¿Tú lo has visto? ¡¡Los estás dejando inconscientes, monstruo!! Te va a caer una buena encima... y para entonces, no tendrás a tus amiguitos a tu lado. Ojalá encuentres a alguien en la vida que te trate mil veces peor que tú a los demás, ¡Capullo!

Coge un balón del suelo y lo lanza con todas sus fuerzas contra él, intentando darle en la cabeza o en sus partes bajas, una de dos.

La bola que iba directamente a la entrepierna de Sloan, fue atrapada por uno de los gigantes que tenía a su lado. Todos los que lo rodeaban estaban aumentando de tamaño. Ya no eran chavales, se habían convertido en gigantes de dos metros y medio con ojos de locura, dientes afilados y unos brazos peludos tatuados con serpientes, chicas bailando el hula hop y corazones de enamorado.

Algo así, pero mucho más feo ( lo cual ya es un decir ):

Los demás compañeros de tu equipo comenzaron a chillar y a retroceder hacia otra salida, pero el gigante Chupatuétanos lanzó una pelota con mortífera precisión. Pasó rozando a Raj, que estaba a punto de salir, y le dió de lleno en la puerta, cerrándola por arte de magia. Raj y los ojos comenzaron a aporrearla como desesperados, pero la puerta no se movía.

El llamado Quebrantahuesos te soltó un gruñido. En el biceps tenía un tatuaje que rezaba: "Me gustan mis Ricuras".

- ¿Capullo? ¿Le dices capullo a él? - Soltó Quebrantahuesos antes de comenzar a reirse. - El problema somos nosotros, Ricura. ¿Cómo vamos a dejar escapar a bocados tan sabrosos? Estamos aquí para matarlos a todos... ¡Queremos nuestro almuerzo! - 

Hizo un gesto con la mano y aparecieron en el gimnasio un montón de pelotas más. Pero estas no eran de goma, no. Eran de bronce, del tamaño de una bala de cañón y tenían agujeros que escupían fuego. Debían de estar al rojo vivo pero los gigantes las cogían con las manos desnudas.

En ese momento, el entrenador pareció darse cuenta de lo que pasaba, ya que levantó la mirada de su revista y se acomodó las gafas. - Jugad limpio. - Dijo y continuó con lo que estaba haciendo.

Grace parpadea un par de veces ante las palabras de la mole. ¿Acababa de decirlo en serio? Es decir... aquello era un gimnasio, ellos eran chicos de instituto y estaban en una clase de deporte escolar... ¿no?

Mira a su alrededor intentando confirmar todas sus preguntas, pero no encuentra ninguna evidencia de aquello. El gimnasio se había convertido en un campo de batalla, los chicos de instituto parecían luchadores profesionales y en esta clase de deporte había demasiados heridos como para que fuera escolar.

Vuelve a mirar al profesor, e incluso grita su nombre, llamando su atención.

¡Oiga! ¿Es que está ciego o qué?

Nunley volvió a levantar la mirada de la revista adormilado, y sonrió. No dijo absolutamente nada, simplemente, movió su mano como para decir que continuéis sin problemas.

El gigante Devoracráneos lanzó una pelota, la cual pasó a tú lado como un cometa e iba directamente hacia Corey. En ese momento, Tyson lo sacó de detrás de las colchonetas un segundo antes que la bola estallara en ellas y las convirtiera en un montón de jirones humeantes.

- Nadie se irá de aquí hasta que quedes eliminada. - Rugió. - Y no serás eliminado hasta que seas devorada. -

Y te arrojó una bola de fuego. Tus compañeros de juego se dispersaron segundos antes de que el proyectil abriera un cráter en el suelo. Y otra más, que iba hacia tí a la velocidad de un rayo. Tyson te apartó de un empujón, pero la explosión te alcanzó y te lanzó por los aires. De repente, estabas en el suelo del gimnasio, aturdida por el humo y con la camiseta llena de agujeros chisporroteantes. Al otro lado de la línea central, dos gigantes hambrientos me miraban desde lo alto.

- Carne. - Bramaron. - ¡Filete de héroe para almorzar! -

Vale, aquello ya era demasiado. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero sí sabía que había que hacer algo. ¿El qué? De eso tampoco tenía ni idea.

¡Tyson, cuidalos!

Grita, temiendo ahora por la vida de sus compañeros de clase. Tyson podría protegerlos... sobretodo si como decían los grandullones, iban a por ella.

Que sea lo que Dios quiera...

Huir no iba a servir de nada esta vez... acababa de tenerlo claro. Así que, tendría que atacar. Cogiendo impulso, sale corriendo hacia uno de los gigantes, el que había estado a punto de hacerla a la brasa, y lo enviste, procurando hacerle cosquillas al menos.

Cuando saliste corriendo hacia uno de ellos, el golpe fue realmente tremendo, claro que el rebote y el golpe en el suelo, también lo había sido. Te quedaste aturdida durante unos segundos cuando escuchaste la voz de Tyson a tus espaldas.

- ¡Grace necesita ayuda! - Dijo el grandullón y salió corriendo hacia ti justo cuando los dos gigantes, al que "chocaste" y otro, te lanzaban dos bolas igneas al pecho.

Tyson se interpuso.

Y las bolas estallaron contra...

¡No!

Él las había atrapado al vuelo. El torpe de Tyson, el que volcaba el material de laboratorio y destrozaba las estructuras del parque infantil todos los días, se las había arreglado para atrapar aquellas dos bolas de metal al rojo vivo que volaban hacia él a un trillón de kilómetros por hora. Y no sólo eso, sino que se las lanzó de vuelta a sus atónitos propietarios.

- ¡¡¡NOOOOOOO!!! - Chillaron, pero las esferas de metal les explotaban en el pecho, haciendo que los gigantes se desintegren en dos columnas de fuego gemelas. - ¡Mis hermanitos! - Gimió Quebrantahuesos el Canibal.

Flexionó sus músculos y sus tatuajes se contorsionaron.

- ¡Pagarás cara su destrucción! -

Pero ofuscado por el dolor de haber perdido a sus hermanos, y tu todavía atontada del golpe y de lo que acaba de hacer Tyson, no te diste cuenta como tu enorme amigo cogió una bola de acero incandecente y le dió forma con sus manos a golpes, también con sus dientes, y te la dió, ya apagada y fría.

- Coge. Espada, buena contra monstruos. - Te dijo y te puso en tu mano una espada corta de lo que parecía ser bronce, y que estaba afilada a más no poder.

Grace mira la espada sin saber muy bien qué hacer con ella. Y lo peor de todo...

¿Quién eres tú y donde está mi grandullón?

No había podido evitar expresar sus pensamientos en voz alta. ¿Dónde estaba aquel grandote pacífico que no hacía daño a nadie? De un momento a otro se había convertido en un grandullón capaz de coger bolas de fuego en el aire y lanzarlas para destruir a dos gigantes. Gigantes literalmente, porque aquellos no podían ser humanos. Y no contento con eso, había hecho una espada con sus propias manos.

Oh... Dios... mío...

Murmura por lo bajo mientras vuelve a dirigir la mirada a la espada. Pero algo decía que el peligro no había pasado. Tenía a otro de esos gigantes a punto de lanzarse hacia su buen Grandullón, y una espada en la mano. Daba igual el sinsentido de toda aquella situación... Las piezas estaban tan claras que no había forma de hacer otra cosa.

Cogiendo carrerilla de nuevo, espada en mano, se lanza a correr hacia el gigante. No sabía muy bien como utilizar un arma... ella había practicado judo y tiro con arco, no esgrima. Pero tampoco era muy difícil saber qué parte de la espada hacía daño y qué parte no, así que... tampoco lo haría tan mal...

La espada de Grace cortó al gigante en dos y este, desapareció con un sonoro *fsssssssssssssss*. Como sus otros dos compañeros, lo único que quedó tras unos segundos después de que la espada traspasara al gigante, es un poco de cenizas en el suelo.

El incendio había comenzado en una parte del gimnasio y ya estaba a punto de llegar a las gradas de madera. Los alumnos, comenzaron a golpear la puerta y a quitar los escombros y justo en ese momento, uno de los profesores abrió la puerta del lado de afuera y automaticamente, fue arrollado por una jauria de alumnos que lo único que querían hacer era salir de allí.

Tyson sonreía embobado al ver como te habías cargado al gigante, pero seguía siendo el mismo. Es decir, era el mismo físicamente que tú conocías, nada había cambiado en él, excepto que ahora parece ser que puede coger bolas de fuego con la mano y construir con ellas espadas de cobre.

Cuando el profesor se incorporó del atropellamiento, se levantó furibundo y lo primero que hizo es mirarte a tí, ya que eras la única allí presente con una espada en la mano.

- ¡Kelly! - Gritó reprendiéndote y cómo preguntando que demonios estabas haciendo.

Pero Tyson volvió a actuar.

Sin esperártelo, te cogió de una mano y salió corriendo hacia una de las paredes. Él corriendo delante, no hizo más que cubrirse la cara cuando atravezó los treinta centimetros de ladrillos y cemento y salió a la calle, en la cual se escuchaban las sirenas de los bomberos que se acercaban.

- Salir de aquí. Rápido. - Dijo Tyson mientras miraba la calle buscando algo, para poder salir pitando de allí.