Partida Rol por web

Tyson abrió la puerta trasera y te invitó a subir como si todo aquello fuera normalísimo. Tal vez el grandullón no veía lo que tu veías. Tal vez simplemente quería salir de allí. Todo era un misterio.

- Arg. - Gritó la vieja. - No llevamos a esa clase de gente. - Dijo señalando a Tyson con su dedo huesudo.

No sabías que demonios ocurría. Tal vez era el día nacional del acoso a los chicos feos y grandullones, o algo parecido.

Tyson pareció gruñir y la vieja guardó el dedo dentro de su mano y se giró hacia delante.

El interior del taxi también rea de un gris ahumado, pero parecía bastante sólido, el asiento estaba rajado y lleno de bultos, o sea que no era muy diferente a la mayoría de los taxis. No había panel de plexiglas que te separase de la anciana dama que conducía...

Un momento...

No era una dama. Eran tres las que se apretujaban en el asiento delantero, cada una con el pelo grasiento cubriéndole los ojos, con manos sarmentosas y vestidos de arpillera gris.

- Long Island. - Dijo la que conducía. - Bono por circular fuera del area metropólitana. ¡Ja! -

Pisó el acelerador y te golpeaste la cabeza con el respaldo. Por los altavoces sonó una voz grabada: "Hola, soy Ganímedes, el copero de Zeus, y cuando salgo a comprarle el vino al Señor de los Cielos, ¡siempre me abrocho el cinturón!".

Bajaste la vista y en lugar de cinturón de seguridad, había una larga cadena negra.

¿Ganímedes? ¿Zeus? Qué publicidad tan rara, ¿eh?

Intenta bromear, dando un suave codazo a Tyson en el brazo.

Aquel comentario podría estar fuera de lugar, teniendo en cuenta el coche en el que iban, su orígen y las tres extrañas conductoras... sin contar todo lo que había pasado en el colegio...

Grace baja la mirada al cinturón y arquea una ceja al encontrarse con la cadena. ¿No iba a haber nada normal en el día de hoy?

Con una nueva media sonrisa, divertida, coge la cadena e intenta descubrir cómo se abrocha.

Tyson se sorprende ante tu golpe, ya que no dejaba de mirar a las ancianas como iban y venían por el asiento delantero. Una discutía con la otra, la otra con las otras dos, y así durante los primeros cinco minutos del viaje. ¡Hasta se tiraban de los pelos y se daban manotazos!

El grandullón olisqueó un par de veces el aire y negó con la cabeza.

- Viejas. - Dijo simplemente.

En ese momento, una de ellas se giró... pero no como te podrías haber girado tú, no, sino más bien como lo haría la niña del exorcista. Dejó el pecho hacia delante y sólo hizo girar el cuello hacia atrás, haciendo crukir sus vertebras con varios *crak crak crak* hasta que se quedó con la cabeza mirando hacia el asiento trasero.

Miró a Tyson y escupió al suelo, justo al lado de sus zapatillas enormes.

- ¿Y tú que hablas, monstruo? Tienes suerte que te hayamos dejado subir al taxi. - Miró a Grace con el rostro serio. - ¿Cómo es qué viajas con esta cosa? ¿No había nada mejor en el mercado? -

La anciana se quedó quieta, esperando tu respuesta y al ver que no llegaba, se giró murmurando.

- Dioses. Si es que la niebla no la deja ver. Seguro que será hija de uno de los menores. -

Oiga, señora. Un poco de respeto por mi amigo, ¿de acuerdo?

Espeta cansada ya de las palabras de las viejas, echándose un poco hacia delante y mirándolas con algo de mala leche.

¿Niebla? ¿Menores? ¿Qué leches...?

Confundida mira a Tylor.

Oye, vayamos andando. En serio, me están poniendo de los nervios... Además, odio tener que estarme quieta.

Aquello era evidente. El pie derecho de Grace no deja de subir y bajar, haciendo temblar toda su pierna.

Tyson negó con la cabeza justo cuando el taxi dió un acelerón y la dama gris que se sentaba en medio chilló.

- Mira por dónde vas! ¡Dobla a la izquierda! -

- ¡Si me dieras el ojo, Tempestad, yo también podría verlo! - Dijo la que conducía.

¿Qué demonios era eso del ojo? Querías preguntar, pero no has tenido tiempo por que la conductora viró bruscamente para esquivar un caminón que se os venía encima, se subió al bordillo con un traqueteo como para astillarse los dientes y voló hasta la siguiente manzana.

- ¡Avispa! - Dijo la tercera dama a la conductora. - ¡Dame una manzana! ¡Que quiero morderla! -

- ¡Ya la mordiste la última vez! - Contestó la conductora, que debería ser Avispa. - Esta vez me toca a mi. -

- ¡De eso nada! - Chilló la tal Ira.

- ¡Semáforo rojo! - Gritó la que iba en medio, Tempestad.

- ¡Frena! - Aulló Ira.

Pero en lugar de frenar, Avispa pisó a fondo, volvió a subirse al bordillo, dobló la esquina con los neumáticos chirriando y derribó un quiosco.

Como ya hacía rato que pensaba... Se había escapado de unos gigantes... no, habían hecho cenizas unos gigantes y ahora iban a morir en un taxi.

No teníamos que haber subido...

Agarrándose donde puede, Grace cierra los ojos, deseando haber llegado a su desconocido destino cuando los abra.

Oye, Tai... ¿Se puede saber dónde vamos? Tengo que llamar a mis padres... Estarán preocupados.

Empieza a decir sin atreverse a abrir los ojos.

Y ya que estás... ¿Me puedes decir qué querían esos gigantes de mí? Porque iban a por mí...

Ahora que no estaba tan asustada por el viajecito, porque no veia nada, las preguntas se agolpaban en su mente.

¡Señoras! Por favor... ¿Podrían dejar de discutir por la comida y dedicarse a que lleguemos sanos y salvos a donde sea que vayamos?

Nerviosa, no puede más que volver a abrir los ojos y pegar un grito para llamar la atención de las conductoras, que ahora parecía que discutían por comerse una manzana...

- Vamos a lugar seguro. - Dijo Tyson con su cháchara de siempre. - Seguro. -

Pero las señoras se giraron las tres al mismo tiempo, mostrándote sus rostros ancianos, después, la que conducía y la del medio, se giraron para ver por dónde iban mientras que la tercera se te quedó mirando. En ese momento pudiste verle bien el rostro, gracias a la luz que entraba por la ventanilla.

El rostro era un rostro completamente demacrado, en su boca no había ni un sólo diente... bueno, sí, había uno pequeño, muy pequeño y lo más extraño de todo, sus cuencas estaban vacías.

- Ciegas. - Dijo Tyson mientras señalaba uno de sus ojos.

- No somos ciegas. - Gritó ( más bien chillo ) la que conducía.

- No del todo. - Dijo la que te miraba. - Tenemos un ojo. Uno para los tres. -

La vieja se volvió a girar al mismo tiempo que Tyson soltó un bufido.

Después, las tres comenzaron a pelearse nuevamente, hasta que una parece que comenzó a hablaros.

- ¡Hemos llevado a gente muy famosa en el taxi! ¡A Jason, por ejemplo! - Dijo la conductora.

- ¡No me lo recuerdes! - Dijo Avispa. - Hace tres mil años de aquello. - ¡Y dame el diente de una vez! -

Grace parpadea un par de veces. No es repugnancia o asco es... indignación. ¿Cómo podían conducir tres viejas con un sólo ojo para las tres? Aquello sí que era de locos... ¡De locos!

Pero, pero... ¿Pueden ver bien con un sólo ojo las tres? ¿No sería más apropiado otro tipo de trabajo?

Mira a Tyson y con voz preocupada añade.

Debe ser muy duro compartir algo así...

Duro. No imposible para un ser humano. El adjetivo que Grace había usado había sido "duro".

Perdonen... ¿Quién es Jason?

Obviamente ese hombre debía estar vivo... los "3000 años" debían ser una exageración... ¿verdad?

Ira se giró para mirarte, llevaba el ojo en una mano, apoyado sobre su frente mientras Tempestad cogía el volante e intentaba hacer lo posible para no estamparse con los coches que venían de frente. Iban en el carril contrario.

- No, es un ojo para las tres, ¿qué te crees? No somos tan ricas como para permitirnos otro ojo, o uno para cada una. Lo mismo con el diente, uno para las tres. - Dijo Ira mientras te observaba con una sonrisa desdentada.

Pero después, casi se le cae el ojo de las manos cuando has preguntado quién es Jason.

Las demás, aún intentando no chocar de frente con los coches que pitaban y os esquivaban, comenzaron a murmurar: No sabe quién es Jason, no sabe quién es Jason.

Ira bufó y soltó un silbido.

- ¿No conoces a Jason? ¿Pero en qué país vives? Jason, el de los Argonautas, el del Vellocino de Oro, ¿no sabes quién es él? ¿Es que no tenéis internet en vuestro mundo? www.wikipedia.org, es muy sencillo. -

Grace devuelve la mirada a Ira, confusa, y luego lanza una mirada igual a Tylor.

¿De quién hablan?

Vuelve a girarse hacia la anciana y responde a su pregunta.

Pues sí, tenemos internet, pero no me gustan las maquinas. Tenemos un pacto de no agresión mútuo.

Se encoge de hombros antes de volver a añadir.

Pero ahora que tengo curiosidad, cuando vuelva a casa buscaré información sobre ese tal Jason de los astronautas y el bello de oro...

La anciana refunfuña y se gira para seguir conduciendo, y de paso, colocarse en el carril correcto para seguir esquivando coches, autobuses y camiones.

En ese momento, Tyson te pega con el codo suavemente en tus costillas y te mira a los ojos.

- Jason, dijo. - Te dice de forma clara. - Argonautas y un barco. Vellocino de Oro bueno. -

Después, simplemente asintió un par de veces con una sonrisa estúpida, como esas que siempre pone.

Las ancianas continuaban conduciendo como locas, cuando de repente, un coche último modelo, de esos deportivos tan chulos, se cruza de repente en su carril e Ira, la conductora, da un volantazo para poder esquivarlo, con tal mala suerte que el coche comienza a derrapar de un lado a otro, chocando con los coches que llevabáis a vuestro lado.

Tras varios segundos de una seguidilla de choques, parece que todo vuelve a la normalidad...

- ¡Mi ojo! ¡Dónde está mi ojo! - Gritó una de delante, Ira para más datos.

- ¿Cómo que has perdido el ojo? - Dijo otra con el rostro desencajado y un colgajo de manzana colgando de un diente.

- ¡Sí! ¡Se me ha caído! - Gritó Ira nuevamente.

En ese momento, sentiste como algo que te golpeaba en el talón...

Grace frunce el ceño mirando a Tylor.

Vale, vale... entiendo. Jason, Argonautas, barco, Vellocino de oro... Me suena de algo. ¿Hemos hecho algo de eso en clase?

Pregunta, rascándose la cabeza distraídamente... aunque ese gesto dura poco, pues enseguida observa aterrada por el parabrisas cómo el coche está a punto de estrellarse contra todo lo que tiene por delante.

¿Cómo podéis perder el ojo mientras conducís? ¡Jesús!

Exclama mientras se agacha para ver qué es lo que hay en su talón. Con suerte sería el ojo y podrían salvar su vida... una vez más en el mismo día.

Te agachas para ver que era y sí, has tenido suerte. Cuando levantas el objeto esférico del suelo te das cuenta que es un enorme diamante que brilla en la oscuridad.

Las tres ancianas se dieron vuelta al mismo tiempo mientras intentaban mantener el coche en la carretera. Y las tres al mismo tiempo gritaron al unísono: - ¡Devuélvenos el ojo! ¡No vemos nada sin el! ¡Por favor! -

Ira era la única que seguía mirando hacia delante cuando terminó la frase, intentando ver con la cuenca de su ojo vacía, y esquivaba los coches más que con la vista con el instinto.

- Chica, se buena y dame el ojo. Es mucho mejor para vosotros, por que nosotras somos inmortales y no podemos morir, pero si nos estrellamos, bueno... ¡dame el ojo! - Gritó al final con una voz que parecía más un rugido de un león que otra cosa.

Grace escucha a las señoras con los ojos abiertos de par en par, mirando el ojo de vez en cuando y sosteniéndolo entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha.

Oiga, tranquila... que yo no quiero su ojo para nada. Tenga, tenga...

Con cuidado y sin dudar, intenta ponérselo a la anciana que conduce, sin ningún tipo de pudor.

Desde que habían entrado en la clase de gimnasia hacía unas horas, el concepto de normalidad había cambiado mucho para Grace. Si ya en su vida cotidiana la palabra normal estaba bastante lejos de la definición que le darían otras personas, el día de hoy rallaba lo imposible. Quizá todo aquello sí era imposible.

Oye, grandullón... ¿está muy lejos ese "sitio seguro"? Tengo que llamar a mis padres, en serio. Estarán preocupados. Y todavía no me has dicho qué es lo que querían los amiguitos del matón. ¿Alguna idea?

A pesar de todo, Grace está bastante tranquila. Quizá una persona normal estaría muerta de miedo abrazándose las rodillas, pero hacía años que Grace no lloraba. De hecho, no había llorado por miedo desde que tenía memoria... Es más... ¿Se había llegado a asustar alguna vez? En cualquier caso... aquella no era una situación normal en la que una adolescente normal se comportaría como si todo fuera normal. Pero es que Grace... nunca ha sido normal.

Tyson seguía mirando la calle mientras las ancianas corrían por la carretera. Al mismo tiempo, sentiste un *chof* cuando el ojo se metió en el sitio dónde iba y la anciana soltó un: ¡Ja! a modo de victoria sobre las otras hermanas. Aunque en ese momento, su tripa hizo un ruido extraño, no dijo nada.

Otra de ellas comenzó a carcajearse señalándote con su huesudo dedo, al mismo tiempo que le pegaba codazos a la otra.

- ¡Tenías el ojo y podías haber preguntado lo que sea! ¡Habríamos dicho la verdad sólo por conseguirlo! ¡Y nos lo entregas así sin más! ¡Cuanto tienes que aprender! -

Aunque en ese momento, Ty se puso tenso de repente.

Te miró a los ojos, casi con el rostro pegado al tuyo.

No sabías que había pasado, pero en ese instante, pudiste ver algo raro en su cara... su rostro... no era como el que conocías. Fue un instante fugaz, pero allí estaba, un enorme ojo en el medio de la frente, que desapareció para volver a mostrar su rostro normal.

- Tenemos compañía. - Dijo el chico sin más y se giró para mirar hacia atrás.

Grace no entendía la reacción de las ancianas.

Era vuestro, ¿no? Pues os lo devuelvo... es lo más normal.

¿Preguntar? ¿Porqué tendría que haberlas chantajeado para preguntar algo? No tenía sentido. Quería saber muchas cosas de todo lo que estaba pasando, pero el chantaje no era una manera de conseguir respuestas. Al menos no para Grace. Además, tenía la sensación de que era mejor quedarse sin saber nada... de que cuando descubriera qué era lo que estaba pasando durante aquel extraño día, su vida cambiaría para siempre.

¿Compañía?

Por instinto, Grace se gira en el asiento para mirar también por la parte de atrás, haciendo caso omiso de la alucinación que acababa de tener.

Madre mía, Grace... Vas a tener que pedirle a papá y mamá que vuelvan a llevarte a la psicóloga...

Lo único que pudiste ver era un autobús escolar. Un gran autobús escolar amarillo, que iba dando bandazos a un lado y al otro, como el coche de las viejas, adelantando coches a diestra y siniestra.

Por lo menos, al ser más pesado, no tenía la velocidad de tu vehículo, sin embargo, os iba dando caza poco a poco.

Ty pareció gruñir y se puso nervioso, mientras la anciana conducía como una conductora de Nascar en su mejor carrera. Tu amigo miró hacia detrás nuevamente y frunció el ceño, al mismo tiempo que se pasaba la mano por el pelo, dejando ver unas pequeñas protuberancias que salían de su cabeza.

- Son Furias... siempre luchan de a una... pero esta vez, son dos o tres. -

Ira continuaba esquivando coches mientras que el autobús hacía lo mismo, ganando más y más terreno a medida que pasaba el tiempo.

Tyson te codeó un par de veces y te señaló con el dedo hacia delante.

Escuchas a una de las ancianas murmurar entre dientes: - Mierda. -

Y sí. Mierda.

Delante, a unos ochocientos metros, aparecían un montón de coches en una larga retención...

Grace asiente a las palabras de Tyson con tranquilidad... Unos segundos después, cuando ha procesado la palabra "Furias" y la ha relacionado con las clases de mitología, la tranquila Grace parece algo más nerviosa de lo habitual...

¿¿Qué?? ¿¿¿Fúrias??? Estás de coña, ¿no? Dime que estás hablando con metáforas... porque estoy empezando a pensar que no estoy loca y que todo esto es más real de lo que parecía en un principio...

Le dice muy rápido y cogiéndolo del brazo con ambas manos. Pero entonces, Tyson hace que Grace mire hacia delante y se encuentre con el atasco monumental que tenían delante...

Esto es Nueva York... es normal que haya atascos a esta... Oh, Dios mío...

Su tono de voz cambia por completo cuando se da cuenta de lo que significa ese atasco. Iban a alcanzarlos. Parece que Grace se ha recuperado enseguida del golpe de la realidad, porque se inclina hacia delante para hablar de nuevo con las ancianas.

Esto... no es por incordiar... sé que hacéis muy bien vuestro curro y eso, pero... ¿Este coche puede saltar? ¿O travesar otros coches? ¿O cualquier otra cosa que nos saque de este apuro...? -Parece que ha terminado, pero en el último momento, cuando recuerda los modales que sus padres han estado inculcándola durante tantos años, Grace añade- ¿Por favor?

Pregunta sin intentar disimular el nerviosismo de su voz, y casi antes de dejar que contesten, ya se ha girado hacia Tyson de nuevo.

¿Está muy lejos ese sitio? ¿Podríamos llegar a pie sin que nos persiga un autobús entre los coches?

- No, primero debemos perderlas o intentarlo. Después, cuando yo os diga, salid de aquí y corred con todas vuestras fuerzas. Eso sí, id dejando el dinero del viaje, son unos cuarenta dólares. - Dijo Ira con una sonrisa desencajada mientras pegaba un volantazo y se salía de la carretera hacia el campo, en dónde la camioneta comenzó a saltar de un lado a otro mientras la anciana aceleraba al máximo.

El vehículo que os seguía, también sale de la carretera y comienza a perseguiros.

Ty le pasa un billete de cincuenta dólares a una de las ancianas y esta sonríe con frialdad.

Allí, en la tierra, el vehículo pierde algo de velocidad y así vosotros ganáis terreno.

Avanzáis por la tierra hasta que aparecen algunos árboles en ella. La hermana gris los esquiva con certeza sin embargo, poco a poco van apareciendo más y los que eran un par de árboles ahora parecía ser el comienzo de un bosque.

- ¡Ahora! ¡Salid de aquí! -