Partida Rol por web

Comenzaste a correr como una posesa hacia el bosque. Uno de los cíclopes ( el que conducía y se había bajado contigo ) te había cogido de la mano y más que corriendo, te llevaba levantada. Tus pies casi no tocaban el suelo mientras os internabáis en el bosque. Los árboles parecían cerrarse sobre vosotros a medida que ibáis corriendo hacia el interior y no se sentía más que el ruido de vuestra entrecortada respiración mientras avanzabais hacia el interior.

Avanzabais tan deprisa que apenas oíais o veíais nada, pero en ese momento, el conductor se paró en seco y señaló hacia el bosque.

Y en ese momento viste lo que le inquietaba.

Una decena de ojillos rojos te miraban en la oscuridad. A ambos. Pero sin moverse.

El hombretón te miró a los ojos y te sonrió.

- No temás. Ratas. Amigas. - Dijo mientras sonreía. - Pero no gustar carne humana en su dominio. Ir con cuidado. -

¿Ra... ratas? preguntó Brianna tragando saliva Tienes que salir más por la ciudad, estas amistades tuyas...  ¿Y qué es eso de su dominio? siguió preguntando la joven estudiante Madre mía, esto parece una peli de serie B...

- Dominio, casa. Lo mismo es. - Dijo el conductor mientras avanzaba lentamente por el bosque. - No preocupar por ellas, inofensivas. -

El cíclope te cogió de la mano y te llevó caminando lentamente por lo que parece ser un camino rural entre los árboles. Los ojillos rojos, te miraban mientras avanzabáis. Os seguían al pasar por delante de ellas, pero no se movían del lugar.

Un sonido extraño comenzó a sonar varios metros delante de vosotros, pero las ratas seguían allí, sin moverse por lo que el hombretón te ayudó a seguir avanzando.

- Vamos a Campamento Mestizo. Allí tu segura y no monstruos. -

Su mano presionó la tuya un poco y continuasteis avanzando con lentitud, y en el más absoluto silencio.

La joven estudiante era incapaz de fijarse en el camino que seguían, no podía más que observar de reojo a las decenas de ojillos rojos que la escrutaban, intentando mantener la calma.

Sin querer delataba su posición, al pisar ramitas secas que crujían, aunque por fortuna, no parecía que las malditas animadoras o los extraños seres mitológicos que la perseguñian se encontraran cerca.

Más de una vez intentó hablar con el cíclope que era su guardián, pero éste mantenía tal sielncio y concentración, que no encontró ni el momeno ni el tema.

De mdo que, en relativo silencio,la pareja continuó su camino hacia ese supuesto campamento...

Tras unos metros de caminata, algo, alguien, o alguna cosa asustó a las pequeñas ratitas que estaban entre los arbustos, ya que todas salen corriendo en vuestra dirección. Tu guardían te coge del brazo y hace que te quedes quieta en el sitio, mientras cientos y cientos ( por no decir miles ) de ratas pasaban a vuestro alrededor sin importar mucho que estuvieráis en sus dominios.

El rudio que se sentía un poco más adelante, seguro que había sido el causante, aunque por su naturaleza... ¿cómo puede un simple tintineo entrecortado cada dos por tres por un *clack clack* puede asustar a las ratas?

No era de extrañar que las ratas se asustaran por cualquier cosa, aunque el rostro del que tenías a tu lado y sobre todo, el ver aparecer una enorme espada en una de sus manos, te han hecho sospechar de que aquí pasa algo...

Vale... musitó Brianna me estás asustando, ¿que pasa? inquirió la joven estudiante, al ver la enorme espada del cíclope fuera de su vaina, vaina que no había sido capaz de atisbar hasta entonces.

La muchacha miraba de un lado a otro, intentando descubrir de dónde procedían aquellos sonidos intermitentes, lista para echar a correr de nuevo si así se lo indicaba su guía.

- Shhhhhhhhhh. - Dijo el cíclope mientras se colocaba bien cerca tuyo. - Están aquí. -

En ese momento, de la espesura de los árboles, dos escorpiones grandes como una furgoneta asomaron sus tenacitas y su cola venenosa justo frente a vosotros.

Eran los bichos más grandes, y por que no decirlo, más feos que habías visto en tu vida y eso ya era bastante.

Las pinzas de los escorpiones se cerraban con un clack clack que habías escuchado antes y sus ojos, bueno, sus docenas de ojos rojos os miraban desafiantes.

El cíclope que estaba a tu lado te tocó con su dedo tu hombro, y te miró con el rostro cubierto de sudor. Su único ojo pestañeaba rápido.

- Cuando te diga, sales corriendo hacia allí. - Señaló el norte. - Verás un arco hecho de madera, parecido a una puerta, atraviézalo en cuanto puedas. -

Pero... ¿otra vez? No pienso dejarte para que te sacrifiques... ¡seguro que si esperamos se van a buscarnos a otro lado! susurró la joven estudiante, en absoluto dispuesta a dejar que otro cíclope tuviera que enfrentarse a la muerte por su culpa. ¡Tú quieto, que ya me ocupo yo, maldita sea!

Brianna tomó una piedra del suelo, y cuando estuvo segura de que los dos monstruos no miraban hacia su posición, la tiró con todas sus fuerzas en una dirección que haría que los escorpiones se alejaran de ellos si la escuchaban golpear contra algo...

Los escorpiones miraron hacia dónde habías arrojado la piedra... y después, sucedió todo tan rápido que no pudiste dar crédito a lo que veían tus ojos.

Por un momento, los bichos continuaron mirando la piedra, pero después, giraron sus cabezas para mirarse entre ellos. En ese momento, creíste que ambos se encogían de hombros... pero claro, eso es imposible. Aunque no te pareció tan imposible cuando ambos se giraron hacia vosotros y parecieron sonreir.

Sus colas se alzaron en el aire, medían casi tres metros y estaba claro que desde allí, el agijón cargado de veneno ( el cual para hacerlo más interesante supuraba un líquido amarillento y viscoso que caía al suelo y hacía salir un poco de humo allí dónde goteaba ) te podía dar en el medio del pecho sin ningún esfuerzo.

Y estaba claro, uno de ellos era lo que pensaba hacer en este momento...

Y el agijón salió disparado hacia tu dirección...

El agijón del escorpión parece tener una buena ventaja sobre ti, ya que lo lanza directamente a tu pecho.

El otro, se dirige hacia el pecho del Cíclope, que está a tu lado.

Ves venir el agijón, pero esta vez, todo a cámara lenta.

Está casi sobre tu esternón, a punto de ensartarte como un pincho moruno cuando cierras los ojos y esperas el final.

Un ruido metálico te hace abrirlos de repente y puedes ver la espada de tu acompañante, bloqueando el aguijón justo sobre tu corazón.

Tú te giras hacia él, para agradecerle, pero su otra mano está aferrada a la cola del otro escorpión, que enterró su arma en el hombro del enorme cíclope.

- ¿Te vas a quedar aquí o piesas correr? - Te dijo paternalmente mientras intentaba quitarse el agijón de su cuerpo.

Con lágrimas en los ojos, Brianna comprendió que no tenía ninguna posibildad de ayudar al cíclope. Una vez más, uno de sus acompañantes moría para salvarle la vida.

¿Pero por qué yo? ¿Qué diablos tengo de especial? se preguntaba llorando mientras veía escapar loa vida del cíclope ante ella.

Brianna cerró sus ojos, y echó a correr, en la dirección que su protector le había indicado, como si le fuera la vida en elllo. En realidad le iba la vida en ello, y era consciente, si bien la rabia y la impotencia se acumulaban en su interior.

Si al menos pudiera hacer algo...

La muchacha corrió sin mirar atrás.

Escuchaba mientras lo hacía los golpes y las paradas con la espada del cíclope, pero no podía girarse, corrió y corrió entre los árboles, en la dirección indicada.

En ese momento, escuchó como uno de los escorpiones caía, pero al mismo tiempo, un grito desgarrador, un grito desesperado de la persona que te había protegido.

Fue en ese momento cuando ella se giró y vio a un escorpión destrozado y al cíclope ensartado por el otro en el centro del pecho.

Pero eso no terminó allí. El escorpión que sobrevivió, se giró hacia tí y comenzó a correr a toda velocidad, ganando terreno a medida que pasaba el tiempo.

Tú no veías nada extraño delante, salvo árboles y más árboles...

Con litros de adrenalina corriendo por su cuerpo igual que litros de lágrimas salían de sus ojos por la muerte del cíclope, Brianna continuó su frenética carrera por sobrevivir.

La muchacha, sin ser consciente de ello, buscaaba atajos entre grandes grupos de árboles, que detuvieran o al menos retrasaran el avance del monstruo que la perseguía, dado su enorme tamaño.

Maldita sea, tengo que llegar a ese sitio cómo sea  se animaba a cada zancada, ignorando siquiera si la dirección que seguía era la correcta...

Brianna continuó corriendo como una loca, esquivando árboles, pero el sonido de las tenazas del escorpión cada vez estaba más y más cerca. Sin girarse hacia atrás para no perder tiempo, continuó con la carrera hasta que de repente, sintió un *clack* justo al lado de sus orejas.

El escorpión le había dado casa y ahora estaba a pocos metros de ella.

A lo lejos, atisbó una seríe de luces que parpadeaban... como fuegos de antorcha, sin embargo, no podrá llegar hasta allí si con el bicho pisándole los talones.

Tenía que hacer algo y pronto, o sería pasto de su aguijón en poco tiempo...

Brianna nunca había sido una buena estudiante. Muy frecuentemente se dormía en clase, o se despistaba con cualquier nimiedad. En aquellos momentos, perseguida por un monstruo gigantesco que buscaba matarla, lamentó no saber algo más acerca de los escorpiones.

Pero sin embargo, siempre había sido una buena deportista, una buena atleta. Quizá, eso le salvara la vida ahora.

Brianna apretó el paso para sacar unos cuantos metros más a la criatura, para en cuanto consideró que había encontrado un árbol adecuado, trepar ágilmente por su tronco hasta sus ramas más altas. Desde allí, la estudiante comenzó a saltar cual mono de una rama a otra, trasladándose de árbol en árbol siempre en dirección al campamento...

Apretaste el paso, pero el escorpión seguía pisándote los talones.

En ese momento, descubriste un árbol al cual treparte y así lo hiciste. Una vez allí arriba, las antorchas se veían mejor y podías darte cuenta hacia dónde tenías que ir para poder llegar a un lugar seguro...

Claro, un lugar seguro si eso que veías allí delante era el Campamento Mestizo.

Te acomodaste en una rama, dispuesta a saltar de árbol en árbol cual mono para poder llegar lo más cerca posible a tu destino y por supuesto, escapar del bicho que tenías bajo tus pies.

Brianna saltó la primera rama, y después a una segunda, en dirección a las antorchas. Sin embargo, el escorpión que estaba abajo le seguía los movimientos con precisión. En este momento, era una liebre contra una tortuga, y ya todos sabemos quién parece que tiene un caparazón en la espalda.

El agijón del Escorpión se eleva y asaeta el aire por dónde Brianna salta, sin embargo, en ese momento ella es un poco más rápida que el enemigo, y evita ser alcanzada por el veneno del monstruo.

Pero si sigue así, tarde o temprano será pillada...