Partida Rol por web

La turba avanza a paso ligero hasta la costa. En una playa de arena hay muchas barcas con su quilla al sol esperando a sus dueños, entre las arenas algunos niños descalzos, demasiado pequeños para trabajar o faenar en la mar con sus padres, juguetean ajenos a todo.

Y en el extremo sur, cerca de un rompeolas compuesto de diferentes cascotes y justo enfrente de la Tasca de Regina, hay un largo muelle de madera, donde se apilan algunas barcazas. Las embarcaciones más grandes son una carraca con bandera de Barcelona y una vetusta embarcación que parece convertida en tendedero improvisado.

Y la turba se para justo delante de esta última.

-¡Familia Del Piero! ¡Salid ahora! ¡Hemos encontrado pruebas que acusan a vuestro hijo, Giussepe, más conocido como Peppino, del asesinato del buen Mosen Pau! ¡Entregadnoslo sin resistencia!- La voz del hombre de mediana edad retumba en un puerto apenas sacudido por el murmullo del mar y los chirridos de las gaviotas.

Del castillo de proa salen tres personas, el que va en cabeza es un hombre de mediana edad de pelo pajizo y muy maltratado, tanto que parece a primera vista alguien de más edad. Le acompañan un fornido joven de anchas espaldas y barba de tres días y un chaval delgaducho pero atlético. Los tres parecen de piel curtida y de rasgos similares.

El más viejo se adelanta y dice con un catalán con fuerte acento siciliano:

-¿Ma que cosa fae? No se que dicen ustedes, mi hijo no es un asesino. No tiene nada que ver con la muerte del sacerdote, nadie cristiano lo haría.-

-¡Esta es la prueba! ¡Prendedlos!- Dice a una voz mientras algunos miembros de la masa enfurecida enseñan la camisa y el hacha ensangrentada.

Dos hombres de la turba se adelantan por la pasarela dispuestos a subir a la embarcación.

Antes de que nadie pueda decir o hacer nada, el miembro más fornido de la familia del Piero alza a pulso un pesado arco repleto de quincalla y se lo pone encima de la cabeza amenazante.

-¡Nessuno insulti qualcuno della mia famiglia!-

Los dos valientes que ascendían la pasarela se intentan acercar y golpearlo uno con un gancho y el otro con una fusta de madera, sin embargo les cae encima el pesado arcón, tirándolos al agua y presumiblemente matándolos del golpe, mientras el arcón cae y vomita trozos de metal.

En ese momento la furia estalla y los aldeanos comienzan su asalto del barco de la familia Del Piero.

Alonso observa el desarrollo de los hechos desde el anonimato. Su aportación no era necesaria. Los italianos se llevarían el merecido que se merecían. Ahora tan solo se tenía que preocupar de que la ira de la turba no le alcanzará a él por medio, por lo que se retiró a la zona más externa de la turba, y dejó hacer a cada cual lo suyo.

Aunque un extraño pensamiento asomó por su mente.

"Los italianos suelen ser arteros, traiceneros y unas ratas. Estos han sido demasiado burdos..."

Pero rápidamente ese pensamiento fue reemplazado con una cómoda excusa.

"...serán unos italianos torpes. Inutiles hay en todos lados, hasta entre las ratas."

Osorio contempla la desangelada fachada con escepticismo.

-Buen Kamal, ¿seguro que vuestra brújula apunta aquí? Al menos la turba se dirige hacia la costa, y eso nos dará cierto tiempo para registrar el lugar antes de que den con él.

Sin más, el cómico empuja la puerta de la casa con la mano, esperando que ésta se abra sóla. En caso contrario, intentará alzar su voz para hacerse oir en el interior de la casa.

Caminamos por las calles tortuosas de la ciudad, momento que aprovecho para observar con detenimiento cada rincón y casa, pecando tal vez de demasiada curiosidad.
Me sujeto a la mano de Luis tranquilamente para no tropezar ni desviarme del rumbo causa de mi distracción, hasta que nos detenemos y vuelvo a soltarle con suavidad.

-Qué aspecto tan... pintoresco- digo ladeando un poco la cabeza al percatarme de que no parece estar habitada ni mantenida, aunque debe de ser un lugar muy propicio para esconderse.
Miro de reojo la brújula de Kamal, la cuál señala inequívocamente esta dirección, y después sigo a Osorio hasta la puerta. En condiciones normales y viendo su estado debería ceder con facilidad.

El portón se abre y deja pasar a una chica de como mucho 17 años l cual se queda en el alféizar medio parapetándose con la gruesa puerta, tiene el pelo rizado y un aspecto bastante flacucho. Aunque tiene cierta belleza primordial, aquella que no se consigue con maquillajes, joyas y caros perfumes.

-¿Que es lo que quieren?-

Miro a la mujer de arriba a abajo para luego fijarme en sus ojos, con la brújula aún en la mano.

Queremos hablar con Peppino.

-Vaya...- mis cejas se arquean, algo sorprendida al comprobar que una mujer vive ahí dentro, por lo cuál cabría esperar algo más de mantenimiento de la casa así que parece que alguna pieza no acaba de encajar... Miro las paredes llenas de musgo y de nuevo a ella.

-Es su prometida, ¿verdad? Tenemos que hablar con él, es urgente- miro a nuestro alrededor esperando distinguir en cualquier momento a la muchedumbre exaltada pidiendo la cabeza de Peppino ensartada en un tridente.
Si el muchacho no se encuentra aquí me temo que yo misma empezaré a dudar de su inocencia.

-¿Quien son ustedes? ¿Porque tienen tanta prisa en ver a mi prometido?- Por la ventana se asoma rápidamente una cara de mujer, aunque al principio creéis que es Pepinno, en verdad es una mujer de mediana edad con cabello castaño alborotado, solo que no llevaba cofia. Cuando pasa eso Roser mete otra vez la cabeza dentro de la casa y dice apresuradamente.

-¡Madre no es nada!-

Y sale del todo cerrando la puerta tras suya sin hacer mucho ruido.

-Seguidme.- Dice mientras se encamina hacía la parte de atrás.

La gran fortaleza del miembro más alto de la familia Del Piero solo permite dejar fuera de combate a uno de un certero puñetazo mientras el resto le cosen a puñaladas y lo muelen a garrotazos.

El más viejo busca un gancho cercano colgado de un pescante para defenderse, pero es alcanzado y derribado, y sufre la misma suerte.

El muchacho es más inteligente y huye saltando por la borda. Intentando llegar a nado a la playa de arena. Eso causa una penosa persecución por toda la playa en la que el chico es apedreado con saña hasta que le dan caza y le acaban rompiendo los huesos a escobazos.

Luis se apresta a seguir las instrucciones de la muchacha, pero no puede dejar de fijarse en la resolución férrea de una mujer tan joven. Extraños tiempos son estos para las mujeres y verdaderamente el futuro les pertenece. Apenas es un poco más joven que Patricia, pero sabe perfectamente como conducirse en una situación como esta.

-Espero que nos dé tiempo para avisar a vuestro prometido. Er... mis amigos y yo creemos que puede ser objetivo de una turba enfurecida.

Doy un paso hacia ella y la miro con el ceño fruncido:

¿Es vuestro prometido? ¿Queréis casaros con él? ¿Mantenerlo vivo? En ese caso será mejor que lo alejemos de la turba que va hacia la playa en busca de él.

Me le quedo mirando, sin tiempo que perder. No tardarán mucho tiempo, si nos perdemos en la charla, en darse cuenta de que no está en la playa, y lo buscaran en otros lados, probablemente aquí si saben que es la casa de su prometida.

Alonso no era ni de lejos un heroe, pero aún así algo le decía que nadie merecía una final así, ser cazado como una rata.
Rápidamente el pensamiento fue reemplazado por el que surgía de su odio irracional. Eran italianos, y merecían la muerte que habían tenido, pues es la que se merecen las alimañas como ellos.

Volver desmarcado del grupo también podría levantar sospechas, así que Alonso se quedó entre la turba, espectante por lo que pudiera ocurrir ahora. Él esperaba que la turba ahora más calmada regresera al pueblo sin más incidentes, pero la experiencia le había enseñado que no se podía dar nada por sentado y mejor estar preparado para los imprevistos.

La chica conduce a los tres a un pequeño establo anexo. Huele a cuadra, como es de esperar y los pocos animales que creéis que ver son un vieja mula que pace cerca de la entrada y, por el sonido que hacen, un corral de gallinas que no debe estar muy lejos, pero que no veis.

En un montón de paja sucia recogida yace, sufriendo una terrible resaca, el pillo de Peppino. Con los ojos entornados mira como se acerca el grupo, y apenas esboza una sonrisa bobalicona.

Observo a la muchacha y su decisión con curiosidad. En cierto modo me recuerda a mí misma, o mejor dicho a lo que podría ser de haber tenido una vida más normal... Porque a pesar de la humildad de su hogar, tiene un lugar al que denominar como tal, una madre con la que convivir y un prometido al que poder amar. Pensar en estas cosas que para la mayoría de personas resultan nimiedades absurdas o lo más básico en mí provoca un amargo nudo que se me ata a la garganta con fuerza.
Sigo a la muchacha y a mis compañeros dando un pequeño respingo, quedándome algo rezagada respecto a ellos, apenas un par de pasos.

Observo el establo arrugando la nariz con cierto desagrado, aunque no es la primera vez que debo soportar dichos olores, en el barrio judío de Barcelona eran relativamente habituales. En realidad me parece más lamentable el aspecto de Peppino.
-Debe levantarse de inmediato, han encontrado el cadáver del mosén Pau y le acusan como el asesino inequívoco de dicho delito. No creo que tarden demasiado en llegar...- mi voz suena algo quebradiza en estos momentos, pero no le doy importancia y miro en dirección a la calle con preocupación.
Demasiado ebrio para que pudiera ser él...

Osorio se interna con premura en el establo y, con más diligencia que saña alza a Peppino agarrándole por la parte de arriba de su camisa.

-Hiedes a alcohol, muchacho. No sé qué extraña afición tenéis los de tu Ley por emborracharos en las situaciones más absurdas. Bien. Será mejor que vaya al grano. Voy a vocalizar muy despacio, numerando mis cuestiones y responderás con voz clara y ánimo sereno en el mismo orden en el que las formule, ¿de acuerdo? Uno: ¿quién desearía cargarte este muerto? Dos: ¿recuerdas qué hiciste anoche? Tres: ¿tienes un lugar para ocultarte, que sea algo más "secreto" que este estercolero? Cuatro: ¿es una gallina esto que está picoteando mis zapatos?