Partida Rol por web

A pesar de la situacion probelmática y de haber sido superado por la disformidad, continuo moldeandola. Los riesgos son muy altos, las consecuencias pueden ser terribles, pero el cansancio hace mella en mi y la disformidad es muy poderosa... ambos pdoeres funcionan, pero a un coste alto... Al menos consigo impactar al ser que tengo delante, con la esperanza de que haya valido la pena...

El escalofrío que me recorre me hace dudar de mi poder por un momento. La disformidad no es cosa de juegos, nadie que la alcance se libra, tarde o temprano, del mal que contiene. Esta vez parece que nada malo ocurre, pero quien sabe si la próxima ocasión no será peor...

El señor de la ratas grita de dolor cuando otra quemadura de láser le quema la pierna. Resopla y mira furioso a Zaddion: Te mataréééééééé. Se abalanza a por el psíquico e intenta abrirlo en canal con sus garras; Zaddion no puede evitarlo y sufre un terrible corte en el brazo que le hace soltar la pistola, empieza a respirar pesadamente.

Ante la macabra imagen de ver a Zaddion sangrando efusivamente por el brazo y soltando la pistola, hago un aesfuerzo por buscar unos instantes de concentración y apunto. Dando dos impactos en el repugnante ser.

El paso atrás de Zaddion deja tiro limpio a Atellus que consigue impactar por dos veces en el señor de las ratas.

Con el primer disparo la energía engulle completamente al mutante: su piel se ennegrece y agrieta, el pelo se quema, la grasa de su cuerpo se funde y se filtra a través de los harapos que viste. Las cicatrices de su cuerpo su totalmente repugnantes.

Con el segundo disparo su cuerpo estalla en llamas; su carne se funde y sus ojos se le salen de las cuencas como si fueran huevos cocidos. Cae al suelo convertido en un cadáver carbonizado.

El clérigo se queda sorprendido al ver como el sñor de las ratas queda reducido a poco mas que cenizas tras los disparos de Atellus, y él mismo intenta disparar a una de las ratas sin llegar a impactar en ella, pero no por eso cede en su empeño por llegar hasta Zaddion.

El combate mejoraba por momentos, sus compañeros finalmente habían decidido actuar y las aberraciones iban cayendo. Caín había logrado eliminar a una de las ratas, pero la segunda, al igual que la primera, era escurridiza.

Sin la presencia de su amo las ratas salen corriendo a ocultarse en los agujeros de las paredes.

Segundos depués de que las ratas abandonaran el pasillo hacia la oscuridad, apoyo el arma en el suelo, saco la petaca de Amasec y le doy un trago, mientras angustiado veo las bestias del Caos que una vez  atacaron mi pueblo natal. Aun no he olvidado esos recuerdos, y la única satisfacción que encuentro al ver esas criaturas es saber que las voy a matar.  

Después de haber bebido un trago de la bebida, me incorporo y me acerco al grupo vigilando antes el pasillo. Ya que soy el último y cubro a retaguardia. 

Me alejo un poco tanto de los agujeros de la pared, para evitar sorpresa, como de mis compñaeros, por si algo ocurría. Después, agotado, herido, me siento apoyando al espalda contra la pared y cierro los ojos. Me concentro en la disformidad, rezando porque mi debilidad no volviese a jugarmela. Pero esta vez consigo controlarla y veo como mis heridas se cierran un poco. El cansancio parece alejarse de mi...

Bueno chicos, ahora sí que me voy a descansar... ya no puedo más. Si alguien quiere que le cure, que lo diga ahora o calle hasta mañana. Yo necesito reposar, ya le pueden dar por culo a la exploración...

Me levanto y recojo la pistola láser que se me habái caído en el combate y espero a que mis compñaeros me digan algo. Si no lo hacen, me voy a donde habiamos montado el campamento para intentar descansar algo...

Esta vez...-empezó diciendo el asesino- Esta vez me gustaría contar con tu ayuda...

El asesino no confiaba en el psíquico y menos después de la infernal visión que tuvo en la colmena Sibellus, pero lo cierto es que tenía poderes de sanación, y lo había demostrado en muchas ocasiones. Así que el asesino, viendo que en este asunto iba a recibir más golpes fatales, se decidió arriesgarse y ponerse en las manos de Teccus.

Espero no arrepentirme...

Albrek acompaña a Zaddion y Cain tratando de ayudar al segundo quein parece en peores condiciones tras el combate.

- Descansad, creo que estaremos aqui algo mas de lo previsto, al menos hasta que os encontreis mejor, tomad vuestro tiempo, mientras Atellus y yo permaneceremos de guardia.- les dice.

- Yo también tomaré parte de la guardia - interrumpo a Albrek mientras apoyo sonoramente el garrote de arbitrador sobre mi hombro derecho - Esas sabandijas no consiguieron herirme.

Acudo ante la petición de Cain.

No te muevas, tardaré poco...

Concentro mis pocas energias en la disformidad y la canalizo en el cuerpo del asesino.

De momento no puedo hacer más, lo siento. Hasta mañana tendrás que conformarte con descansar, si puedes en esta pocilga...

Oyendo la invitación de Albrek Asiento con la cabeza mientras ojeo el tunel hasta donde alcanza la visión nocturna. Quizás deberíamos dejar la quimilámpara encendida a unos metros haciendo visible una zona donde no estemos, para ver mejor si se acerca algo y no ser nosotros el cenrto de atención de la luz. Esas bestias ya nos cogieron por sorpresa una vez... no se puede repetir...

Me acerco a Zaddión y a Caín y les ofrezco comida, agua y si quieren un trago de licor para que entren en calor y descansen mejor. Creo que un sorbito os vendría bien para aclarar los sueños y descansar un poco mejor. Les sonrío y me dirijo a la posición que Albrek me indique.

Cuando los heridos están separados del lugar de la refriega, Atellus examina con la quimilámpara un poco más adelante y descubre los restos de al menos una decena de mineros, picos, palas y un túnel sin concluir donde pueden verse algunas vetas de un metal reluciente. Dentro del túnel, apilados en forma de nido, restos de ropa, maderas y huesos...no hay salida.