Partida Rol por web

Grajo os esperaba en la puerta de la tienda y entró con vosotros. Allí estaban el sargento y el Capitán. Ambos rigidos y serios examinando un mapa.

Bien, descansen caballeros dijo aludiendo al romper la postura de firmes. Tenemos un trabajito para ustedes, van a ir a esta pequeña ciudad, Juniper, donde están pasando cosas que inquietan a La Torre.

Hizo un leve gesto al sargento para que continuase

El sargento se aclaró la garganta.

Cómo veréis, mierdecillas, esto es tierra libre gobernada por un Duque y aunque pronto habrá que ponerlo bajo la bota imperial... aun tienen reglas propias hizo una pausa. Alguien está financiado fuertemente a los rebeldes desde esta ciudad. Sospecho que en la torre saben más de lo que nos dicen pero hay nos toca jugar a detectives.

Se acercó hasta quedar a corta distancia de vosotros.

La cosa es que os vais a colar allí sin montar escándalo, vais a convertiros en parte de la chusma local y enteraros de que carajo pasa allí señaló a Grajo con un dedo Os he elegido porque no tenéis renombre, nadie os conoce en la primera línea y no llamareis la atención.

Antes de girarse, con su despreciable tono habitual os espeta con desdén.

Cagadla, y mi bota en vuestro culo será más rápida que cualquier escoria rebelde

Nuevamente se dirige al vosotros.

Es importante que recordéis que no estáreis en el imperio lo dijo seriamente, mirandoos al los ojos. Sí la jodeis, tened por seguro que nadie irá al salvar vuestro culo.

Saca un papel que entrega al Cabo Grajo.

Recibiréis dos meses de paga, además de letras de cambio para pagar sobornos. se sentó en su silla y siguio con el plano Retirense, preparen su equipo. Mañana alguien de la Torre se encargará de llevarles

¿Alguien de la Torre? ¿¿Alguien de la Torre?? Mierda... eso sólo significaba una cosa.

Nabo sufría escalofríos cada vez que sentía a un Tomado o un subalterno de ellos cerca. Así que la idea de que alguien de la Torre los llevase hasta Juniper se le hacía bastante engorrosa en esos momentos.

Con un leve asentimiento de cabeza y su correspondiente saludo a ambos oficiales, se dispuso a salir de allí para poder maldecir agusto por su suerte.

Al final no nos han dicho ni si es por algo que hemos hecho... maldita sea, creo que estamos marcados para mal.

En cuanto a los dos meses de paga, Nabo no veía el momento de poder jugárselo a las cartas o los dados, aún tenía un par de deudas, y su suerte, como bien parecía, no podía ir a peor por mucho que se empeñase.

Tras llegar a la tienda, Cerebro escuchó atento a sus superiores contento de poder salir de aquella rutina y empezar a hacer algo útil; así le gustaban a él las cosas, misiones claras, objetivos importantes y ¿sigilo?, debía haber habido un problema con aquello, evitar llamar la atención no era su fuerte; pero claro, tampoco podía objetar nada a la orden de un superior y mucho menos una tan importante como aquella. Por ello asintió de forma militar a los dos hombres en gesto de conformidad, y decidió que del asunto de intentar pasar desapercibido ya se encargaría su "yo" del mañana, se vivía mejor así.

Por ello una vez se quedaron a solas miró a los demás por si alguno tenía algo que añadir, y sino, su dispuso a guardar sus cosas y a esperar con impaciencia la llegada del guía del día siguiente. No obstante el Cabo Grajo aún tenía asuntos pendientes con ellos, por lo que volvió con el grupo por si tenía algo más que añadir a su misión.

Caralombriz no dijo nada y solamente miró el mapa con curiosidad. Aquella ciudad estaba mucho más al norte de lo que nunca había estado él y sentía curiosidad de como serían esas tierras. También estaba alividado de que "solamente" se tratara de una misión y no fuera un castigo por a saber qué, aunque la idea de tener que ir a un ciudad y pasar allí a saber cuanto tiempo le repugnaba, odiaba las ciudades.

-Entonces... Si no entendí mal, vamos a esta Juniper, como paisanos normales, nada de ejércitos pa no llamar la atención de las gentes y encontramos a los desgraciaos que tan pagando dinero a los joputas de los rebeldes, y to por nuestra cuenta, si nos cojen ustedes no nos conocen. -Menuda mierda de misión y encima dentro de una ciudad y sin ni siquiera tener la autoridad que daba vestir el uniforme del ejército de la Dama, al menos podría conservar su sombrero. Por supuesto a los jefes les importaba un carajo y lo único que querían era que alguien encontrara a esos que estaban pagando, que las fueran a pasar canutas y estuvieran solo se la soplaba. Protestar no era una opción.- Me place vuesasmercedes, así haremos.

Sobre el asunto de que alguien de la Torre los llevaría prefirió no preguntar, había cosas que era mejor no saber hasta que llegara el momento, aunque se temía lo peor. Se quedó quieto mirando el mapa esperando que les ordenasen marchar o les dijeran algo más.

Al salir de la tienda Grajo os reune a todos:

Escuchad atentamente dijo con seriedad, en esos momentos no solía ser malhablado o violento sino claro y conciso. Juniper es un sitio complicado, tienen una religión extraña basada en el culto a sus muertos y sus tumbas. No toqueis ningún cadaver, alejaos de un lugar llamado "El recinto" y andaos con ojo. Hay dos zonas, la colina y el Coturno, el primero no nos interesa porque es el barrio rico y allí estan deseando llevarse bien con La Dama. El Coturno es otra historia, allí mandan las bandas y la justicia la imparten los usureros... no llameis la atención de ningún indeseable y todo irá bien.

Se tomó un segundo para miraros bien, intentando que asimilaseis sus palabras.

Nabo, tu te encargaras de organizar un plan de evasión. Ojete quiero que planifiques la logística, donde dormimos y como mierda comemos. Luego miró a Cerebro y Caralombriz Cerebro, te encargarás de la seguridad de nuestro punto base y tu, Caralombriz, de sembrar de activos los lugares adecuados. Tienes pinta de destripaterrones, no llamará mucho la atención.

Luego de repartir las funciones, os miro con seriedad.

Preparad el equipo, serán dos meses duros antes de irse os dijo Y rezad a lo que quiera que sea para que no tengamos nada que ver con El Renco.

Cuando escuchó el nombre del Renco, escupió en el suelo. De todos los Tomados, ese era con diferencia el más inútil e incompetente.

- Bien, planearé algo para salvarnos el culo en caso de que la jodamos... pero salir de Juniper no es fácil, y tendremos que acordar un punto de encuentro para salir de allí por patas... - cada vez temía aún más el medio de transporte que usarían, tanto para ir como para volver, si es que volvían...

Su mente empezó a divagar, sin molestarse siquiera en saber si lo escuchaban.

- Conocí a una chica en Rosas que tenía un chochete que era una delicia... y creo que tenía familia en Juniper, ¿o era en Rebosa? ahora no me acuerdo bien... aunque la cosa no acabó demasiado bien, su padre tenía una taberna y quería casarla siendo doncella... ¡pobre diablo! ¡menuda hija tenía!, creo que hará más dinero con ella como prostituta, la verdad es que lo valía, ¡si me lo tendría que agradecer en el fondo!... sí, quizás en Juniper encuentre alguien que nos pueda ayudar...

Paró de hablar, mostrando una ligera sonrisa que hacía entender que no estaba pensando precisamente en el plan de evasión de Juniper.

Menuda mierda...

Si ya le gustaba poco tener que irse a una ciudad que estaba a tomar por culo, la descripción que estaba dando de ella el Cabo Grajo le gustaba aún menos. Esperaba que pudieran hacer el trabajo lo antes posible y poder volverse, cualquier misión en campo abierto sería bien recibida. Asintió ante el reparto de tareas, parecía que por su aspecto él tendría que encargarse de localizar a gente que pudiera ayudarlos.

-Yo siempre soy discreto señor Cabo y esa ciudad no me gusta un pelo. ¿Hay alguien con quien trabajar? ¿Alguien de confianza? ¿O hay que empezar del tó? No se preocupe nos las arreglaremos bien, trapamos esas gentes y nos volvemos pa cá.

Caralombriz también escupió en el suelo al escuchar el nombre del Renco e hizo un gesto con las manos para alejar el mal fario, no quería tener nada que ver con ninguno de los Tomados.

-Tamos jodios, este confundirá el culo de cualquier guarra con un plan de escape. Por su tono y su sonrisa era evidente que se trataba de una broma. A pesar del intercambio de insultos o la disparidad de opiniones se fiaba del trabajo de sus compañeros, eran competentes en lo que hacían. Seguro que en Juniper conoces más doncellas como esas, no te preocupes, pero cuida de no meterla en el lugar equivocado. Yo puedo mirar fuera de la ciudad pa encontrar un lugar discreto donde encontrarnos si hay problemas.

Cualquier excusa sería buena para dar una vuelta por los alrededores y si tenían que salir por patas debían establecer un lugar discreto donde no fuera fácil encontrarlos.

El gigantón se repetían mentalmente las palabras más importantes para que no se le olvidaran "No tocar tumbas, no acercarse a El Recinto, defender la base, sí, defender se le daba bien", por ello asintió al capitán y con sus ademanes militares militares se puso firme y llevándose una mano al pecho dijo de forma seria:

-Así lo haré señor -y tras decirlo volvió a su postura natural y se quedó escuchando a sus compañeros.

Esperaba que supieran lo que hacían, aunque claro, si estaban en los Acechadores no sería por su cara bonita, por lo que tenía cierta seguridad de que eran tipos competentes; y esperaba que los vicios personales de cada uno no los distrajeran de su misión. Por otro lado al mencionar a El Renco, tuvo que reconocer que se puso un poco nervioso, no le gustaba verse con las altas esferas porque es muy probable no acabar bien, y más aún si se tratan de magos; a él solo le importaba la ley del acero y cualquiera capaz de alterar aquella ley con magia le ponía los vellos de punta.

Una vez estuvieron reunidos en la tienda, junto al capitán y el sargento les fueron dados los pormenores de la misión.

"Mezclarse con la chusma local..." Bueno bine jugado podría convertirse en una misión lucrativa, si conseguimos volver de una pieza.

Al escuchar esas palabras no pudo evitar lanzar una mirada de complicidad hacia Nabo.

Después fueron otorgadas las funciones, y a Sireno le había tocado la logística. _ Dónde dormimos y dónde comemos... Joder, con el cabo. Pues en una taberna, dónde coño si no. Ahí hay, comida, bebida, habitaciones, putas, entretenimiento y con buenos oídos, información. Pero claro, este querrá que recorra todas y cada una de las posibles tabernas. Mucho trabajo, muchas complicaciones, un verdadero fastidio.

La verdad es que se mantuvo bastante callado durante toda la reunión, pues en su cabeza no quería mas que quejarse, por la distancia a la que se encontrarían, no conocía a nadie por allí. A diferencia de Nabo, que parecía haberse follado cualquier chochito de cada pueblucho y aldea desde Garnet a Jane y de Chimney a Heart. Además iban hasta la parte mas norte del imperio, es mas estarían fuera de el, y allí haría frío, y Ojete odiaba el frío.

Pero una nueva frase encendió una vela en su cabeza, " no os acerquéis a un lugar llamado El Recinto". Pocas cosas lograban animar y motivar, a el arquero como las palabras prohibido y no hagas... Desde luego no quería comprometer el objetivo, pero nada podría eliminar la obsesión de echar un vistazo a ese lugar.

Por último Grajo les lanzó una advertencia, en referencia al medio de transporte. El Renco, al nombrar al Tomado todos se pusieron tensos, Ojete no lo conocía, pero juraría haberse percatado de como se le cerraba el esfínter anal a Cerebro y eso sólo podía presagiar problemas.

El cabo Grajo se retiró a preparar su equipo de campaña, incluidas ropas civiles para poder moverse por la ciudad. A lo largo del día fueron llegando mensajes con instrucciones diferentes:

• No llevar lanza.
• Alguién deberá encargarse de introducir escudos y espadas.
• Reforzar provisión de cuchillos.

Finalmente, al amanecer de día siguiente, una silueta os espera al pie de los barracones. Va vestida con harapos marrones y cojéa de una pierna. Ni siquiera os mira u os presta atención.

Su aspecto de pordiosero, unido al hedor repugnante a tierra sepulcral, eran el conjunto idoneo para acompañar la inquietante presencia de uno de los diez. En el suelo se extiende, lo que parece, una especie de tela enmarcada en un bastidor de madera. Esta "alfombra" se mantiene tersa y flotando sobre el suelo, en sus esquinas asoman cuerdas anudadas que parecen asideros. La mirada de El Renco se fija en vosotros, hay quien dice que en el pasado fue el "novamas" de los eventos sociales pero ahora solo parece un montón de ropa sucia sobre un cadaver andante.

Subid, agarraos dijo mientras se sentaba en la alfombra Y estad quietos.

Arrastraba las palabras, con el mismo ritmo que arrastraba su pierna, con un deje de desprecio y maldad considerable. Un saludo cortés parece fuera de todo protocolo y tras esperar pacientemente a que os senteis, la alfombra se alza vertiginosamente. El vuelo es lo más parecido a sentir como el estomago quiere salir por la boca y el ano al mismo tiempo, algo irrepetible que posiblemente no querréis repetir nunca más. El frío es cortante y gélido, el viento azota vuestras caras durante todo el viaje pero finalmente al cabo de unas horas comienza a descender. Finalmente aterriza en un claro, os mirá con sumo desinterés esperando que abandonéis la alfombra y en cuanto puedo desaparece volando hacía el este.

Grajo fue el primero en reaccionar, nada más saltar al suelo empezó a vociferar ordenes.

Ojete, Nabo hay una granja a un par de millas. Id y traed un carro, a ser posible con paja... ¡Y dejad a las hijas del granjero en paz! luego se giró hacia el resto. Caralombriz, rodea la zona y rastreala. Quiero saber si pasa gente por aquí. Cerebro, manten el culo del paleto a salvo.

Mientras os vociferaba, no paraba de desempaquetar unas pequeñas esferas. Seguramente sería algún artilugio salido de la torre que colocaba formando un círculo en torno a un perimetro imaginario.

Mientras se preparaban para la partida las distintas instrucciones fueron llegando, estaba claro que no debían llevar uniforme así que Caralombriz solamente cogió su ropa de paisano y algunas mudas. Tampoco debían llevar lanza así que dejó la suya en los barracones.

-¿Tenéis más cuchillos? ¿De donde cojones se supone que vamos a sacar más? Yo solo tengo uno... ¿Creéis que el Encino nos prestará unos cuantos? Que se los apunte al cabo.

No sabía de donde sacar más cuchillos y tampoco tenían mucho tiempo para más, al día siguiente debían madrugar y se fueron a descansar pronto.
Se levantaron con las primeras luces del alba, Caralombriz estaba acostumbrado a hacerlo desde pequeño y lo hizo como un resorte cuando el primer gallo comenzó a cantar en la lejanía. Cogió sus armas y su petate y se dirigió donde habían quedado con el Cabo Grajo. La sorpresa desagradable fue encontrarse con el Renco y tener que viajar en una de aquellas famosas alfombras voladoras.

¿Quietos? Joder, no pienso mover ni los pelos del culo, menuda hostia si nos caemos.

El Renco le daba miedo, pero caerse desde una alfombra voladora más, así que obedeció sin rechistar. Agradeció el descenso de la alfombra. Por fortuna para ellos no iban a tener que estar con el tomado mucho tiempo, Caralombriz agradeció la orden de rastrear la zona.

-Sí Señor Cabo, a sus órdenes. Vamos Cerebro.

Se alejó hacia los árboles mientras miraba alrededor cualquier signo de vida o indicio de que alguien pudiera aparecer.

-Menudo cague... ¿No podíamos ir a caballo? -Susurró a su compañero.-

No le dio tiempo a temer por el viaje, en cuanto menos lo esperaba allí estaba el Renco con esas malditas alfombras voladoras.

Había conocido a lo largo de los años historias de hombres que habían caído de esos artilugios del demonio, una caída de miles de metros de altura, que por cierto nunca terminaba bien. Sin atreverse a mirar directamente a los ojos del Tomado, Nabo se aferró al lugar que le habían dejado en la alfombra, clavando los dedos en ella de tal manera que los nudillos se le estaban poniendo blancos. Aquella demostración de miedo tan abierta no era propia de Nabo, y se quedó mirando sus manos temblorosas firmemente agarradas al poco asidero que la alfombra ofrecía.

Mejor esto que la muerte...

El viaje fue, de todas las experiencias de Nabo, la más incómoda y angustiante. Juró y perjuró que volvería a pie si hacía falta, deseando con todas sus fuerzas que aquel hechicero se estrellara en el viaje de vuelta y no pudieran obligarle a montar más en aquello.

Aguantando las ganas de vomitar encima de las botas del cabo, escuchó atentamente sus palabras.

- Vamos Ojete, a ver si me puedo dar una alegría para compensar esto... - se paró a mirar de nuevo al cabo y rectificó - vale, vale... la granja, el carro... sí, vamos.

Y se encaminó en la dirección que marcaba el cabo.

Tardas cerca de una hora, Cerebro permanece cerca, los alrededores parecen poco transitados. Ocasionalmente un hombre, por las huellas dirias que siempre es el mismo y que es muy ligero. Nadie más transita donde habeis aterrizado. A una milla larga debe haber un camino pues en algunos sitios parece que la gente suele acampar con carros de comercio y animales de carga. Hay un río a poca distancia, no sabrías decir cuanta pero si que está al oeste de vuestra posición.

No podrías precisar mucho más, salvo que hay muchos pajaros en la zona y que los conejos suelen hacer madrigueras cerca del río y quizas viva una camada de zorros por allí aunque no muy cerca. Por cierto, no hay ganado cerca porque el pasto crece sin control fuera de los caminos.

Al observar al tal Renco, comprendió enseguida las reticencias de su compañeros. El aspecto, su aroma y su simple aura lo hacían estremecer con una virgen en manos de Nabo.

Pero no terminó ahí, ese maldito hechicero quería llevarles en una jodida alfombra voladora. No pudo evitar fijarse en como se agarraba Nabo, nunca lo había visto comportarse así. No lo pensó dos veces. Donde fueres, haz lo que vieres... _ Se dijo así mismo.

Sin duda fue el peor viaje que jamás experimentó. Y eso, que había surcado el mar Tormentoso y no lo llaman así precisamente por ser aguas tranquilas. En mas de una ocasión, sintió como el desayuno le subía a la boca y se veía obligado a volver a tragárselo. Prefería tener el amargo sabor de la bilis en su boca que regurgitarle a Cerebro en la espalda.

En unas horas llegaron a su destino y antes de que el cabo diera las órdenes pertinentes se dirigió a el.

_  Cabo, no se cuál será el plan de huida y regreso. Pero sólo tendrás que darme una señal y me haré con una coca o una galena, no importa los gaznates que haya que rebanar. Pero yo no me monto otra vez en ese artilugio del demonio. Shnitch!!

Tras las palabras de Nabo, se sintió mas cómodo al sentir tierra firme. Y ataviado con ropas normales, sin la lanza ni el escudo, se encaminó hacía la granja.

_ Me cago en la puta, Nabo!! Háztelo mirar, esa obsesión no puede ser sana. Después del puto viajecito que hemos tenido, y lo primero que piensas es en follarte a una zorra que olerá a estiércol? A ver cuando aprenderás, que follar es de pobres... A mi que me la chupen!! _ soltó dejando una siniestra y pervertida mueca en su bello rostro.