Partida Rol por web

mira de forma severa a su compañero pues suponia a donde iva ese comentario

Cuidado con tus palabras Fik, mañana sera toda tuya esta carga, ocuparas aprender tambien por si algo llegara a pasar, recuerda que es mas responsabilidad "tuya" que mia ¬_¬

nota que la mula no parecia tan necesaria hasta que se se le pidio su uso, ella no tenia problema con eso

Puedes disponer de ella

Continua el paso sin ir delante del grupo tratando de mantener el andar de todos, seria mas seguro ir entre ellos o con ellos que delante o detras, en especial al cargar un infante que podria hacerla perder tiempo de reaccion, seguro todos tendrian una historia que contar pero, puede que no todos quieran contarla

Las monedas son parte del pago por encontrar al bebé, al igual que encontrar y matar al "elfo" de nombre Lothlouin. Dadas en Puerta de Baldur por un duque....

El veneno se lo dieron a Lothlouin, en su hogar un familiar y muchas otras veces ha sido empleado para eliminar a muchísimos enemigos, el solo roce con el mata....

El amuleto, rojo, un círculo con un triángulo invertido en su interior se lo han dado al muerto en un templo, un sacerdote del mal y en el mismo momento de dárselo se lo "grabaron" en la piel con hierro fundido, es una llave, un salvoconducto.... El sacerdote que lo entrego le dijo: Encuentralos, sacrifícate, que tu sangre bañe el colgante, que muchos lo toquen jejejej Uno de ellos es un traidor, te ayudará en tu misión de... Y ya no ves más....

Tras la reunión en el camino, decidís avanzar hacia el humo. Los soldados han dejado también abandonado el caballo de guerra negro de la víctima. Aún no es de noche pero el sol comienza a descender, y se encapota, nubes negras que comienzan a descargar su lluvia sobre vosotros, heridos y cansados, sobre todo Lothlouin, su herida en la pierna es fea, aunque algo más recuperados, necesitáis descansar para recuperar todos vuestro esplendor.
Durante la caminata os mantenéis alerta a vuestro alrededor, no ocurre nada, todo indica que es un valle tranquilo. Tomais una curva a la izquierda, cerrada, casi 180 grados y os encontráis con un pequeño claro. El camino prosigue, pero a su izquierda se ve un edificio de madera de tres plantas, abundantes ventanas, enredaderas por toda la fachada. Luces en su interior, humo en sus chimeneas y olor a comida... Un aroma que hace que os llevéis la mano al estómago por instinto, carne, sopa, verduras, en contadas ocasiones habéis apreciado esos olores con tanta hambre y necesidad.
Puede ser un lugar de reposo...

Mientras otros quieren cubrirse ante la lluvia Silver es distinto, la lluvia, un elemento refrescante, para él, que no parece conocer el frío debido a su actitud, es un fenomeno climatico que acoge con alegria. Siente como el agua de la lluvia lava sus heridas y despeja su mente, pero es consciente que sus compañeros de viaje no deben sentirse de la misma forma.

Se acerca a la puerta y toca suavemente con los nudillos, esperando respuesta.

La lluvia es cada vez mayor, el viento asciende, es una tormenta... Al acercaros más al edificio podéis ver que hay un letrero de madera en el suelo, caído hace bastante tiempo de la part superior de la puerta. En el se puede leer "Posada la bella na.." Y el resto está borrado...

El ofrecimiento del señor Wik... Wid... de Tarkas, me pilla desprevenido. Antes de alcanzar a plantearme si aceptar o no la montura, sus palabras se clavan en lo más profundo de mi pecho, haciéndome agachar la mirada, turbado. Como si me hubiera leído el pensamiento, nombra los nobles corceles de mi tierra, pero es otra cosa lo que me devora por dentro. La imagen de mi Casa. Un noble caballero. Todo eso tenía importancia antes, formaba parte de la estructura del árbol de mi vida, era su tronco, se enraizaba en mi alma, y de ello brotaban todas mis robustas ramas y mi esplendor.

Hasta el punto de no preocuparme por nada ni por nadie.

Os... os agradezco vuestras palabras. -Respondo a Tarkas sin siquiera mirarle, evitando avergonzado sus ojos honestos y corteses, llenos de una gentileza que siempre asumí en todo mi pueblo, especialmente en mi familia, tan sólo para ver traicionada esa confianza. El mundo ha cambiado, o quizás nunca fue como yo lo veía, pero lo cambios nunca son sencillos para alguien como yo- Pero... no soy caballero. Ni noble. -Admito con rubor en mis mejillas, la mirada perdida en un punto del suelo ante nosotros- Ya... ya no.

Desvío ligeramente mis ojos en busca de Caelny, aunque tan sólo llego a ver sus botas, sin atreverme a fijarme en su expresión. Le ha ofrecido el caballo a ella también, tal como yo le ofrecí la otra montura. ¿También se negará? Es orgullosa, más de lo que admitirá nunca, pero se que no está bien. Ese dolor en su costado me preocupa. No se lo merece, no se merece nada de todo esto por lo que está pasando. Por mí, por mi culpa, por acudir en mi ayuda cuando menos lo merecía. Debería haberme dejado perecer en aquel bosque, bajo la lluvia y las fiebres, vestigio olvidado de una estirpe perdida.

P-puedo caminar. -Afirmo, volviendo a mirar al frente- Ahora, al menos. Desconozco si el veneno se extenderá al hacerlo, si mis fuerzas renovadas me permitirían alcanzar nuestro destino, pero ahora mismo soy capaz. Sin embargo... -Desvío nuevamente mis ojos hacia las botas de Caelny, ocultando bajo el orgullo y el pudor la preocupación por ella- ...aceptaría montar este animal, si Caelny monta conmigo.

Finalmente, la miro a los ojos, desviando brevemente mi mirada hacia su costado. Dejo claro con ello que soy muy consciente de su estado, y en mi expresión queda reflejada la preocupación por ello.

Esas son mis condiciones. -Digo al final, elevando mi rostro con el orgullo desmedido de que siempre hice gala, y que ya no tiene razón de ser en nuestra situación- De lo contrario, prefiero caminar.

A pesar de la respuesta de Lothlouin a mi negativa de ir sobre la mula, quedaba claro que no le había gustado mi decisión; pero aquello no podía ser. Además del orgullo, había otra cosa que me impedía ir sobre aquella mula. Allí subida no podría mantenerme alerta. Tenía que estar cerca de él por si flaqueaba, por si necesitaba un hombro en el que apoyarse, era mi obligación y mi deseo.

Tal como esperaba, mi compañero rechazó la ayuda del sacerdote, queriendo caminar por sí mismo a pesar de contar con una pierna aún herida. Negué con la cabeza gacha mientras empezaba a caminar, haciéndoseme obvio que el camino no le resultaría nada sencillo. Me situé junto a él, dispuesta a emprenderlo juntos, pero antes de ello algunos de los hombres presentes aún tenían algo que decir.

El compañero de la elfa me sonrió, insinuando que aún disponía de cargas en su varita para la sanación, pero su ofrecimiento no fue lo suficientemente directo para mí. No me costaba en lo absoluto pedir lo que fuera para los demás, tal y como había hecho poco antes para ayudar a mi amigo, pero solicitar ayuda para mí habiendo más heridos… Aquello me costaba más.

El caballero Widokowy también quiso dirigirme unas palabras, acercándose junto a un caballo y hablándome mirándome directamente a los ojos. Me pidió encarecidamente que hiciera uso del animal, sorprendiéndome al ver de pronto mis manos entre las suyas. Aquello provocó que me pusiera nerviosa, e incluso de mis mejillas emergió un leve rubor. Me entregó así las riendas del caballo, susurrándome con su mirada fija en la mía que se lo tomaría como un favor personal.

¿Favor personal? ¿Qué quiere decir con eso?

Se dirigió también a Lothlouin, haciendo referencia a su procedencia, y provocando que yo frunciera ligeramente el ceño; temiendo los fantasmas que aquellas palabras podían despertar en mi amigo. Agarré las riendas del caballo y miré a mi compañero responder al señor Widokowy, dándome cuenta cómo ni siquiera se atrevía a mirarle a la cara.

Sopesaba la posibilidad de realizar el camino en el caballo, pidiéndole a Lothlouin que viajara conmigo. Sus palabras al ponerse en pie habían dejado clara su preocupación por mi estado, quizás si le pedía que me ayudara, aceptara subirse al corcel… Pero antes si quiera de decidirme, mi amigo respondió al respecto, manifestando que era capaz de caminar; pero que accedería a montar en el caballo si yo iba con él.

Mis ojos se abrieron más por la sorpresa, dándome en seguida cuenta del pudor en sus palabras. Cuando por fin levantó la vista, la clavó en la mía, para después desviarla a mi costado. Estaba preocupado. Lo decían sus ojos, su rostro, y aquel gesto inconcebible en otras circunstancias.

Altanero como él solo, Lothlouin terminó alzando su rostro, manifestando que sólo aceptaría de cumplirse sus condiciones.

Condiciones… Nunca cambiará.

- Gracias, Señor Widokowy. Haré uso del caballo durante el camino. – le agradecí el gesto con una tímida sonrisa, volviéndome entonces hacia Lothlouin. – Lleva tú las riendas, ¿Quieres? Será mejor que vaya detrás… Tengo que guardarte la espalda. – bromeé, riendo ligeramente, pero hasta esa pequeña risa me provocó una punzada de dolor.

Subimos al caballo y todos avanzamos por el camino en dirección a aquella columna de humo que se alzaba hacia el cielo. Comencé la andadura bastante bien, pero llegó el momento en que me vi obligada a recostarme en la espalda de mi amigo, con mi rostro apoyado en su dura y fría armadura.

- Sólo será un rato… - le dije al hacerlo, pretendiendo darme sólo un momento de descanso.

La noche caía, y junto a la incipiente oscuridad se nos vino una tromba de agua encima. La tormenta no daba tregua, y el viento era cada vez mayor, pero por suerte terminamos llegando a una casa que resultó ser una posada. El hombre de melena y capa se adelantó entonces para tocar a la puerta, quedando el resto tras él a la espera de respuesta.

Finalmente, Caelny accede a montar el corcel, respuesta que recibo ocultando mi satisfacción bajo una capa de falsa indiferencia, llevando mis manos a la espalda con el rostro ligeramente elevado y altanero. Me ofrece las riendas, cediéndome el control del animal y bromeando con guardarme las espaldas. Pero un ligero tic refleja mi incomodidad al ver un gesto de dolor en medio de su hermosa risa.

Sí, parece lo más conveniente... -Acepto, tomando las riendas con seriedad.

Me giro, poniendo las manos sobre la silla de montar del animal, planteándome cómo hacerlo. Para subir mi pie bueno hasta el estrobo, debería apoyarme en mi pierna mala. Si lo hago al revés, en cambio, al poner el pie en el estribo no podría impulsarme. De modo que, muy a mi pesar, y negándome rotundamente a pedir ni aceptar ayuda, veo que deberé hacer un esfuerzo con el que no contaba, mucho mayor que el de caminar cojeando. Me aferro a la silla, respiro profundamente, y dejo mi pierna mala mecerse muerta por detrás de la otra, tomando impulso y lanzándola hacia arriba con fuerza, de modo que ambas piernas se alzan y ascienden, siendo mi mano agarrada a la silla lo único que evita que caiga al suelo. Apretando los dientes con un evidente gesto de dolor, me encaramo y logro estabilizarme, mirando al frente, respirando con dificultad con el esfuerzo. Siento mucho calor, fruto seguramente de la fiebre que provoca el veneno.

Caelny... -Alargo mi brazo hacia ella, ofreciendo mi ayuda para subir de forma que el esfuerzo deba hacerlo con el brazo contrario al costado que la he visto padecer. Mi capa cuelga a un costado, para que al tomar asiento tire de ella.

Una vez arriba, a mi espalda, emprendemos el camino. El penoso tiempo y el lento movimiento del caballo incrementan el cansancio y el abatimiento. Me descubro varias veces entrecerrando los ojos, aunque al menos mantener la pierna inmóvil hace que me duela muy poco. En un momento, siento que Caelny se recuesta sobre mi espalda. Necesita descanso, uno de verdad, y no el contacto del metal frío. Necesita calor y un lecho cómodo donde dormir, y no la vida a la que la he arrastrado.

Espera... -Tiro de un extremo de la capa y cubro con ella las hombreras de mi armadura, sin girarme- Así mejor...

Al menos, menos frío. Ligeramente más cómodo.

La noche se nos echa encima, y con ella el llanto de las nubes que cae sobre nosotros impidiéndome rendirme a la somnolencia. Lluvia, claro, algo más que añadir a la larga lista de penurias. El agua se filtrará a través del metal, empapará el tejido bajo la armadura, y acabaré calado hasta los huesos. Lo mejor, con fiebre. Y sin embargo, aún en mi estado con los ojos entrecerrados y la cabeza bambolearse con cada paso del corcel, tomo el extremo libre de mi capa y rodeo con ella mi espalda. Aunque no es a mí a quien envuelvo con ella, sino a Caelny, quien sigue apoyada en el espaldar de mi armadura cubierta.

Finalmente, alcanzamos un edificio burdo y tosco, sucio, feo y, me atrevo a afirmar, maloliente en su interior. Nada que ver con la estética, funcionalidad y clase de las construcciones elficas, fundidas con el entorno y adaptadas a todas las necesidades. Detengo el caballo y permanezco mirando al hombre que se acerca a comprobar si podremos obtener refugio en este agujero del mundo.

Se quedó frío con la mirada de su compañera y sus palabras. "Por si algo llegara a pasar", esas palabras, no entendía a que se referían y calaron tan hondo en el como la lluvia que estaba empezando a caer. No estaría pensando que en un futuro ... , no, no podía ser eso, o sí.

Lo que si que tenía razón era en una cosa, la responsabilidad era mía, el exceso de confianza también y el tenerla al lado me dio un exceso de seguridad, el plan había sido demasiado bien orquestado, el Duque había recabado bien la información sobre mi para que jugáramos a su antojo y muchos cayeron por nuestro descuido. Una vez limpiado su nombre y de vuelta en Puerta de Baldur, volvería a trabajar sólo. Asintió a su compañera tras la reprimenda.

Se acerco a Malark y a Silver durante el camino hacia la procedencia del humo y estuvo atento a cualquier posible peligro que pudiera surgir en el camino, cada poco tiempo miraba hacia su compañera y el bebe para ver que todo iba bien y seguía dándole vueltas en silencio a las palabras que le había dicho. ¿A qué se había referido?

Por fin llegamos a lo que parecía una posada, el olor a comida llegaba hasta nuestra posición, pero para ser una posada en funcionamiento regular parecía demasiado descuidada. Enredaderas, el cartel que indicaba que era una posada en el suelo desprendido hacia tiempo. Sería mejor que andarán con cuidado para no llevarse una sorpresa dentro y verse acorralados.

- Sería prudente que echáramos un vistazo antes de entrar dentro, está demasiado descuidado el edificio y el cartel de posada parece que lleva largo tiempo en el suelo.

Me adelanto al grupo y me acerco sigilosamente a las ventanas de la posada y echo un vistazo a su interior.

Airel se apresura al ver que la lluvia sera un problema, mas que nada por la bebe, se hacerca a la posada donde ya an tocado a la puerta y espera que tengan alguna habitacion disponible y sin problemas o prejuicios para los que van en el grupo, por lo que ve apuesta a que seguramente hay semielfos y humanos en este lugar, aun tenia sus trucos para soportar el mal clima pero preferia no usar todos sus trucos en un solo dia

Parece que lo logré, los elfos aceptaron el caballo y pronto nos pusimos en camino hacia la supuesta posada. 

El resto del camino es tranquilo, sin complicaciones ni sorpresas pero la lluvia que caía ligera comenzó a convertirse en una tormenta seguida de fuertes ráfagas de viento.

Y por fin, ante ellos, precedido por un ligero aroma a comida caliente, la posada de la que salia el humo. -Por fin, estoy deseando quitarme la capa y cambiarme de muda, estoy calado hasta el ánima. - pero parecía que llevaba tiempo sin ser atendida, mostraba signos de falta de mantenimiento, y el cartel tirado en el suelo preocupo al grupo.

-Estoy de acuerdo con el señor Fik, manteneos atentos.

La lluvia cada vez es de mayor intensidad. Bajan las temperaturas al igual que la iluminación, la noche se acerca... Al mirar el interior de la posada, desde las ventanas y algun rendija en la madera, no se ve a nadie... Se puede apreciar una chimenea encendida, pero ni una mesa, ni una silla, nada de nada...
Llamáis a la puerta y nadie responde, es posible que no os hayan escuchado por el ruido de la tormenta...
El bebe comienza a ponerse nervioso, este clima, este lugar, no es bueno para el. Necesita calor y comida...

Hice parte del camino recostada sobre la armadura de mi compañero, quien tuvo la gentileza de cubrir las hombreras con su suave capa, haciendo el descanso algo más agradable. Pero aquel momento tranquilo que quise concederme no duró mucho, provocando las primeras gotas de lluvia que abriera los ojos. Entonces noté como Lothlouin se movía para sostener su capa. Todo parecía indicar que se disponía a cubrirse con ella ante la tormenta que se avecinaba, pero no, no fue así.

- ¿Qué haces? Deberías taparte tú. - protesté, viendo como hacía caso omiso, y finalmente decidí rendirme al cansancio y a su amable gesto. – Gracias, Lothy… - susurré, volviendo a apoyar mi cabeza en su espalda, refiriéndome a él con aquel apelativo que en ocasiones usaba cuando éramos pequeños.

Me vi obligada a erguirme cuando la lluvia ya resultó demasiado fuerte. Esta no cesaba, y la temperatura era cada vez más baja. Al llegar y ver que nadie respondía a la puerta, Endozal echó un vistazo. Decidí acercarme yo también, descendiendo del caballo y bajando mi capucha, para después retirar mi capa por entero; dejando que se vislumbrara mi grácil y torneada figura. Posé la ropa sobre el caballo y me acerqué un momento al edificio, no sin antes hacer un gesto a Lothlouin para que esperara.

Al asomarme me quedé sorprendida, cosa que podía percibirse fácilmente en mi rostro. Volví a acercarme a mi compañero para informarle, pensativa.

- No parece haber nadie, aunque la chimenea está encendida. Pero no veo ni mesas, ni sillas, nada… - dije alzando un poco la voz, tratando de hacerme oír por encima de la lluvia.

Decidí entonces dirigirme a todos, teniendo que levantar aún más el tono.

- ¡Quizás no nos oigan tocar la puerta! – dije en alto, apartando de mi cara el pelo que mi trenza dejaba escapar, y que el viento se empeñaba en revolver. - ¡Deberíamos intentar entrar!

Dicho esto volví a acercarme al edificio, tratando de buscar algún lugar por el que acceder al interior; una ventana, una puerta trasera, algo…

Lothy...

Hacía mucho que nadie empleaba ese nombre. Demasiado. Supone en mí un recuerdo de un pasado lejano, cuando todo era sencillo, y ni los deberes ni las traiciones hacían mella en mi vida. Una era en que podía disfrutar de la belleza del bosque, de la buena compañía, y no conocía la preocupación ni el dolor.

En la entrada de la taberna, seguimos bajo la lluvia esperando una respuesta que no llega. No oigo voces procedentes del interior, lo que es relativamente normal dado el ruido de lluvia que nos envuelve. Puede que tampoco ellos oigan nada, porque haber tiene que haber alguien, ¿o quién si no iba a encender ese fuego, cuyo humo veo brotar por la chimenea? Caelny, a mi espalda, hace intención de descender del jamelgo. Le ofrezco mi mano para ayudarla en el descenso, y con ojos vidriosos observo cómo se desprende de su capa y va a investigar. Es su oficio, uno en el que se maneja mejor que nadie a quien haya conocido, uno con el que ha protegido mi vida todo este tiempo. Espero paciente, erguido sobre la silla de montar mientras mis labios comienzan a temblar por el frío y la humedad. Mis ojos se desvían un instante a la mujer que porta a ese infante. No es clima apropiado para mantener a una criatura tan pequeña y desvalida a la intemperie. Todos necesitamos calor, pero el bebé...

Caelny regresa con nuevas. Hay fuego encendido, pero ni muebles ni gente. Frunzo el ceño, inclinándome hacia ella mientras disimulo mi desconocimiento.

Eso... no es normal, ¿verdad? Entre los humanos, quiero decir... -Pregunto, dubitativo. Vale, los humanos son unos bárbaros en comparación a la cultura élfica, pero emplean sillas y mesas, ¿no?- Quizás sea la madera de los muebles lo que estén quemando... -Me pregunto en voz alta. Eso significaría que este lugar ya no funciona como posada, pero que alguien vive en el lugar pasando serias dificultades- ¿Habéis comprobado si la puerta está cerrada? -Pregunto finalmente, elevando la barbilla con solemnidad. A veces, la respuesta más sencilla es la correcta, y al tenerla tan a la vista la pasamos por alto.

Mientras tanto, giro mi cabeza describiendo un semicírculo, observando los alrededores y las ventanas de la posada, así como la espesura que rodea el camino. Alguien tiene que vigilar, y no conviene depositar en los ojos de un humano lo que ven mejor los de un verdadero elfo...

Aunque sea un elfo que apenas logra mantener los ojos abiertos...

- El lugar es sospechoso, sin duda, pero... - señala a su alrededor- No tenemos muchas opciones, a mi no me importa en absoluto, pero a vosotros imagino que os molesta dormir al raso en plena lluvia. Endozal, deberias entrar a echar un vistazo y reportar si hay algo anormal o hablar con alguien si esta dentro, si no hay nadie la usaremos como refugio hasta que pase la lluvia, estableciendo guardias, como es tradición.

- Ok dijo mirando a Silver. Voy a comprobar el interior de la estancia, buscando cualquier indicativo de que podamos estar a salvo en el interior, en caso de estar habitada esperaré un poco a escuchar su conversación para evaluar si suponen un riesgo para nosotros y sobre todo para la pequeña. Volveré en breve y tratare de no demorarme.

Tras acabar de hablar con sus compañeros le acercó la mochila al propio y Silver. - ¿Podrías guardármela mientras investigo? Estaré más cómodo sin ella encima.

Se encaminó hacía la puerta delantera y susurro una sola palabra y desapareció de la vista de sus compañeros.

Mas te vale regresar antes de un minuto fik

No quedaba de otra mas que esperar a que su compañero regresara, aunque bien podrian entrar por la fuerza

No se ustedes pero si tengo que pasar aqui mas de 5 minutos entrare por la fuerza, prefiero pedir perdon que permiso

airel se alista para luchar de ser necesario, bajo su capa hace sus preparativos y mantiene a la bebe cubierta lo mejor que puede de la lluvia y el viento

Tensión en el ambiente al ver desaparecer a Endozal, por la puerta de la posada. Tus movimientos son lentos, cuidadosos. Examinas la puerta y su cerradura, al ver que no existe ningún problema, la abres...
El interior es el de una posada cualquiera, con la excepción del mobiliario, que es inexistente. La chimenea encendida, y rastros de bebida indican actividad. Pero no se ve a nadie. Paseas por el gran salón, tratando de detectar cualquier indicio. Hasta que captas voces, bastantes, todas proviene. Del otro lado de la única puerta de la estancia. Tras la barra es cierto que se ve una segunda puerta pero claramente es una despensa...
Las voces cada vez son más claras y el idioma no logras descifrarlo, quizás por la tonalidad sea alguna variación de alguna lengua elfica, pero parece más basto...

Tras revisar la estancia principal y ver indicios de actividad en la posada escuchó sonidos a través de una de las dos puertas a la vista, el idioma no le era conocido y sin abrir la puerta y descubrirse o alertar a los que estaban dentro no iba a conseguir más información. Era el momento de regresar con sus compañeros.

Volvió al salón principal y recogió de donde había dejado las botas y el guardapolvos y se los volvió a poner. Cruzó el umbral de la puerta de la posada y mientras se acercaba a sus compañeros con un susurro volvió a aparecer delante de ellos.

- La estancia principal esta fuera de peligro pero taberna no está vacía. He encontrado indicios de que hay gente en el interior, aparte del fuego y derrames de bebida recientes. Al otro lado de la barra hay una puerta que podra dar a una despensa y en la otra puerta que hay se oyen voces al otro lado. Sólo no he podido descubrir más de quien pueda haber en el interior, pero por lo menos podemos refugiarnos de la lluvia en la estancia principal y hablar dentro de como nos presentamos ante la gente que pueda estar al otro lado. Por mi parte no he entendido el idioma en el que hablaban, pero parecía élfico.

Se acerco a Silver y le agradeció que le sujetara la mochila, se la puso a la espalda y avanzó hacia el interior de la estancia principal de la posada.