Partida Rol por web

Dirijome de forma tranquila hacia el omne, le saludo-A las buenas de Dios. Non se ve un alma por aqueste pueblo-​afirmo intentando dar conversación.-¿ Ocurre algo o es  lo normal a aquestas horas?-​espero la suya respuesta mientras el jamelgo se abre paso como buenamente puede entre los bueyes para beber en el abrevadero.

El hombre levanta la vista y se toca el ala del sombrero para saludar.
 -Non conosco bien los fazeres de aquestas gentes ca llegué en mitad de la noche ayer. Libraronme de los lobos, mis compañeros, pues los atacaron a ellos. Más aqueste alba pude ver muxas gentes et oí un grande bullicio que quería sacar en volandas de sus camas, a los conjuradores del obispo que fizieron camino conmigo anoche...- se levanta y se sacude el trasero, 
-más entonces escucháronse aullidos de lobo et apagóse aqueste murmullo...Des aquello, sólo vi a mis compañeros de infortunios de la pasada noche cruzar el puente hacía el castillo... et una zagala que venía por donde vos et que entró al pueblo.-
 

Godesteo se presenta a continuación -Mi señor, conde de Ucero, Godesteo el Saludable me llaman, et como bien dice mi compañero Nuño, somos llegados a aquestas tierras con la bendición de monseñor el obispo de Ucero. et vamos a rogar al señor conjuros et ensalmos, que muxos sabe el bueno de Fray Tomás, hasta que los...- 

...Pero el conde de Ucero le interrumpe, y asomándose hacía el segundo plano. -Et vos debéis ser Orosia, la guardabosques. Dióseme a entender que sois una cazadora de muy grandes virtudes, et sabéis rastrear lobos pues sois grande conocedora de aquestas bestias. Dixome el caballero Tancredo que enfrentóse a una bestia del averno, que de lobo tenía sólo el aspecto et que escapó faziendo uso de artes del maligno. Dice don Tancredo que aqueste demonio puede comandar a los lobos et ser la causa de aquestas desgracias. ¿Qué pensáis vos?-

Ante la vehemencia del de Ucero, me quedo masticando mi mendrugo de pan mientras observo a la tal Orosia, cazadora de lobos...

"Tegri" abre la puerta del todo y sale del zaguán mirando a los lados mientras se cierra el pañuelo con el que se abriga, sale y abre la puerta de al lado, y coge del bocado al pollino, una vez más, piensas, parece que el animal atrae a las gentes. Y sin decir nada tira de el para meter el burro por la puerta. La dejas hacer, y uns vez el burro a buen recaudo, tiene el mismo gesto contigo, pero abrazándote, y te hace entrar por la primera puerta que cierra tras asomar en cuello otra vez para ver si alguien os vio. 
-Fija mía, ¿no lo sabes pues?-
La anciana te acompaña a una mesa al lado de la chimenea donde se cuece algo en una olla.
-Tu... Jimena murió años ha. La condesa la echó de su servicio cuando Jimena pidió que te trajeran de vuelta.. Et tuvo que ponerse al mío. Más yo soy viuda et la casa non tenía apenas visitas, et la Jimena , orgullosa, non quiso quedarse et hubo de pedir limosna en aqueste pueblo de pobres omnes. Cayó enferma et Vermudo nada pudo fazer... dice Vermudo que andaba débil de non probar bocado, más yo creo que fue de pena, pues la condesa nunca accedió a que tornaras...-
Da vueltas a una cuchara de palo en la olla, para servirte en un cuenco un caldo que te ofrece.
- siempre dijo que si el Conde non hubiera partido de cabalgadas, la condesa nunca hubierase atrevido a fazer tal cosa.-
Tegidria parece absorta y hace un chasquido con la boca. 
-malditas guerras...-
Se oyen ronquidos del piso de arriba. Hay huéspedes.
 

-No... -Protestó la joven quién quedó repentinamente enmudecida, sus ojos humedecidos y vidriosos mientras intentaba encontrar alguna palabra que fuese apropiada tras esa noticia:

-Yo... yo... -No tardó en darse vencida y enmudecer optando en su lugar por abrazar a la vieja amiga de su madre esperando encontrar consuelo de algún tipo. Entonces escuchó el ruido en la parte superior lo que la hizo ponerse alerta.

-Tegri, ¿hay alguien? ¿Quién está arriba?

Muy agradecido quedo de aquesto que me decís.-digo al omne.-​¡Con Dios!-​Despidome et pongo rumbo hacia al pueblo pues sin duda la muchacha es la que estoy buscando. Cierto es que non tengo intención de entregala a la justicia, más me interesan los suyos motivos para matar a aquellos omnes et el por qué de su venida a aqueste extraño lugar-​Vayamos pues ¡Pablo al castillo al pueblo, et veamos lo que allí acaece!-digo al mio compañero et pico espuelas.

En silencio casi todo el tiempo para intentar concentrarme en que no me duelan de más las heridas, acompaño a Nuño y Orosia hasta el castillo. De paso, el silencio me sirve para mantener un perfil bajo y no ser objetivo de aquellos maleducados hombres.

Con paso lento y ligeramente cojo, persigo a mis compañeros atravesando el puente y entrando en el majestuoso castillo. Las impresionantes gárgolas que adornan las canaletas de la torre me hacen recordar los fragmentos de estela rota en el sótano de la catedral del Burgo. Apenas si habían pasado dos días y parecía una eternidad.

Ya en el interior, con el conde y Don Tancredo, inclino mi cabeza a modo de respetuoso saludo.

—Gracias señor por su ayuda anoche. Ahora no seríamos más que pasto de esos lobos de no ser por vos —agradezco a Tancredo en cuanto tengo oportunidad.

No ves a nadie hasta que llegas a la iglesia, que está en la calle por la que andas, con el campanario en también construcción, te recuerda a la iglesia de Burgo de Osma. Pero los andamios que cubren este campanario están podridos por el tiempo, y las yerbas han crecido sobre el montón de piedras que se estaban labrando frente a él. Sobre ese montón que se acumula al lado de la portada, cerrada a cal y canto, se sientan cuatro hombres de los cuales uno saca la cabeza a los demás , y que parecen pastores, porque visten vellocinos, excepto uno que se abriga con una piel de lobo. Tienen caballos que están atados al lado de ellos. 
Se oían risas, pero estas se cortan cuando te acercas. Están compartiend una bota de vino, y te estudian con la mirada. 

-Tres de los conjuradores et ensalmadores reposan de sus feridas, fija mía. Sin duda alguna oímos los ronquidos del de vientre más hinchado. No temas, pues parecieran buenas xentes.

-Muxo cambió aqueste pueblo desde que lo dejaras, Amelia. El hambre asola la región, et los diezmos la han dexado en la miseria. El conde partió a fazer la guerra muxos años y no se ocupó destas tierras. Et cuando regresó al fin et las cosas mejoraran con el dinero de las mestas que el se ocupó en traer, aparecieron aquestos malditos lobos et volvió la desesperanza..

-Ay Tegri, portadora de malas nuevas y mala ventura. –Empezó a decir en un tono que intentaba ser lo menos audible posible para no acabar silenciando los ronquidos. Mala cosa sería esa.

-Y yo que venía a aquestas terras -otro galicismo se la volvió a colar fruto de los nervios- a iniciar nueva vida con otro nombre incluso, sin embargo sólo me decís cosas malas de esta región. De señoríos harta estoy y sólo quiero vivir con humildad, en paz y tranquila. Desposarme con un buen hombre que mire a una mujer por su corazón y no por su virtud. –Confesó manteniendo su tono bajo antes de volver a subir a un nivel normal.

-Eres lo más parecido al recuerdo de mi madre que tengo y por ello acudo a vos en busca de sabiduría.–Dijo con los ojos totalmente humedecidos mientras su labio inferior temblaba por la desesperanza- ¿Qué debería facer? 

Miro a los omnes intentando averiguar las suyas intenciones. Mas non soy persona que sepa juzgar a la gente, más bien los conquisto o creo conquistarlos con el mio encanto personal. Tampoco pretendo intimidarles, de modo que les sonrío, levanto un poco el mio casco para que puedan ver mejor el mio rostro et les digo-​Saludos señores, ando buscando a una moza de cabellos obscuros et belleza sin par que ha llegado a aqueste pueblo non faze mucho.¿Sabrían las vuesas mercedes decirme do se encuentra o do ha ido?- espero respuesta de los pastores.

El conde parece tan solo tener interés en Orosia. No es menester interrumpir a los nobles en sus conversaciones, así que espero tranquilamente a que ella conteste. De todos modos, no es que un marinero como yo sepa mucho sobre los lobos y su comportamiento ya que anoche fue la primera vez que me encontré con alguno.

-¡Que me zurzan si la nesca tras la que andáis no es aquesta que iba a la casa de la tal Tegidria!, ¿eh, Peio?- dice uno mientras mira al gigantón con una media sonrisa, a la cual el enorme Peio responde con el ceño fruncido. Ni siquiera te han mirado a la cara. 

Non tenía yo muy claro si aquestos omnes eran gente de bien o maleantes. Tipos como ellos fabía conocido en las tabernas et lo mejor era estar a buenas con ellos si non queriades acabar apalizado. Seguí preguntándoles, non tenía a nadie más que me pudiese orientar.-¿Do está la casa de Tregidia? ¿Quién es aquesta dama?