Partida Rol por web

Al final habéis dormido todos en la misma estancia, pues Tegidria se recordó a si misma que quedaban dos lechos libres, aunque advirtió que don Tancredo y su escudero habrían de dejarlos libres, si sus ocupantes previos regresaban. A Pablo le tocó compartir lecho con su nuevo amo, pero dijo que los tablones del suelo, ya le parecían suficientemente blandos y se acostó sobre una manta a su lado. Durante toda la noche oís murmurar y gemir a Fray Tomás desde la esquina de la estancia. Cuando calla y parece descansar al fin, los gallos del pueblo empiezan a anunciar el alba. Empezáis a oir ruidos abajo, y oléis a leña antes de que amanezca. Tegidria parece ocupada y sale de la casa. Al cabo de un rato regresa y os mira misteriosa. Fuera se oyen gallos cacarear, perros ladrar y lo más sorprendente, un murmullo de gente. Cómo si Ucero se hubiera tornado de repente en Burgo de Osma un día de mercado... o como os recibieron las gentes el primer día antes de que los lobos se pusieran a aullar de nuevo.

Dormir todos apretujados en una sola estancia con los ruidos que provocaban muchos de los que allí estaban no sirvió para descansar en condiciones aquella noche, muy a pesar del largo día que habíamos sufrido. Tampoco ayudó a que mejorasen mis heridas, pues las incómodas posturas hacía que se abriesen y el frío se me metía hacia el interior.

Y así, al poco de pegar ojo empezaron a cantar los gallos, anunciando el nuevo día. La gente comienza a despertarse y salir a la planta de abajo en busca del desayuno.

Yo me incorporo levemente y miro a mis compañeros de aventuras del día anterior, por si siguen durmiendo o acaso ya han despertado. Me levanto, tratando de no molestar demasiado, y bajo hacia el calor del fuego.

Levantome extrañado al oir tal tumulto et mando a Pablo a ver que está pasando mientras me visto et ciño las mias armas. Espero que aqueste revuelo non debase a la muerte del padre de Flora. Antes de bajar rezo por el, que es todo lo que puedo fazer.

Abajo con Zacarias et los míos compañeros comento lo hablado con el padre de Flora-Dice que hay una cueva...et que puede ser el origen del mal. -A Zacarias-Flora preguntó si tú irías, mas su padre está muy malherido. Dudo nos pueda acompañar. MAs creo debíeramos fablar con el señor de aquestas tierras primero.

No es de esforzados caballeros el remolonear en la cama, así que en cuanto oigo los primeros ruidos me incorporo en el lecho. Veo que Arturo ha enviado a su paje a informarse, y yo hago lo mismo con mi escudero. A continuación me arrodillo y musito una oración a nuestro señor y me enfundo mi armadura. Está algo descuidada, necesita limpieza y remiendos, tendré que decírselo a Tiago.

Saludo a mis compañeros de habitación con un movimiento de cabeza y me inmiscuyo en la conversación:

- Bien decís, señor Zacarías. Habremos de acabar con el mal, que probablemente venga de la caverna, pero antes de nada será menester ir a hablar con el conde.

Grito hacia afuera:

- Tiago, hijo mío, ¿qué es esa algarabía?

Aún no estaba la mujer acostumbrada a dormir rodeada de tantos homnes. Era incómodo y cuanto menos indecoroso pero se sentía más segura que dormir sola en compañía de aquel moribundo que declamaba en una esquina mientras que sólo el silencio le respondía.

Había bastante alboroto en el exterior et aquello según su experiencia no presagiaba nada bueno. Tras dedicar una mirada con temor, habló:

-Perdone Don Arturo-. Interrumpió con toda la delicadeza de la que fue capaz de hacer acopio. Sabía que no gustaba de aquel formalismo más era noble y como noble debía ser tratado- No estoy al tanto de los últimos acontecimientos que acaecieron a vuesas mercedes en la pasada noche pues aquí estuve con Tegri, contándole lo que le pasó arriba al pobre Vermudo. Más me gustaría acompañaros a la audiencia del señor de aquestas tierras.

​Sed bienvenida , dama Amelia. Hablemos pues con el conde et acabemos con aqueste mal de una vez por todas. -Atento estoy a lo que dice Tiago sobre lo que pasa fuera. También espero a ver si viene Pablo e informa.

Pablo regresa al poco de salir, diciendo que afuera esta todo el pueblo y vestidos de ovejas. Tiago aguanta un poco más, y es capaz de dar más detalles. Por lo visto, esperan a Godesteo, que les habló de improvisar una procesión, para que él y sus compañeros conjuren a los lobos.
La noticia de que Vermudo ha muerto ha saltado desde la taberna de casa en casa, y ha dejado una enorme desolación  a su paso, le ha dicho una mujer. Los vecinos han compartido su desesperanza hablándose de ventana en ventana, para evitar a los lobos. Al alba habíse habían decidido ya a hacer aquello que Godesteo había ido pregonando el día anterior, también de casa en casa... -Quieren pedir a su señor que de permiso para subir a las montañas en procesión tras los conjuradores.- Explica Tiago con los ojos muy abiertos. 
 

-Debemos darnos prisa et fablar con el code et poner fin a aquesta situación. Temo por la vida de aquestas gentes.-Después me dirijo a Pablo et le digo-¡Ensilla mi caballo, nos vamos!-Una vez pertrechado, aseado et desayunado pongonme en movimiento. Monto el mio caballo et le ofrezco la mano a la bella Amelia para que monte a la mia espalda.-¿Venís los demás?-pregunto.

-Debemos darnos prisa et fablar con el code et poner fin a aquesta situación. Temo por la vida de aquestas gentes

- Y no solo la vida, mi señor Arturo. Yo temo por el alma de todos estos corderos de Dios. 

Mando a Tiago raudo con Pablo y monto mi caballo a la par que Arturo Peláez. 

- Vayamos los caballeros por delante, que nuestros amigos nos alcanzarán a pie más tarde.

-Marchad prestos que el resto os alcanzamos a pie-. Confirmó Amelia que sus planes no habían cambiado.

-¡Don Tancredo! Non partáis sin mi e llevadme con vos, pues yo también habré de dar testimonio ante el Conde de cuanto aconteció en los bosques- 

Dice de repente Orosia con determinación, cogiendo su bolsa. 

- Es cierto, amable Orosia, que el conde quiso ya antes hablar contigo. Sube a mi caballo y partamos raudos. ¡Tiago!, te encomiendo la protección de nuestros amigos en la subida al castillo. Nos encontraremos allí.

—¡Don Arturo! —Llamo antes de que se marche—. ¿Qué le ocurre al padre de Flora? ¿Por qué está enfermo?

Termino el desayuno, para no salir con el estómago vacío, pues parece que espera otro largo día por delante. Y me preparo para salir andando junto a los demás hacia el castillo.

Fué a ver al Vermudo et le atacaron los los lobos. Está muy débil et precisa cuidados. Muerto el Vermudo nadie hay que se los de. Si sabes algo de medicina bien harías en correr al suyo lado.-Aquesto dije con semblante serio antes de partir. Piqué espuelas al caballo et puseme en marcha.-¡Nos vemos en breve compañeros!

Parece que no íbamos a tener un despertar tranquilo ningún día. Escucho como Godosteo al final consiguió convencer a la gente de realizar la procesión y si los lobos aparecían de nuevo, tenía razón Arturo podría ser una masacre.

- Os alcanzaremos en el castillo lo más pronto posible - les digo a Arturo y Tiago que parten raudos a caballo

Me giro hacia el resto del grupo y pregunto mientras recojo mis cosas y me preparo para partir - ¿Vamos todos hacía el castillo? -

Los congregados se hacen a un lado en silencio para dejar sitio a los caballos, y para que don Tancredo, Arturo y Orosia ensillen. Todo el pueblo está afuera, incluyendo mujeres y niños.  Ojos hundidos en caras huesudas se clavan en Orosia cuando pide acompañar a los jinetes, pero nadie dice nada. Parece que se ha reunido más gente que tras la primera noche, y el silencio impresiona y da más gravedad a la situación esta vez. Llevan cruces improvisadas con ramas, y muchos visten vellocinos y pellizas. Hay enfermos y tullidos montados en carretillas, dispuestos a seguir la procesión.
Muchos han visto antes a don Tancredo y muchos le saludan con una reverencia, como si estuvieran ante el mismo conde. 
Se abre un pasillo entre la muchedumbre para que pasen las monturas. Una vez los caballeros inician la marcha, y cuando el resto del grupo ha salido ya de la casa, varios hombres se acercan a Tegidria, que sacude la cabeza. 
Algunos os preguntan a vosotros, tirando de los ropajes -¿E los salutadores? ¿Dónde son?